Cristina Jurado es, sin duda, uno de los referentes más señalados en lo que a literatura de género se refiere. Impulsora de Alucinadas, escritora, creadora de la revista SuperSonic, editora en Apex Magazine, Jurado es el claro ejemplo de que las cosas se consiguen actuando. El año pasado recibió dos Ignotus (mejor cuento y mejor revista), y en 2016 un Ignotus a mejor artículo, lo que creemos que refleja muy bien su buen hacer en todos los ámbitos en los que trabaja. Por todo esto, no podíamos perder la oportunidad de hablar con ella de sus obras, sus proyectos y su visión del género en la actualidad.

Foto de Cristina Jurado.
Alguna vez has mencionado que empezaste a escribir más tarde de lo que suele ser habitual. De hecho, tus primeras publicaciones son del 2011, aproximadamente. Tras todos esos años como lectora, ¿qué es lo que te llevó a escribir tus propias historias?
En realidad, siempre he inventado historias, lo que sucede es que no me atrevía a escribirlas porque pensaba que nunca podría hacerlo como los escritores que tanto admiraba. Además, pensaba que mis ideas eran demasiado extrañas, que no encajan en ningún género en concreto y, por lo tanto, no interesarían a nadie. Pero aquellas extrañas narraciones que se me ocurrían eran muy insistentes y fueron cobrando fuerza. Llegué a obsesionarme con alguna y ¡hasta soñaba los diálogos de los personajes! Envié a un concurso una historia que había escrito en la universidad, como prueba para solicitar unas prácticas en una agencia de publicidad. El relato fue seleccionado para la antología en cuestión e incluso me pidieron que su título diera nombre a la obra. Pensé que quizás mi estilo no era tan malo como yo creía y me puse a escribir la novela que me obsesionaba, Del Naranja al Azul. He aprendido, y sigo aprendiendo, a no tener miedo, a confiar en mí misma porque me he dado cuenta de que, muchas veces, soy mi crítica más feroz.
Tu primera novela, Del naranja al azul, parece conservar un hueco especial en tu vida. A pesar de que se publicó hace solo cinco años, hoy es bastante difícil de encontrar, pero tenemos entendido que hay una reedición en marcha. ¿Qué recuerdo guardas de ella y qué aprendiste durante su desarrollo? ¿Podremos volver a disfrutarla pronto?
Del Naranja al Azul es la historia que realmente me impulsó a escribir literatura de género. Creo que está llena de buenas ideas, pero no supe trasladarlas al texto como se merecían porque nunca había escrito historias de esa longitud. Mi conocimiento del fandom español era nulo y no contaba con nadie con quien pudiera comentar aquellas ideas o que me sirviera de guía. La nueva versión es, en realidad, prácticamente una nueva historia. Se titula Bionautas y, aunque se puede decir que es la secuela que da respuesta a los enigmas planteados en la primera novela, engloba la trama contada en aquella. Sin embargo, puede leerse totalmente de forma independiente, porque el protagonista, un humano no terrestre, cuenta los acontecimientos ocurridos y se los explica a otra persona. La editorial Cerbero ha expresado su interés por publicarla y yo creo que saldrá en unos meses.
La mayor parte de tu producción en ficción son relatos cortos. ¿Qué es lo que te atrae de este formato frente a otros más largos?
La narrativa corta es un terreno en el que me siento muy cómoda, quizás por “deformación” profesional. En Publicidad se nos enseña a comunicar de manera muy certera, evitando frases redundantes porque el espacio es vital, e intentado buscar un efecto preciso en la audiencia. Ese tipo de reto me parece muy atractivo. Creo que desarrollar una historia desplegando cierta economía de recursos y lenguaje es mucho más interesante que contar todo con gran lujo de detalles. Pero es una opinión muy subjetiva que se basa en mis gustos personales. Me cuesta escribir descripciones largas, porque no me gusta leerlas. Además, siempre he dicho que los cuentos y relatos son semilleros de ideas muy necesarios, que permiten iniciar historias que luego pueden convertirse incluso en novelas, o desarrollar universos en los que encuadrar nuevas obras.
