Los libros de Kelonia siempre me han llamado la atención. Ya sea por sus títulos o sus portadas, tienen como un aura que los hace especiales. La Senda Oscura, escrita a cuatro manos por Ana Peris de Elena y Juan José Peired, me hizo tilín en cuanto vi la ilustración de Carolina Bensler. Gritaba magia y misterio por los cuatro costados. Y eso es lo que encontré cuando me adentré en sus páginas. Es una novela autoconclusiva ambientada en la ciudad de Valencia y sus alrededores, así que se puede englobar dentro de la fantasía urbana, con una dosis bastante potente de romance.
La vida de Dana está marcada por su abuelo, pero no sabe hasta qué punto. Murió cuando no era más que una adolescente y odia no recordar tanto cuanto quisiera de él. Ahora es una universitaria con un extraño don: la clarividencia. Tiene visiones que bien pueden ser del presente, del pasado o del futuro. A veces son solo presentimientos. Pero cuando descubre un antiguo códice después de una pesadilla que se ha repetido durante días, un nuevo mundo de posibilidades se abrirá ante ella. El mundo de la magia. Una magia compleja que requiere de años de estudio y dedicación. Pero para seguir el camino que siempre ha buscado primero tendrá que convencer a Joan Benet para que sea su maestro, un hombre serio y taciturno que esconde más de un secreto.
Peris y Peired han creado un universo mágico muy detallado, jerarquizado, con distintas ramificaciones de la magia, afinidades, libros e historia. De hecho, la Historia (sí, con mayúsculas) adquirirá en un punto mucha relevancia, ya que autora y autor se atreverán a hilar su universo con hechos pasados, algo muy complicado si no hay una buena documentación detrás. Pero en este aspecto no hay decepción alguna. La intrincada red que han creado está tan bien elaborada que la sensación de fascinación no se pierde en ningún momento por falta de coherencia. Bien es cierto que a veces pecan de un exceso de información concentrado en determinados capítulos, pero la descripción del sistema mágico es tan deliciosa que es difícil hacerle ascos a bocado tan exquisito. Aun así, puede resultar un poco abrumador. Tuve que volver a leerme los capítulos en cuestión porque quería empaparme bien de la complejidad de las revelaciones que estaban teniendo lugar. Y lo cierto es que lo disfruté mucho, aunque de haber tenido un índice detrás no lo habría hecho. Tiene un cierto halo a Harry Potter, salvando las distancias, puesto que la magia en La Senda Oscura está mucho más medida y pensada de antemano, con una gran limitación. Pero tuve las mismas ganas de hacerme una lista con las ramas mágicas y toda la información del sistema que cuando comencé a leer al joven mago.
De los personajes destacaría sobre todo a Joan y Lucas, un tanto antagónicos en carácter y que protagonizan algunas de las mejores escenas de la obra. Como he dicho antes, Joan es serio, taciturno, responsable y diría que hasta calculador. De hecho, conforme avanza la historia iremos descubriendo facetas más oscuras y perturbadoras de este hombre, hasta el punto de que a mí se me ha hecho muy difícil simpatizar con él. Con Lucas ocurre otro tanto, solo que comienza siendo muy abierto, cercano y simpático. Además, es un idealista. Y eso también formará parte de su paulatina transformación. La complejidad de ambos sepulta a Dana y su amiga Jezabel, que en principio son las protagonistas. Pero Jezabel queda aislada ya desde un inicio al no tener punto de vista (como sí lo tienen los otros tres). Y la personalidad de Dana, que comienza siendo una chica avispada, inteligente y mordaz, queda diluida cuando la relación amorosa se complica. Tiene muy claras sus preferencias, lo que está bien y lo que está mal y, para ser aparentemente el personaje principal, acaba teniendo un desarrollo bastante plano. Tampoco ayuda que siempre le acabe saliendo todo bien y que las limitaciones de la magia no se le apliquen de la misma manera que al resto de gente por ser una alumna especial y avanzada. También he echado de menos unos villanos más grises. Por eso destacan tanto Joan y Lucas, porque parecen mucho más reales y redondos.

