Bienvenide a esta pandemia, toma asiento y coge un libro

Bienvenides a un nuevo tipo de terror: el de la productividad en tiempos de confinamiento. O podríamos hablar, en general, de la productividad en mitad de una pandemia que te ha obligado a cambiar todas tus rutinas, suposiciones sobre lo que iba a ser tu vida este año, objetivos vitales de cara al verano y futuro inmediato, teorías conspiratorias sobre el fin del mundo y, quizá, lo que sabías sobre tus vecinos. Bienvenide, toma asiento y coge un libro.

Fuente: Pixabay

Va en serio: coge un libro, es obligatorio. Después de levantarte para hacer yoga en el primer canal que encuentres —y pensar que en absoluto te vas a dar un golpe contra el pico de la mesa del salón—; de armarte de arriba abajo para salir a la compra como si fueras un astronauta y pelearte por la harina para descubrir que ahora también tienes que hacer pan, no vaya a ser que no encuentres tu vocación en eso; y de escribir cinco mil palabras de la nueva novela que es obligatorio tener para que te den el carné de «sobreviví a cuarenta días en mi casa en medio del caos global, gracias»; y de limpiar y de poner la lavadora y de lavar la suela de todos los zapatos y cada uno de los productos que te has traído de la compra; y tragarte horas de televisión donde dicen que se muere mucha gente —y a lo mejor, por desgracia, ser una de esas personas que tiene a alguien en el hospital a quien no puede visitar ni saber si estará bien, volverá a casa, se podrá abrazar de nuevo y salir a pasear en verano a su lado—; después de todo eso (incluimos una vídeollamada a la familia y amigos, y los primos lejanos, y a los compañeros de trabajo, y al gato que tiene Paca porque lo echas de menos; maldito gato que tú no tienes contigo y desde luego te hacía falta de repente), por favor, coge un libro, concéntrate y lee, que va muy bien y no vaya a ser que en el carné de «sobreviví a cuarenta días en mi casa en medio del caos global, gracias» no figure un tic en este apartado.

Ah, que dices que no.

Bueno, tú verás. Pero estamos hablando de que no vas a ganar en esta competición improvisada del confinamiento sobre ser productive o, mejor aún, ser todavía más eficiente y eficaz que antes. En serio, tú verás lo que haces. Pero no me parece muy aconsejable.

¿Dices que me vaya a la…? A ver, tampoco hace falta ponerse en ese plan, esto es un consejo para ti, para que lo uses como quieras, solo lo digo por tu bien, no querrás que te llamen vague, ¿no? Menudo peligro, en estos tiempos que corren, si la gente se entera y lo cuentan por ahí va a ser un desastre… Pero, de acuerdo. Como tú veas. No es necesario que seamos agresives ni nada. Lo que tú digas estará bien.

De todas formas, esto no es ninguna novedad. Lo sabes, ¿verdad? La excusa de la productividad está a la orden del día. Si puedes leer quince libros al año, ¿por qué narices ibas a leer solo diez? ¿Para disfrutar de la lectura con más calma? A ver, no, no es recomendable. ¿No has visto, acaso, los retos de las webs? ¿No te has leído ese consejo de nadie de referencia sobre cómo aprovechar tu tiempo de tal forma que incluso puedas leer en la ducha (plastificando el librito) y así te salga el cómputo de libros a doscientos al año? Por favor, hay que informarse, estar al día sobre lo que se lleva y sobre lo que tienes que hacer. Y lo que tienes que hacer, desde luego, es leer mucho y todo el tiempo, y llevar bien el contador de la página de libros en cuestión para que todo el mundo lo sepa.