Desde hace unos años el mercado ha aumentado de manera feroz el número de obras publicadas, reduciendo a su vez de forma drástica la duración de las mismas en expositores de novedades. ¿Crees que, además de un modo de vida más acelerado, este hecho también influye en la mayor proliferación de antologías de relatos y novelas cortas?
Creo que la popularización de las TI y de las RRSS ha contribuido a mantenernos más conectados todo el tiempo y esto ha disminuido la cantidad de tiempo libre que tenemos para dedicarlo a hobbies como la lectura. La narrativa breve se puede disfrutar en esos breves intervalos de tiempo, cada vez más escasos, de los que disponemos. Además, la gran calidad de las obras que se están publicando sirven como efecto de “llamada” para que más lectores apuesten por estos formatos. Afortunadamente, ahora están surgiendo revistas y portales en los que se puede leer relatos, pero hasta hace poco eran solo las antologías y colecciones de autores los únicos espacios en los que se podía acceder a estos textos. Por otra parte, poco a poco se va reivindicado la figura del autor o autora de cuentos como alguien que no tiene por qué avergonzarse de dedicarse a la narrativa breve. Eso hace que las editoriales sean menos reacias a publicarlas.

Portada de Alucinadas.
Vas a publicar próximamente en inglés con Nevsky Books. Será una colección de relatos. ¿Qué nos puedes contar de ella?
Alphaland es una colección de 6 relatos, algunos de ellos escritos por mí directamente en inglés, y otros traducidos por James y Marian Womack. Es un proyecto del que me siento muy orgullosa, porque combina mi ficción en español y en inglés. Entre los relatos que se incluyen está “The Shepperd” (“El Pastor”), publicado en The Best of Spanish Steampunk (Nevsky Books) o el cuento que da nombre a la colección, “Alphaland”, que fue el primero que escribí directamente en inglés. También contará con la traducción al inglés de “La segunda muerte del padre”, que apareció en Cuentos desde el Otro Lado (Nevsky Books) y que acaba de recibir el Ignotus 2017 al mejor cuento. El resto ¡es una sorpresa!
No es la primera vez que publicas en inglés, también tienes algunos artículos, por ejemplo, en Apex Magazine, de la que ahora eres editora de ficción internacional. ¿Qué barreras tiene el mercado internacional para una comunidad como la hispana?
Creo que el mercado anglosajón va a una velocidad diferente, principalmente porque su tamaño es objetivamente mucho mayor y porque la cultura popular, de la que surgió en un principio la ciencia ficción tal y como la conocemos hoy, no acarrea tantos prejuicios como en Europa. Cierto es que la tradición en español, por lo menos en lo que se refiere a España, es más reciente y no pudo desarrollarse como en el resto de Occidente por el aislacionismo y la censura del franquismo, pero creo que hoy en día las barreras son también un poco auto-impuestas: tendemos a considerar que todo lo que procede del circuito anglosajón tiene una calidad superior, porque está avalado por más audiencia y editoriales con más posibilidades. En cuanto a Latinoamérica, también se vio muy influida por el colonialismo, favoreciendo una narrativa de modos y maneras traídos de fuera, en detrimento de expresiones más autóctonas. Las cosas, afortunadamente, están cambiando y, aunque aún no existen sinergias fuertes entre el mercado de España y Latinoamérica, cosa que creo que se debe sobre todo al funcionamiento de cada mercado nacional, hay un mayor diálogo entre los autores y autoras. De hecho, tras la Hispacon2017, se está empezando a hablar de organizar una LatinCon como punto de encuentro del sector, aunque es todavía una proto-idea.
Gracias a iniciativas como la propia revista Apex y sus antologías de ficción especulativa mundial, más revistas y publicaciones internacionales se interesan por autores y autoras en español. Creo que estamos al comienzo de una tendencia que va a llevar a internacionalizar a algunos de nuestros escritores y escritoras, sobre todo gracias a la implicación, a menudo desinteresada, de magníficos traductores especializados como Sue Burke, Steve Redwood, Arrate Hildalgo, James y Marian Womack o Lawrence Schimel. Además, ya hay autores que empiezan a escribir directamente en inglés, como Armando Saldaña (México), Marian Womack (España), Sofía Rhei (España), Josué Ramos (España) o servidora.
