Reseña: Prime Meridian

Silvia Moreno-García es una autora que me llamaba la atención desde hacía bastante tiempo. Suelo ver sus reflexiones circular por Twitter y me gustan las cosas que dice y la energía con la que las dice. Sin pelos en la lengua, siempre al grano. Tenía mucha curiosidad por ver cómo se reflejaba ese carácter en su literatura, pero me constaba que se movía sobre todo en el género fantástico y yo soy más de ciencia ficción. Por eso, en cuanto me enteré de que había escrito Prime Meridian, una novela corta que viraba hacia la cifi, y de que estaba disponible en NetGalley para leer antes del lanzamiento oficial, me lancé a por ella. Muchas gracias a NetGalley por el ejemplar y la oportunidad de reseñarlo, por cierto.

Prime Meridian se financió a través de una campaña de IndieGoGo, una plataforma de crowdfunding fundada hace ya diez años, y todos aquellos que contribuyeron económicamente a que viera la luz han podido disfrutar en exclusiva de ella desde diciembre. El resto tendrá que esperar hasta el lanzamiento oficial, previsto para julio de este año. Y yo estoy aquí para explicaros por qué es una muy buena idea que mantengáis esa fecha en mente y le deis una oportunidad a esta historia.

Portada de Prime Meridian.

Como ya augura la propia sinopsis, aquí la ciencia ficción es más un telón de fondo que un despliegue de efectos especiales con mucha fanfarria. En Prime Meridian seguimos los pasos de Amelia, una joven de veinticinco años cuya vida se ha visto truncada en muchos aspectos y ahora se encuentra varada en Ciudad de México, engullida por la metrópolis, malviviendo el día a día sin tener muy claro qué demonios será de ella en el futuro, tanto inmediato como lejano. El único punto definido que permanece en su horizonte es algo que ha estado acompañándola durante media vida: el deseo de marcharse a Marte, comprar un pasaje e instalarse en alguna de las nuevas colonias que están proliferando allí. En definitiva, escapar a un lugar en el que pueda tomar las riendas de su vida.

A lo largo de la novela, Moreno-García va dibujando poco a poco ese mundo en el que Amelia está estancada, sirviéndose de pequeñas escenas cotidianas de su vida y de la gente que la rodea. La relación con su hermana, la constante preocupación por sus problemas económicos, los trabajos basura, cómo moverse y sobrevivir en México cuando eres mujer, joven y sin un céntimo, el contraste brutal entre su realidad y la realidad que viven las pocas «amistades» que conserva de su época universitaria, pertenecientes a la alta sociedad, que parecen a años luz de la miseria que soporta la gente más humilde… y, como colofón, antiguos problemas amorosos que salen de nuevo a la superficie cuando su exnovio, Elías, reaparece en escena después de haberla abandonado de la noche a la mañana años atrás.

Uno de los aspectos más interesantes de Prime Meridian, junto a la vitalidad que destila toda la ambientación, es la forma en la que está estructurada. La principal clienta de Amelia en Friendrr (plataforma para la que trabaja y que básicamente consiste en «alquilar amigos») es una vieja actriz de cine de los años 70 llamada Lucía, que se dedica a alquilar la compañía de la joven solo para sentarse juntas a ver las películas en las que actuó. Su gran producción fue una aventura espacial de corte muy pulp ambientada en Marte, con piratas espaciales y demás cosas estrafalarias; pero esa cinta se convierte en un elemento importantísimo dentro de la novela. Los sueños de Amelia sobre Marte se entrelazan con la película de Lucía, y la propia obra queda dividida en bloques de dos capítulos, separados por pequeños interludios que emulan el guion del film y reflejan, con esa ambientación ficticia, las fases que va atravesando Amelia durante la trama. Las referencias, los guiños e incluso las pequeñas reflexiones que se permite Moreno-García en esos fragmentos de guion son maravillosas y ofrecen una doble lectura muy interesante: cómo de novelada puede llegar a estar nuestra vida a veces y la lucha entre resignarnos a aceptar el guion que se nos ha impuesto o tomar las riendas de nuestra propia historia.

Como ocurre en este tipo de obras, el peso narrativo recae en los personajes, y la galería que nos ofrece Prime Meridian es fantástica. Amelia, protagonista absoluta, es una mujer tan real, tan cercana, que se siente de carne y hueso. Obligada a abandonar la universidad en mitad de la carrera para cuidar de su madre enferma, no pudo terminar los estudios que podrían haberle ofrecido alguna salida laboral más estable. Pero, una vez fallecida su madre, se ve atrapada por otra situación familiar tóxica, donde su hermana dispone de ella y de su tiempo como le conviene, y por una precariedad laboral abrumadora, enlazando un trabajo temporal tras otro, a cada cual peor que el anterior.

