Reseña: Trudi Canavan y la magia negra

Hace veinte años, veinte, que se publicó (en inglés) El gremio de los magos, el libro que da inicio a la trilogía Crónicas del mago negro de Trudi Canavan. Llegué tarde y empecé a leerla hace dos meses, con cierta incredulidad por lo bien que había envejecido y con mucho arrepentimiento por no haberla leído antes. Como el cuerpo me pedía más, seguí de manera natural con la trilogía que le da continuación: La espía traidora. Esto no es una reseña de un único libro, es una oda de amor a las trilogías que te curan el bloqueo lector.

Foto de la autora

Trudi Canavan es una autora australiana que compaginaba su trabajo freelance en diseño e ilustración con la escritura y consiguió en 1999 el premio Aurealis al mejor relato de fantasía, catapultando su carrera como escritora. Las Crónicas del mago negro, publicada originalmente en 2001 (en español en 2010 por DeBolsillo), supuso el éxito que le permitió poder dedicarse a tiempo completo a la escritura. Y como bien dice ella misma en su web, a las editoriales les gusta la fantasía de tres en tres. Así que en 2010 (2012 en castellano, en Plaza y Janés), publicó una segunda trilogía, La espía traidora, que sigue veinte años después a los personajes principales de la anterior trilogía e introduce personajes nuevos. También ha participado en diversas antologías (entre ellas una de Doctor Who: Time Trips con “Salt Of the Earth”), y ha publicado otras dos trilogías más (qué vicio tiene esta mujer, y qué bien se le da) independientes: La era de los cinco dioses y La ley del milenio.

La productividad de Trudi Canavan no tiene nada que envidiar a su talento (perdón, esto no es una reseña imparcial, creía que ya os habríais dado cuenta). Pero, ¿qué tienen de especial los libros ambientados en Imardin?

Aviso: a partir de aquí puede haber ligeros spoilers, pero me contendré todo lo que pueda.

La historia empieza en la ciudad de Imardin, donde cada año se celebra una Purga para expulsar a toda la gente de los bajos fondos que molesta a las clases altas. Los encargados de hacerlo son magos, todos ellos procedentes de casas nobles, que no ven demasiado problema en esta purga de vagos y maleantes. Sonea, nuestra protagonista, es una chica pobre que ve cómo su familia y amigos son expulsados y maltratados, y que hace lo que cualquier chica de bien: enfrentarse a las fuerzas opresoras. Pero hay un problema, y es que se le escapa la magia en el peor momento, y mientras tira piedras a unos magos acierta a uno de pleno. A partir de aquí, saltan las alarmas ante la revelación de una maga suelta, y Sonea se dedicará a escapar como puede del Gremio que tanto le disgusta.

Es indudable que uno de los principales atractivos de la historia es su protagonista, que resulta ser una maga más fuerte de lo que al Gremio le gustaría. ¿Es Sonea entonces una Mary Sue? Sonea no es perfecta, ni mucho menos. No nos gusta la perfección en esta casa y por eso se nos hace tan interesante, porque duda, falla y muchas veces toma decisiones inesperadas. Es ligeramente anodina y no tiene nada más destacable que su magia, pero su control sobre ella no es perfecto y nunca le proporcionará mejor consideración ante los demás. La opinión más bien negativa del Gremio, muy influenciada por la diferencia de clase, es una de las constantes de la trilogía, hasta el punto de que el arco central del segundo libro versa sobre el bullying que sufre. Cierto es que a veces peca un poco de ser personaje «pitufina» , pero Canavan debía ser consciente de esto, ya que en la trilogía de continuación, La espía traidora, los personajes femeninos incrementan considerablemente, por suerte.

La trama, sin embargo, no gira exclusivamente alrededor de Sonea y, aunque en un principio se centre en la gente que la rodea, poco a poco los personajes, desde los magos del Gremio a los ladrones de los bajos fondos, se ven implicados en algo mucho más complejo y peligroso. Rothen, el mago que desde el principio acoge a Sonea, es una figura paternal entrañable. Consciente de los fallos del Gremio y de la Purga, es la puerta de entrada de Sonea al Gremio y quien se acabará convirtiendo con el tiempo en su familia, y su mayor punto débil.

Luego tenemos a Cery, amigo de la infancia, que empieza siendo otro punto de apoyo fuerte de Sonea, para acabar teniendo su propia trama con los ladrones. Y, finalmente, está Dannyl, que para mi gusto es quizás el personaje que mejor evoluciona. Empieza siendo un simple acompañante de su amigo Rothen para luego, en el segundo libro, convertirse en embajador en Elyne y viajar por las Tierras Aliadas.

No todos los personajes son aliados, claro. Tenemos a Fergun, a Regin (cómo te odio, Regin), y a toda una serie de gente que se dedica a recordarle a Sonea que una chica de barrio no debería andar jugando con magia. Pero el toque oscuro (porque obvio que tiene que estar, que se llama Crónicas del mago negro, chiques) lo aporta Akkarin, el Gran Lord del Gremio y su mago más poderoso. Su personaje, rodeado de misterio de manera intencionada, no cobra fuerza hasta el tercer libro, pero sin duda vale la pena la espera. No voy a decir mucho más de él porque creo que es mejor llegar sin mucha información, os estoy haciendo un favor, de verdad.

