Entrevista a Eva G. Guerrero

Infografía del planeta Sargazia y sus lunas

Imagina un mundo cubierto de agua sobre el que orbitan doce lunas de lo más dispares. Así es el planeta Sargazia, el lugar donde se ubica la novela de Eva G. Guerrero Huella 12, publicada por Apache Libros. El equipo de Luna Bárladay se encarga de investigar diversos casos en los que deben utilizar el velo, una tecnología con la que pueden sentir las emociones de los sospechosos y recrear las escenas de diversos crímenes para averiguar qué ocurrió realmente.

Sin embargo, la novela va mucho más allá que estas investigaciones. Cada relato narra una aventura y se adentra en la psique de uno de los personajes, yendo hacia atrás y hacia delante en la línea temporal y destapando una trama de política y venganza que extiende sus raíces hasta lugares insospechados y que unifica todas las historias.

En Huella 12 hay mucho más de lo que parece a simple vista, y hemos querido hablar con su autora para desentrañar unos cuantos secretos de su primera novela.

Hola, Eva. ¡Bienvenida a bordo!

Huella 12 está configurada como un fixup de investigaciones independientes unidas por un hilo común. ¿Qué fue antes, los relatos o la novela?

Los relatos, al menos tres de ellos. Los dos primeros los escribí para la antología Antes de Akasa Puspa coordinada por Juan Miguel Aguilera. Relatos que más tarde corregí y amoldé a la arquitectura que iría formando el fix up y que se añadirían a este con los títulos de «Luna 12» y «Delambur». El siguiente que escribí fue «Grisja», que resultó finalista en la convocatoria de Cápside Cificom y se publicó como «La luna solo existe cuando la miramos». Para entonces había comenzado a redactar «Amarda». En mi mente ya se configuraba el universo de Huella 12 con las posibilidades que me ofrecía el escenario del planeta Sargazia y sus doce lunas orbitales.

Los miembros del peculiar equipo de la División de Inteligencia islatí, que trabajan con las huellas de temperamento de sospechosos o víctimas de los casos insertas en el tálamo cerebral, viajan por este variado sistema embarcados en diversas investigaciones a lo largo de sucesivos episodios a modo de serie procedimental de la televisión. Estos cinco personajes, protagonistas en conjunto o por separado de cada entrega, evolucionan a lo largo de los capítulos independientes dotando a las historias de continuidad. Todo ello configurando un conjunto que sería una hibridación de distintos referentes, múltiples estilos y variados subgéneros (desde el ciberpunk, steampunk, biopunk, espada y brujería en contexto tecnológico, etc.…). Una space opera policial, pero enfocada desde el punto de vista de las emociones y la identidad, sello que la diferenciaría de otras historias policiales de la ciencia ficción.

Lo que ensambla esta novela aparte de constituirse por casos de carácter policial es la suprahistoria que hilvana el tema central por debajo de todas las subhistorias o relatos de temas diversos: el uso abusivo del poder, que se ve reforzado por los inter-capítulos entre relatos que actúan de pegamento y referente temporal para el lector en un puzle de episodios- misiones desordenados cronológicamente y que el lector deberá ir organizando en su cabeza.

La acción se sitúa en el planeta Sargazia, un mundo oceánico que aparece en el universo de Akasa-Puspa de Aguilera y Redal. ¿Cómo llegaste a este universo y qué te atrajo de él?

Hay historias que surgen de ti como una chispa y las maduras por un tiempo breve o dilatado entre pensamientos, y otras que se te imponen desde el exterior. Es lo que ocurrió al inscribirme al Taller de Fantasía y Ciencia ficción que impartiría Juan Miguel Aguilera en Bibliocafé, aquí en Valencia hace unos cuantos años: el escritor de la mítica saga de Akasa Puspa (junto a Javier Redal, ya fallecido) se entusiasmó con el grupo de escritoras de ciencia ficción en ciernes que componíamos el aula y terminó por alistarnos en su nave de fusión. Percibió talento y sobre todo una sinergia muy especial entre nosotras que condujo a una gran interacción de ideas y de proyectos, tanto es así que de aquella amistad entre mujeres con una pasión común germinó Proyecto Artemisa, el grupo de escritoras de lo extraordinario con las que he compartido muchas vivencias literarias. Pero, sobre todo, surgió la propuesta de Juan Miguel de abrir el universo de Mundos en el abismo y las novelas que le siguieron a sus alumnas para una segunda antología (tras la primera, Akasa-Puspa) que ya tenía en mente y a la que había convocado en primer término a escritores profesionales, antología que terminaría titulándose Antes de Akasa-Puspa. Por tanto, en aquel taller se habló muchísimo del cúmulo globular «flor en el cielo» y de todos los aspectos relacionados con él que nos sirviesen para crear nuestros propios relatos en su contexto.