Es un círculo vicioso que a más de uno nos puede resultar muy conocido: si no tienes trabajo, no tienes dinero; si no tienes dinero, tu familia te mantiene; si tu familia te paga las facturas, dependes de ellos y estás obligado a dedicarles tu tiempo; si no tienes tiempo, no puedes formarte, ni encontrar un trabajo decente, ni marcharte, ni intentar vivir tu vida. No eres libre, resumiendo. Y la autora refleja de una forma genial esa opresión, la sensación de asfixia y desesperación. Aunque en realidad Amelia nunca deja de aferrarse con uñas y dientes a su esperanza: Marte y el sueño de una vida mejor. Eso es lo que la mantiene en pie, la obsesión que la ayuda a evadirse.

Un aspecto de Amelia que me gustaría destacar, porque me parece muy importante, es que no es una mujer carismática. Se hace hincapié en ello varias veces a lo largo de la historia y cómo el peso de todo «lo que podría haber sido» tira de ella hacia abajo con frecuencia, bloqueándola y frenando su iniciativa. Prefiere huir de su hermana antes que enfrentarla, se rinde y se deja arrastrar cuando la situación que provoca el retorno de Elías se le escapa de las manos, no tiene fuerzas para involucrarse en cosas que podrían darle algo más de dinero pero que también supondrían cruzar una línea peligrosa…

Son muchas pequeñas cosas que la empujan a sentirse miserable. Y hay una escena que encapsula ese sentimiento de forma excelente, cuando Amelia está reflexionando sobre lo difícil que le resulta conseguir nuevos clientes en Friendrr: ahí, tu valor (tu valor como ser humano) lo determinan las puntuaciones y comentarios que recibes de tus clientes, como si fueses un mero producto, y ella siempre recibe puntuaciones bajas. Es un recordatorio constante de que no es suficiente. El mundo que la rodea grita que, si no eres guapa ni simpática, no vales nada. Si no tienes estudios ni dinero, no vales nada. Si no tienes empuje, valor o iniciativa, no vales nada. Ese «no ser suficiente» ante las expectativas de unos y otros es en realidad el hilo conductor que cohesiona toda la obra, y uno de los aspectos que hace a Amelia tan humana.

«Las palabras «Visite Marte» se alternaban con la imagen de una chica en un traje espacial blanco, que sujetaba un casco bajo el brazo y alzaba la vista al cielo. Con gesto confiado. Esa chica sabía cosas. Esa chica conocía gente. Esa chica no era Amelia, porque Amelia no era nadie», Prime Meridian, capítulo 4 [1].

Junto a ella, las dos figuras más importantes son Elías y Lucía. Elías, el que fue amor de su vida: heredero rico que estuvo saliendo con Amelia durante la época en la que jugaba a ser un artista bohemio, dedicándose a la fotografía y viviendo en un cuchitril, pero siempre mantenido por el dinero de su padre. Hasta que este decidió que era hora de dejar de jugar y Elías desapareció del mapa sin despedirse siquiera, dejándola tirada.

Lucía, por otro lado, es la anciana dama que alquila la compañía de Amelia a través de Friendrr, reviviendo constantemente su pasado como actriz cuando era joven. Es muy interesante cómo la historia te hace creer que es Elías el que está moviendo la trama, al reaparecer de improviso en la vida de Amelia (incluso hay un guiño genial a esto en uno de los fragmentos de guion, cuando el personaje de «exploradora espacial» pasa a ser considerada «interés romántico» del «héroe»), cuando en realidad es el desarrollo de la relación entre Amelia y Lucía lo verdaderamente importante. En cierta forma, Elías tira de Amelia hacia atrás, mientras que Lucía le da las herramientas para avanzar. Las mejores claves están en las escenas que comparten ellas dos, donde Lucía divaga sobre la figura de la mujer, tanto en el cine como en el mundo, su valor, su voluntad y su poder de decisión.

En un tercer nivel podríamos destacar a Fernanda, la «amiga» rica que pasa el día gastando dinero, viviendo en el lujo y cotilleando, y a Pili, la amiga pobre que, a diferencia de Amelia, ha decidido coger el toro por los cuernos y se apunta a lo que sea para ganar dinero, viviendo intensamente el día a día. Pili es un personaje muy especial que también ofrece un fortísimo contraste con Elías: mientras que él es el niño rico que lo tiene todo pero que vive amargado y quejándose, Pili siempre parece estar llena de energía e ir con una sonrisa en la boca, como si ninguna miseria fuese del todo preocupante mientras puedas seguir en pie. Es de ese tipo de personas que ha decidido vivir lo mejor posible con lo poco que tiene; pero, aunque se la puede identificar como una mujer fuerte que toma sus propias decisiones, no deja de reflejar también ese peligroso conformismo del «somos pobres porque el mundo es así y hay que adaptarse». Pili no sueña con un mundo mejor, solo sobrevive. Es más pragmática que Amelia y se amolda a las circunstancias. Y, en ese aspecto, considero que en el fondo Amelia fue en realidad más fuerte, por no resignarse y rebelarse ante su situación, aunque solo fuese protegiendo contra viento y marea su sueño de emigrar a Marte.

