Kameron Hurley: Escribir es difícil y no pasa nada

Nota: Kameron Hurley escribió este artículo antes de la publicación de La Brigada de Luz. El artículo original se publicó en la web de Locus el 2 de abril de 2018. La traducción corre a cargo de Virginia Buedo.

Cuando Jordan Peele ganó el Oscar a mejor guion original por Get Out, admitió que había empezado a escribirlo al menos veinte veces. ¿Por qué tantas? Porque, daba igual cuántas veces lo empezara, sentía que no iba a funcionar.
La autora N. K. Jemisin cuenta una experiencia similar al escribir la excelente novela La quinta estación. En el discurso de recogida del premio Hugo que ganó por esa novela, dijo que pensaba que La quinta estación estaba más allá de sus posibilidades como escritora. «Creía que nadie querría leerlo», confesó, y dio las gracias a toda la gente que la convenció de que no debía rendirse con ese libro.

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Kameron Hurley

Este tipo de historias, y mis propias dificultades con mis obras, hacen que me pregunte cuántas historias excepcionales nos hemos perdido porque su dificultad abrumó a los autores. Tal vez esos creadores no tuvieron redes de apoyo que los animaran a seguir. La verdad es que trabajar en una historia que no parece funcionar puede desmoralizarte, lo sientes como un fracaso personal. A veces parece que se nos olvida que escribir, aunque nosotros seamos los únicos que pueden plasmar las palabras en negro sobre blanco, es un acto colaborativo que requiere de muchas voces invisibles por el camino que nos ayuden a seguir.

Nunca he querido dejar la escritura tanto como en los últimos dos años. Parece que el proceso se ha hecho más difícil, pero esa sensación se debe a que estoy trabajando en obras con mayor dificultad técnica, aunque saberlo no me consuela cuando me doy de golpes contra la pared por un proyecto.

Ahora estoy trabajando en una novela de ciencia ficción militar con viajes en el tiempo titulada La Brigada de Luz, y ha sido… complicado. Seguía llegando a un punto en el que los sucesos empezaban a desarrollarse sin control y después me atascaba. Escribía un poco, lo borraba, revisaba una y otra vez lo que ya tenía, dibujaba muchos esquemas, subía cosas a Scrivener, me golpeaba la cabeza contra el escritorio, reescribir otra vez… y al final envié lo que tenía, con una escaleta en bruto del resto, a mi editor y mi agente.

Me sentí una fracasada.

Mi agente, Hannah Bowman, me llamó por teléfono y me dijo: «Escucha, la primera parte es buenísima (reconozco que suspiré con alivio). El resto es confuso, pero no pasa nada. Vamos a aclararlo. Explícamelo».

Y lo hice.

Y me dijo: «Vaya, menuda bestia. Qué complicado».

Aquí vino mi segundo suspiro de alivio.

No estaba loca. No era una fracasada. Es solo que lo que estaba haciendo era complicado.

Hablamos de lo que queríamos que pasara en el resto del libro y de cómo unir las escenas inacabadas. Las dos tomamos notas. Me dijo que me mandaría una escaleta actualizada. Debió tirarse todo el día con eso, porque no paraba de mandarme correos con las novedades, con cosas como: «Eh, ahora hay tres cronologías» o «ahora este personaje está atrapado en una paradoja».

Yo le dije: «Ya, bienvenida a mi mundo».

Resulta que su marido es doctor en matemáticas, así que la ayudó a construir… Bueno, es un esquema de «si… entonces…» muy raro y complicado que se llama «vía Hamiltoniana directa mediante un esquema bipartito». Servía para que ella simulara cómo funcionaría el viaje en el tiempo.

Kameron Hurley y su equipo, trabajando en La Brigada de Luz

Cuando hizo esto, me entregó tres versiones de lo que podía hacer. Revisé la tercera, la que nos gustaba a las dos, y luego usé sus comentarios de las escenas de misiones y de la base para formar módulos en Excel en los que se especificaban quiénes formaban el equipo del personaje protagonista y qué pasa a su alrededor en cada uno de esos puntos concretos en el tiempo. Después, en otra hoja, intercalé esas escenas según el orden en que queríamos que se leyeran.