En la Hispacon has presentado una antología sobre ectogénesis y gestación artificial. Lola Robles lanzaba al público la pregunta de si esto podría suponer la liberación definitiva de las mujeres o nuestra condenación. ¿Qué opinas al respecto y qué enfoque podremos encontrar en tu relato?
Es cierto que una opción viable para quienes quieren tener descendencia biológica y no pueden sería utilizar úteros externos artificiales, orgánicos o no, y ello podría “liberar” a la mujer de su papel en la reproducción, pero ¿la liberaría de su papel de cuidadora principal? Es cierto que la gestación supone meses de sufrir una importante transformación física, pero si nos paramos a pensar, es un tiempo limitado. En cambio, la crianza de los hijos no atiende a calendarios ni a horarios, luego “no parir” a los hijos no implica que la mujer se “libere” de las exigencias de la sociedad. En mi cuento, “Huevos”, hablo de todo ello desde la perspectiva de una sociedad humana ovípara en la que todas las personas son intersexuales y disponen de órganos sexuales completos masculinos y femeninos, de manera que pueden fecundar y ser fecundadas, aunque nunca a sí mismas. La historia está contada desde el punto de vista de una asistente social que tiene que hacer frente a personas con embarazos no deseados y que, por causa de un bajísimo nivel de natalidad en la sociedad, ayuda a los gestantes a buscar alternativas al término de la gestación, saltándose a veces los protocolos administrativos. Es también una historia de amor tóxico que tiene un desenlace muy oscuro y poético, creo yo. Creo que “Huevos” permite reflexionar sobre la hipocresía de una parte de la sociedad, más preocupada por mantener sus privilegios que por el bien colectivo, lo cual nos lleva a pensar en las implicaciones sociológicas y morales del uso de los úteros externos.

Portada de Clorofilia.
Es demasiado común que la maternidad y la gestación sean temas poco abordados en la ciencia ficción más generalista y se aluda muchas veces a que no son de interés global. ¿Qué crees que puede aportar esta antología y qué importancia tiene en relación con el feminismo?
Esta antología puede contribuir a dinamizar el debate que ya se ha planteado, porque al abordar este tema desde la ficción es posible explorar diferentes escenarios. Ese es el poder de la ficción, que nos ayuda a reflexionar sobre nuestro presente porque nos permite anticiparnos a las posibles consecuencias de las decisiones económicas, sociales o tecnológicas que estamos sopesando. La reproducción no es un tema nuevo en la literatura de fantasía y ciencia ficción, pero casi siempre se ha tratado desde el punto de vista de las relaciones inter-especie o de la descendencia. Pocas veces se ha tratado el tema de la gestación en sí y, cuando se ha hecho, ha sido de manera colateral. Solo recientemente se ha comenzado a utilizar como argumento principal, por ejemplo, en “Arvies” del estadounidense Adam-Troy Castro (traducido al español en SuperSonic #3).
Supongo que lo que puede aportar esta antología en relación al feminismo es una mirada muy amplia hacia la relación entre la tecnología y la gestación humana. Una parte del feminismo actual considera que la tecnología y los avances que procura son, en general, un instrumento de opresión por parte del patriarcado, ya que la ciencia y los centros de poder que deciden sobre las inversiones en investigación y desarrollo, se encuentran en manos masculinas y tienden a perpetuar los intereses del heteropatricarcado. Es decir, históricamente la estructura socioeconómica ha tratado de negar a la mujer el control sobre su propio cuerpo y su fertilidad. Por otra parte, nuevas reflexiones feministas abogan por una reconciliación con la función reproductora de la mujer, esgrimiendo que la gestación y la maternidad no deben ser consideradas como actividades que someten a la mujer a un mero rol de gestación, alumbramiento y cuidado de la progenie, sino que son cualidades intrínsecas que deben ser valoradas. Espero que esta antología nos haga pensar sobre aspectos poco debatidos.