Cada personaje y cada escena dan al lector material de sobra para reflexionar, sobre el estado del mundo, de la sociedad y de nosotros mismos como individuos. La enorme brecha entre ricos y pobres y las características de ambos círculos son un pilar fundamental en la trama. Cómo los ricos viven en su propia burbuja, discutiendo los problemas del mundo como si fuesen conceptos abstractos en vez de la realidad que tienen que vivir millones de personas. El egoísmo y egocentrismo, el descaro con el que utilizan a los demás como si fuesen complementos en función de sus apetencias. Y, en el extremo opuesto, la gente que apenas tiene dinero para comer, llevando la cuenta de los céntimos que gasta o gana, y que tiene que sobrevivir alquilándose a sí mismo o vendiendo su sangre, en la expresión máxima de la cosificación humana.

La corrupción, la inseguridad social, el machismo y el clasismo, la precariedad, las relaciones tóxicas, tanto familiares como amorosas, y la crudeza del sistema son los elementos que dan vida y color a ese retrato de la metrópolis mexicana. Ni siquiera el soñado Marte se nos presenta como un paraíso, porque Amelia es consciente de que las circunstancias en las que emigres determinarán tu vida allí. Pero Prime Meridian también habla de la fuerza de voluntad, de los sueños y de cómo, hasta las cosas que los demás consideran más estúpidas o inalcanzables, pueden ser el último refugio de nuestra dignidad y humanidad.

La autora, Silvia Moreno-García. Foto de Martin Dee, 2017.

He mencionado antes el funcionamiento de Friendrr y su sistema de puntuaciones, y creo que ese aspecto concreto también es un guiño muy interesante a la situación que se vive en el medio artístico en general. Toda persona dedicada a la cultura o a la industria del entretenimiento (literatura, ilustración, música, cine, videojuegos) está sujeta a los likes y las estrellas, elementos con los que la gente no estipula solo el valor de una obra, sino también de quien la ha creado, indirectamente. Así, llegamos a la ilusión de que el talento es directamente proporcional a la popularidad, y el sistema termina cerrándole las puertas a las mismas personas de siempre: aquellas que no se ciñen a lo normativo, que se salen de los «gustos generales» o que tienen menos recursos para promocionarse. Los artistas son en sí mismos un producto más, y de hecho hay varias reflexiones sobre el arte a lo largo de la novela: en la carrera de Lucía como actriz, en la fotografía de Elías o incluso en las exposiciones de Anastasia.

Por último, no puedo dedicarle al apartado técnico el espacio que me gustaría, porque he leído la novela en inglés y, aunque me defiendo, no soy tan experta como para poder identificar técnicas y elementos concretos. Sí puedo decir que el estilo de Moreno-García se me ha hecho ágil, dinámico, informal y muy rico a la hora de crear imágenes con precisión, sin sobrecargar. No solo el escenario está plasmado con gran agudeza y naturalidad (referencias a lugares, tradiciones y costumbres, el vocabulario en español…), también la psicología de Amelia está muy bien desarrollada, de modo que la narración resulta muy evocadora y atrapa enseguida. Aunque a lo largo de la novela seguimos el punto de vista de Amelia con un narrador equisciente tradicional, creo que en los interludios guionizados se refleja más la voz de la propia autora, que nos habla indirectamente de su obra y sus personajes. Ha sido uno de mis detalles favoritos.

En definitiva, una obra corta pero cargada de intensidad, con el poder de hablar muy íntimamente a los jóvenes de esta generación. Somos herederos de la crisis económica, las desigualdades brutales y la inestabilidad de un mundo que parece descomponerse, y creo que más de uno hemos soñado también con la posibilidad de escapar a Marte y empezar de cero. Amelia es quizá un buen recordatorio de que no somos imbéciles por desear algo mejor. «Haz lo que quieras, Amelia», le dijo Lucía en un momento dado, cuando el resto del mundo le estaba gritando «eres esto, haz esto». No hay por qué ceñirse al guion que marquen otros. Y ese es un gran mensaje a tener en cuenta.

    1. Cita del texto original: «The words ‘Visit Mars’ alternated with the image of a girl in a white spacesuit, holding a helmet under her arm, looking up at the sky. Her face confident. That girl knew things. That girl knew people. That girl was not Amelia, because Amelia was no one».
Pilar Caballero
Pilar Caballero (Reseñas/Corrección): Dikana en el ciberverso. Humanista, escritora y multitasking editorial, fan del storytelling en cualquiera de sus formatos. Criada en el terror, formada en la fantasía y ahora enamorada de la ciencia ficción. Me dedico a reseñar todo lo que caiga en mis garras como si no existiera el mañana.


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