Cuando Woolf cuenta, Le Guin escucha: el ritmo secreto de las palabras

 

16 de marzo de 1926, Virginia Woolf escribe una carta a su amiga y también novelista Vita Sackville-West indicándole que no debe preocuparse por encontrar la palabra adecuada a la hora de escribir, ya que lo que en realidad importa es hallar el ritmo, una ola en la mente producida por la escena que se quiera desarrollar y que al romper en la arena terminará arrastrando las frases indicadas hasta las costas de la imaginación.

17 de febrero de 2004, Ursula K. Le Guin publica el libro de ensayo The Wave in the Mind: Talks and Essays on the Writer, the Reader and the Imagination junto a la editorial Shambhala, donde adopta la ola rítmica de Woolf no solo para dar nombre a esta nueva publicación, sino también para escribir un capítulo brillante con el que trata de responder a la pregunta que más le hacen como escritora.

¿De dónde saca sus ideas?

Esta era una cuestión que ya había intentado resolver en numerosas ocasiones: durante una charla del Portland Arts and Lectures en octubre de 2000 y también en el abril de dos años más tarde, en el marco del Seattle Arts and Lectures. Escribió sobre ella en otros libros de ensayo como Steering the Craft (aún sin traducir) y The Language of the Night (publicado en España por Ediciones Gigamesh como El idioma de la noche, traducido por Ana Quijada e Irene Vidal). Pero es en este capítulo de The Wave in the Mind, titulado, precisamente, La pregunta que más me hacen, donde reúne estos fragmentos para enmendar el cántaro verde que contiene todas las respuestas sobre este asunto.

Ursula aparece agachada en la playa observando hacia el mar y el cielo rosado del atardecer Al fondo aparecen tres peñascos emergiendo de las aguas.

Fotograma del documental Los mundos de Ursula K. Le Guin. Fuente.

Valiéndose de la ola de Woolf, Le Guin visita islotes de temas tan potentes y profundos como la importancia de la imaginación frente a la experiencia, la defensa de la literatura fantástica, el papel de la lectura… e incluso se toma su tiempo para analizar la estela de humo dibujada en el cielo por dragones cuyos nombres no son otros que Tolkien y Saint Exupéry. Esta master class condensada en un único capítulo contiene un archipiélago entero de ideas tan amplio como el Terramar de la autora, pero es la corriente generada por las palabras de Woolf la que guía el bote de la Archimaga Le Guin en todo momento, ya que asegura no haber «encontrado nada más profundo, ni más hondo, sobre la fuente de las historias, el origen de las ideas»[1], que las reflexiones que la autora de Una habitación propia le dedicó a Vita Sackville-West en aquella carta:

«El estilo es algo muy sencillo: es simplemente una cuestión de ritmo. Una vez que lo tienes, es imposible que te equivoques con las palabras. Pero, por otra parte, aquí estoy a media mañana, llena de ideas, con revelaciones y todo eso, y no puedo usarlas porque me falta el ritmo adecuado. Esto de definir lo que es el ritmo es muy profundo y va mucho más allá de las palabras. Una escena, una emoción, produce una ola en la mente, mucho antes de que las palabras aparezcan para interpretarla; y al escribirlas (esto es lo que pienso ahora) uno debe retomar todo eso y trabajarlo (lo que aparentemente no tiene nada que ver con las palabras), y entonces, cuando la ola rompe y se asienta en la mente, hace que las palabras empiecen a encajar. Pero sin duda el año que viene pensaré otra cosa»[2].

Le Guin habla de la memoria, la experiencia, la imaginación, la invención y las palabras, consciente de que todas ellas vibran al son del ritmo marcado por Woolf. Como escritora, sabe que debe concentrarse y dejarse llevar para sumergirse en el océano de las historias y componer la suya. Sin el mapa que dibuja las ondas de ese ritmo, es imposible hallar las palabras adecuadas; la mente sufre una tempestad de ideas inconexas.

Si el concepto parece demasiado complejo o intangible, es conveniente visualizarlo como las circunferencias generadas por una piedra lanzada al mar abierto transformándose en enormes olas silenciosas. La escritora debe izar las velas y aventurarse hacia lo desconocido, fijándose en lo que la rodea: ¿varía el color del cielo? ¿Son las aguas cristalinas o turbias? ¿Aquello del fondo son nubes o el lomo de una bestia? Es necesario comprender que el nexo que une todas estas imágenes es la ola que surge y viaja a lo largo de la mente. Hay que identificarla y seguirla, estudiar su tamaño, su fuerza y velocidad; descubrir cuánto tarda en romper la siguiente una vez que la primera ya ha mojado el papel con palabras.

Sin embargo, tal y como podrá apreciarse en los últimos párrafos, trasladar esta idea a nuestro idioma tiene sus complicaciones. Y es que la sonoridad con la que suena en inglés esta ola en la mente, la propia frase the wave in the mind, contiene la musicalidad y el ritmo al que hacen referencia tanto Le Guin como Woolf, un efecto que no se aprecia en absoluto al traerlo al castellano, provocando que esta premisa tan presente en el título del ensayo se pierda como la espuma al alcanzar la arena.

¿La solución? Contar es escuchar: sobre la escritura, la lectura, la imaginación (editorial Círculo de Tiza, 2018). Respetando el subtítulo original, la editora Eva Serrano y el traductor Martín Schifino se decantaron por el título de otro de los capítulos fundamentales del ensayo de Le Guin. Y es que en palabras de la editora: «Le Guin se explaya constantemente sobre el hecho de que la escritura y la lectura son un diálogo silencioso entre autor y escritor». Una idea que aparece muy presente en la frase elegida para titular el libro en nuestro idioma y que contaba con el beneplácito de la propia Ursula, con quien Serrano tuvo la fortuna de hablar hasta pocos días antes de la muerte de la autora el 22 de enero de 2018.