Imposible no enamorarse de aquellos mundos lejanos sacudidos por complicadas tramas políticas y religiosas, imposible no admirar la pasión de nuestro maestro por el espacio y las grandes preguntas especulativas tanto en lo referente a la tecnología como a cualquier campo de lo social. Allí escribí los dos primeros relatos ubicados en una esquina del Límite del cúmulo que me apropié para mí sola, donde pendía del cosmos un gigantesco planeta-océano llamado Sargazia que apenas se nombraba y del que poco o nada se sabía, al que rodeé de doce lunas donde contener las tramas que ya comenzaban a hervir en mi cabeza. Dos relatos que al cabo de un año decidí corregir para amoldarlos e integrarlos en un proyecto de escritura más global, con aspiración de novela, porque las nuevas aventuras del equipo de Huella debían continuar.

Fotografía de Eva G. Guerrero

¿Cómo se afronta un reto así, hacer crecer y hacer tuya una semilla que han dejado otros?

Al principio es extraño porque has de adaptar tu imaginación, tus intereses y perspectivas a un universo creado por otros. Pero tuve claro que quería crear algo muy propio. Akasa Puspa es irrepetible, uno de los escenarios espaciales más conocidos de la ciencia ficción española que no necesita de otros escritores que lo repliquen sino que lo amplíen, y esa fue siempre la intención de Juan Miguel al abrir su universo y así me lo hizo saber. El reto de un escritor es hacer suyo cualquier tema, escenario, historia, aunque esta haya sido contada mil veces o cien mil.

Quizá,  motu proprio, jamás hubiese escrito un fix up tan peculiar, un híbrido entre la ciencia ficción en parte de su espectro, desde el hard a la space opera, con toques de techno thriller. Es cierto que me vinieron impuestos algunos corsés en la configuración de mi sistema dentro de Akasa, pero también lo es que me ofreció la maravillosa oportunidad de construir no uno sino variedad de mundos, uno por cada luna más el planeta-océano, con multitud de facetas temáticas, sociales, físicas, de trama y estilísticas que me permitieron experimentar y abordar los temas verdaderamente importantes para mí. En ese sentido el velo y la huella, la actividad a la que se dedica el cuerpo policial de Temperamento, me brindaba la oportunidad de barnizar historias de ciencia ficción donde los sentimientos constituyesen el núcleo central, algo que echaba a faltar en el género.

En la novela aparecen personajes muy diversos e interesantes. La doctora Bárladay, el cirujano Cha-Mert, Sólomon y sus múltiples voces, Logario y Virda, la trepanada. ¿A qué le prestas más atención a la hora de escribir? ¿Al mundo y la trama o a los personajes?

Intento un equilibrio entre esos tres elementos porque los tres revisten una importancia sustancial tanto en ciencia ficción como en fantasía. Me considero una lectora emocional respecto a la evocación de los paisajes, la prosa y la construcción de los personajes. De la ciencia ficción, aparte de la especulación, me interesa el sentido de la maravilla, por tanto a la hora de escribir procuro añadir todo aquello que busco cuando leo género. Los personajes dan vida, son la parte emotiva, de identificación y lo que genera empatía en el lector. El worldbuilding es la parte que logra sumergirle en lo maravilloso y en cuanto a Huella 12 es la propia arquitectura de los escenarios la que determina en parte la trama, es decir, cada luna se viste de aquello que quiere contar: un poco lo de que el medio determina la historia. En mi caso, la trama de cada misión, de cada relato, constituye la primera decisión a tomar. ¿De qué quiero hablar? El tema es la semilla: el desarraigo, la emigración, la manipulación religiosa, la corrupción del poder, los límites de la ciencia… A partir de ella ideo la trama y ello me conduce al aspecto y resortes políticos y sociales del mundo donde va a desarrollarse.

¿Qué van a encontrar los lectores en Huella 12?

Van a encontrar una colección de aventuras en mundos remotos de la mano de cinco protagonistas diversos, heridos, que nos muestran sus pasados, personajes con los que recompondrán el puzle temporal que los ha llevado a clamar justicia en un sistema donde el poder ha degradado este término. Una hibridación de diferentes subgéneros, homenajes y referentes y múltiples estilos. Encontrarán variedad, desde lo policiaco, steampunk, terror, denuncia social… Y con un estilo evocador, descriptivo, pero que no desfallece en las escenas de acción.

Cubierta de Huella 12

¿Qué te ha aportado la Arqueología a la hora de escribir género fantástico?

Cualquiera que se dedique a volcar historias en el papel imprime en ellas parte de su patrimonio intelectual: educación, tradiciones, estudios… En mi caso me resulta útil aprovechar mi formación arqueológica para potenciar varios aspectos importantes en la literatura de género. El primero sería la aportación de estos conocimientos al worldbuilding o construcción de mundos. Muchos escritores se han basado en civilizaciones humanas pasadas para crear sus sociedades de ficción, caso de obras como El señor de los Anillos, Canción de Hielo y Fuego o Star Trek. Tomar como referencia sociedades antiguas permite extrapolar temas universales desde lo real a lo fantástico con la garantía de jugar con lo ya acontecido, con lo aprendido de ello, junto con la oportunidad de potenciarlo o deformarlo a placer. En Huella 12 son visibles las huellas arqueológicas que me han servido para conformar escenarios: en el capítulo de Halledos me he basado claramente en los espartanos y los ilotas, en Tánatos hay trazos de mitología griega y de rituales de la antigüedad, en Delambur el hinduismo y el sanscrito están presentes, en Caligna la sociedad incandescente de la primera industrialización…etc. También la modelación de los personajes bebe de estas fuentes: Cha-Mert, uno de los miembros del equipo protagonista, fue un guerrero tribal, los shaktistas y sus orígenes hindús ya venían diseñados por Juanmi y Javier Redal, el personaje del agente Lurin es un reflejo del Arsenio Lupín de la época de Leblanc. Incluso algunas de las tramas también se perfilan con la base de estas historias pasadas.

