Uno de los artículos que más me gusta escribir para La Nave Invisible es el de las reseñas que se complementan con entrevistas a la autora sobre la obra. Me recuerda a cuando era más pequeña y lo que quería era preguntar a la persona que había escrito el libro que más me había gustado ese mes cómo se le había ocurrido. Y este formato permite hacer justo lo mismo: sentarse con una autora y hacer como que estamos tomando un café mientras charlamos de su obra. Así que después de leerme las dos novelas cortas de Lola Flawless, y que se quedaran resonando en mi cabeza, me apetecía disfrutar de este privilegio: café, charla, libros.

Foto de la autora.
Lola Flawless (1996, Córdoba) es una escritora que ha publicado relatos en la antología Fieles (autopublicada), Antología Wanderlust: Encuentros (autopublicada) y Maldita la gracia (Editorial Cerbero). Estudiante de Medicina, su género predilecto es la ciencia ficción, y las dos novelas sobre las que he charlado con ella son una prueba de ello.
Hijos del exilio (Literup) es una novela corta en la que dos personajes de pueblos diferentes son los únicos que permanecen despiertos durante la travesía de años de una nave de carga que pretende alejarse de un planeta en conflicto y llegar a otro en el que rehacer su vida. Su autora lo resume así:
«Passengers pero mucho menos rancia y más guay.
(Ni siquiera he visto esa película, pero me han hecho tantas veces la comparación que tengo que reapropiármela)».
La novela podría encuadrarse dentro de la ciencia ficción social. Los personajes principales son las dos caras de un conflicto que no parece tener fin y, desde luego, tampoco un vencedor. A través de la visión de ambos a lo largo de las páginas, nos vamos acercando a las pequeñas capas de ese conflicto y también a la diferencia de opinión que tienen uno y otro, sin marcar cuál de los dos podría tener la razón. Después de todo, lo que importa es que ambos han sido dañados por una guerra que no iniciaron.
«Mi principal inspiración para escribir Hijos del exilio fue el conflicto de Siria, que es una guerra con muchas capas, de la que se ha desinformado en los medios y en la que ha habido intereses de países extranjeros que han acabado perjudicando a la población civil. Eso es lo que yo necesitaba trasladar: las guerras no las sufren quienes las hacen. Y es muy duro, porque hay una generación entera de gente de mi edad o más jóvenes que ha tenido que hacer las maletas y jugársela a una carta, porque era o una barcaza o la muerte entre los escombros. Y hay mil aristas en esto, muchas de ellas políticas, por lo que es un debate aún más complejo, porque entran en juego la ideología, quién tiene interés en esa zona, las estructuras de poder previas, el origen de los distintos grupos en conflicto…
El mundo no es un “buenos contra malos”, la mayoría de las veces».
Preeya y Jer son los dos personajes principales de la novela. Sus puntos de vista se van intercambiando a lo largo de la misma, y asistimos así a toda la construcción de su relación y la evolución que sufren los dos a lo largo de las páginas. Para mí, es el punto fuerte de la historia, porque se puede ver en un principio la soledad de ambos y cómo la gestionan de forma totalmente diferente, lo que de por sí es muy interesante, y también cómo se van abriendo, las capas que tiene ese inicio de relación.
La autora, además, mantiene esa construcción en capas a lo largo de todo el desarrollo de los personajes y la relación. A medida que avanza la historia y Jer y Preeya evolucionan, se puede ver el entramado que se ha tejido entre los dos, las formas que adquiere y cómo va cambiando. Los dos personajes se acoplan bien a la relación, sin perder su esencia, pero cambiando, en un ejercicio muy interesante.

Cubierta de Hijos del exilio, realizada por Libertad Delgado.
«Al empezar Hijos del exilio, quería hablar de la soledad. Quería expresarla desde distintos ángulos y crear dos personajes que son, en un principio, tan distintos y que chocan con tanta facilidad, me pareció lo mejor. A la vez, quería jugar con los roles de género: vemos pocas mujeres duras y muchos menos hombres dulces y cariñosos. Tanto Preeya como Jer son una nota discordante en lo que consideramos el género femenino y masculino, ya no solo por ser trans, sino por su manera de ser y de afrontar las cosas. Hasta sus profesiones. ¿Cuántas ingenieras mecánicas hay en ficción?
Y, aunque proceden del mismo lugar, tienen una historia distinta a sus espaldas, experiencias y opiniones distantes de un conflicto común. Eso también me ayudaba a enriquecerlos a ellos como personajes y al relato de la soledad. No dejan de ser los opuestos que se atraen, que es algo que me fascina, pues son dos personas diferentes que se apoyan, al principio por egoísmo (es difícil sobrevivir solo) y, al final, por voluntad propia, porque superan lo que les separa, tienden puentes. Porque sus diferencias son menores que lo que les une, y encajan como piezas de un puzle. A veces, te topas con alguien que es diferente a ti, pero conectáis, por lo que sea, y lo que comparte te enriquece y te hace crecer en otros aspectos, al igual que la otra persona abraza lo que os diferencia.
