El prólogo de la historia de la novela corta Plomo al cuadrado (Triggernometry en versión original) es la perfecta introducción de lo que vamos a encontrar en esta historia: un western donde los fuera de ley son matemáticos. La historia de Stark Holborn, editada por Ediciones El Transbordador y con traducción de Manuel de los Reyes nos sitúa en una especie de Estados Unidos (llamado Tierras del Oeste) en algún momento del siglo XIX, con el típico escenario que se nos viene a la mente al pensar en el Salvaje Oeste en Norteamérica: poblaciones aisladas en el desierto y donde la ley impera de aquella manera. Hasta aquí tenemos los elementos básicos del western. El toque especial llega con lo que he comentado antes: las matemáticas son un arte prohibido y la gente que sabe hacer cuentas está encarcelada. No se nos precisa mucho más en este tema, sólo sabemos que el mero hecho de usar un transportador de ángulos ya te puede llevar a la cárcel, en el mejor de los casos.
En esta situación y escenario tenemos a Malago Browne, antigua forajida matemática que está intentado pasar sus días tranquilita y sin meterse en líos. Pero la aparición de su antiguo socio Pierre Fermat trastoca sus planes y la obliga a salir de su retiro para un último golpe. Como estructura y argumento base no encontramos nada que no hayamos visto ya en este tipo de historias, no sólo en westerns sino de granujas, donde alguien sale de su retiro para un último golpe. En el caso de Browne porque no le queda más remedio por culpa de Fermat, que la fuerza a hacer frente al Capitolio en su último gran golpe.

Y cómo en toda buena historia de atracos imposibles, deberán reclutar a más gente. Como siempre, una mezcla de gente conocida y jóvenes promesas. Al leer tenía cierta sensación de familiaridad, no solo por el escenario de western que vive en mi inconsciente, sino por la estructura de película de atracos, como Ocean’s Eight. Hablar en más detalle es contar demasiado de esta novela corta. Demasiado corta en mi opinión. Soy partidaria de que las historias duren lo que tengan que durar, pero en el caso de esta obra no dejaba de tener constantemente la sensación de que me faltaban páginas, no solo para desarrollar con más detalle el tramo final, sino el mundo que Holborn ha construido.
Porque lo que llama poderosamente la atención en este híbrido raro de ucronía y western, enmarcado en el terreno del weird, es el mundo que crea. Se nos plantea que los matemáticos son perseguidos: Browne es llamada «Matemágica» con el mismo tono que hubieran dicho bruja, con toda la carga de persecución asociada a la palabra. A lo largo de la narración vemos este clima de desconfianza y persecución hacia los números, pero nunca sabemos el motivo concreto. No le resta valor a la narración, pero en mi caso me hacía estar expectante por una respuesta que nunca llega, de la misma forma que el gobierno del Capitolio es una amenaza que no se termina de precisar en qué sentido.
No son detalles que sean necesarios para la historia, pero que me hubiera gustado conocer alguna pincelada más sobre qué sucede en este mundo, que está plagado de guiños al mundo real. Porque algo a destacar es que los personajes tienen nombres de matemáticos y matemáticas reales, sin que se hagan cambios de género, en una forma de reivindicación de la figura de las matemáticas a lo largo de la historia. Muchos de los artificios matemáticos que se usan en cálculos fueron desarrollados por mujeres, que al usarse siempre el apellido, nuestra mente cae en el sesgo de masculino por defecto. El que la novela corta las traiga a primer plano es algo a destacar ya que no va a lo fácil, ya que faltan muchos nombres de matemáticos de gran renombre.
Pero esta brevedad que mencionaba también afecta a todo el tramo final, que resulta muy precipitado y hubiera agradecido un poco más de extensión y pausa en los últimos capítulos. Aunque puede que esta sensación sea debido al ritmo frenético que tiene la historia y que se acentúa en el final. Holborn sabe cómo no hacerte soltar el libro hasta que lo has terminado y en este caso es algo que sucede en un suspiro. Juega mucho con las ideas que tenemos sobre el western para ahorrar detalles de descripción y no necesita detenerse en largas explicaciones del mundo para sumergirte en este lugar gobernado por la pólvora antes que por la ley.
Y cuando todo termina, te deja con ganas de mucho más. Por suerte en inglés existe una secuela Advanced Triggernometry, que esperamos que traigan traducida también, y que estoy deseosa de conocer la adaptación de este segundo título, que el del primero me parece muy bien salvado. La edición española cuenta con una portada menos recargada que la original, pero que condensa muy bien el contenido de la novela. Así mismo, el interior tiene varios detalles que la vuelven una edición bastante cuidada, como las expresiones matemáticas que coronan cada capítulo y las pequeñas ilustraciones de inicio de capítulo y los números al pie de página.
Una novela corta ideal para regalar a cualquiera que disfrute de las historias de atracos, o de aventuras en general, aunque deje con ganas de mucho más.

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