Después, decidí que quería hacer viajar a alguien más en el tiempo y mi agente me dijo: «Bueno, he consultado el gráfico y tendría que hacer o esto o aquello, pero no ambas cosas». Y yo le contesté que bueno, que lo que digan las matemáticas.

¿Veis? ¡Soy una auténtica escritora de ciencia ficción!

Después de solucionar los problemas más graves, me di cuenta de cuánto me había machacado a mí misma. Pensaba que era idiota porque no conseguía resolverlo, cuando en realidad hicieron falta tres personas para hacerlo. Y ni siquiera he recibido aún los comentarios del editor, que a lo mejor nos señala algo que no habíamos visto.

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Cómo lidian los escritores profesionales con las críticas, según Kameron Hurley

Lo que quiero decir con esto es que sufrir un par de bloqueos puede herir muchísimo tu autoestima. La mía estaba herida, desde luego. Pero podría ser que, a medida que avance tu carrera, acabes por convertirte en tu peor enemiga al interiorizar toda la mierda que el mundo te tira encima. Tener la piel dura está genial, pero lo cierto es que con el tiempo la piel se te desgasta en este sector, y si sigues recibiendo golpes sin tiempo para recuperarte… Bueno, pues no vas a recuperarte.

Tenemos un trabajo rarísimo; uno en el que tienes que pasar tiempo pensando mucho en una cosa, a menudo sola, e invertir sangre, sudor y lágrimas en ello; y después tienes que presentárselo al mundo, y el mundo hace con ello lo que le da la real gana. Es como ver a unos perros devorar trozos de ti que te has cortado y les has arrojado.

En ocasiones estarás escribiendo una obra compleja que requerirá toda tu energía mental. Y la energía mental de un pueblo entero. No porque seas vaga, o idiota, o vayas por detrás del resto, o porque otras personas sean genios. Es porque estarás haciendo una cosa difícil que nunca habías hecho. ¡Y eso está bien! ¡Es ambicioso! Significa que no te resignas a escribir el mismo libro una y otra vez. Enfrentarse a la dificultad es lo que te lleva a escribir obras excepcionales.

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Portadas para las ediciones catalana (Marina Vidal) y española (Octavi Segarra), respectivamente, de The light brigade.

Cuanto más dudo de mí misma, más me pregunto si la verdadera prueba de fuego para crear algo grande es esa duda. He conocido a muchos escritores con bagaje a sus espaldas que admiten dudar más ahora, con tres o seis o diez libros publicados, que cuando acababan de empezar. Y, si bien una parte de esto se debe a que has crecido como escritora y puedes ver mejor los puntos flacos de tus obras, la verdad es que ese ritmo puede desgastarnos. Sientes que tu carrera debería estar en cierto punto o que deberías vender cierto número de libros; que no escribir lo bastante rápido, que no te nominen para premios o no recibir reseñas es un fracaso. Hay miles de varas con las que puedes medirte.

Pero, sin duda, la que no deberías usar es lo fácil o difícil que te resulta escribir tus obras. Si escribir novelas, acabarlas, venderlas y volver a empezar, año tras año tras año, fuera tan fácil… pues todo el mundo lo haría. Y no es así. Muchos escritores abandonan después del primer libro, la primera saga, o cuando se les acaba el contrato. Y entiendo por qué lo hacen. Abandonan porque, para muchas de nosotras, esto no se hace más fácil con el tiempo, sino más difícil.

Pero ahí se forjan las grandes obras: en ese lugar entre un libro y el siguiente, en esos tiempos oscuros en los que estás a solas con tus dudas, y con la esperanza y la incertidumbre de lo que vendrá después.

Colaborador
Kameron Hurley: Redactora publicitaria y escritora, Kameron Hurley es autora de ciencia ficción y fantasía. Ha sido nominada, entre otros, a los premios Hugo, Nébula, Arthur C. Clarke y James Tiptree Jr. En 2012 recibió el premio Sydney J. Bounds, concedido al mejor autor novel por la Sociedad Británica de Fantasía (BFS), y ha ganado dos premios Hugo, en 2013 y 2014. Tuitea en @KameronHurley

Virginia Buedo
Virginia Buedo (Artículos/Reseñas): Escritora, mercenaria de la lengua y overthinker. Tengo un diccionario y no dudaré en usarlo. Me pirra el simbolismo. Siempre tengo sueño. Twitter

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