Me gustó mucho tejer esa relación, que se viese el apoyo en los momentos bajos, porque las relaciones no son solo felicidad y amor y arco iris, ni empiezan todas igual. Y, en la corrección, diferenciar bien sus voces (que creo que es uno de los puntos fuertes de la historia) para mostrar esa dinámica de madurez común. Como se acaban convirtiendo en la cura para su soledad».
Porque Flawless no solo habla de conflicto a lo largo de la novela, de las pérdidas que genera o del dolor que puede haber detrás, de todo lo que pierden algunas personas que están metidas en uno, si no que utiliza a los dos protagonistas para tocar muchos otros aspectos. Parece que en una novela corta es difícil abordar más de un tema, debido a la extensión, pero la autora consigue hacerlo de forma orgánica.
Principalmente, destaco todo ese proceso de duelo que muestra al principio, la soledad que hay detrás de ese dolor tan concreto y cómo puede afrontarse. Creo que es una muy buena forma de dar a conocer a los dos personajes, pero sobre todo porque muestra caras diferentes. Del mismo modo, también Preeya y Jer son los dos ejes principales de otro de mis temas favoritos en la ficción: la creación de una relación de confianza entre dos personajes que apenas se conocen, pero acaban haciéndolo, y todos los lazos que se crean, el modo en que se evoluciona y cómo todo eso puede derivar en la formación de una familia (de cualquier tipo).
«Siempre acabo hablando de la familia en las cosas que escribo. Es un tema que me encanta, sobre todo la ruptura con la definición de familia burguesa clásica. Hay amigos que llegan a ser más cercanos que gente que tiene lazos de sangre contigo. Porque una familia no es solo un puñado de genes y un apellido, para mí trasciende mucho más y explorar esa idea me apasiona y es algo que no dejo de hacer. El resto de temas, sobre todo los conflictos interpersonales y la diversidad LGBT, nutren mucho casi todo lo que escribo. Me interesan las personas, cómo se comportan, por qué hacen determinadas cosas en determinadas situaciones y por qué responden de forma distinta a lo mismo. Y, bueno, la representación LGBT o que haya mujeres protagonistas creo que está claro, pues no dejan de ser partes importantes de quién soy y eso traspasa a las historias que creo».
Si bien, al tratar todos estos temas y utilizar a dos personajes de arma principal para la narración, Hijos del exilio estaría dentro de la ciencia ficción social, tiene toques de space opera: el viaje en una nave, el descubrir nuevos planetas y toda esa conjunción que acaba derivando en la idea de que el universo que ha creado la autora es muy grande y se podría conocer más. Es algo que me gusta en las historias que leo, porque no es necesario detallar cada elemento de la ambientación para que el lector sepa que hay más detrás, y es realmente divertido encontrarse con esas historias, la inmersión que permiten hacer.
Lola Flawless dice que en el caso de Hijos del exilio no habrá, por el momento, otras obras que aborden todo el posible universo que hay detrás:
«En principio, no. El escenario tenía que crearlo, pero no hay dentro de él nada que me llame, o no tanto como con otros proyectos. En el futuro, quién sabe…».
Sin embargo, sí que da esperanzas para esa posibilidad en la otra novela corta de la que hemos hablado con ella. En El incidente también destaca la creación de todo un universo que sirve de base para la historia. Hay una riqueza en la presentación de culturas y de estructuras alienígenas que resulta muy interesante desde el primer momento:
«Hijos del exilio sí llevó una labor de documentación más sencilla. Cultura árabe y mediterránea y unas pinceladas de Sureste Asiático. Tenía las referencias claras y no me costó crearlo. El incidente fue casi un juego: sabía qué habilidades tenían les jilteen (la especie alienígena que más aparece), pero tenía que darles sentido. ¿Por qué tienen telempatía y pueden cambiar de aspecto? Porque les hace falta comprenderse unes a otres para sobrevivir. ¿Por qué? Porque su planeta es inhóspito. ¿Cómo repercute eso en su cultura? ¿Cómo es una sociedad sin género ni guerras? Y así.
No me vino de la noche a la mañana, fue gradual. También leí obras que tenían premisas similares y teoría sobre estos temas. Y observaba, buscaba respuestas a cómo afecta el clima o la situación geográfica a la cultura de un lugar o cómo se adapta una especie a un determinado ambiente, por ejemplo.
Las otras dos especies alienígenas tenían que ser contrapuntos a les jilteen. ¿Cómo sería una especie que tiene castas biológicas? ¿Qué respetarían por encima de todo? ¿Y una asentada en el poder económico? ¿Cómo sería y qué haría ante situaciones que no les favorecen? Incluso aunque no estén tan profundizadas en la historia, la creación y el desarrollo fueron muy similares. Hay mucho que contar aún de este universo».