¿Que si lo hago yo también? ¡Por supuesto! ¿Por quién me has tomado? ¿Te iba a decir esto si no hubiera entrado en esa dinámica, como el resto del mundo? Pues no, porque no iría conmigo, el asunto. Pero va conmigo, el asunto. Leo por placer, desde luego, y no me genera ninguna clase de satisfacción personal comprobar que he leído un libro más este año que el anterior, ni ver que la barrita de porcentaje va subiendo poco a poco y cumplo con el reto, y ya verás la fiesta cuando llegue al 100% antes de final de año porque, desde luego, me habré esforzado mucho en esta cuarentena, ya que estaba…

Ah, bueno. Sí. Claro que leo por placer. Porque me gusta, porque es divertido y lo ha sido siempre. No digo lo contrario. No siento lo contrario. Si no me meto en la cama con un libro luego me cuesta dormir, porque lo tengo interiorizado como una rutina, como el que necesita ponerse un poquito de música. Me gusta y por eso lo hago. Lo juro ante lo que sea. Pero anda que no está bien decir que he leído setenta libros al año y mira qué productiva soy, ¡con todo lo que tengo que hacer en esta vida y aún saco tiempo todas las noches para leer y actualizarlo todo y que el mundo lo sepa!

¿Un poquito de competitividad, dices? No, ¿por qué no lo llamamos solamente ser productivo, que es lo que manda esta sociedad? De verdad que yo no quiero que digan que soy una vaga, que no aprovecho el tiempo, que he llegado a los treinta sin haberme leído, por ejemplo, mil libros. Y tú tampoco deberías. Es lo más prudente. Lo que hay que hacer, lo que está bien: producir, avanzar, comprar, leer, comentar, actualizar la barrita de estado, seguir haciendo más y más y más. No te canses de hacer más, por favor, que no estaría bien para nadie.

Fuente: Pixabay

¡Y esta situación nos viene estupendamente! En serio te lo digo, porque anda que no tendrás horas muertas en tu sofá… Sí, está bien, puede ser que estés nerviose. Lo entiendo. Es lógico. Estamos ante una situación desconocida para la que no existen precedentes y donde lo que prima es la indefensión, porque nadie sabe muy bien lo que va a pasar, la información a veces es contradictoria y la que hay probablemente no sea muy halagüeña… ¿Pero te vas a venir abajo? ¿Vas a asumir que lo normal es estar desconcertado? No, venga. Ponte a hacer algo. La humanidad ya ha pasado por esto, ya se ha recuperado. ¿Vas a ser tú el que se quede atrás? Estamos preparados para esto. Claro que sí. No es una sorpresa y no hay imprevistos. No está todo el mundo hablando de que estamos en «tiempos de guerra» para que tú te vengas abajo, no mantengas la atención, la concentración, las rutinas, el ánimo. No es como si tener unas expectativas altísimas de todo lo que tienes que hacer y mantener no fuera a suponer más estrés añadido al que da la incertidumbre que vivimos y que ayuda a generar una sensación de indefensión de la que cuesta sobreponerse día a día. Tú dale, ahí, bien centrade.

Además, ya me has dicho que no me puedes discutir el beneficio de mantener horarios y rutinas. Eso es así, lo sabe todo el mundo. Solo hablo de que, ya que estás en casa, ya que tienes tiempo y hay que tener la mente ocupada, pues hagas un poquito más. ¿La ciencia ficción te agobia, ahora mismo? ¡Por favor! No es como si los libros sobre pandemias globales no fueran asombrosos y geniales. Échale un vistazo a Feed, de Mira Grant: no hay nada como un apocalipsis zombi para mantener la perspectiva, esos sí están en tiempos de guerra y aun así ahí andan, al reportaje y la política entre muertos vivientes. A esos sí que les pediría mucho, ¿pero a ti? A ti para nada. O Voces en la otra ribera del mundo, de Diana P. Morales, que además de un virus que merma a la población resulta que también les quiere caer un meteorito y el mar ya ha crecido, y resulta que no están muy bien económicamente, aunque ya han mandado las naves a explorar planetas a los que poder irnos a vivir. Bueno, a esos de las naves sí les daría un buen libro. O las de Una órbita cerrada y compartida, de Becky Chambers. Venga, a esa inteligencia artificial le encantaría leer un poco y le iría bien para pensar menos. Ya no te digo a Jane, que está perdida en un basurero y estaría leyendo cientos de libros mientras lucha por subsistir en un miedo hostil que no conoce porque su vida ha sido un engaño…