Otra de las charlas en las que participaste fue la de ficción climática o CliFi, y sabemos que ya has desarrollado alguna de tus obras (como CloroFilia) con esta ambientación. ¿Por qué derroteros crees que avanzará este género en los próximos años? ¿Crees que hay espacio para el optimismo en la clifi?
CloroFilia no estaba pensada como una obra de CliFi, pero hoy en día es difícil no incluir ningún aspecto relacionado con el clima si uno se atreve a especular sobre el futuro inmediato. Ya se está empezando a notar que las obras de ciencia ficción, fantasía y terror actuales incorporan cuestiones relacionadas con los efectos del calentamiento global, tanto en el argumento, como en alguno de los escenarios elegidos para desarrollar la historia.
“Vertedero”, un relato que he escrito para la antología CliFi que saldrá publicada en la editorial Apache en 2018, editada por Giny Valrís, sí que está encuadrado en el subgénero, aunque tengo que reconocer que incide más en las repercusiones socioeconómicas de un mundo cubierto de basura y no tanto en las meteorológicas. Creo que sí hay lugar para el optimismo: ¡CloroFilia termina de una manera muy esperanzadora! Lo que pasa es que habría que definir qué entendemos por “optimismo” aplicado al cambio climático… ¿Que se reviertan los efectos del calentamiento global? Eso me parece poco realista. ¿Que tengamos que adoptar una nueva manera de relacionarnos con el medio ambiente? Eso me resulta tremendamente esperanzador e interesante.
También pudimos disfrutar de tus conocimientos en Mapamundi en la literatura de género, acercándonos a la ficción fantástica de otros lugares del mundo, más allá del mercado anglosajón. Este es un tema que nos interesa especialmente en La Nave. ¿Qué autoras de los mercados más periféricos (por decirlo de algún modo) has descubierto en tu trabajo y cuál es su situación, dependiendo de sus lugares de origen? Los temas que tratan, sus enfoques, sus particularidades, lo que pueden aportar a nuestra visión occidental del mundo para enriquecerla… ¿Alguna recomendación que no nos debamos perder?
¿Cuánto tiempo tenemos? (Carcajadas) Me siento muy afortunada de poder estar al tanto de lo que se está publicando a nivel internacional, gracias a mi trabajo. Sin duda, hay que hablar de las autoras árabes, desde Noura Al Noman (EAU), a Basma Abdel Aziz (Egipto), Amal El-Mohtar (Líbano) o Rasha Abbas (Siria). También hay numerosas autoras latinoamericanas como Teresa P. Mira de Echeverría (Argentina), Laura Ponce (Argentina), Liliana Colanzi (Bolivia), Alejandra Decurgez (Argentina) o Silvia Moreno-García (México). En Europa y Oriente Próximo encontramos a Julie Novakova (República Checa), Natalia Theodoridou (Grecia), Elana Gomel (Israel), Nene Ormes (Suecia), Karla Schmidt (Alemania) o Ekaterina Sedia (Rusia). Y en Asia y Asia–Pacífico están Celeste Rita Baker (Islas Vírgenes), Zen Cho (Malasia), Shweta Narayan (India), Kristin Mandigma (Filipinas), Jaymee Goh (Malasia), Rochita Loenen-Ruiz (Filipinas) o Eliza Victoria (Filipinas).

Cristina posando felizmente con uno de sus últimos Ignotus.
Con el Ignotus 2017 a Mejor Revista recién ganado, SuperSonic se ha consolidado como un referente en cuanto a revistas de género en nuestro país. ¿Nos puedes contar a grandes rasgos cómo funciona? La selección de relatos, los artículos, las colaboraciones, si hay un equipo fijo y está abierta a participaciones externas o no, etc.
