Reseña: Serpiente del sueño

Hace unos meses yo no sabía quién era Vonda N. McIntyre. No sabía que había ganado el Nébula, el Hugo y el Locus por Serpiente del sueño. Desconocía que había novelizado las primeras películas de Star Trek. Ni imaginaba que había sido capaz de mezclar el descubrimiento de criaturas marinas con la corte de Luis XIV, y que además había ganado un Nébula por ello (arrebatándoselo al archiconocido Juego de tronos). Pero, en vez de maldecir al universo por mantener a una autora feminista como McIntyre tan apartada de la primera fila del género, voy a dar gracias a quien me descubrió esta novela y, por extensión, a la propia McIntyre. Porque se ha colado directamente en la lista de escritores que admiro muchísimo (de eso también tiene la culpa Eileen Gunn y su magnífica biografía de Vonda… imposible no reír).

Portada original de Serpiente del sueño, Dream Snake.

No recuerdo quién me descubrió Serpiente del sueño, solo sé que me dijo: serpientes y sexo. Y compré. Ya ves que no hace falta mucho para convencerme de leer algo. Luego llegó todo lo demás. Porque Serpiente del sueño es mucho más que serpientes y sexo. Es toda una declaración de intenciones y al mismo tiempo sutil, pero que te deja clara una cosa: no hay ningún impedimento para que un personaje femenino no pueda ser tan protagonista y tan bueno como uno masculino. La frase aquella de Sam Lundwall, «Los roles sexuales en la ciencia ficción son tan inalterables como el metal del casco de la nave espacial, y la emancipación una palabra desconocida», quedaba por completo invalidada.

Serpiente nos acompañará durante toda la novela en un mundo asolado (podría ser el nuestro, pero no queda claro y por lo que he leído McIntyre tampoco ha llegado nunca a desvelarlo), donde las montañas se intercalan con los desiertos y las grandes urbes se aíslan. Serpiente es una curadora, está en su año de prueba y ha decidido viajar al desierto para ejercer su oficio. Allí encontrará a Stavin, un niño con un grave tumor al que tendrá que salvar la vida con ayuda de sus tres serpientes: Susurro, Silencio y Sombra (Mist, Grass y Sand en el original, pero por petición de la autora en la traducción se evitó la literalidad para que los nombres tuvieran un sonido siseante). Pero también descubrirá que las gentes del desierto tienen costumbres diferentes a las suyas, no dicen su nombre a cualquiera y temen a las serpientes. Su error provocará la muerte de una de sus compañeras y la obligará a emprender un largo viaje para hacerse con otra de las escasas serpientes del sueño, ofidios alienígenas cuyo veneno funciona como un sedante.

Es una novela de viajes y aventuras, quizá un esquema tan repetido que, casi cuarenta años después, es posible que se vea un poco resentida. Pero McIntyre no elige las aventuras al azar, sino que les da un sentido y un significado que hacen del viaje algo anecdótico, una excusa para ir más allá y mostrarnos algo más. Por ello esta obra es tan interesante, por el mensaje que tiene y lo bien expuesto que está. La autora hace gala de una prosa fluida para dibujar los paisajes y las costumbres de las distintas agrupaciones que Serpiente irá encontrando a su paso y con ello va conformando también la complejidad interior de la protagonista. McIntyre demuestra que se puede hacer una ciencia ficción diferente, comprometida y que llegue al público sin caer en estereotipos o panfletos propagandísticos.

En primer lugar, se sirve de la gran particularidad que tiene un idioma como el inglés: las cosas no tienen género per se. Esto lo explica muy bien Miquel Barceló en la introducción de la novela. McIntyre utiliza nombres de personajes que no identifican su género y juega con ello para darnos una importante lección: en realidad, no importa. Es algo que hemos visto recientemente en novelas como Justicia Auxiliar o The Stars are Legion, y que la autora ya utilizó en 1978 en menor medida, ya que el género de los personajes sí acaba desvelándose para sorprender al lector. Es un efecto que se pierde en la traducción española por los simples rasgos de nuestro idioma, pero que Rafael Marín, el traductor, consigue aguantar con el personaje de Merideth: el único cuyo género no se llega a descubrir en toda la novela. Vonda tampoco lo ha revelado posteriormente, porque no es necesario. Eso es lo que nos grita, aunque a alguno pueda pasarle desapercibido.

«El movimiento feminista no trata sólo de derechos, trata de responsabilidades.»

Vonda N. McIntyre a Paul Novitski en una entrevista para la revista Starship, en 1979.

Hay otro aspecto importante que me llamó mucho la atención en torno al personaje de Merideth y sus acompañantes: el poliamor. No lo he visto nombrado en ningún artículo relacionado, así que pueden ser imaginaciones mías (recordemos las razones iniciales por las que leí esta novela), pero hay una relación muy íntima entre los tres personajes que Serpiente encuentra en su camino. Una relación que bien puede leerse como una amistad muy intensa, pero yo creo que hay algo más visceral que McIntyre supo reflejar y al mismo tiempo ocultar en una época en la que quizá esto sí habría estado mal visto.

Serpiente y Ardilla, un pony modificado genéticamente.

