Reseña: Gótico

Perdida en el centro de la vastedad mexicana, como una joya oculta o una rareza exótica curiosamente situada en el Estado de Hidalgo, se encuentra Real del Monte, una pequeña ciudad de tejados rojos, jardines frondosos perfectamente cuidados, restaurantes que sirven pastel de carne y un cementerio inglés que se ajusta perfectamente a las expectativas del imaginario colectivo: salvajemente antiguo, solitario y verde.

Sobre un fondo de flores verde que parece papel pintado se situa el torso de una mujer, cuyo rostro solo vemos hasta la nariz. Tiene la piel muy morena y lleva un llamativo vestido rojo de estilo antiguo. Sostiene un ramo de flores amarillas en la mano.
La portada española de Gótico.

Esta pequeña y discordante campiña inglesa tiene su origen en la llegada de varias oleadas de mineros provenientes de Cornualles a principios del siglo XIX. Grandes expertos en la extracción de estaño, con una maquinaria avanzadísima que México aún no conocía, llegaron a Hidalgo para extraer la plata de las minas y se quedaron durante generaciones, mezclando las costumbres locales con su toquecito janeausteniano. Aunque, pensándolo bien, esta historia tiene mucho más de Cumbres borrascosas que de Orgullo y prejuicio.

Fue visitando el cementerio inglés de Real del Monte cuando a Silvia Moreno-Garcia, una escritora mexicana radicada en Vancouver, aclamada dentro del género por sus novelas de ficción especulativa y editora de antologías como Cthulhu´s Daughters, se le encendió la chispa de su última novela. Mexican gothic, traducida al castellano como simplemente Gótico (Minotauro, 2021), ha alcanzado ese difícil equilibrio de aprecio y reconocimiento por parte tanto de los lectores amantes del terror y el thriller como de la crítica especializada. Se alzó con el Goodreads Choice Award en la categoría de terror, con el Pacific Northwest Booksellers Association Award, con el Aurora Award y estuvo nominada al Nebula en la categoría Mejor Novela de 2020, además de encaramarse durante semanas seguidas a la lista de los más vendidos de The New York Times.

A simple vista, el libro de Moreno-Garcia parece una novela gótica de lo más tradicional, directa heredera de El castillo de Otranto, de Horace Walpole, pero, sobre todo, de las grandes damas de la literatura gótica de finales del siglo XVIII y principios del XIX: Ann Radcliffe, Mary Wollstonecraft Shelley, Elizabeth Gaskell, Amelia Edwards, Vernon Lee, Charlotte Riddell, Willa Cather, Mary Anne Radcliffe e incluso nuestra Emilia Pardo Bazán. Esta larga estirpe de autoras de historias sobrenaturales indudablemente abonó el terreno en el que floreció Gótico: entre sus páginas encontramos páramos inhóspitos, antiguas mansiones de aspecto decrépito, secretos familiares, extraños ruidos a medianoche, unos caballeros de etiqueta y un par de damiselas en apuros. Pero solo aparentemente.

Gótico nos lleva hasta El Triunfo, un pueblo mexicano perdido entre la niebla, bosques oscuros y barrancos peligrosamente escondidos. Carretera arriba, muy arriba, llegamos a High Place, una inmensa y lúgubre mansión que se encuentra al borde de la decadencia en todos sus aspectos. Allí viven los Doyle, una antigua estirpe de señores ingleses que llegaron a México para sacarle partido a las minas de plata a costa de explotar a los trabajadores locales. Estamos en la década de 1950 y la joven Catalina se ha casado con Virgil, el apuesto heredero de los Doyle. Todo parecía un cuento de hadas hasta que su prima, Noemí Taboada, recibe una carta de Catalina pidiendo auxilio: algo malo ocurre en High Place y ella se encuentra en inminente peligro.

En este punto llegamos a la transgresión de la novela de Silvia Moreno-Garcia. Como ya he mencionado, aunque el género gótico tradicional «oficialmente» nació con la novela de Walpole, fue gracias a las ficciones escritas por una amplia variedad de escritoras que gozó de tanto éxito y difusión. No es de extrañar que se contasen muchas más mujeres que hombres entre los escritores y lectores de la literatura gótica. A fin de cuentas, en la mayor parte de estas historias la trama se desarrolla dentro de los limitados confines de una casa o mansión, es decir, en el espacio doméstico, el único territorio que conocían las mujeres de aquella época. Muchos han visto en los fantasmas y las maldiciones de los cuentos de Radcliffe, Cather o Edwards un grito de angustia, un reclamo de independencia.

