Elliot Schaffer cree que es un chico un poco especialito de trece años hasta que en una excursión de geografía ve un muro que nadie más ve y a una tía vestida de forma muy rara, que viene a reclutar, quizás, a aquellos que pueden verlo. Cuando le dicen que existen otras tierras con elfos, enanos, trolls, arpías e incluso sirenas, y lo único que le espera en sus propias tierras es una casa triste y un padre que no brinda ningún tipo de aprecio, decide aceptar. Pero la Esparta mágica resultará no ser un camino de rosas y Elliot deberá apechugar con ello. Por desgracia. Aunque él no quiera ni loco.

Portada de In Other Lands, de Sarah Rees Brennan (Big Mouth House, 2017).
In Other Lands es una de las novelas autoconclusivas de Sarah Rees Brennan, autora muy desconocida en España de la que se publicó su primera novela, La marca del demonio, y algunos de los relatos basados en Cazadores de Sombras, coescritos con Cassandra Clare. La historia surgió de un relato, «Wings in the Morning», que la autora decidió ampliar más profusamente. Asimismo, fue nominada a varios premios, como el Locus o el premio Lodestar a la Mejor Novela Young Adult. La novela se podría calificar como novela juvenil, pero se recomendaría su lectura a partir de los catorce o quince años.
Así pues, a través de la mirada de Elliot, de sus aventuras y desventuras en el curso diplomático, vamos descubriendo estas tierras hostiles pero también hermosas; además, en estas siempre está acompañado de sus mejores amigos: Serene-Heart-in-the-Chaos-of-Battle, la primera elfa que ha decidido formar parte como cadete de la guardia fronteriza, y Luke Sunborn, descendiente de los primeros humanos que encontraron esas tierras. Pero Luke no es su amigo, conste.
La amistad, tema primordial de la historia, se inicia con la supuesta tregua que Elliot mantiene en su primer año con Luke para que Serene pueda aprobar tanto el curso militar como el diplomático (porque por supuesto Elliot está enamoradísimo de Serene, por qué preguntáis), pero se acaba convirtiendo en una amistad leal, aunque no pacífica, porque la adolescencia es una época complicada también en tierras mágicas.
Tanto ellos como el resto de personajes secundarios están bien perfilados, incluso con un par de adjetivos escuetos. Al principio miramos a Luke con el prisma del popular de la clase, quien se lleva a las chicas de calle y es amable con todos; no tardamos en descubrir que no es tan perfecto.
De Serene, con sus actitudes a favor de una afectividad masculina a causa de haber crecido en una sociedad donde solo las elfas tienen poder y dominio, muy diferente a sus amigos humanos, harán que al inicio se exceda en prejuzgar a los humanos y quizás también a ese elfo que nunca le responde las cartas que le envía.
Además de ellos, la historia se completa con muchos personajes, como los comandantes, los compañeros de clase, la familia Sunborn (con la que Elliot estrechará lazos) y los diferentes seres con los que el protagonista compartirá vida y correspondencia.
La novela se divide en los diferentes años que Elliot se dirige a la escuela de cadetes de las Tierras Fronterizas*, en un homenaje a los años que podría haber cursado Harry Potter en Hogwarts. Sin embargo, los peligros que implican la frontera poco tienen que ver con la vida relativamente más apacible del mago inglés; desde el principio queda explícito que nadie está exento de morir, ni siquiera los cadetes, como vemos en diferentes momentos de la novela.

Ilustración de Irena Freitas, con Elliot, Serene y Luke.
Y es a través de ellos que vivimos amores y desamores, cursos intensos donde Luke siempre olvida los nombres de los compañeros de clase de Elliot, campañas militares para firmar tratados sobre igualdad para todos los seres de las Otras Tierras (sí, las arpías también, aunque sean despiadadas), numerosas visitas a la biblioteca escolar e incluso, incluso, se representan dramas teatrales sobre vodeviles y romances élficos.
Es aquí cuando el estilo de Brennan brilla más: sus páginas están plagadas de humor, expresado siempre a través del eterno sarcasmo de nuestro protagonista quien siempre es capaz de sacarnos una carcajada con algunas de sus ocurrencias y dramas exagerados. Como tratar de calmar a un unicornio cuando… bueno, cuando uno ya no es tan virtuoso.
Sin embargo, siempre llega el verano. Y para Elliot, el verano es enfrentarse a su antigua habitación, con una capa de polvo, a su madre desaparecida, a su padre que nunca lo ha querido, ni lo intenta, a esa necesidad de volver a las Tierras Fronterizas aunque solo sea para incordiar a sus compañeros y a lo mejor solo por eso se sienta a gusto cuando está con la familia Sunborn (aunque cometan actos barbáricos y se sorprendan con las visitas a la biblioteca familiar).
Por lo tanto, es quizás este primer cambio de tono, además de la actitud del protagonista, es lo que puede frenar más a los lectores, porque no se puede entender la novela sin comprender a Elliot.
El protagonista de nuestra historia no es una persona fácil; aunque él aborrezca la violencia esto no deja de ser una posición contradictoria, porque hay momentos en los que Elliot hiere con las palabras que sabe tan bien escoger. Al fin y al cabo, ha crecido en un hogar donde la única persona que le puede ofrecer aprecio no se preocupa nada por él y sufrió años seguidos de acoso escolar, lo que le lleva a momentos de debilidad absoluta donde cree que nadie lo aprecia ni lo quiere. Es ahí donde los que hemos sufrido esa incomprensión, esas ganas de romperlo todo, nos podemos sentir identificados con Elliot, que de todos modos puede convertirse en un personaje con el que es difícil de empatizar. Tampoco lo pretende, en algunos momentos.
En este aspecto y dentro de su complejidad cabe destacar la numerosa representación homosexual y bisexual de la novela, esta última en especial del propio Elliot (que, ante la incapacidad de Luke, debe explicarlo más de una vez) y también de otros personajes, todos hombres; hay otras menciones de romances entre seres fantásticos del mismo sexo, en especial de las elfas, pero no se termina de explicitar.
Se hace hincapié en los gustos particulares de uno de los amoríos de Elliot, pero se hubiese apreciado quizás alguna representación lésbica, trans o no binaria. En todo caso, nuestro protagonista va madurando junto con sus relaciones con el paso del tiempo, y este aspecto se convierte en uno de los ejes más importantes de la trama.

Ilustración interior de Carolyn Nowak.
Por otro lado, la novela se complementa con las ilustraciones de Carolyn Nowak en cada parte, que dan cuenta del crecimiento y desarrollo de los protagonistas.
En definitiva, In Other Lands es una de esas novelas dignas para leerlas un día especial, un día que busquéis risa pero también llanto, un día en el que busquéis un libro juvenil de fantasía para saciaros las ganas y pasarlo bien. Ojalá se tradujera en español y, si la leéis en inglés, ojalá os cree el mismo efecto que a mí.
* «Borderlands» en el original.

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