Volviendo a Serpiente, creo que es el momento de centrarnos en ella  y su relevancia no solo como protagonista de esta historia, sino como personaje femenino central de una novela de ciencia ficción en plena segunda ola feminista. Serpiente es un personaje complejo, piadoso (como requiere su profesión), pero también orgulloso. La autora ha sabido llenarla de matices, de manera que se contradiga a sí misma sin que parezca ilógico o irreal: le desea el mal a una mala persona mientras la cura porque es su obligación y se regaña a sí misma por tener esos pensamientos. Serpiente es una buena persona, pero no por ello es una hermanita de la caridad. Tiene sus grises, aunque sea un personaje bastante blanco. Es tenaz, es perspicaz, es inteligente. Tiene una fortaleza interior impresionante. Algo que demasiados personajes femeninos no pueden decir (porque se les invisibiliza y obvia).

Pero, si es memorable, es sobre todo por hacer gala de una libertad sexual que aún cuesta ver en novelas de género (este es el famoso tema del sexo, no iban a ser todo ofidios). Serpiente se siente atraída por los hombres y así lo expresa, y lo deja ver cuando la narración corre desde su punto de vista. Trata el sexo de una manera completamente natural, incluso se vale de ello para darle la vuelta a la estigmatización de la mujer en este tema. En nuestra sociedad, las mujeres «tenemos que saber dónde nos metemos». Si buscamos sexo por placer, somos putas. Si nos quedamos embarazadas, la culpa es nuestra. Si abortamos, nosotras somos las asesinas. En el mundo que crea McIntyre lo primero no existe, lo segundo no tiene por qué ser cierto y lo tercero no está para nada perseguido.

Vonda, bióloga de formación y profesión, introduce en este ámbito uno de los elementos frecuentes en sus obras: el biocontrol. Es la capacidad de aprender a controlar aspectos de nuestra fisiología que normalmente se regulan de forma autónoma. La autora lo enfoca sobre todo al tema de la reproducción: subir o bajar la temperatura de las gónadas para ser o no infértil. El hecho de que alguien no sea bueno con el biocontrol puede traer malas consecuencias, da igual el sexo que tenga. Porque para McIntyre cualquier ser humano es persona, independientemente de lo que tenga entre las piernas. Y lo muestra en declaraciones como las efectuadas a la revista Future Life en 1979:

Si yo quisiera escribir sobre una sociedad sexista, escribiría literatura general, no ciencia ficción. No veo ninguna ventaja en que quien sea feminista o humanista o algo así deba reconstruir los problemas de nuestra sociedad en la ciencia ficción. Creo que sería un desperdicio de la ciencia ficción. Creo que muchos escritores reconstruyen nuestra sociedad en la ciencia ficción porque se sienten a gusto con la actual vida de cada día. No es mi caso. Estoy interesada en el cambio, en otras posibilidades.

Ilustración de portada de Serpiente del sueño.

McIntyre ha expresado en múltiples ocasiones la influencia que tuvieron en ella Joanna Russ y Ursula K. Le Guin, que para entonces ya habían publicado obras como El hombre hembra, Los desposeídos o La mano izquierda de la oscuridad. Serpiente del sueño sigue su estela en términos de especulación social y nos presenta diferentes sociedades con costumbres distintas que van a influir en el viaje de Serpiente y su relación con el mundo. Como he dicho antes, las gentes del desierto son personas más reservadas, recelosos con los curanderos, mientras que, por ejemplo, en Montaña encontramos que son más abiertos y están más acostumbrados a la asistencia de las serpientes curativas. Sin embargo, urbes tecnológicas como Centro se aíslan del mundo exterior y no les está permitido el acceso a los extranjeros. De esta manera se nos presenta en pocos escenarios diferentes culturas, lo bueno y lo malo de cada una.

Serpiente del sueño es una novela que invita a abrir la mente. McIntyre le daba mucha importancia a aspectos como la representación femenina, y sus declaraciones en diferentes entrevistas dieron lugar a cartas de lectores que le «aconsejaban» centrarse más «en temas más importantes» (como veis, los viejos argumentos no cambian). Pero ella ha tenido siempre muy claras sus prioridades y sabía que una mejor representación femenina no estaba peleada con el hecho de hablar sobre el racismo, el aborto, la violencia machista o la manutención infantil (también me pregunto cómo estos señores pretendían hablar de algunos de estos temas sin mayor representación femenina… bueno, no, no me lo pregunto; ya lo sé). En esta obra también hay momentos para hablar sobre la pederastia, la lealtad, la esterilidad, la maternidad, la locura o el poder. Aunque tenga una estructura sencilla, su riqueza reside en los detalles, en los diálogos, en la complejidad de Serpiente, su relación con sus compañeras sanadoras y el poder de lo que transmite. Para mí ha sido una lectura entretenida, amable y muy accesible a cualquier tipo de lector.

Así que, aunque no seas una persona asidua a la ciencia ficción, esta historia te gustará.

puntuacion4

Laura S. Maquilón
Laura S. Maquilón (Reseñas/Fichas de autoras): Sierpe. Lectora por vocación. Medio arquitecta por amor al arte. Amante de la fantasía desde pequeña y fascinada por la ciencia ficción. Escribo relatos y tengo muchas historias en la mente. También escribo reseñas. Y artículos. Y hasta la lista de la compra.
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