Reseña: Antihéroes

Es sencillo encontrar novelas juveniles dentro de los géneros cuando se va a la librería, porque, aunque haya a quien no le guste reconocerlo, las historias juveniles tienen un público muy amplio y que lee mucho. Dentro de ese marco, continúa siendo sencillo que alguien recomiende a dos autoras españolas, como son Iria G. Parente y Selene M. Pascual; y cuando aparece algún título independiente, parece que puede resaltar un poco más en los estantes. En marzo de este año, Nocturna Ediciones publicó Antihéroes, una de esas novelas independientes de ambas autoras, que se encuadra dentro de la fantasía urbana juvenil.

Las autoras.

Iria G. Parente y Selene M. Pascual llevan una larga temporada escribiendo a cuatro manos. Pétalos de papel fue una novela autopublicada con una gran acogida en internet, y desde entonces han ido sacando otros títulos, como son los pertenecientes a las sagas Marabilia, de la que pronto saldrá el cuarto libro, o Secretos de la luna llena. Han estado nominadas en varias ocasiones a los premios de El Templo de las Mil Puertas. Además, Selene tiene un doctorado sobre heroínas de literatura juvenil e Iria realiza también una gran labor como comunicadora y activista.

En Antihéroes podemos encontrar un poco de esas dos vertientes: protagonistas dentro de una novela juvenil con fuerza que, aunque no les guste la idea, se pueden considerar heroínas, y mensajes relevantes a nivel social. Porque la novela trata de un grupo de jóvenes que, al haber utilizado sus poderes de una manera poco adecuada, tienen que rendirle cuentas a una organización que se encarga de su control: CIRCE. A partir de ahí, seguimos las peripecias de cinco personajes que quieren enfrentarse a esa organización para huir de ella, con el propósito de ser libres otra vez.

¿A quién le importa lo científicamente posible cuando hablamos de hacer cosas que son científicamente imposibles?

Portada de Antihéroes.

Puede que la idea de jóvenes con poderes haya sido usada muchas veces, tanto en el cine como en la literatura, pero no deja de ser entretenida y muy curiosa, por el diferente uso que se le puede llegar a dar. Uno de los puntos que hace que Antihéroes sea más cercano es que se encuentra ambientada en la ciudad de Madrid que conocemos a día de hoy y utiliza algunos elementos de nuestra realidad, como el presidente del Gobierno, para ajustarse todavía más a esa contemporaneidad que resulta tan fresca.

Aunque, sin duda, lo que han hecho las autoras es ofrecerle peso a ciertos temas, con la excusa de ofrecernos a un grupo diferente de personajes, tanto entre sí como a la población en general. Antihéroes habla de la importancia de aceptar a las personas que se salen de lo que se considera la norma, y que, por mucho que sea un tema que se haya leído antes, no deja de ser importante tratarlo. Y Antihéroes llega a ofrecer varias vertientes: desde las diferentes sexualidades que se tratan en el libro con naturalidad hasta el acoso escolar.

Al encontrarse el texto en primera persona, los personajes son más cercanos todavía para emitir ese mensaje. Hay que destacar, en cuanto a la narración misma o al personaje en sí mismo, que Yeray es el mejor construido de todos ellos. Su voz es fácilmente reconocible, incluso aunque no aparezca su nombre al inicio del capítulo que va a utilizar su perspectiva, lo que le da mucha riqueza a las acciones o pensamientos que narra. También es uno de los personajes que más se ve evolucionar a lo largo de la historia, sin llegar a perder su punto socarrón pero con el aprendizaje de lo que es o no es un chiste.

Supongo que también es lo que nos enseñan. A ser individuales, a no pedir ayuda, a ahogarnos y a no abrir la boca porque nuestras debilidades deben ser solo nuestras. 