«Han escrito bastantes fanáticos de Ursula muy enfadados por haber cambiado el título […] Ella nos dio su aprobación y entendió los motivos», revela la editora de Círculo de Tiza. «Tenía una correspondencia preciosa con la autora, en la que también me autorizaba a poner sus dos retratos en el interior del libro y me hacía bromas sobre que su cara parecía el desierto de Arizona».

Contar es escuchar. Y Ursula K. Le Guin no solo escuchó cuando Woolf contó su teoría sobre el ritmo, sino que dejó que esa ola en la mente la arrollara y la sumergiera hasta que solo pudiera respirar historias, llenar los pulmones de nuevos mundos e imaginación. Porque navegar, nadar y bucear esa ola es justo lo que se debe hacer.

«Debajo de la memoria y la experiencia, debajo de la imaginación y la invención, debajo de las palabras, como sugiere Woolf, existen los ritmos que rigen el movimiento de la memoria y la imaginación y las palabras; y la tarea del escritor es descender hasta las profundidades necesarias para poder sentir ese ritmo, hallarlo, moverse a su compás, conmoverse con él y permitir que mueva a la memoria y la imaginación a encontrar las palabras».

No hay que esperar a que el aire infle las velas y nos impulse hasta el lugar donde nace la ola. No hay que dejarse mecer por un mar en calma. «Como lectores, todos hemos montado esa ola y conocemos la emoción». Como escritores debemos hallar su origen, acecharla, mantenernos alerta, remar con suavidad hasta su ubicación y navegarla solo cuando el timón reaccione amablemente a sus movimientos.

Lo que nos hace volver al núcleo: ¿dónde está esa ola? ¿Cómo hallar el ritmo? ¿De dónde saca sus ideas? De la experiencia. De la ficción. De la imaginación. De los libros. «¿Cómo podría escribir si no leyera?».

Un dulce misterio

Le Guin asegura tener una «deuda ilimitada» con todas las historias que ha leído, así como con las personas que las han creado. Como si fueran los ingredientes de una receta, la escritora acumula recursos, tramas y secretos empleados en cada aventura que va descubriendo, los mezcla con su propia experiencia y los tamiza con el filtro de la imaginación para elaborar algo totalmente nuevo: una narración que ha germinado en la tierra de su mente.

Primer plano de Ursula, ya mayor, escribiendo con bolígrafo lo que podría ser una dedicatoria en uno de sus libros.

Gracias por regalarnos todas esas maravillosas historias, Archimaga. Fotografía de K. Kendall. Fuente.

Por eso, cada historia es un auténtico regalo. ¿Y de dónde proviene cada una de ellas? Haciendo suyas las palabras del compositor Willie Nelson, que ofreció una de las respuestas favoritas de la autora ante esa famosa pregunta que tanto le hacen, Le Guin extrajo la siguiente conclusión:

«El aire está lleno de melodías.

Una roca está llena de estatuas.

La tierra está llena de visiones.

El mundo está lleno de historias».

Y las historias necesitan ser contadas con las palabras adecuadas provenientes de las ideas que vibran al son del ritmo. Si bien no deja de ser un «dulce misterio», algo que parece demasiado abstracto, la fórmula requiere de su propia técnica. Una técnica que, aunque muchas personas rechacen o procuren hacer oídos sordos al escucharla, Le Guin ha convertido en una de sus máximas:

«Se es escritor escribiendo».

Cuando la ola batió mi mente por primera vez, este iba a ser un artículo con el objetivo de resumir el capítulo mencionado al comienzo. Sin embargo, son tantas las costas que aparecen en él que la corriente me ha hecho desembarcar solo en algunas, permitiéndome acercarme incluso a la editorial Círculo de Tiza para conocer la historia detrás de la traducción de Contar es escuchar. Quiero agradecer a Eva Serrano su participación en el programa especial dedicado a Le Guin de Lumak Podcast y su cercanía a la hora de compartir una historia que de otra forma se hubiera perdido por un problema que sufrieron los servidores de la editorial. La ola, sin embargo, ha descubierto otro camino.

Ursula K. Le Guin quedó tan impactada por esta revelación de Virginia Woolf, que no pudo dejar pasar la oportunidad de aprovechar su capítulo sobre el origen de las ideas para lanzar un deseo a cualquier persona que sintiera el impulso de crear sus propias historias:

«Ninguno de nosotros es Virginia Woolf, pero espero que todos los escritores hayan tenido al menos un momento en que hayan montado esa ola, y en que todas las palabras fueran las adecuadas».

Pues bien: ninguno de nosotros es Ursula K. Le Guin, pero espero que la ola iniciada por Woolf y que Le Guin navegó a través de un mar de palabras verdaderas, os guíe hasta las costas de vuestras historias sin contar.

Gracias, Ursula. Eres eterna.

Colaborador
Ander Mombiela (Colaborador): Ander Mombiela (Irun, ciudad fronteriza sin ley, 1992) descubrió que tenía dos vocaciones: el doblaje y la escritura. Uf. Ha publicado varias novelas de humor, un fanzine basado en El ciclo de Terramar de Ursula K. Le Guin y es una de las mitades de Lumak, podcast de creación literaria. Pero, lo que sin duda es lo peor de todo, es que escribe sobre sí mismo en tercera persona. Twitter.

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