No siempre tenemos la oportunidad de que un libro nos sorprenda. La publicidad, la sinopsis, la misma cubierta a veces nos hablan mucho de lo que podemos encontrar dentro. Sin embargo, yo me aventuré en L’Extern sin tener mucha idea de lo que iba a encontrar. Me monté en el coche con los ojos cerrados y me dejé llevar, con Ada Hoffmann al volante, por un universo diferente, mágico y aterrador al mismo tiempo. Si quieres una experiencia así, te aconsejo que no sigas leyendo esta reseña.
No es que la novela no se disfrute si sabes lo que va a ocurrir. Como todo viaje, lo importante es el camino. ¡Pero es tan emocionante no saber dónde te llevará el siguiente paso! Hoffmann nos presenta un mundo del que no conocemos las reglas y, aunque podamos intuir en un momento dado que algo no va a acabar bien, la manera en que ocurren y se desarrollan los hechos es todo un despliegue imaginativo.
Todo comienza con Yasira Shien, una científica brillante que está trabajando en el motor de una nave espacial creada por humanos. Una construcción que raya la herejía, puesto que, desde una antigua guerra, los humanos dependen tecnológicamente de los Dioses: entes cibernéticos suprainteligentes, cada uno experto en una materia, que se alimentan de almas y tienen ejércitos de ángeles y mercenánimas a sus órdenes, cíborgs en diferentes grados de tecnificación.
«Puedes tener dudas sobre si una piedra sin vida puede solucionar el hambre y el cambio climático. […] Pero adorna la piedra y di que es un Dios. Cuando demuestre que las almas humanas existen, enséñale a comérselas. […] Ser alimento de un ser así tiene sus ventajas. Por ejemplo, se implicará al máximo en la supervivencia de tu especie. Esto no es ningún secreto: aparece en los libros de historia. Quizá lo explicamos utilizando términos diferentes. Pero en las palabras no hay verdad. Las mías no son ninguna excepción. El libro que lees en este mismo momento es una mentira».
(Traducción propia al español a partir de la traducción al catalán de Anna Llisterri).
Hoffmann crea una mitología futura en la que los humanos adoran y temen a estos seres y aspiran a alimentarlos con sus almas cuando mueran. Pero esto tiene unas implicaciones políticas: para cumplir este cometido, los humanos deben seguir las normas impuestas por los Dioses, la norma, y todo aquel que se salga de ella será considerado un hereje.
Este es el verdadero tema central de L’Extern, más allá del juego político-religioso, de la metáfora caza de brujas-inquisición, de la mezcla entre ciencia ficción y horror cósmico que comentaré más adelante. L’Extern es más que una búsqueda y una solución a un problema, es reflexionar sobre la identidad y la diversidad, sobre la salud mental, sobre la autoaceptación. Y ahí radica la maravilla de esta novela: que habla de todo ello sin que apenas nos demos cuenta.
Podríamos quedarnos en una capa superficial, en el hecho de que tanto Yasira como su tutora, la doctora Talirr, son mujeres autistas. Pero Hoffmann va más allá, y dudo que sea una casualidad, dado que ella misma también es autista y algunes autores tenemos la manía de reflexionar sobre lo que escribimos y el mensaje que enviamos con ello. Para mí, el acercamiento a L’Extern es toda una alegoría sobre la neurodivergencia, sobre cómo la sociedad castiga a alguien porque su manera de pensar y entender el mundo es diferente.

Pero ¿qué es L’Extern? En español sería algo así como «Lo Externo», para que nos entendamos, pero mantendré la terminología en catalán, que por algo Chronos y no otra editorial ha apostado por esta obra, la primera novela de Hoffmann publicada en España. L’Extern es, de alguna manera, el tejido verdadero de la realidad, tan entrópico y complicado que hemos creado una realidad alternativa y ordenada que podemos entender sin volvernos loques. Porque eso es lo que produce L’Extern en las personas que asisten a un evento relacionado con él: enloquecen en diferentes grados.
Ahora bien, ¿enloquecen realmente o llegan a otro grado de entendimiento?
Esta es la gran pregunta, la eterna lucha de Yasira Shien durante la novela. ¿Es nuestra protagonista un monstruo o un genio? ¿Destruirá el mundo o lo salvará?
No esperes mención a dioses primigenios: L’Extern es un dios en sí mismo, el gran enemigo de los Dioses, el Mal que Némesis intenta alejar de sus protegidos. La manera en la que Hoffmann entreteje el horror cósmico con la ciencia ficción, un dios del caos con dioses cibernéticos, la nomenclatura cristiana con la tecnología, es una de las delicias de esta novela.
Como he comentado al principio, la trama se inicia con la construcción de una nave de factura humana y no divina. Como habrás deducido, L’Extern aparece en un momento dado y todo se va al traste. Yasira, como experta en la materia, es reclutada para ayudar a Akavi, un inquisidor cambiaformas de la diosa Némesis, a capturar a la responsable. Yasira no se fía, pero tampoco de su enemiga, por lo que se verá envuelta en un juego a dos bandas en el que se encontrará sola y sin nadie en quien confiar.
Este juego se extiende durante la mayor parte de la novela, pero decae hacia la segunda mitad. Una vez conocidos los personajes y el mundo en el que se desenvuelven, la tensión baja y el ritmo se resiente, aunque se recupera hacia el final.
Un final que, por otra parte, es más que satisfactorio para tratarse de la primera parte de una trilogía. Si bien no es completamente autoconclusiva, la trama principal de la novela queda cerrada y solo hay unos hilos que se extienden para enlazar con el siguiente volumen, The Fallen, cuya traducción Chronos ya ha anunciado para 2022. Le mando todos mis buenos deseos a Llisterri, que ha transmitido con gran acierto el sentido de la maravilla que tiene esta obra junto con esa fascinación horrible que producen los tentáculos y los fractales de L’Extern.
Quizá si has llegado hasta aquí, L’Extern no te sorprenda tanto, pero te aseguro que lo disfrutarás igual.
Si quieres estar al día de nuestras publicaciones, subscríbete a la newsletter de La Nave Invisible.
