Reseña: El espectro del abad

Louisa May Alcott es de esas (por desgracia) pocas autoras cuya obra ha sobrevivido al paso del tiempo, llegando a nuestros días, y sigue siendo considerada como un clásico por el canon literario. Seguro que todas y todos conocéis su novela más famosa: Mujercitas, una novela imprescindible de la literatura norteamericana y que en ocasiones ha sido desprestigiada, etiquetándola como literatura juvenil o para mujeres. Lo curioso del caso es que, precisamente, Mujercitas no es la obra más representativa de Alcott, sino que la autora la escribió por encargo de su editor a cambio de la publicación de otra obra, como nos cuenta Cristina Domínguez en este artículo de la web Librópatas.

Lo que quizás no sea tan conocido es que, a parte de una extensa obra de corte costumbrista e infantil que fue la que la lanzó a la fama, Alcott también escribió novellettes y relatos de tipo thriller o gótico en revistas y publicaciones sensacionalistas. Y lo hizo usando pseudónimos para proteger su reputación literaria, aspecto del que habla Óscar Mariscal, traductor de la obra de la que os hablaré a continuación, en una aproximación a la figura de la autora que incluye la edición de la misma.

Detalle de la edición física de El espectro del abad.

Uno de sus pseudónimos más prolíficos y conocidos es el de A. M. Barnard, que utilizó para firmar cuatro novellettes que publicó en The flag of our union, un semanario de relatos y poesía que se editaba en Massachusetts a mediados del siglo XIX. Entre esas novellettes se encuentra El espectro del abad, o la tentación de Maurice Treherne, una historia de fantasmas y pasiones, de la que os hablo en detalle en esta reseña.

En la contraportada de la edición de este clásico que la editorial Pulpture publicó en diciembre de 2017, en un cuidado tamaño bolsillo y que inicia la colección Almaya de su catálogo, podemos leer que esta historia salió originalmente en 1867 y es el thriller más largo escrito por la autora.

Cabe mencionar que aunque el relato incorpora un elemento sobrenatural, que es el que lleva al desenlace de la historia, éste es muy nimio y tiene una presencia anecdótica, de manera que el resto de la novellette puede inscribirse dentro del género costumbrista.

No es un libro largo (140 páginas a tamaño bolsillo, divididas en ocho capítulos) y puede leerse tranquilamente de una sentada, porque además tiene un ritmo muy ágil y la trama engancha casi desde el primer momento, insinuando un misterio que acompañará a los personajes a lo largo de toda la historia y cuya resolución da final a la misma.

La historia empieza cuando los Treherne, una familia acomodada cuyo hijo Jasper es el heredero de la fortuna familiar, invitan a unos cuantos amigos y conocidos a su mansión para pasar las Navidades. La mansión, que antaño fue una verdadera abadía, conserva aún el nombre de la abadía, a pasar de las remodelaciones y el paso del tiempo, y se comenta que está encantada.

Dos de los presentes se disputan el amor de Octavia Treherne, la hija pequeña. Uno de ellos es su primo Maurice Treherne, que está en silla de ruedas después de intentar salvar a Jasper durante un naufragio. El otro es Frank Annon, el mejor amigo de Jasper.

Pero las cosas no son tan sencillas como aparentan.

La señora Treherne no quiere ni oír hablar del posible compromiso de Octavia con Maurice, porque quiere algo mejor para su hija y no cree que un hombre que no tiene fortuna, y que además está impedido físicamente, sea lo indicado para la joven. Pero, por otro lado, Octavia no quiere considerar aAnnon como posible marido, porque lo detesta con toda su alma. Aun así, como buena hija, cuando su madre le suplica que le dé una oportunidad al joven y que deje a un lado a su primo Maurice, ella acepta para complacerla.

“The crush”, Charles Gibson. Fuente.

Embrollando un poco más la situación, entre los invitados a la celebración se encuentran el general Snowdon y su nueva y joven esposa, Edith, una mujer muy hermosa de la que se comenta que se ha casado con el general por despecho después de sufrir un desengaño amoroso. Pero Edith no es sino una vieja conocida de Jasper y Maurice, cuyo amor se disputaron los dos primos en el pasado, justo antes de sucederse el naufragio que dejó a Maurice en silla de ruedas.

Edith sigue encaprichada de ellos, a pesar de estar casada por conveniencia con un hombre mucho mayor que ella. Y por eso está dispuesta a chantajearlos usando el secreto que los dos primos esconden, y que está relacionado con el hecho de que el señor Treherne dejara toda su fortuna a Jasper en vez de a Maurice, que era el que debía heredarla en un principio.

Entre enredos y maquinaciones de los protagonistas, que buscan desesperadamente satisfacer sus deseos, entre cenas y tardes de cháchara en los que los invitados aprovechan las fechas señaladas para contarse historias de fantasmas, empiezan a suceder extrañas apariciones en la Abadía, que aunque en un principio parecerán tener explicación, la perderán más adelante.

Los personajes están muy bien construidos y definidos a través de sus acciones e interacciones, especialmente los que llevan el peso de la trama, que son Maurice, Octavia y la señora Snowdon. Ninguno de ellos es bueno o malo en el sentido estricto de la palabra, mostrándonos que aunque a veces actúan de forma egoísta, en otras lo hacen pensando en la felicidad de los demás.

Cabe resaltar la representación femenina, que además de ser abundante y bien desarrollada, nos muestra a mujeres de todo tipo, con intereses y aspiraciones propias, describiendo con detalle los claroscuros de sus personalidades y los motivos que las impulsan a actuar como lo hacen.

A primera vista, diríase de ella que parecía fría y arrogante, nacida para deslumbrar, pero no para triunfar; un escrutinio más profundo descubría indudables trazas de sufrimiento en aquel rostro adorable, pues tras el velo de reserva que el orgullo le imponía, se ocultaba la angustia de una mujer de fuerte voluntad agobiada por una pesada cruz.

No os puedo contar mucho más sin destripar por completo la historia, así que os invito a que la leáis para que los propios protagonistas os vayan relatando su parte.

No esperéis una obra compleja. No lo es. El espectro del abad es una lectura ligera y adictiva para pasar un buen rato. Aun así os la recomiendo mucho tanto por el modo como está escrita como por sus personajes, a los que se coge cariño enseguida y de los que sólo se desea conocer un poco más incluso cuando la historia ha terminado.

Desde La Nave Invisible queremos agradecer a la editorial Pulpture que nos haya cedido un ejemplar de la novela para realizar esta reseña.

Anna Roldós
Anna Roldós (Reseñas/Novedades/RRSS): Irilaya. Química de formación, librera de vocación; me leo hasta los prospectos de los medicamentos. Enamorada de Japón, del manganime, de los videojuegos, de la animación y de la ilustración. Me encanta la ci-fi. También escribo.


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