Reseña: Crónicas del fin I – II

Crónicas del fin es una historia seriada a cuatro manos, cuyo inicio ha sido publicado hace muy poquito: El cielo roto y El dios en las alturas son los dos títulos que les han servido a Gabriella Campbell y José Antonio Cotrina para dar a conocer esta obra. No es la única colaboración que tienen estos dos autores, que ya han dado muestra de lo que es compartir teclado en El fin de los sueños (Plataforma Neo, 2014) o en la fantasía cómica de El día del dragón (Naufragio de letras, 2016).

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La mitad femenina del dúo, Gabriella Campbell

Gabriella Campbell, a quien algunos internautas conocerán tal vez por Gabriella Literaria, es una autora que se ha ocupado del arte de escribir a un tiempo que muchos denominarían «completo», lo que la ha llevado incluso a publicar una guía de corrección para escritores: 70 trucos para sacarle brillo a tu novela. Especializada en Teoría de la Literatura, Gabriella asesora a escritores mediante correcciones e informes, además de aportar artículos en su blog, uno de los más activos dentro del panorama de la literatura española.

Crónicas del fin empieza con un prólogo increíble, que nos presenta el comienzo de ese apocalipsis en el que después estaremos metidos sin salvación a la vista. Porque Crónicas del fin da lo que promete su título desde ese inicio cargado de tensión, en el que los monstruos abren el cielo para convertir la Tierra en un auténtico infierno, sin que nadie salga indemne en el acto. Tras ese inicio del Apocalipsis, damos un salto en el tiempo y Campbell y Cotrina aprovechan para lucirse con todo un mundo nuevo, plagado de horrores, en el que la magia campa a sus anchas y la humanidad se ha adaptado para sobrevivir (o mezclarse) con lo que ha traído consigo la grieta en los cielos.

Es complicado resumir las dos novelas cortas que inician estas Crónicas del fin sin caer en un destripamiento atroz, aunque eso les encantaría a los monstruos que puebla la historia. Sin embargo, sí que se puede señalar que cada una de las novelas cortas constituye una parte diferenciada de la otra.

El cielo roto comienza por todo lo alto, con ese prólogo que bien podría estar situado en una ciudad cualquiera, en un atasco cualquiera a primera hora de la mañana, donde un tío cualquiera mira su móvil a la espera de que alguien le perdone por ser un capullo. Después nos lleva hasta Adra, unos cuantos años después. Estamos en una tierra donde los monstruos caminan a placer, los humanos se defienden como pueden en nuevas ciudades, como Testamento, y la magia ha florecido. Campbell y Cotrina no se detienen a explicar pormenores, sino que avanzan y esperan que el lector se adapte al ritmo, con los elementos necesarios a los que aferrarse. Así es como Adra nos guía, mientras busca su venganza, hacia el primero de los niveles de la aventura.

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Cubierta de Crónicas del fin I, por Libertad Delgado (@LiberLibelula)

Los contaminados, a medio camino entre los humanos y los auténticos monstruos, son seres que se han visto degradados a la figura de parias y a los que todos (o casi todos) detestan. El avance de Adra nos enseña toda la crueldad que hay en este nuevo mundo, donde no han dudado en aprovecharse de aquellos que son diferentes (¿nos suena de algo?).

En pos de esa crueldad que Adra muestra de un modo más directo, El dios en las alturas nos otorga la perspectiva de Gale, uno de los condenados. Las incógnitas creadas al final de El cielo roto se mantienen a lo largo de su segunda parte, pero a cambio recibimos un nuevo punto de vista que nos sirve para adaptarnos con más calma al mundo. El segundo nivel al que tenemos que enfrentarnos sigue estando lleno de peligros; pero, mientras que El cielo roto parece diseñado para que todo ruido tras una puerta nos enseñe un horror nuevo, El dios en las alturas juega con el «nos persiguen».

Esto se apoya en la forma en la que está narrada Crónicas del fin, que es lo suficiente ágil como para que toda la tensión, junto con los descubrimientos nuevos, se mantenga. A lo mejor es por eso que los movimientos de los personajes y la trama me han recordado a un videojuego en el que tienes que indagar y descubrir, esconderte al escuchar un ruido pero después ir a averiguar de qué se trata, defenderte y atacar, todo para llegar al siguiente nivel, en el que los horrores serán peores que en el anterior. Tal vez esto haga que alguno piense que lo convierte en una historia simplona, pero lo que hace es transformarla en algo dinámico, entretenido, que pide que pases a la siguiente página hasta que te das cuenta de que solo tienes sesenta y ya (maldición, ya) se han acabado.

