Hace unos años estaba viendo en casa una película de terror de 2018 llamada Verdad o reto (en este artículo voy a hablar de slashers dirigidas por señoras, pero esta peli de Jeff Waldow es importante por la anécdota). La historia era bastante pobre y cliché, así que desde el principio me podía imaginar qué iba a pasar… hasta que llegué al final. Y es que el personaje principal, Olivia (Lucy Hale), obviamente acaba salvándose, como la chica inteligente y moralmente correcta que es, pero la sorpresa es que lo hace junto con su mejor amiga. No con el chico del que está enamorada, no, con su amiga la pija rubia superficial, la zorra que le pone los cuernos a su novio. Eso sí que no me lo esperaba. La amiga de la prota nunca sobrevive.
He crecido acostumbrada a ver en la ficción a protagonistas aisladas del resto de mujeres. Esos personajes que no tienen amigas, quizás una madre u otra figura maternal, si es que esta no es malvada. En el terror, se produce otra variante de estas situaciones: el resto de personajes femeninos mueren de maneras terribles o resultan ser las villanas, así que la protagonista acaba quedándose sola.
Esto ha sido durante mucho tiempo una norma casi sagrada del slasher. Creo que es una de las razones por las que no sentía demasiado interés por uno de los géneros más comerciales del cine de terror. No me apetece ver a atractivas chicas siendo brutalmente asesinadas para que solo una elegida sea la que se sobreviva después de gritar y llorar mucho durante toda la peli. Esta es la estructura clásica del slasher, y aunque con el tiempo muchas cosas han cambiado, todavía les cuesta deshacerse de las viejas costumbres. Si empiezo a indagar en mi memoria buscando películas donde la protagonista no sea la única mujer que sobreviva al psicópata/fantasma/cosa asesina, me vienen muy pocas a la cabeza. Y en la mayoría de esas, a quien salva con ella es a un miembro de su familia, supongo que los vínculos entre hermanas o madres e hijas son más apreciados por el público que las amigas adolescentes.
En este artículo quiero hablar del slasher y en un tropo que todo el mundo ha aprendido a esperar de él: la chica final o final girl. De cómo estoy cansada de él y de un par de películas que de manera consciente son un ejemplo de cómo se puede escapar de este cliché
Lo primero: aclarar términos
El slasher es un subgénero de terror que se caracteriza por un asesino en serie que va matando a los personajes principales de uno en uno. La matanza de Texas, Halloween, Scream y Pesadilla en Elm Street son algunas de las sagas más icónicas.
El termino de final girl fue acuñado en 1992 por Carol J. Clover en su libro Men, Women, and Chainsaws: Gender in the Modern Horror Film. La chica final es la última superviviente del grupo de protagonistas, la cual en el último acto de la película tiene un enfrentamiento con el villano y consigue derrotarlo o escapar de él. Este término no es exclusivo del slasher, por ejemplo Ripley en Alien también es una final girl, pero dicha figura va de la mano de este subgénero de terror, hasta ser uno de sus tropos más reconocibles.
Las chicas finales suelen seguir un mismo patrón: son jóvenes inocentes, las que tienen la superioridad moral del grupo, normalmente son vírgenes en medio de un entorno de mujeres sexualmente activas. No es ningún secreto lo que nos quieren inculcar con este tropo: las chicas buenas viven, a las zorras les clavan un machete en las tripas.
A lo largo de los años, las final girls han cambiado. Clover dice en su libro que en los comienzos del cine de terror a las protagonistas siempre las salvaba un personaje masculino, pero más adelante empezaron a derrotar al asesino ellas solas. Eh, incluso hay slashers donde la protagonista puede follar sin que se la castigue con una sangrienta muerte. La que se salva ya no tiene que ser una niña buena pura y virginal, puede ser un personaje realista e imperfecto. ¿Qué es lo que parece no cambiar nunca? Pues que es la final, la única que se salva. ¿Y el resto de personajes femeninos? Machete en las tripas. No es de extrañar que, como he contado al principio del artículo, me sorprendiera que una película predecible, sin pretensiones de innovación, me mostrara a dos amigas huyendo juntas tras burlar a la entidad que ha matado a todos sus amigos.