¿Pero me sigues diciendo que la ciencia ficción ahora no, que menudo agobio? A ver, colega, pues nada, lo dejamos. ¿La fantasía dices que tampoco, que no te concentras? Pero vamos a ver, si tenemos de todos los tipos, ¿cómo no te vas a concentrar en ninguna? Ponte con El príncipe cruel, de Holly Black. Anda que las hadas malvadas que conspiran para hacerse con el poder no es algo lejano a la realidad de nuestros días y tiene el suficiente toque de salseo romántico como para que todo a tu alrededor se difumine. Si es que no me puedes pedir más. ¿Insistes en que no vale, que no te apetece? Dale una oportunidad, venga. Si no, tenemos El buscador de estrellas, de Maeva Nieto. ¿No te apetece ir a otro lugar muy lejano, a ver si la cosa va mejor por allí? No te lo puedo poner más fácil que con ese libro, yo ya no sé si lo tuyo es un poco por vicio, porque no lo entiendo bien. Que si es por irse de paseo, ese mola mucho, que tiene unos personajes definidos y que la narración es cuca… Pero bueno, si tú quieres algo cuco también está Viene la loba, dijo la pastora, de Julia Rupérez Gonzalo, en el que sale una licantrópa y una pastora, y que ya te lo estoy contando todo, no me digas que no te apetece, que eso apetece siempre para echar la tarde.

¿Y el terror? Oye, no a todo el mundo le gusta el terror, pero… ¿Que te da miedo, porque eso te da más sensación de agobio en casa y no quieres que aumente el estrés por todo? No sabes lo que quieres, colega. Te estás haciendo un lío. Porque anda que no estaría bien leerse Canción de sal, de Marina Tena Tena: va de un niño en la playa con su madre. ¿Qué tiene de malo un niño en la playa con su madre y un poco de terror cotidiano para escapar precisamente de la cotidianidad absurda y extraña de estos días? Bueno, pues nada de gente que se quiere de aquella manera en una casa. El hambre, de Alma Katsu, te juro que no va a de eso… A ver, sí, va de gente que viaja y que le va la cosa un poco mal porque debe haber por ahí un virus y todo el mundo se vuelve loco y otres desaparecen, y está basada en una expedición que realmente sucedió, ¿pero y lo que mola? Ah, sí, lo que me mola a mí ese rollo de comerse gente, porque es un miedo primigenio, de cuando el mundo a nuestro alrededor nos podía devorar y casi que te quedabas en la caverna a ver si podías hacer fuego, y de ahí la mayoría de monstruos que te pueden comer. Bueno, ya hablamos de eso para otra ocasión, que no viene al caso.

Veo que no quieres colaborar. Muy poquito abordable estás. Si ya te lo he explicado: hay que leer, leer mucho, decirlo, actual… Eh, eh, ya te he dicho que no te pongas así. Si te entiendo, te juro que lo entiendo. El mundo se desmorona un poquito y te sientes mal porque no sabes qué va a pasar, y la indefensión conlleva a que estés más nerviose, y eso te lleva a la ansiedad, y eso puede caer en un empeoramiento del ánimo… ¿Que dices que eso de mantener rutinas lo entiendes, que lo que no ves es lo de hacer más? Si te lo he explicado: es por tu bien. No queremos gente vaga aquí. Gente vaga aquí no, eh. Por favor, vamos a mantener un poquito las formas.