En cuanto al resto de los personajes, sí que es sencillo encariñarse con ellos, pero su punto de vista suena igual o la utilización de los mismos recursos de manera reiterada hace que pierdan fuelle. Cristian me parece el más destacable de los otros cuatro, por su poder y lo que acarrea a lo de largo de las páginas, o por la tranquilidad que aporta. La identificación de Esther va de la mano del hecho de que sus intervenciones son cartas, que no ofrecen mucho más que resúmenes de lo que ha ido pasando o de avance. Mientras, Alicia sí que tiene un peso más claro en la historia y un punto de vista más interesante; lo que resulta más difícil de encontrar en Mei, porque es donde se ve de forma más clara de repetición para remarcar de forma demasiado insistente su evolución, en lugar de limitarse a mostrarla por sus acciones, sin una flecha que las señale. También hay que considerar que Antihéroes da importancia al conjunto de los personajes, al grupo que forman y el equipo que construyen, que resulta muy bonito. No solo existe ese crecimiento a nivel individual, sino también en la cohesión que forman los personajes entre sí al hacerlo, lo que está bien trabajado.

Los personajes secundarios resultan curiosos y me habría gustado saber más de ellos, pero parecen desde el comienzo bastante condenados a quedarse a la sombra del grupo, esbozados. Los malos no consiguen salir de su casilla de salida, en la que simplemente se han colocado como los villanos, y el resto del coro de alumnos no se puede decir que se lleguen de verdad a conocer. La excepción que hay que hacer, en cuanto a esos personajes secundarios, es Alex, que al igual que Cristian, sí me parece interesante en todo momento: desde su primera intervención hasta el hecho de cuál es su nombre o conversaciones que mantiene hacia el final de la novela; le dan a ese personaje una fuerza muy bien medida y ajustada.

Cuando eres invisible, pasas desapercibido. Y eso está bien a veces, pero otras se olvidan de que existes, y cuando alguien se olvida de que existes, en cierto modo dejas de existir.

Los protagonistas.

Es, a nivel más general, el tema de la repetición de escenas o explicaciones lo que hace que Antihéroes pierda cierta fuerza. La sensación de que se están reiterando los planteamientos de manera continua acaba por generar un efecto de pesadez, de falta de avance en la trama. El hecho de explicar cada evolución del personaje, cada idea o pensamiento, tampoco contribuye a profundizar la historia y no es necesario en ningún momento. Es cierto que se puede considerar Antihéroes una novela de personajes, en la que la trama ocupa un segundo plano para sostener simplemente la evolución de ellos y su maduración, pero aun así existe cierta redundancia. A lo mejor por eso la resolución final del conflicto no consigue brillar por completo, porque se ha visto relegada a unas escenas rápidas en comparación con el resto.

Antihéroes no deja de ser una novela entretenida, con mensajes que son relevantes e importantes en nuestra sociedad. El hecho de que sea independiente y autoconclusiva ofrece cierta facilidad para los que pueden tener miedo a meterse dentro de una saga. Y pasar un buen rato con gente con poderes, que consigue superar obstáculos, siempre es una gran excusa para ponerse a leer.

 Andrea Prieto
Andrea Prieto (Investigación/Opinión): ¿Matasanos que suele responder con otra pregunta? Sí, justo. Desde antes de eso, lectora de lo que aparezca y escritora de lo que se pueda (o de lo que quiera, según el cambio de la marea), con muchas palabras a la espalda.

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Una respuesta a «»

  1. Hola!
    Acabo de terminar el libro (momento en el que suelo lanzarme a leer opiniones) y coincido totalmente con la tuya (aunque tal vez si me han gustado algo mas que a ti los personajes y su reflejo, salvo Mei a la que veo un poco coja, y Sam y el resto de «nuevos» que van apareciendo durante la segunda mitad).
    Sobre todo coincido contigo y es algo que mencioné en mi reseña, en que la trama bucla un poco y se hace pesada, sentí que no avanzaba del todo, aunque como dices para pasar el rato no está mal.

    Muy buena reseña, elaborada y clara. Gracias por compartirla.

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