Laura Ponce es una escritora, crítica, divulgadora y editora argentina. Recientemente nos ha llegado su primera publicación en España, aunque lleva toda su vida escribiendo y tiene una extensa bibliografía que va desde la novela al relato corto. Antes de la antología Cosmografía Profunda, habíamos podido leerla gracias a publicaciones como Alucinadas (su relato “La tormenta” apareció en el primer volumen).
Ponce, además, lleva diez años tras la revista Próxima, una de las revistas de género de referencia en lengua castellana. Es editora del sello Ayarmanot y, en general, es una agitadora de la vida literaria fantástica en Buenos Aires.
En septiembre visitó España para participar en el AnsibleFest. De paso, hizo una pequeña gira de presentaciones de su antología y en una de las ciudades por las que pasó tuvimos la suerte de poder hablar con ella.
Estás en España presentando Cosmografía Profunda. Cuando lo estaba leyendo, no encontraba un hilo conductor: son relatos con aproximaciones a la ciencia ficción muy variadas. ¿Cómo decidisteis qué cuentos entrarían en la antología?
Esta antología está compuesta por diez cuentos que abarcan, a la vez, diez años de mi trabajo. Los cuentos seleccionados son perlas que se engarzaban en el hilo a lo largo de esos diez años. Todos tienen que ver con lo que siento que es una evolución en mi obra: desde la ciencia ficción clásica, de viajes en el espacio, a una ciencia ficción más moderna, del futuro inmediato, de los espacios reconocibles, de problemáticas más sociales… aunque eso haya estado presente siempre en mis cuentos.
Salvo los que suceden en el mismo universo, el universo de la Confederación, ninguno de los otros cuentos fueron escritos como parte de un mismo hilo. No fueron concebidos como una sola producción. Y sin embargo, hoy leídos, creo que tienen en común el enfoque sobre lo íntimo: ese es el hilo conductor del libro.
Cosmografía profunda salió en Argentina como Cosmografía general, primero con Ediciones Outsider en digital en 2015 y en 2016 en papel con Ayarmanot. Cuando empiezo a trabajar con Cristian (Arenós Rebolledo, el editor de La máquina que hace PING!), trabajamos todos los cuentos. Hicimos un trabajo de edición completo. Él me propone cambiar el título, porque él lo que encuentra como hilo conductor es esto: lo íntimo, lo personal, lo más profundo.

Portada de Cosmografía profunda (La máquina que hace PING!, 2018).
Ya que todos los cuentos son tan diferentes y tienes una bibliografía mucho más extensa, ¿crees que hay algún tema transversal que recorra toda tu obra?
Cuando hice la edición del libro y vi todos los cuentos juntos detecté que había temas a los que siempre volvía. Pero creo que lo que tienen en común todos los cuentos y toda mi bibliografía es la preocupación de qué le pasa al ser humano frente a los cambios. Cómo le afecta la tecnología, cómo le afectan los cambios científicos, y no solo por el hecho científico o el artefacto construido: sino cómo eso impacta en el individuo, en las relaciones personales, en el tejido social en el que se da.
No todos los personajes reaccionan de la misma manera a los cambios. Sí hay algunos relatos que pueden ser un poco más fatalistas, pero hay otros que son bastante más optimistas para lo que estamos acostumbrados a ver en la ciencia ficción. ¿Hay lugar para el optimismo en la ciencia ficción?
Para mí, es muy difícil encontrar ese optimismo. Los personajes de Cosmografía están en espacios o situaciones bastante agobiantes, en momentos muy complicados de sus vidas, pero eligen seguir luchando. Ese es su optimismo: no rendirse; más que un optimismo que saber que las cosas van a salir bien. “Aunque estén saliendo mal, sigo luchando”. Es esa parte del ser humano, ingobernable e indoblegable, lo que me interesa.
Encuentro esperanza. Creo que hoy por hoy, el futuro de mi país, de mi región, del mundo, es bastante oscuro. Las tendencias políticas, económicas e incluso ambientales son bastante desesperanzadoras, pero mi actitud es de resistencia. Creo en la literatura de resistencia, y si me especialicé en este género es porque veo su potencial como herramienta para el pensamiento crítico y la transformación. No se puede intervenir en una realidad si no se puede imaginarla. Si no puede imaginar el futuro, difícilmente se puede construir.
Ya no solo hablando de tu obra, sino expandiéndonos al género en sí. ¿Hay algún elemento que deba incluir la ciencia ficción para considerarla ciencia ficción? ¿Un tema, una aproximación…?
En el sentido de las búsquedas humanas y de las búsquedas artísticas en particular, yo no creo mucho en el “debería ser”. Sí creo que la ciencia ficción que yo produzco, y la que más me interesa, la que siempre me va a llamar más la atención, es la que tiene un factor social. La que tenga la preocupación de qué le pasa al ser humano y cómo intervenir en la realidad. Tiene que ser incómoda, tiene que tener un cuestionamiento continuo, tiene que ser subversiva.
Estoy totalmente de acuerdo. Tiene que ser subversiva, pero subversiva en qué y en qué temas puede ser más polémico…
Creo que desde la misma actitud de pensar la realidad, y pensarla no como una verdad cerrada, hay una especie de subversión: cambiar el orden de lo conocido y lo aceptado. Ahí ya hay un camino que se abre. Y eso tiene que ver con el lenguaje inclusivo, con la lucha feminista… con un montón de cosas.