Cubierta de El incidente (y todo lo que pasó antes).
El incidente (y todo lo que pasó antes) es una novela que se encuentra autopublicada (está disponible en la plataforma Lektu) y es de corte juvenil. Asistimos a la vida de Marty, la hija de un humano con un ser alienígena, que en medio de sus problemas de adolescente (suspensos, relaciones que terminan, unos amigos con mucha energía) tiene que hacer frente a la desaparición de su madre. No solo porque tendrá que contarles a sus amigos toda la verdad sobre su origen, sino porque puede ser que su madre no se haya ido sin más y puede estar en peligro.
La trama se despliega con relativa rapidez después de las primeras páginas. Hechas las presentaciones oportunas, es sencillo subirse a la historia y al viaje. En especial porque, además de un mundo terriblemente rico, aunque solo veamos algunas pinceladas, lo más importante de esta historia son los personajes y, más que estos incluso, las dinámicas que hay entre ellos.
Personalmente me gusta muchísimo leer sobre grupos de amigos. Es un tema que me encanta, ya sea por ver las partes que conforman un todo interaccionar entre sí o por la evolución que suele haber en esa clase de estructuras: me gustan los grupos de amigos y en El incidente este grupo es uno de los motores de la historia.
Creo que ese conjunto es más importante que las partes en sí mismas, o me ha convencido más, aunque cada una de ellas tiene la caracterización suficiente como para destacar por encima de las otras. Es un equilibrio bien construido y que, además, va evolucionando. De nuevo, a pesar de las pocas páginas que utiliza, Flawless es capaz de seguir tejiendo en esas relaciones y darles más profundidad en comparación con el inicio. Marty, Lina y Tony no pierden su esencia a la vez que su relación se va viendo ampliada a medida que transcurre la novela.
«Una de las que más es la de Tony con Marty y Lina. Es un personaje increíble y me lo pasé genial creándolo, escribiendo sus escenas y las que comparte con Marty. Tengo muchos amigos que son así de divertidos y reinas del drama pero que me han apoyado en momentos difíciles y que son un hombro sobre el que llorar. Él es un reflejo de eso, de partirte la cara por tus amigas de la manera que mejor sabes (en su caso, actuar y escribir guiones, forma bastante chula de hacerlo). También es un poco lo que llamamos en internet la «mlm/wlw solidarity», la solidaridad entre hombres que quieren a hombres y mujeres que quieren a mujeres, el apoyo dentro del colectivo LGBT por las experiencias comunes que se comparten. Está bien tener en ficción a hombres con pluma que no sean un chiste, que apoyan a sus amigas y que van con ellas al fin del mundo. Nos hacen falta figuras masculinas mucho más modernas que se salgan del típico héroe bidimensional».
Desde luego, El incidente es una historia ligera, fácil de seguir y muy entretenida. Peca en determinados momentos de hacer esa la baza principal de la historia, con un humor en algunos puntos que a mí no me convence por lo simple (pero el humor es un tema muy personal) y ligereza de más. Sobre todo, porque se ve un trasfondo inmenso del que se podría haber tirado más, o quizá escenas que habrían merecido otra profundidad, una capa más para terminar de encajar.
Sin embargo, al terminar El incidente quedé satisfecha con lo que había encontrado entre las páginas y el modo de llegar hasta el final. Con la conclusión de Hijos del exilio la sensación fue más agridulce, tras toda la historia con la que había disfrutado muchísimo. Porque al final estas dos novelas son muy diferentes: beben de la premisa de la ciencia ficción, nuevos mundos y universos, entramado de relaciones y la construcción de personajes, pero pretenden tocar fibras diferentes en el lector. No se trata de que una sea más profunda que la otra, ya que las dos tienen virtudes en ese sentido, si no que el enfoque cambia.
Hijos del exilio es una crítica dura y certera a los conflictos, con un abordaje más que interesante a la soledad y el duelo, la creación de una familia, mientras que en El incidente (y todo lo que pasó antes) nos encontramos una historia más juvenil, con un fin de entretener más claro, y un espectáculo de nuevas razas y las dinámicas en un grupo de amigos. Lola Flawless ha construido dos novelas cortas diferentes, incluso en todo lo que puedan tener en común, y muy disfrutables.
«Siendo historias tan distintas, tratan temas comunes que no creo que me interesen a mí sola, como la familia, los conflictos con otras personas, el amor o nuestros ideales, así como toneladas de representación LGBT y racializada. Creo que a quien le guste la ciencia ficción de corte más clásico y muy centrada en los personajes va a disfrutarlos. Hijos del exilio es la bofetada de realidad que a veces nos hace falta y El incidente es una historia juvenil y ligera, pero con su buena dosis de quiénes somos y qué cosas conforman nuestra identidad».

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