Hilton James recuerda perfectamente el día en que murió su abuela, Nana, la persona a la que más quería en el mundo: en el mar, intentando salvarle de morir ahogado. También recuerda ese momento en que Nana cayó desmayada en la cocina, cuando la tocó y su piel estaba fría, cuando su abuela estaba muerta y lo dejó de estar al cabo de media hora al encontrársela derecha, en la cocina, preparando la comida.

Con este prólogo inquietante empezamos Entremedias, de Tananarive Due, una autora poco conocida en español pero con mucha solera en Estados Unidos. Due, hija de activistas civiles, ha dedicado toda su carrera a escribir terror con especial énfasis en enfocar a la comunidad negra estadounidense, desde los vampiros de My Soul to Keep hasta la novela que nos ocupa, publicada originalmente en 1995 y recuperada este 2022 por La Biblioteca de Carfax. Además, se puede destacar su participación en la última edición de La zona crepuscular, donde coescribió junto con su marido un capítulo, «A Small Town» («Un pueblo pequeño»), donde el encargado de mantenimiento de la iglesia del pueblo encuentra en su ático una réplica de este.
Desde el inicio de la historia conocemos los problemas y vicisitudes que padece Hilton James, el protagonista de la novela, un hombre de treinta y ocho años, marido, padre de dos hijos, director de un centro de rehabilitación y con un pasado traumático. En pocas líneas vemos qué falla: su matrimonio está casi roto, la relación con sus hijos es menos cercana de lo que le gustaría, echa demasiadas horas a su trabajo… y todo empeora con las pesadillas que padece.
El momento clave de la novela, donde vira al terror psicológico, se inicia con las amenazas que recibe su mujer Dede, que acaba de convertirse en la primera jueza negra de Miami y las que desencadenan los sueños de Hilton, quien a través de años de terapia había conseguido solucionar parte de sus pesadillas. Es aquí cuando se inician sus dilemas y le acompañamos, sin prisa pero sin pausa, a la espiral de desesperación y locura a la que va descendiendo, a la falta de sueño constante y a ese momento donde no sabe qué ha vivido y qué no. Es este intercambio entre sueños y realidad la parte más fascinante de la novela, donde quieres saber más sobre qué pasará.
Con pocas pinceladas Due nos introduce al pequeño universo de Hilton y a su relación con el resto de personajes, empezando por su familia: Desde el pequeño Jamil, quien admira a su padre; Kaya, su hija adolescente, que empieza a ver más allá de sus sueños y decide ser más realista, hasta su mujer, Dede, cuya relación complicada con Hilton marca más de un momento determinante. También no podemos dejar a Raúl, su terapeuta y mejor amigo, ni Curt, quien sigue las amenazas que padece Dede, como tampoco podemos olvidar a Charles Ray Goode, el antagonista, el espejo perfecto de Hilton.
Por otro lado, los temas que nos introduce la autora no esconden los problemas de los noventa. Con uno de los personajes del centro, Antoinette, se nos recuerda los estragos que causó el SIDA aún en esa década, así como el racismo imperante incluso en una zona tan mixta como es el estado de Florida y en especial en la ciudad de Miami, donde la comunidad hispana es muy importante.
Un vecino estuvo tirando la basura en su jardín durante un mes, y entonces, un día, Jamil entró en casa a todo correr, llorando, porque un chico más mayor lo había llamado negrata. Cuando Hilton confrontó al padre del chico, su vecino lo estudió con indiferencia y farfulló algo sobre que eran cosas de críos. Hilton no había vuelto a intercambiar una palabra con su vecino de al lado desde entonces.

Y, por otro lado, relacionado con los sueños, no podemos olvidar el tacto con el que Due enfoca la salud mental, que tiene gran importancia, desde la terapia matrimonial de Dede y Hilton hasta el tratamiento médico que recibe él.
Aquí es cuando os hago una confesión: no soy lectora habitual del terror, no soporto las vísceras y el gore y, cuando hay escenas sangrientas en pantalla, aparto la mirada. No obstante, esta novela me ha fascinado de principio a final. La decadencia que vamos observando es estable y lenta, se disfruta línea a línea; la traducción de María Pérez de San Román es muy adecuada en este sentido, pues nos transmite plenamente la potencia de la novela.
Si buscáis una novela distinta de terror y queréis sentir un par de días otra visión y otro punto de vista, no puedo hacer otra cosa que recomendaros Entremedias.

Si quieres estar al día de nuestras publicaciones, subscríbete a la newsletter de La Nave Invisible.