Hay ocasiones en que lo único que necesitas para interesarte por un libro es su portada, sin saber nada más. Esto es lo que me pasó con La Tierra Multicolor, el primer tomo de la saga de Exilio en el Plioceno, de Julian May, que La máquina que hace Ping! ha traído de vuelta a las librerías. No sólo hay una nueva portada, obra de Carolina Bensler, mucho más sugerente que la que trajo Ultramar en su momento, sino que cuenta con una nueva traducción de parte de Cristian Arenós Rebolledo.
La Tierra Multicolor fue publicada originalmente en 1981, ganó el Locus ese año, además de estar nominada a los premios Hugo (que ganó C. J. Cherryh con La estación Downbelow). La novela se ambienta en un futuro cercano, en el cual la humanidad forma parte del Medio Galáctico, junto con otras especies alienígenas. Dicha integración fue una salvación, ya que la Tierra se encontraba cerca del colapso ecológico y además de la supervivencia, trajo otras ventajas. Una de ellas fue el descubrimiento y entrenamiento de la gente con poderes psíquicos de varios tipos: telepatía, ilusionismo, lectura de mentes, telequinesis y manipulación mental, aunque en la novela algunos reciben otros nombres. También trajo una evolución tecnológica que facilitó el viaje intergaláctico, la colonización de planetas, la posibilidad de rejuvenecer, tanques de regeneración y un largo etcétera que, en general, aumentó la calidad de vida de la población. O al menos de casi toda ella pues un pequeño porcentaje de la humanidad no termina de encajar o de sentirse a gusto en este nuevo ambiente, que cuenta con ventajas, pero se muestra mucho más rígido en algunos aspectos. A estos personajes, sólo les queda una solución: el Exilio.

Portada de La Tierra Multicolor, por Carolina Bensler. Fuente.
Este Exilio, que da nombre a la saga, no es tanto a un dónde sino a un cuándo. En este futuro, un científico francés ha sido capaz de crear un portal que permite viajar atrás en el tiempo a hace seis millones de años, al Plioceno, en lo que en el futuro/presente será Europa. Este viaje tiene el problema de ser sólo de ida, pues aunque los objetos y seres vivos pueden volver, sufren el paso de los seis millones de años en su camino de vuelta. De forma casual este viaje acaba por volverse una solución para que gente que no tiene hueco en esta nueva realidad y pueda vivir en un lugar donde encaje mejor, o pueda ser ella misma. Aquí entran en juego los ocho protagonistas que, por diversos motivos, deciden dejar atrás este futuro tan prometedor y exiliarse.
Como se narra en la primera parte del libro, una cosa es ir al pasado y otra vivir en él. Para ello, con el paso de los años, el viaje al Exilio acaba por quedar regularizado en cierta forma y antes de que la gente se vaya, deben cumplir unos requisitos, aceptar unas condiciones para su viaje y pasar una evaluación. Se establecen grupos, y a cada persona del grupo se le entrega material según sus deseos y el oficio que quieran desarrollar en el Plioceno, además de instruirlos en aspectos básicos de la época y enseñarles técnicas de supervivencia. Todos los grupos cuentan con material moderno (con algunas restricciones), ya que se descarta rápidamente el tema de la paradoja temporal al no encontrar evidencias de presencias «anómalas» en el presente. Así, la gente puede ir atrás en el tiempo sin miedo a afectar la realidad presente.
La Tierra Multicolor se divide en tres partes, siendo la primera de ellas una presentación de los personajes, del mundo futuro y del Exilio. Resulta la más árida de leer ya que May no deja de dar información que, aunque integrada en la narración, acaba por agotar el tener que asimilar todo lo que cuenta. La segunda parte se centra en lo que sucede con nuestro grupo protagonista en el exilio y donde nos encontramos el primer giro, que se deja ver en el prólogo. Al llegar al Plioceno, descubren que hay gente con la que no contaban. Una raza alienígena exótica, los Tanu, que conviven en el Plioceno con la humanidad exiliada. Raza que guarda muchas semejanzas físicas y genéticas con nosotres. Se diferencian en ser más altos y con poderes psíquicos mucho mayores. Cuentan además con una tecnología que les permite amplificar los poderes psíquicos latentes, tanto en su especie, como en la humana. En esta segunda parte es cuando todo se pone interesante, donde tenemos más acción y se empieza a ver cómo está compuesta esta sociedad de los Tanu, y su lucha contra los Firvulag, una especie de raza gemela de los Tanu. Puede que estos nombres os resulten familiares, pues May usa los mitos celtas como base para crear estas especies. O puede que sucediera al revés, pues a medida que avanza la narración leeremos cosas que nos sonarán del folklore europeo, sobre todo si conocemos la tradición mítica de la isla de Irlanda. Muchos de los nombres que aparecen durante la narración guardan semejanzas con nombres populares de la mitología irlandesa, ya que May usó las notas de Lady Gregory para definir estas razas, como aparece en la nota al final del libro.
Siguiendo con las partes del libro, por desgracia, la parte de más acción y cuando más interesante se pone la cosa es en su final, justo cuando termina todo y te quedas con ganas de más. Y no es la única pega que le puedo poner al libro, ya que algunos personajes hacían comentarios relacionados con la violencia sexual a mujeres, que me resultaron fuera de lugar. Otra pega es la maquetación. Las cotas de diálogo aparecen y desaparecen en ocasiones, y cuando los personajes hablan a través de la mente se ponen como texto normal, sin cotas ni nada que permita diferenciar esto del resto. Lo que hace que en ocasiones sea muy confuso leer y entender si el personaje habla, piensa o narra. Porque al ser una novela coral, cada capítulo está narrado por un personaje y, aunque inicialmente los puntos de vista se equilibran a medida que avanza la historia, el peso recae en un grupo concreto de personajes y vamos conociendo más de este Plioceno.

Reconstrucción de un «chaliko», animal montura que aparece de forma recurrente en la novela. Reconstrucción por Dmitry Bogdanov.
Un Plioceno con su fauna, flora, clima y geografía más o menos correspondientes. Hay elementos que se han tenido en cuenta a la hora de crear un mundo que se antoja familiar y extraño al mismo tiempo. Los accidentes geográficos nos sonarán mucho al estar ambientada en Europa, cosa que da una sensación de familiaridad que se echa de menos al leer literatura de origen estadounidense. El Mediterráneo, los Alpes o la Selva Negra son lugares que podemos encontrar en el mapa que acompaña al libro, y algunos serán visitados durante la novela, aunque muy distintos a los actuales.
La Tierra Multicolor se hace difícil de leer de primeras, al ser el inicio de una tetralogía, la información que se da es abundante, sin contar que es una novela muy coral que salta de un personaje a otro. Con algunos tuve problemas durante todo el libro en ubicarlos correctamente, aunque se nos cuente y recuerde sus motivaciones, algunos tenían motivaciones parecidas y me despistaba. Pese a esto, en general es una obra que no ha envejecido mal y tiene una base muy buena. Lo único que lamento es no saber a ciencia cierta si se editarán el resto de volúmenes de la saga, cosa que espero, pues este tomo es sólo una introducción de un mundo del que estoy deseando leer más.

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