
Portada de Cada corazón, un umbral.
Hay una historia que lleva rondando un par de años el mundo del fandom. Primero en voz baja, desde las críticas en EE. UU. y las opiniones de lectoras que se animan a leer en inglés, y cada vez más alto, hasta que un año después se convirtió en un clamor. Every heart a doorway, de Seanan McGuire, ganó el Nebula, el Hugo y el Locus (entre otros) en su categoría, la de novela corta. Y este año por fin podemos disfrutarlo en castellano bajo el título de Cada corazón, un umbral, publicado por Runas y con traducción de María Pilar San Román.
Si bien es cierto que los premios no son una cualidad que defina cuánto te puede gustar una historia, sin duda ayudan a que sea más conocida y llegue a mucha más gente. Y la de los «niños descarriados» es una que ya no es que merezca ser conocida, es que muchos ya la hemos vivido en cierto modo. Es una obra corta, nostálgica, reivindicativa, con personajes complejos, bien construidos y con voz propia. Algo no tan fácil de conseguir en una extensión tan limitada.
[…] si abres la puerta adecuada en el momento adecuado, puedes encontrar por fin un lugar en el que encajas.
¿Pero de qué va Cada corazón, un umbral? La historia comienza cuando Nancy llega a la «Residencia para niños descarriados de Eleanor West». Ignoro si El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares pudo servir de cierta inspiración, pero aunque los niños que encontraremos aquí también son extraordinarios, no lo son por nacimiento. Nancy, al igual que los demás residentes, ha ido a un mundo mágico a través de una puerta. Como cuando los Pevensie van a Narnia a través del armario o el tornado se lleva a Dorothy a Oz. La pregunta que se hace McGuire para generar esta serie de novelas cortas es: ¿qué sucede cuando estos niños regresan? Recordemos, por ejemplo, que en Narnia el tiempo transcurre mucho más rápido que en nuestra realidad. ¿Son capaces de adaptarse de nuevo a nuestro mundo? En el caso de los niños de la residencia de Eleanor West, la respuesta es no.
Nancy estuvo en los Salones de los Muertos, donde los colores se movían en la escala de grises y estar lo más quieta posible era una virtud. Cuando regresa a casa solo han transcurrido dos semanas, pero para ella han sido años y ya no es la misma. Sus padres son incapaces de aceptarlo y achacan sus cambios al trauma por la desaparición. La residencia de Eleanor se presenta como la alternativa para alejar a las criaturas de casa y «curarlas», aunque enseguida comprobaremos que lo que se intenta es minimizar el impacto de estar fuera de tu mundo ideal acompañada por quienes han pasado por lo mismo, en cierto modo.
Quieren que el mundo continúe siendo exactamente igual a como lo era antes de que sus hijos se marcharan a esas aventuras que les cambiaron la vida; y cuando el mundo no les da gusto, tratan de embutirlo a la fuerza en las cajas que construyen para nosotros.
No obstante, Mcguire no pretende que los jóvenes se lleven bien por el hecho de haber atravesado una puerta a un mundo mágico. Gran parte de la trama desarrolla las relaciones interpersonales entre los ya residentes. Hay quienes fueron a universos luminosos, llenos de dulces o hadas, y otras visitaron algún Inframundo. La autora crea una clasificación de lo más peculiar; muchos de los choques entre residentes se darán por esas diferencias, por asociar el ser «tétrico» con algo malo y viceversa.

La autora, Seanan McGuire.
Lo que va tirando de la historia es el misterioso asesinato de una de las jóvenes. Sin embargo, lo que enamora de verdad es la alegoría continua que se desprende en cada página. Eso es lo que la hace verdaderamente mágica. ¿Quién no se ha sentido nunca incomprendida por tener unos gustos «raros» según lo que dicta la sociedad? ¿Quién no se ha molestado nunca porque sus padres tienen unas expectativas que no puedes cumplir? ¿Quién no se ha visto nunca rechazada por ser diferente? Cada corazón, un umbral es un canto a la diversidad, ya no solo de personalidad y gustos, también de orientación o identidad sexual. En ese sentido no creo que haya sido casualidad que la autora haya elegido dar mayor visibilidad a la asexualidad o al transgenerismo, pues suelen generar bastante incomprensión. Tampoco faltarán esos momentos, comentarios comunes que se realizan con más o menos malicia (en la novela tendremos de ambos) y que son hirientes.
Esa fue su verdadera historia. Hallar un lugar donde podría ser libre. Esa también es vuestra historia, la de todos vosotros.
No quiero comentar nada más porque es una obra bastante breve, así que solo me queda añadir lo mucho que la he disfrutado. No solo por las temáticas que trata, sino también por cómo lo hace, con un mimo y una prosa muy cuidada por la traductora. Cada corazón, un umbral nos habla de lo distintas que somos, de vivir en un mundo que excluye lo diferente, de nuestras ansias por encontrar nuestro lugar. Y de lo que somos capaces de hacer para hallarlo.

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Este tema es algo por el que he tenido curiosidad, el de la gente que va a un mundo de fantasía y luego vuelve, así que lo voy a poner en mi lista de deseos para echarle un vistazo en algún momento.
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