Laura Ponce durante la presentación de la antología en Castellón.
Antes hablábamos de los lazos que existen entre La Ventana del Sur y La Nave Invisible. Desde el principio en La Nave nos hemos dado cuenta de que tenemos una barrera muy grande en el Atlántico y que nos cuesta muchísimo saber lo que está pasando en los otros continentes. Aprovechando que estás aquí, quería preguntarte por la situación de la ciencia ficción en Argentina. Empezando por, ¿hay afición? ¿Hay futuro?
Se produce muchísima ciencia ficción. Se publica también. Hoy por hoy hay al menos un par de editoriales especializadas. Cuando yo empecé (con la editorial Ayarmanot) era la única editorial de ciencia ficción. Se hace ciencia ficción pero la difusión sigue siendo nuestro cuello de botella, muy de gueto. Es muy complicado incluso enterarme yo, viviendo ahí, y teniendo una preocupación activa y consciente.
Vengo de un núcleo formado en los años 80, la primera revista digital de habla hispana reunió un movimiento en su momento. Ha habido otros núcleos que surgieron después y es muy difícil a veces enterarse de qué producen.
Ya ni te digo saliendo de Buenos Aires. He tenido que hacer un esfuerzo muy grande para enterarme de qué pasa en otras provincias y lo que pasa fuera de Argentina. Lo que pasa en Latinoamérica es desconocido, y hay muchísimo produciéndose.
Aquí tenemos un poco de contacto con Maielis González y Elaine Vilar Madruga…
Lo que se produce en Cuba es tremendo. Tenemos un número de la revista Próxima entero dedicado a la ciencia ficción cubana. Por problemas de espacio en la revista no se pudo publicar todo, pero sí hace un paneo de los escritores más importantes. El artículo de presentación está escrito por Raúl Aguilar, un editor de allá, que nombra a muchas escritoras. Él también hizo una antología de narradoras cubanas que es muy buena.
En Colombia hay una movida muy linda, sobre todo de jóvenes autores. Me gusta mucho Luis Carlos Barragán; Leiva Rodríguez me encanta… y son gente que no tiene 30 años. En Uruguay se produce, pero no conozco mujeres. En Chile también… en general, hay una producción pero es muy difícil para mí dar con ella y, sobre todo, me obsesiona el tema de darla a conocer también. Eso me hizo a mí sacar una editorial y una revista. Es inaceptable que ese material esté ahí y no lo conozca más gente.
¿Se te ocurre cuál puede ser una de las causas de esa incomunicación?
Primero, es que nunca ha sido un género mayoritario. Hoy la literatura escrita tiene un público que no es el gran público. El público mayoritario de la ciencia ficción es el cine o los videojuegos. De los que leen libros, la mayoría prefieren autores que escriben en otro idioma. Los leen en castellano pero a través de traducciones; no leen en castellano directo. Es una locura…