Sidney y Gale en la última entrega de Scream.
A ver, no todo el terror son final girls. La primera película de la saga Scream ya nos presentaba a dos mujeres que sobrevivían tras participar en la batalla final con el asesino: Sidney Prescott (Neve Campbell), protagonista de la saga, y la reportera Gale Weathers (Courteney Cox). Por supuesto que entre toda la producción de slashers encontramos excepciones. Lo que pasa es que el cine mainstream nos ha machacado con estos tropos y los ha integrado en la cultura popular hasta que son parodiados, referenciados y vistos como la normal. Solo puede quedar una. Solo la mejor merece sobrevivir.
Esta película no es lo bastante grande para las dos
Crecer como consumidora de obras de género significa darte cuenta de que tradicionalmente las mujeres son un token, y como token están solas. Esto es lo que nos cuenta el slasher: puede sobrevivir una chica, pero una nada más. En la escena final no hay sitio para dos mujeres. Las otras tienen que morir. Al fin y al cabo ese el atractivo del terror, ¿no? ver mujeres sufrir y ser asesinadas de manera grotesca, casi sexual. Luego surgirán las preguntas de por qué a tantas nos costó entrar en el género.
Existe la opinión de que el tropo de la chica final es empoderante. Una joven que en un primer momento parece poquita cosa vence a un asesino que ha matado a otros más grandes y fuertes que ella, demostrando su valor e inteligencia. No voy a entrar a debatir esta interpretación, porque además no tiene nada que ver con el tema del que quiero hablar. En cualquier caso, vale, la protagonista se salva, pero ¿qué le espera después? Siempre me producen una sensación muy amarga estos finales: de acuerdo, está viva, pero la gente a la que quería ha sido asesinada. Como he dicho antes, quizás tiene suerte y el interés romántico sobrevive, pero no sus amigas. Nunca las amigas. Incluso si con el paso del tiempo se ha difuminado la división entre la virgen y las putas, las mujeres siguen separadas en dos grupos: la que vive y las que mueren.
Si tengo que encontrar algo empoderante en el slasher, no lo voy a hacer si por norma solo se concede a una mujer la recompensa de sobrevivir. Busco un terror que no se cebe con los personajes femeninos y durante mucho tiempo no parecía que fuera a encontrarlo en el slasher.
Sinceramente, estoy cansada. En un slasher está claro que va a morir gente, pero igual que la figura de la superviviente ha evolucionado para ser más independiente y capaz, los tropos tienen que evolucionar y permitir que las mujeres se salven juntas. Si tengo que respirar tranquila al final de la película, si tengo que sentir que la protagonista ha sido recompensada con la supervivencia, no puedo hacerlo cuando ha perdido a todas sus amigas.
Antes he mencionado que Scream rompe con el tropo, pero si nos ponemos un poquito quisquillosas, solo un poquito, podemos hacer un par de apuntes: el primero, que Scream nació como una metaficción que juega y se ríe con los tropos del género. Igual que busca subvertir el tópico de «si follas mueres» al mostrarnos a la protagonista teniendo sexo, es posible que tener a dos supervivientes también sea un intento de romper las expectativas. Mi segundo apunte es que Sidney y Gale no son amigas, lo único que las relaciona es que la segunda estaba investigando los asesinatos que rodean a Sidney y tras derrotar a Ghostface cada una sigue con su vida. Las amigas de Sidney han muerto todas. De nuevo, la heroína se queda sola.
Que se avance y se limpien capas de ranciedad no significa que no permanezcan algunos estereotipos horribles. Hace tiempo vi un slasher (cuyo nombre no voy a decir porque me gustó y no es necesario que os comáis spoilers) protagonizado por un chica que parece el cliché de la rubia zorra y antipática que es asesinada, pero que resulta un personaje interesante, divertidísimo y con una personalidad compleja y realista. Lucha mano a mano contra el asesino, al que derrota y de paso tiene el típico crecimiento personal que la ayuda a superar traumas previos. Y lo mejor de la peli: no tenía que morir ningún personaje femenino… hasta que llegamos al final y resulta que la asesina era lo más parecido que hemos visto a una verdadera amiga de la protagonista. Porque esta heroína no tiene amigas, tiene compañeras de fraternidad, pero no vemos ninguna relación profunda con ellas. Solo hay dos secundarias relevantes y la que no es una asesina es una imbécil con la que acaba enemistada. Me quedó una sensación agridulce. Una vez más la protagonista no tiene amigas, no tiene relaciones estrechas con otras mujeres, pero, eh, se queda al nice guy y todos felices.