Fuente: Pixabay

Está bien, está bien. Te escucho a ti. De acuerdo, te escucho. Entiendo tu posición. Sí, si yo en el fondo veo bien que te levantes a una hora razonable, arregles tu casa lo mejor que sabes e intentes hacer la comida a tu ritmo, a tu hora de siempre. Desde luego que estoy de acuerdo en que pases un rato jugando con tu gato. A mí eso me suena mega bien, de verdad que sí. ¡Quién tuviera un gato! O un perro. O un canario, ya que estamos. Si hay que sacar al canario a pasear, pues se saca. Ningún problema. Si lo entiendo, me parece que vas bien. Y vale, guay que escribas un poquito si te sale, porque no quieres forzarte, porque ya bastante es que tengas que asumir todo lo que ocurre y no saber cuándo va a parar, y si hay segunda ola o tercera o el vecino de Harvard te dice que de aquí no salimos hasta el 2022. Me parece bien que lo intentes y que hagas lo que puedas al escribir, que no hace falta hacer más. ¿Pero leer? ¿Cómo no vas a leer? ¡Si es un pasatiempo! ¡Si tienes un montón de libros! Que no te apetece. Vale, está bien. Sí, sí, sí. Puede no apetecerte. Pero es que leer es algo de ocio, para echar la tarde, para entretenerte un poco, para desconectar, para ir a otros mundos. Si siempre te ha gustado, o te ha gustado a veces más y otras menos, y ahora mismo pues va yendo el asunto con la lectura. ¡Pero es para divertirse! Pero para divertirse rollo bien, eh, para llevar la cuenta y divertirse en condiciones. ¿Que sigues sin verlo y yo no te estoy entendiendo? Pero si lo tengo claro: todo eso que dices está bien. Lo de dormir por las noches entre siete y ocho horas me parece estupendo, ¡es lo que debería hacer todo el mundo! Dormir es la parte más importante, sobre todo dormir por las noches, intentar mantener cierta rutina para que la calidad del sueño no se resienta, que luego tenemos más follón aún. Y sí, claro… A ver, pero… Si no digo yo que…

Es que ya me siento un poco presionada. No quería llegar a este punto, porque de verdad que no lo veo. Pero es que me estás metiendo ya en un envolado que me parece un poco difícil, disculpa que te lo diga. Esto de reconocer que si no lees estos días pues no pasa nada, yo qué sé… ¡Pilla unos relatos cortos, colega! Mira Tiburtina (Editorial Cerbero) que hay un montón de autoras ahí, escribiendo sobre objetos raros y nadie sabe de qué va la movida, pero está chula. O tienes Por encima de mi cadáver, de Irene Morales, y te imaginas que estás en un huertito en Valencia, que tu mujer está muerta y ahí algo se mueve y hay deditos entre tus tomates.  ¿Códigos éticos y de heroínas, de Raquel Arbeteta? Anda, un poquito de ciencia ficción basada en la mitología clásica, no me digas que no, mira cómo te guiña el ojo la Hera de esa portada. Es evidente que lo quieres… Ya, sí. Sí…  Aunque está El hospital Clarence Halliday para juguetes enfermos, de Tamara Romero, y nadie le diría que no a ¡un relato sobre juguetes que de verdad se pueden poner enfermos! Es increíble esa idea. No me digas que…

Bueno, mira, yo lo he intentado. Tú me dices que no quieres, que no te apetece. ¿Y sabes qué? Que vale, que está bien. Está bien porque es verdad que no tienes que mantener una productividad como si esto fuera una maldita fábrica y cada página que lees contara para el plus de productividad al final de año. Y no, no tienes que llegar a los treinta habiendo leído todos esos libros porque si no a ver qué has hecho con tu vida, (ni tampoco a los noventa, vamos a ver). Y ahora mismo hay que cuidar a nuestros mayores, y si quieren un libro bien, y si quieren ver la televisión pues bien también. Igual que si tú quieres jugar con tu gato. Porque obligación, lo que se dice obligación, pues no viene habiendo. Y si es un placer, que lo sea de verdad. Ahora y después, a ver si se va pudiendo con esto. Que no lo sé, colega. Que no lo sé. Si yo lo decía porque parece que hay que mantener una marca. Y era por ti, ¿eh? Pero sí, esto no va así. No debería de ir así. ¿Qué quieres que te cuente? Habrá que sobrellevarlo como podamos, con las rutinas, y los horarios, y dormir, y hablar con los nuestros, y ver qué pasa. Y ya, si eso, lo de reducir la pila de libros pendientes pues lo vamos haciendo como podamos.

Sí, sí.

En serio. Cuídate, que es lo importante.

 Andrea Prieto
Andrea Prieto (Investigación/Opinión): ¿Matasanos que suele responder con otra pregunta? Sí, justo. Desde antes de eso, lectora de lo que aparezca y escritora de lo que se pueda (o de lo que quiera, según el cambio de la marea), con muchas palabras a la espalda.

Buy Me a Coffee at ko-fi.com

Si quieres estar al día de nuestras publicaciones, subscríbete a la newsletter de La Nave Invisible.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.