Hace «diez años» se produjo el Desgarro y Vitoria-Noestéis se creó. Nadie sabe ni cómo ni por qué, pero en un momento la ciudad se separó de Vitoria-Gasteiz y pasó a otro plano de realidad. Un plano donde las leyes físicas han dejado de tener sentido (incluido el tiempo) y la magia se ha abierto paso. Como todas las situaciones cataclísmicas, hubo víctimas, como Erlantz Urbina, hermano gemelo de Itzal. Esto no es un problema, ya que Itzal sólo perdió la forma física de su hermano, no su espíritu que le hace compañía en esta nueva Vitoria creada por el Desgarro. Y a gracias a él puede pagar las facturas resolviendo casos como detective alquimista, pero sin revelar quién es el genio detective. Porque la magia no está del todo bien vista en este lugar, al menos no toda, y por algún motivo la nigromancia está en esa lista negra.
Así que Itzal debe andarse con ojo en el nuevo caso que le han mandado investigar, ya que le acerca mucho al Tribunal Antimagia, cosa que no conviene a ninguno de los dos hermanos.
Esta es la premisa de Cartas tras el velo, de Leticia S. Murga, editada por la Editorial Cerbero, una novela corta de fantasía autóctona que nos plantea un mundo muy interesante, familiar y desconocido al mismo tiempo. El lugar físico es la ciudad de Vitoria, un poco modificada por los acontecimientos del Desgarro (siempre hay tormentas y parece que los colores son sólo gamas de negros), con lugares como la plaza de la Virgen Blanca perfectamente reconocibles para aquellas personas que conozcan la ciudad. Esto es de lo poco que se conserva del mundo real, pues incluso las leyes físicas han dejado de tener sentido. Entre ellas el tiempo, como he mencionado, y el concepto hora es algo que se usa más por costumbre que otra cosa. Como si el mundo real y sus leyes hubieran perdido alguna clase de batalla con la magia que impera ahora por el lugar. Esto hace que tampoco funcione nada tecnológico, otra vez sin que nadie sepa el motivo. Y por culpa del Tribunal Antimagia, la nueva Inquisición, nadie investiga qué pasó para que se produjera el Desgarro.

Portada de Cartas tras el velo, de CalaveraDiablo. Se ve la Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria con un filtro de color verde. En la parte derecha se ve un efecto de difuminado como si no hubiera nada más allá. Fuente.
La presencia y las denuncias ante este Tribunal están a la orden del día y una denuncia es el caso que investigan los hermanos Urbina durante esta novela corta: el envío de cartas de chantaje a un funcionario del Tribunal por el uso de magia prohibida. La novela entrelaza esta investigación con los detalles de esta Vitoria-Noestéis. Tenemos algo bastante clásico de las historias de detectives, donde el narrador es el ayudante a la sombra del genio detective, en este caso el fantasmal Erlantz. Así, aunque Itzal va haciendo sus pesquisas, quien hace todas las conexiones pertinentes es su hermano, y es gracias a la conexión nigromántica que resuelven los casos y le han valido al hermano vivo una gran reputación como detective.
El mundo que nos plantea Murga es interesante aunque se define con pinceladas finas, pero que dan bastante información. Muchas cosas se quedan en el aire, como las clases de magia que hay, cuáles funcionan y cuáles siguen siendo un fracaso, cómo se ha reestructurado la vida ante la falta de tecnología… Algunos elementos se muestran, como que los carteros siguen igual que antes, pero en general te deja con ganas de más (esperemos que para futuras historias). Aun así, más información del mundo no hubiera servido nada más que de infodump, y tenemos la suficiente para entender cómo funciona este nuevo mundo (donde las novelas pasan a ser libros de Lo Oculto). Mucho de esta construcción se construye mediante pequeños chistes, que le sientan muy bien a la narración y permiten aliviar momentos más tensos.
En cuanto al caso detectivesco, la otra mitad de la novela, es un caso clásico, donde se nos dan pequeñas pistas que, para alguien con costumbre de leer historias detectivescas, pueden ayudar a resolver el caso. Las pistas están ahí, pero como sucede en ocasiones, quien lee tiene la información que le aporta Itzal, que no es la misma que procesa el genial detective que es Erlantz. Pese a esto, no es una historia tramposa que oculte información que no permita resolver el caso. En una segunda lectura puedes ver cómo las pistas para la resolución se han ido colocando poco a poco y, si prestas la suficiente atención, la revelación final no te pilla por sorpresa.
Lo que sí puede hacerlo son algunos acontecimientos a los que vamos asistiendo durante la lectura, que plantean el camino para historias en el mismo universo y, espero, que con los mismos hermanos, que se hacen de querer. Ambos son distintos y tienen las típicas peleas de hermanos, pero llegado el momento de la verdad, ambos están dispuestos a morir por el otro. Aunque solo uno de ellos puede hacerlo, la intención es lo que cuenta.
Cartas tras el velo es una agradable lectura de tren, con un mundo muy bien creado y definido y una buena historia de detectives, y lo único que se echa en falta es que haya más historias para resolver el misterio tras el Desgarro.

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