Reseña: Aracnefobia

El mundo se derrumbó. Por un instante fue caos. Adrien sintió que se desmanejaba de nuevo, que su cuerpo caía también en trozos a la par que la mansión. No notó el golpe. Llegó de improvisto tras una caída que parecía interminable. La oscuridad lo engulló.

Aracne y Adrien se odian, se detestan y han decidido que van a matarse el uno al otro. Aracnefobia es la historia de cómo este odio culmina en un final que el propio lector tiene que reconstruir a través de capítulos cortos y llenos de adrenalina. Además, entre las idas y venidas de los dos protagonistas, nos encontramos con el misterio que se esconde tras la Viuda de Armeló, madre de Aracne, dueña de la mansión y protectora del pueblo a la que todos adoran y piden favores.

Celia Añó, autora de la novela corta

En este contexto, se enmarca Aracnefobia de Celia Añó, novela corta que entremezcla el terror y la fantasía formando una perfecta telaraña. Aracnefobia fue publicada por LiterUp en el año 2018 y pertenece al Proyecto Válidas, convocatoria en la que los protagonistas deben tener una enfermedad incapacitante, junto con Legado de plumas de Marina Tena, entre otras obras.

Celia Añó ha publicado decenas de relatos de fantasía, terror y ciencia ficción en numerosas antologías. Además, es autora de Los muertos te están buscando (Insomnia Ediciones, 2019), Corre, Renina, corre (Ediciones Dorna, 2019) y Mágica Pirimpella (Editorial Cerbero, 2019). Compagina la escritura con la ilustración, realizando artículos como los que podréis ver en este mismo artículo, y con la edición, gracias a la cual ha autopublicado obras como Donde sueñan las libélulas (autopublicado, 2017) y Héroe y demonio (autopublicado, 2018), ambas disponibles en pago social en Lektu.

Aracnefobia es la primera novela publicada de la autora, pero, aun así, es una de sus mejores obras y, por eso, se alzó como ganadora en los Premios Guillermo de Baskerville 2019 en la categoría de novela corta.

La historia nos sitúa en la enorme mansión de la viuda de Armeló, donde, a pesar de las muchas habitaciones, las personas que viven en ella son escasas. La viuda, cuya figura es un misterio a lo largo de casi

Portada de Aracnefobia, por Libertad Delgado. Fuente: Literup.

toda la novela, convive con un puñado de empleados y con su hija Aracne. Aracne es una joven ciega y refinada con un agrio carácter y pocas ganas de socializar. Con el fin de evitar que la muchacha se haga daño, su madre le proporciona una mano derecha en la que confiar, Adrien, que se encarga de cuidarla y velar por su salud. Pero la relación que se genera entre ellos no resulta ser de amistad y confianza, ya que ambos se detestan.

La relación de los dos protagonistas es muy atípica. No es demasiado habitual encontrarse con dos protagonistas que se odian a muerte. Este sentimiento es el hilo conductor de la trama y la razón de los acontecimientos que se narran en la novela, donde el amor es un elemento poco presente.

Aracne es ciega y, aunque a lo largo de toda la novelette se demuestra que puede valerse por sí misma, Adrien ha sido contratado para cuidarla y para ayudarla a hacer su vida un poco más fácil. Con una base así, lo normal sería esperar que se desarrollara una relación de amistad entre ellos. Pero no es así: Aracne es una niña caprichosa a los ojos del muchacho, y Adrien es un incordio más en la vida de la joven.

Esta relación tan peculiar se nos transmite a los lectores a través de los cambios en los puntos de vista de los capítulos: los ocho primeros están narrados por Aracne y los ocho últimos por Adrien. De manera que, cuando leemos a la señorita de Armeló, el villano del relato es Adrien y, cuando leemos al joven, la villana de la historia es Aracne.

Compartían la misma intención: matarse.

Pero estos cambios de puntos de vista no afectan al lector, sino que enriquecen la historia y nos introducen en un ejercicio de doble empatía al tratar de comprender los sentimientos y los continuos gruñidos de Aracne y el enfado y la frustración de Adrien. Aunque es más fácil decantarse por este segundo personaje, Aracne también se gana un hueco en el corazón del lector con sus sonrisas llenas de malicia.

Aracne y Adrien, protagonistas de la novela, dibujados por Celia Añó. Fuente.

Los continuos vaivenes de los personajes nos enredan en una telaraña de tensión que nos empuja a través de capítulos rápidos y cortos, haciendo imposible soltar el libro hasta leerlo del tirón. Parte de la magia de la historia reside en que no sabes qué es lo que está pasando exactamente hasta que te das de bruces con todo.

Otro de los puntos destacables de la novela es la riqueza que aporta la ceguera de Aracne. Sus capítulos están llenos de descripciones que la protagonista absorbe a través del tacto, del oído y del olfato. Aunque la joven no tiene visión, los lectores podemos ver cómo es la mansión a través del detalle de sus indicaciones, gracias también a la pericia de la autora con las descripciones.

El despertar era frío y con aroma a madera húmeda; el desayuno olía a harina y la noche, a polvo. Los jardines eran una fragancia de mil flores mezcladas, diferente según la época del año, el salón apestaba a abandono y herrumbre, y la biblioteca siempre olía a papel.

Aunque, sin lugar a dudas, lo más curioso de Aracnefobia es su estructura. No es una narración lineal, sino que los capítulos están desordenados: tras el prólogo, nos encontramos con el capítulo uno, para luego saltar al dieciocho y, después, al dos.

Este aparente desorden, unido al cambio en los puntos de vista, es lo que crea la sutil telaraña que forma la novela. La propia autora explicó hace poco en su blog la forma en la que había escrito esta peculiar historia. Celia Añó planteó la estructura como cuentos independientes que, poco a poco, fueron encontrando un punto en común. También nos habla de la corrección, la cual primero realizó, junto con la editorial, en orden cronológico y, luego, en el orden estructural de la novela para comprobar que todo estuviera bien atado.

Y es que, en Aracnofobia, todos los detalles están unidos con un hilo que no podemos ver hasta que el final se desvela y nos sorprende. La autora va dejando continuas pistas y pequeñas referencias a lo largo de los episodios para que tratemos de descubrir qué es lo que ha pasado en la mansión de Armeló, pero juega con la ceguera de la protagonista para que nuestros datos nunca sean suficientes.

Aracne, protagonista de la novela, dibujada por Celia Añó. Fuente.

La novela está montada como un puzzle en el que el lector tiene que esforzarse por unir, poco a poco, las piezas para poder ver la imagen completa y descubrir la sorpresa final.

Gracias a esto, Aracnefobia es una historia que conquista en una primera lectura y gana todavía más valor en la segunda. Te deja con ganas de leer la obra de nuevo en su versión desordenada para buscar más pistas y en su versión cronológica para poder descubrir nuevos detalles.

Raquel Aysa Martínez
Raquel Aysa Martínez (Fichas de autoras/Artículos/Reseñas): Feminista, historiadora, lectora y escritora con varios relatos publicados (y otros tantos en el cajón). Adicta a la fantasía, a la ciencia ficción, al arte y a Twitter.

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