Mesa redonda sobre ciencia ficción hispanoamericana durante el AnsibleFest.
Eso también pasa en España. Si en la portada hay un nombre extranjero, parece que tiene más valor…
Y no solo extranjero. Si es anglosajón es determinante. En Argentina pasa lo mismo.
Y si eres mujer ni te digo; si quieres ser leída, haz como Rowling y ponte las iniciales.
De escritoras de ciencia ficción en Argentina conocemos dos o tres nombres. ¿Hay movimiento de escritoras, o movimiento feminista en la ciencia ficción argentina?
Hay un movimiento muy fuerte en este momento a raíz del Ni una menos y de todo el movimiento feminista, que se llama “Nosotras proponemos”. En el “Nosotras proponemos literatura” hay escritoras y editoras, no especializadas en ciencia ficción. Hay una, de hecho, que es muy activa en ese movimiento: Claudia Aboaf y os la recomiendo mucho.
Además, me gusta mucho Yamila Begné, que ahora no está en Argentina. Es finísima, es hiperdelicada. Es una filigrana lo que hace. O Teresa Mira (de Echeverría). Me gusta mucho lo que hace, le publiqué su primer libro. 10 variaciones sobre el amor es un libro que tenéis que leer (en España está publicado por la editorial Cerbero). Como escritora es brillante. Ella tiene un relato de hace unos 10 años, un relato breve que se llama Dextrógiro: física y música (pero teoría musical llevado a un nivel…) es muy brillante.
Este año, la revista Próxima cumple 10 años. ¿Cuál es el futuro de la revista? ¿Va a haber cambios, se mantendrá como estos últimos…? ¿Hacia dónde queréis avanzar?
La revista ya introdujo, a lo largo de este último año, un montón de cambios. Cambios que tienen que ver con su organización interna, con su estética… Pasamos a tener producción fotográfica para las tapas. Trabajamos mucho en la nueva imagen.
Cambiaron también cosas del contenido de la revista y de cómo lo presentamos. Mi antecedente era la revista El péndulo, una revista argentina que es fundacional de la ciencia ficción. Le siguió la revista Minotauro, que publicaba la editorial Minotauro; Paco Porrúa para nosotros lo fue todo. Nuestra revista ahora tiene más artículos, además de los cuentos, entrevistas y un artículo largo que se desarrolla a lo largo de un año. Este año es de cine y tiene cuatro entregas: zombis, apocalipsis, viajes en el tiempo… es más ágil como revista.

Portada del número de diciembre de 2018 de la revista Próxima.
En Argentina las condiciones económicas son muy difíciles. No sé cómo va a estar el dólar cuando vuelva a Argentina y cuánto me va a costar imprimir la revista. Algunas cosas son commodities internacionales: el papel o las tintas aumentan con el precio del dólar. Puede que se nos haga muy difícil seguir manteniendo la revista en papel; son cosas en las que seguimos trabajando.
Además de la revista, con ediciones Ayarmanot publico libros y los libros van subvencionando a la revista, porque para mí es importante que la revista siga existiendo. Me parece importante mantener ese espacio en el que conocer autores, un espacio que sale puntualmente cada tres meses desde hace diez años (creo que tengo el récord).
Os doy un anticipo: para celebrar el décimo aniversario vamos a sacar un libro: diez cuentos, diez años, que recorren la historia de la revista.
Ya estamos planeando el año que viene. Cada año tiene un arco temático, y ya estamos trabajando en cuál va a ser el tema, las portadas…
Quería preguntarte por la situación actual de Argentina. La realidad que vivimos siempre deja huella en la literatura. ¿La ciencia ficción que se hacía en Argentina adelantó la explosión feminista?
La literatura que a mí más me interesa siempre ha trabajado la realidad social y política. Uno de los autores de mi generación de ciencia ficción que más me gusta es Hernán Vanoli y en sus cuentos aparecen los desaparecidos, la injusticia social, la necesidad… pero esto son los autores que más me gustan. Por ejemplo, hay otro autor, que a mí me parece absolutamente brillante, Carlos Gardini, que falleció hace un año. Es un autor que me parece extraordinario pero no trabajaba el género social. Sí había temas de lucha contra la tiranía, pero no temas sociales.
Lo que veo en Argentina (siempre estamos hablando de pequeños grupos, no de todo lo que se escribe), yo veo que muchos de los que tienen una posición más crítica son mujeres. La novela El rey del agua de Claudia Aboaf, trata sobre la privatización del agua. Pero es un tema de fondo en el que la protagonista está buscando su identidad, que es un tema muy popular en Argentina debido a los hijos apropiados, a los desaparecidos. Pero falta más involucrarse, hay cosas poco rupturistas que salen a luchar contra la realidad.
Queremos agradecer a Laura Ponce que nos haya atendido. Ha sido un placer poder conocer de primera mano la ciencia ficción del otro lado del Atlántico y seguir intentando abrir vías de comunicación entre los países que compartimos idioma. También fue un placer asistir a su ponencia en el AnsibleFest; esperemos que no sea la última vez que nos veamos.

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