SuperSonic es una pequeña comunidad formada por un equipo editorial más o menos fijo, al que se añaden colaboradores y colaboradoras puntuales. El equipo editorial lo conforman quienes cuentan con secciones fijas (Elías Combarro, María Leticia Lara Palomino, Armando Saldaña, Mariano Villarreal, Miquel Codony, Manuel de los Reyes, Miguel Santander, Xabi de Dreams of Elvex), además de los traductores y traductoras de cabecera (Marcheto, Alexander Páez, Arrate Hidalgo), nuestra maquetadora (Ana Díaz Eiriz), y nuestro corrector (Israel Alonso). Ellos me proponen los temas que van a tratar en sus secciones y me sugieren otros contenidos. En el terreno de los relatos, soy yo quien se pone en contacto con autores y autoras con bastante antelación para pedirles textos inéditos. En alguna ocasión nos han llegado textos a través de terceros o del formulario de contacto de la web de la revista, pero suelo ser yo personalmente quien intenta equilibrar los contenidos con una oferta paritaria de colaboradores y colaboradoras. A veces, hay colaboraciones que no llegan a fraguar y es necesario buscar sustitutos o sustitutas que descompensan la paridad mencionada.
Por suerte, luego se pueden realizar acciones compensatorias. Por ejemplo, intentamos alternar ilustradores con ilustradoras para la portada. En 2016 tuvimos solo ilustradores porque una ilustradora se tuvo que apear en el último momento. Por eso, en 2017 solo tenemos ilustradoras de portada: Ana Díaz Eiriz, Ana Galvañ y Carolina Bensler. Por otro lado, hacemos todo lo posible por brindar textos interesantes de no ficción sobre temas de actualidad o poco tratados hasta el momento, así como cuentos que reflejen la diversidad temática y de estilos existente en la literatura de género en español. Además, incluimos material en inglés. Antes lo hacíamos en los números regulares, pero ahora los concentramos en un número más compacto que saldrá en diciembre y que estará compuesto por seis o siete relatos traducidos del español al inglés, además un par de entrevistas y de artículos. Queremos, con ello, proporcionar al resto del mundo la oportunidad de conocer a nuestros autores y autoras, mientras que estos consiguen una proyección internacional que los ayude a posicionarse en el mercado internacional, todo ello, en la medida de nuestras humildes posibilidades.
Sin duda se han hecho progresos en materia de autoras de género desde que organizaras la primera edición de Alucinadas junto a Leticia Lara. Las participaciones tanto en estos certámenes, como en el Premio Ripley, o incluso el número de manuscritos recibidos para la antología de “Cachava y boina” de la Editorial Cerbero, así lo atestiguan. Hay escritoras de género fantástico en España e Hispanoamérica, es un hecho. Aun así, hay editoriales y concursos que aún adolecen de la falta de envío de manuscritos por parte de escritoras. ¿Qué más crees que se puede hacer para incentivar su participación y eliminar ese freno aparente?
Creo que las editoras y editores deben trabajar activamente en la búsqueda de manuscritos de autoras. Me gustaría que viviéramos en un mundo ideal y no hubiera necesidad de hacerlo, pero o se hace así o nunca llegaremos a una situación de equilibrio. Si en la editorial se crea un ambiente en el que las autoras se sientan cómodas, porque entienden que hay un interés genuino en visibilizarlas, se animarán a enviar más sus manuscritos y esto redundará en un mayor flujo de creaciones. Me pongo como ejemplo: intento buscar la paridad de colaboradores en los números de SuperSonic, la revista que edito, y eso ha hecho que las autoras lo noten, se sientan valoradas, y contacten conmigo para enviarme sus textos. Gracias a #LeoAutorasOct, #AdoptaUnaAutora, La Nave Invisible, el Premio Ripley, o las antologías Alucinadas y Aterradas, un mayor número de autoras se están dando a conocer y un mayor número de lectores y lectoras tienen la oportunidad de saber sobre ellas.
Desde La Nave Invisible agradecemos a Cristina Jurado habernos concedido esta entrevista. Le deseamos la mejor de las suertes en sus proyectos futuros y que los presentes sigan viento en popa. Estamos encantadas de albergar tan interesante entrevista de una de las escritoras más importantes de la ciencia ficción española.

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