El año pasado vi dos películas que se enfrentan al slasher desde una perspectiva feminista y sustituyen a la final girl por final girls en plural: Fear Street y Black Christmas (Traducida Navidad sangrienta en España). Voy a hacer spoilers de los finales de ambas, aunque no voy a tocar puntos importantes de la trama. Si no la habéis visto y no queréis que las destripe, mejor saltad a la conclusión del artículo.
Fear Street (2021) de Leigh Janiak
En 2021, Netflix nos regaló una deliciosa trilogía de películas que a la vez que muestran un profundo amor por el slasher, también subvierte los tropos para darnos una historia donde una protagonista lesbiana y racializada tiene que salvar a su ex de un grupo de asesinos sobrenaturales.

Póster de la trilogía Fear Street.
El slasher clásico nunca ha sido amable con la peña LGBT+. El terror en general nunca lo ha sido y esto solo ha empezado a cambiar desde hace unos pocos años. Si estamos acostumbrados a que las lesbianas sean las villanas o mueran después de que las veamos sufrir por la protagonista hetero, no es de extrañar el éxito que ha cosechado Fear Street.
Fear Street es muy satisfactorio, porque los que sobreviven son los personajes que normalmente llevarías un cartel que pusiera «apuñálame» pegado a la frente: racializades, LGBT+ y mujeres, en plural. En la primera película, tenemos a Deena (Kiana Madeira) y de nuevo destaco que no parece el personaje que se salvaría en un slasher convencional, y no solo por no ser hetero ni blanca: borde, cínica y, crimen fatal, sexualmente activa. Sam (Olivia Welch), su ex, la dulce animadora de familia bien se parece más a las final girls a las que estamos acostumbradas, excepto por la parte de gustarle las mujeres. Ninguna sigue las reglas de supervivencia de los slashers, pero aun así la película dice que merecen salvarse y tener su final feliz. Han perdido amigos por el camino, pero se enfrentan al futuro juntas.
La segunda parte de la trilogía se aleja de la trama principal para mostrarnos la historia de Ziggy (Sadie Sink de niña, Gillian Jacobs de adulta), en un flashback. Esta película también juega con los tropos al presentarnos a Cindy, una virginal estudiante modelo, prototipo de final girl, solo para que acabe muriendo y sea su marginada y antipática hermana la que sobreviva. En el presente vemos a Ziggy de mayor y es de las pocas veces que podemos echar un ojo al futuro de las supervivientes (secuelas de franquicias aparte). Como suele ocurrir cuando sobrevives a un intento de asesinato y no recibes terapia, Ziggy está traumatizada. En el pasado vimos cómo, a pesar de una complicada relación, su hermana era su principal apoyo, pero tras perderla vive aislada y atemorizada, ha sobrevivido, pero no vive. Cuando Deena acude a pedirle ayuda se siente como si una nueva generación de protagonistas de terror acudiera a la anterior y se unieran para acabar con un enemigo común sin que nadie más tenga que morir. En la conclusión de la saga, Ziggy, Deena y Sam consiguen sobrevivir. Ziggy no tiene que sacrificarse por ellas, no es necesario que la vieja generación muera para que se salven otras. Que en la escena final vaya a ver a una persona de su pasado, de nuevo un personaje femenino, da a entender que ya está preparada para empezar a formar nuevas relaciones.
Hay muchas cosas buenas que destacar de Fear Street en cuanto a representación y una de ellas es que las mujeres no están aisladas, sus historias se entrelazan y así es como consiguen sobrevivir y seguir adelante.
Black Christmas (2019) de Sophia Takal
Este slasher se trata de un remake de la película de 1974, que también tuvo un remake en 2006. Por cierto, dato curiosísimo que no sabía antes de empezar de este artículo: parece que en la cinta original aparece la primera final girl del cine.