Ilustración de la ciudad de Imardin hecha por la propia Trudi Canavan

Durante el primer libro se planta el germen de lo que sucederá más adelante, implicando a todos los personajes a gran escala. Todo está planeado al milímetro: no hay elemento de la trama que se desvele que no se haya dejado intuir antes a través de pequeños detalles. No solo en la primera trilogía, pues en La espía traidora acabamos conociendo mucho mejor la tierra de Sachaka y, de manera indirecta, lo que nos faltaba por ver de Akkarin.

Portada de la nueva edición en español de la trilogía de La espía traidora.

Como decía antes, el gran acierto de esta segunda trilogía, aparte de ver cómo en veinte años pueden cambiar las cosas (o no), es la introducción de nuevos personajes. Desde Lorkin, hijo de Sonea, a las Traidoras, una sociedad matriarcal secreta, y pasando por dos nuevas aprendices adolescentes siendo adolescentes. Como me falta por leer el último libro, La reina traidora, no quiero engañaros y deciros que todo tiene un cierre estupendo sin saber, pero si la trilogía anterior nos tiene que servir de guía, agárrense que vienen curvas.

Las bibliotecas y el ansia investigadora

La cabra tira al monte, y cualquier historia que tenga bibliotecas o archivos tiene un 100% de mi atención. Así que cuando Dannyl se convirtió en un historiador de la magia en el segundo libro, su trama pasó a ser automáticamente mi favorita. Canavan hace detalladas explicaciones sobre las bibliotecas que Dannyl visita y las fuentes que consulta, tanto en la primera como en la segunda trilogía, demostrando una vez más lo bien hilado que está un worldbuilding en el que el pasado es más importante de lo que parece a primera vista. La investigación de Dannyl empieza siendo personal y acaba convirtiéndose poco a poco en una cuestión política, donde la información que acaba recabando puede cambiar el rumbo de las Tierras Aliadas. Para que luego digáis que les historiadores somos aburrides.

La lucha de clases

Quizás uno de los motivos por el que el sistema de magia de Canavan se me hizo tan natural y realista es por lo profundamente clasista que resulta ser su sociedad. Cero dudas tengo de que los ricos conseguirían convertir en un privilegio la magia en caso de existir, impidiendo a las clases populares su acceso. Esta lucha de clases es una constante de las dos trilogías, aunque en la primera quien traga con las consecuencias todo el rato es Sonea. Su mera existencia, como maga de los bajos fondos, es problemática para aquellos que quieren mantener el status quo.

Veinte años después, las cosas han cambiado en ciertos aspectos, pero la división de clases no ha desaparecido y sigue siendo una fuente de conflictos. Además, entra un elemento más en juego que desestabiliza el precario equilibrio, sobre todo en las barriadas: el roet. Esta droga, que elimina cualquier preocupación, provoca luchas de poder entre los Ladrones mientras que las clases altas ocultan sus vicios debajo de la alfombra. Así que además de tener que preocuparse por la situación política del reino, de las luchas internas en el Gremio y de su trabajo, Sonea acaba como cualquier madre: sufriendo por las drogas.

El toque LGTBI+

Teniendo en cuenta que la primera trilogía tiene veinte años y que por aquel entonces la agenda queer no estaba tan desarrollada en la fantasía (es sarcástico, no me saquéis listas de libros queer que nos conocemos), me sorprendió gratamente encontrarme con un personaje abiertamente gay como Tayend. Las Tierras Aliadas de Canavan no son especialmente tolerantes en general (supongo que en pos de un realismo que haríamos bien en ir sacando de la literatura fantástica), aunque el reino de Elyne se nos describe como el más abierto en ese aspecto. Aun así, parte de la trama de Tayend está regida por su relación con otro personaje en el armario, aunque el enfoque no busca recrearse en lo mal que lo pasa, algo que es de agradecer.

La siguiente trilogía hace un salto cualitativo en este sentido, introduciendo a las novicias Lilia y Naki y su tumultuosa relación. Aunque personalmente me siento un poco decepcionada con que Canavan nos presente la sociedad matriarcal de las Traidoras, donde nos dice que las mujeres son mayoría, y no la llene de lesbianas. ¡Una oportunidad perdida, Trudi!

En definitiva, si una reseña tiene que servir para que futures lectores decidan si quieren leer algo, espero que os haya dado suficientes motivos para darle una oportunidad. Y si os habéis quedado con ganas de saber más, también podéis escuchar el capítulo 6 de nuestro podcast, porque otra cosa no, pero en La Nave un poco mente colmena a ratos sí somos.

Clara Jáuregui
Clara Jáuregui (Investigación/Otras Narrativas): Medievalista y destructora de tópicos a tiempo completo. Lectora, a ratos bloqueada. Me encanta la fantasía no medieval y adoro la ciencia ficción. No se me da nada bien hablar de mí misma, pero aun así tengo Twitter.

 

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