La autora, con pelo largo ondulado y gafas de pasta negras, sonrié. Va vestida muy informal: vaqueros oscuros, camiseta gris y una cazadora de polipiel azul marino.
La autora, Silvia Moreno-García.

Por otro lado, las protagonistas de las historias góticas del s. XIX respondían al clásico arquetipo de la «damisela en apuros». No hacían otra cosa más que asustarse, gritar y desmayarse constantemente, a la espera de que el hombre resolviese el truculento misterio de la mansión. Silvia Moreno-Garcia explica que en las novelas herederas del género gótico que se escribieron durante el siglo XX se aprecia una mayor iniciativa por parte de los personajes femeninos, tienen algo de detective resolutivo, pero en última instancia todavía se muestran como mujeres frágiles necesitadas de ayuda. 

Noemí Taboada, nuestra particular heroína gótica, le da la vuelta a este arquetipo. Ella llega a High Place dispuesta a desentrañar el misterio y rescatar a su prima a toda costa. De hecho, su principal motivación para hacerlo es ayudar a su familia y que así su padre le deje continuar sus estudios de Antropología en la universidad. Aunque al principio Noemí se nos presenta como una chica consentida, aficionada a los bailes y a los vestidos de tul, su personaje tiene arrojo, astucia y determinación, y no se amilana ante la asfixiante fachada de superioridad que ostenta la familia inglesa. 

En un potente mensaje anticolonialista, Moreno-Garcia convierte a los personajes blancos en los «malos» y a los mexicanos en los «buenos». Esta particular vuelta de tuerca a los orígenes del género me resulta el aspecto más destacable de la novela. En el gótico tradicional, los protagonistas siempre eran personajes caucásicos de buena cuna. A menudo aparecían antagonistas, el «otro» o el «extraño», caracterizados como un español o un italiano de tez más oscura, diferente, amenazador e incivilizado. Sin embargo, Silvia Moreno-Garcia convierte a los adinerados y británicos Doyle en los terribles villanos, a los mineros locales en las grandes víctimas de esta historia y a las dos mujeres mexicanas en las indudables heroínas. 

En Gótico también se aborda el oscuro y antiguo tema de la eugenesia: mantener la pureza de la sangre limitando la descendencia a relaciones de consanguinidad. Esto es, a su modo, otra forma abierta y especialmente perturbadora de racismo. Los Doyle se sienten superiores a los mexicanos y no quieren mezclar su sangre blanca con la de ellos. Pero, entonces, ¿por qué quieren retener a Catalina y después a Noemí en High Place a toda costa?

La violencia sexual es otro de los temas que nos encontramos en Gótico, y en estas desagradables escenas puede ser donde más flojee la historia de Moreno-Garcia. Tras esa apariencia elegante y apolínea, Virgil Doyle oculta algo malo, eso lo tenemos claro desde un principio, y aun así, en ocasiones, Noemí parece sentirse muy tentada por él. ¿O es que algo en la casa la empuja hacia Virgil? No voy a desvelar nada -ese algo, claramente, es el misterio a resolver de High Place-, pero esta dicotomía de repulsión-atracción puede resultar peligrosa si se malinterpreta como una justificación de los asquerosos impulsos de Virgil y, a mi parecer, la autora se muestra demasiado templada en el rechazo de Noemí.

Sin embargo, no creo que esto desvirtúe la lectura global de Gótico, una novela que equilibra la tradición y la reactualización, que recupera un género anticuado, pero a la vez «de moda» -el llamado gótico latinoamericano está en auge- para darle una pátina reivindicativa desde una perspectiva feminista y antirracista. Una novela, en conjunto, muy entretenida y bien elaborada, que consigue enganchar al lector desde las primeras páginas, que no es brillante desde el punto de vista literario, con sus errores y flojeras, pero que merece la pena disfrutar.

Colaborador
Raquel Moraleja (Colaboradora): (Madrid, 1992) es graduada en Periodismo y máster en Estudios Literarios por la UCM. Ha trabajado como librera, responsable de prensa en editoriales independientes y, actualmente, es ayudante de bibliotecas (AGE). Ha publicado la novela corta Sin retorno (Verbum, 2016), galardonada con el I Premio Internacional Novelas Ejemplares.

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