Has publicado bastantes cuentos y Huella 12 se divide en pequeñas historias. ¿Qué planteamiento es necesario para escribir un buen relato?

Si te soy sincera cuando me lancé a escribir, hace una década, decidí escribir una novela. Es lo que leía, novelas, apenas había caído en mis manos nada corto. Desdeñaba lo que no conocía. No sé si fui valiente o una insensata, pero conseguí terminar una novela bastante larga sin haber escrito un solo relato. Mi enamoramiento por este formato literario llegó a raíz de los talleres de escritura creativa. Ahí me di cuenta de su valor, de que eran pequeñas gemas que necesitaban de precisión y habilidad de orfebre. Desde entonces he procurado aprender y creo que nunca dejaré de hacerlo. Tampoco soy de seguir las 10 claves para escribir un buen relato ni todas esas lecciones que circulan por las redes. Mi planteamiento es simple: condensar aquello que quieres contar al formato corto, una visión concisa sobre un tema con su conflicto y la evolución de personajes. Como en todo, se aprende leyendo y experimentando. Copiando a los maestros, intentando ensayar técnicas que otros usaron primero. Y respecto a los cuentos fantásticos procuro seguir varios pasos: Ir creando una expectativa que no defraude, ambiente, tensión, sorpresa y pensar primero el final.

Integrantes de Proyecto Artemisa: Ana Lozano, Cruz Gabaldón, Elena Denia, Eva G. Guerrero, María Tordera, Marisa Alemany y Miriam Jiménez Iriarte.

Hace unos años fundaste junto a otras escritoras Proyecto Artemisa. ¿Cómo surgió este proyecto? ¿Qué objetivos perseguís y qué os ha aportado trabajar en equipo?

He respondido a esto en la segunda pregunta porque la génesis de Proyecto Artemisa estuvo ligada al germen de Huella 12 con el nexo común del Taller de ciencia ficción de Aguilera. Asistimos al taller seis de nosotras: Cruz Gabaldón (con la que también formé Artemusas 20.20, podcast y video YouTube de cine y literatura de género), Marisa Alemany, Elena Denia, Ana Lozano, María Tordera (jefa del nuestro Club de lectura de lo Extraordinario). Después se añadió Miriam J. Iriarte, compañera en la antología Antes de Akasa Puspa. Todas profesionales de distintas ramas, escritoras y creativas.

Los objetivos son visibilizar la ciencia ficción, fantasía y terror desde nuestro enfoque femenino y cooperar entre nosotras: correcciones, promoción, aportar al grupo aquello de la especialidad de cada una teniendo en cuenta lo diverso de nuestras formaciones: ingeniera, farmacéutica, informática, arqueóloga, maestra, astrofísica, bióloga. Y sobre todo, apoyo sentimental y psicológico, que ya sabemos que este mundo de la escritura no siempre es un camino sencillo.

Para acabar, ¿qué obras de otras autoras recomendarías a tus lectores? Si nos ha gustado Huella 12, ¿por dónde seguimos?

Las escritoras de género en lengua inglesa están disfrutando de mucho éxito: N.J Jemisin, Alix E. Harrow, Mary Robinette Kowal, Naomi Novik, Ann Leckie… Úrsula K. Le Guin está ocupando el lugar que merece junto a otras escritoras clásicas como Octavia Butler, Joanna Russ… la lista sería muy extensa. Yo prefiero recomendar autoras en nuestra lengua, porque creo que desde el punto de vista de la promoción hacia los lectores seguimos en desventaja: Ana María Matute, Elia Barceló, Rosa Montero, Mariana Enríquez, Ana Llurba, María Zaragoza, Sofía Rhei, Lola Robles y podría continuar durante líneas y líneas. Pero también me parece necesario dar altavoz a las nuevas autoras emergentes, que hay muchas y de calidad, escritoras que publican en editoriales independientes y que se abren paso poco a poco en este difícil sector con muy pocos medios. Para ello, vosotras lleváis a cabo una labor excelente, por lo que recomendaría que entrasen en vuestra web, buscaran a estas autoras y leyesen reseñas.

Respecto a quienes les haya gustado «Huella 12» creo que disfrutarán con autoras como Becky Chambers, Cristina Jurado, María Zaragoza, Begoña Pérez Ruiz, Daína Chaviano, Felicidad Martínez… y me pones en un compromiso porque son muchas y fantásticas.

¡Gracias, Eva! Esperamos seguir leyéndote pronto.

 

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