Póster de Black Christmas.
Solo con ver el póster, ya se intuye que no es un slasher típico. Las protagonistas aparecen armadas, mirando al frente en actitud desafiante, parece más una película de acción que de terror. Lo que nos encontramos es una película que quiere romper con el fetichismo de las atractivas jovencitas pasadas a cuchillo, como declaró la directora Sophia Takal en una entrevista: «I wanted to make a movie where instead of feeling objectified or watched from a distance, the audience felt seen» («Quería hacer una película donde, en lugar de sentirse objetificada u observada desde la distancia, la audiencia se sintiera vista»).
Desafortunadamente, la cinta no tuvo éxito ni en taquilla ni en la crítica. Creo que parte de esto se debe a que pasó desapercibida como slasher genérico del año. No es ningún peliculón, pero me parece muy disfrutable y ojalá otres directores tomaran nota sobre cómo tratar a los personajes femeninos.
En Black Christimas nos encontramos a un grupo de chicas de una fraternidad acosadas por encapuchados con cuchillos que intentan acabar con ellas. En la original la historia acaba, como no podría ser de otra manera, con una única superviviente que ha encontrado a sus amigas muertas y ha quedado traumatizada tras la experiencia. En la de 2019, no solo la protagonista y una de sus mejores amigas sobreviven juntas, sino también un grupo de chicas de otras fraternidades que han sido atacadas. Así, podemos ver una escena final donde todas ellas pueden observar juntas su triunfo tras la pelea final.
El caso de Black Christmas es bastante peculiar, pues se trata de un slasher abiertamente feminista, donde se expone la cultura de la violación y el machismo y racismo institucional, concretamente en el mundo universitario. En este caso, igual que en Fear Street, hay una clara intención de subvertir los tropos. Ahora las chicas se salvan unas a otras y patean los culos de los tíos que quieren verlas reducidas a víctimas indefensas.
Quizás ahí radican los verdaderos finales felices. Una protagonista fuerte e independiente que luche mano a mano con el villano y se salve es guay, es una fantasía de poder, pero lo que de verdad me emociona es cuando las mujeres se ayudan mutuamente, cuando todo parece perdido y es la amiga la que entra a salvar a la protagonista. Hay algo poético en que haya encontrado esto en un remake, como si me dijeran que hemos dejado atrás el pasado y el futuro se nos presenta más brillante, feminista e interseccional.
Conclusión
Los géneros de ficción, sobre todo si hablamos de películas palomiteras, suelen venir con una serie de expectativas: en la romántica los protagonistas acaban juntos, en acción le héroe salva el día, en una aventura épica el bien vencerá al mal, y en el slasher… ¿solo puede quedar una?
Parece que sería fácil desbaratar mi argumento con «es terror, no puedes esperar que acabe bien». A lo que yo diría que es una soberana tontería, porque no me faltan ejemplos de cintas de terror que donde las cosas terminan como poco medio bien para los protas. Sobre todo en el terror más light, especialmente el que se dirige a un público joven, no es raro encontrar finales satisfactorios donde los personajes no solo sobreviven, sino que viven y crecen a raíz de su experiencia. Terror no es igual a final horrible.
Afortunadamente, cada vez me encuentro más películas de terror donde son varias (bueno, casi siempre dos) las mujeres que logran sobrevivir. Mis expectativas han cambiado y en lugar de celebrar asombrada cuando en la película las mujeres se ayudan, ahora frunzo el ceño si el guion ceba con ellas. No me interesan las películas donde las mujeres que no han sido consideradas dignas mueren o sufren algún tipo de castigo. Quiero que se salven las vírgenes y las putas, las listas y las torpes, las agradables y las bordes, y quiero que no estén solas en su victoria.
El éxito de Fear Street demuestra que el público está deseando ver a mujeres salvándose unas a otra, para sobrevivir juntas. Ya no solo buscamos ver a la chica derrotar al monstruo, queremos que lo haga con sororidad. Si en el slasher tengo que sentirme empoderada cuando veo a la protagonista salir triunfante, solo lo haré si puede llevarse a otras con ella.

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