Joan y Dana en en una escena de la novela. Créditos: Jack Fluck Photography
Lo cierto es que iba con miedo a que la trama romántica sepultara a la principal, el misterio sobre el códice que encuentra Dana y su aprendizaje en la orden mágica. Y al principio se desarrolla muy bien, con una tensión latente e intrigante que acompaña al resto de la historia. Pero a mitad de la novela comienza a ocupar demasiado espacio para mi gusto, hasta el punto en que, aun estando en desarrollo la trama del códice, parece ser más relevante la historia de amor. Un amor que también sufre una transformación: por la naturaleza de los personajes parece bien encaminado, pero comienza a describirse con expresiones más referentes a la posesión. Y eso ha acabado lastrándome bastante, pero más por el volumen de páginas que consume. Aunque no hay una crítica explícita, tampoco hay una idealización de este tipo de comportamientos, dejando de la mano del lector el juicio de la conducta de los personajes.
Esa transformación y toxicidad se puede relacionar con el cariz que van tomando los acontecimientos y la propia transformación de los personajes. Y es que la novela dice mucho más de lo que cuenta, y más allá de la resolución de un misterio, el fin de una orden malvada o la búsqueda de un objeto legendario, es el tránsito de una senda oscura (así, literalmente) en lo que a moral se refiere. Ana y Juan José aciertan en dejar que los personajes se caractericen a sí mismos con sus acciones. Asistimos, pues, a una transformación paulatina y el final deja una sensación agridulce en la que no se sabe si se puede considerar como feliz o no. La novela es más que una aventura, habla del camino de la ambición, de lo que estamos dispuestos a hacer para conseguir un objetivo, de lo que estamos dispuestos a abandonar por ello. En ese camino tortuoso los personajes cambian y también las relaciones que mantienen. De hecho, aunque antes he mencionado el vínculo entre Dana y Joan, el de Lucas con Jezabel es aún más tóxico si cabe. Pero todo es consecuente con la malversación que van sufriendo.
La novela tiene un ritmo más o menos constante, y están muy bien medidos los momentos en los que se van descubriendo los misterios. Sin embargo, tras el descubrimiento del códice, tarda un poco en arrancar y hacia la mitad la trama romántica también lastra la narración. No obstante, los autores consiguen mantener la tensión y hacen que las quinientas páginas se pasen en un suspiro. Las tramas están muy bien hiladas, el paso de un punto de vista a otro obligan a que el lector no sepa más de la cuenta. Pero no lo fuerzan, fluye con naturalidad y con una prosa elaborada pero no barroca o excesivamente densa.

Los autores en una presentación de la novela.
Ana Peris ha sido finalista del Premio Gandalf de relato que otorga la Sociedad Tolkien española con Lágrimas negras y El resplandor del acero. Y lo cierto es que hay muchas referencias a la obra del profesor entre las páginas de La Senda Oscura, de esas que te hacen sacar una sonrisa. Porque en la novela también hay espacio para el humor, y me ha parecido uno de los aspectos mejor conseguidos y más naturales de la obra. Algo que también se agradece dentro del tono serio que destila, manteniendo un equilibro muy positivo.
Y ahora, mi pregunta… ¿habrá más de La Senda Oscura en el futuro? Porque hay demasiado material como para limitarlo a una sola novela. Después de tanta explicación sobre el sistema mágico he echado de menos más demostración, un retrato de cómo funcionan más tipos de magia (que además es la manera de que el lector se acuerde más de ello). No es una novela perfecta, pero los amantes de la fantasía disfrutarán de ella, incluso los jóvenes (aunque no se clasifique como juvenil). Hay sexo, pero no explícito; hay muertes, pero no gore; hay debates morales, pero requieren la mirada atenta del lector. Y, sobre todo, hay un vasto universo mágico tras las calles que conocemos y pisamos día a día. Un universo que Ana y Juanjo han creado con cariño y dedicación. Eso se transmite a través de las páginas y merece la pena descubrirlo.
