Hay dos sensaciones maravillosas que seguro reconocerás si has tenido la suerte de encontrar lecturas que encajen perfectamente con tus gustos.
Una es la de leer algo de une de tus autores favorites después de un tiempo y volverte a sumergir en su imaginario, regresar a lugares que no sabías que echabas de menos, reencontrarte con personajes queridos (u odiados) y, en general, dejarte llevar por esa manera familiar de contar las cosas, que te hace sentir como si te las estuviera narrando une amigue.
La otra es justo la opuesta: leer por primera vez a alguien y darte cuenta de que estás a punto de ampliar la lista de escritores de les que te leerías cualquier cosa. Eso me pasó a mí con Una vida y un día, de Lourdes Ureña Pérez, una novela de fantasía juvenil llena de magia, intriga y personajes inolvidables queme atrapó desde las primeras páginas y se ha ganado un lugar especial en mi corazón lector.

Cubierta de Una vida y un día.
Una vida y un día narra la historia de dos jóvenes brujas: Ascua, que posee una conexión especial con el fuego, y Livia, dotada de un talento excepcional para todo tipo de magia. A pesar de sus diferencias de carácter, desde muy pequeñas entablan una dulce amistad que con el tiempo deviene en una relación romántica. Las Ancianas no tardan en percatarse del daije o vínculo mágico que las une, por lo que las emparejan para estudiar juntas hasta la Ceremonia, el rito de paso que toda bruja debe superar para convertirse en adulta de pleno derecho. Los años transcurren felices y sin preocupaciones hasta que les revelan los detalles del misterioso rito, uno de los secretos mejor guardados del Aquelarre. Lo que ocurre en la Ceremonia tiene consecuencias irreversibles para todas las parejas que participan en ella, lo que obliga a las protagonistas a tomar una decisión que las cambiará para siempre.
Que no te engañe la luminosidad de la cubierta: esta novela te va a hacer sufrir, a veces a traición y a veces dejando caer pistas sobre las desgracias que se ciernen sobre las protagonistas. Aun así, los momentos duros se tratan con una delicadeza que denota un inmenso cariño y compasión hacia los personajes, que cometen errores, crecen y aprenden a perdonar y a perdonarse.También tiene buenas dosis de humor,escenas tiernas en las que es imposible no sonreír y una combinación de inocencia y madurez que da forma a una historia de aprendizaje muy satisfactoria. Por eso, no me atrevería a calificarla como una novela de fantasía oscura pese a tener algunos rasgos característicos de este subgénero; más bien la describiría como un juego de luces y sombras, en consonancia con la vida real.
Personalmente, uno de los temas que más me ha llamado la atención es el duelo, que no se limita a la muerte de un ser querido, sino que también abarca la inocencia perdida, las oportunidades que nunca se tuvieron, el hogar que deja de serlo, las relaciones que no volverán a ser lo mismo. Todo esto se trata desde una perspectiva optimista y llena de esperanza: aunque es normal añorar un pasado feliz o lamentar los errores imposibles de enmendar, se pone énfasis en la oportunidad que nos brinda el presente para avanzar hacia el futuro que nos gustaría vivir, pues no se trata tanto de encontrar nuestro camino como de crearlo día a día con las decisiones que tomamos.
Otro aspecto muy interesante es la organización del Aquelarre, una comunidad de brujas que viven en una red de cuevas junto al bosque. Aunque conforme avance la trama descubriremos que no todo es tan bonito como parece, en su mayor parte se presenta como una sociedad utópica en la que cada cual aporta algo al grupo en función de sus capacidades y cuenta con total libertad para dedicarse a sus tareas favoritas: la agricultura, los trabajos manuales, el cuidado de los animales, el uso de la magia… o incluso la crianza, dado que las niñas son responsabilidad de todo el Aquelarre, no solo de quien las ha parido. Y en este punto cabe destacar el uso del femenino genérico, pues las brujas no clasifican a las personas en función de ciertas características físicas, al igual que no conciben los cánones de belleza que imperan en las sociedades humanas.

La autora, Lourdes Ureña
Por otra parte, la narración se vale de una estructura no lineal que permite explorar diferentes épocas de la vida de Ascua y Livia sin caer en la monotonía que se podría producir con una narración cronológica. Aunque resulta frustrante retroceder en el tiempo cuando estás deseando saber qué ocurrirá a continuación, la trama está tan bien hilada que los saltos siempre merecen la pena: es posible que odies a la autora cada vez que te deje con la miel en los labios, pero se te pasará cuando por fin te permita saborearla.
No he mencionado a los demás personajes que me han dejado huella porque algunos aparecen cuando la historia está bastante avanzada y prefiero no arriesgarme a destripar demasiado. Te animo a conocerlos por tu cuenta mientras acompañas a Ascua y a Livia en su aprendizaje y desvelas los secretos del Aquelarre. Quizá te ocurra como a mí y acabes descubriendo a tu nueva autora favorita.

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