Todo sirviéndose de unos personajes a los que creo que les falta todavía mucho que mostrar. El personaje protagonista en la primera parte es, sin duda alguna ni existencia de quien le haga sombra, Adra. La cazarrecompensas se ocupa de llevar la voz a lo largo de las primeras páginas, lo que nos conecta con el mundo destruido en el que vamos a movernos y representa bastante bien ese realismo descarnado que provocan los horrores continuados. Adra quiere venganza, se mueve hacia ella sin dudar, a pesar de los peligros que pueda encontrarse en el camino.

—El enemigo de mi enemigo sigue siendo un cabrón.

Después tenemos a Gale, que se ocupa de coger las riendas en El dios en las alturas. Para mi gusto, resulta un personaje mucho más ameno que Adra, aunque esto está sujeto a los gustos personales de cada uno; pero resulta difícil resistirse a la dulzura de un personaje que solo ha vivido rodeado de desgracias durante demasiado tiempo y que aún sigue queriendo ser bueno. La visión de Gale, en comparación con la de Adra, resulta incluso inocente, dándole a ese mundo una parte más oscura y densa, como la de las arenas movedizas que al inicio no parecen tan peligrosas y después acaban por sumergir a cualquiera que se atreva a enfrentarse a ellas.

Cubierta de Crónicas del fin II, por Libertad Delgado.

Cubierta de Crónicas del fin II, por Libertad Delgado.

Los secundarios en la primera parte brillan por su ausencia, excepto por el increíble y maravilloso (P.D.: mejor que no le pase nada malo) Winston, que es el perro que acompaña a Adra. Todo lo que aparecen son enemigos que hay que eliminar, horrores que hay que esquivar o destrucción que hay que temer. Esto cambia en la segunda parte, lo que se agradece, porque es una manera más de profundizar en el mundo que nos traen los autores y porque resultan de lo más interesantes.

Ver el modo en que estos personajes tan dispares encuentran el modo de relacionarse entre sí es parte de la dinámica que hace avanzar, sobre todo, El dios en las alturas y parte del misterio que se ha creado. Adra y Gale son tan dispares entre sí que se quiere más de ellos dos juntos, de darle la oportunidad a Gale de conocerla a ella y de que Adra encuentre en él algo completamente diferente a la crueldad acostumbrada.

Todo esto se encuadra dentro de una ambientación sorprendente, cuidada y profunda. Al igual que me parece que a los personajes les queda algo que mostrar para sacarles la barriguita de redondez, del mundo de Crónicas del fin se adivina toda su grandeza, aunque aún esté sin terminar de mostrar. Campbell y Cotrina dejan ver la punta del iceberg destruido que es su nueva tierra. Desde el enorme leviatán de las alturas, que es casi un planeta en sí mismo, hasta los monstruos que liberó en la grieta. Pero tenemos ¡magia! La magia que ha traído consigo el Apocalipsis, cuyo poder comenzamos a intuir a través de los contaminados o los insectos de la magia, originales en su representación.

Los autores han cuidado el terreno por el que se mueven los personajes en un plano físico, incluso hasta el tiempo atmosférico, pero también le han dado unas nuevas culturas y una historia que todavía tenemos que conocer. En esos dos brillantes prólogos, nos enseñan lo que pasó en el origen (el Día del Fin) y cómo nos defendimos contra las bestias, lo que nos deja encontrar cierta linealidad en los acontecimientos que hace ese cambio de mundo más cercano, comprensible.

Gabriella Campbell y José Antonio Cotrina.

Gabriella Campbell y José Antonio Cotrina.

Por si había alguna duda a estas alturas, Crónicas del fin es más que recomendable para aquellos que quieran encontrar en pocas páginas una historia entretenida, con un mundo maravillosamente presentado y ganas de quedarse con más. Gabriella Campbell y José Antonio Cotrina han presentado con estos dos primeros títulos lo que parece una saga apetecible, original y que hará que más de uno mire al cielo para rezarle al dios en las alturas por el siguiente número lo antes posible.

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 Andrea Prieto
Andrea Prieto (Investigación/Opinión): ¿Matasanos que suele responder con otra pregunta? Sí, justo. Desde antes de eso, lectora de lo que aparezca y escritora de lo que se pueda (o de lo que quiera, según el cambio de la marea), con muchas palabras a la espalda.

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