Reseña: Nueve días en el jardín de Kiev

Sergei descubre el gran jardín de Kiev y entra solo a maravillarse en su naturaleza. Allí se encuentra con el guardabosques, un hombre mayor que está deseando contarle historias y enseñarle hasta el último rincón del enorme jardín. Pero no es la única persona que se encuentra cada vez que va: inmediatamente entabla amistad con Tatiana, que tiene su edad, pero también tiene muchas otras historias que contar.

Entre el guardabosques y Tatiana, Sergei se deja guiar (y nosotros con él) por el enorme jardín de Kiev, sus rincones, su historia y sus misterios. Los tres personajes van avanzando desde las zonas más luminosas y conocidas hasta grutas escondidas, mansiones abandonadas y claros entre los árboles.

En la imagen de la cubierta aparecen ilustraciones de diferentes flores y hojas, que abrazan una mansión, muy en segundo plano.
Cubierta de la edición del libro, obra de Pepe Medina.

Sergei vuelve día tras día, y día tras día los otros dos personajes le van contando historias, descubriendo otros personajes que han vivido cosas muy importantes en ese mismo sitio: reinas, artistas, soldados, enamorados… el jardín de Kiev ha ido marcando las vidas de quienes pasan por él.

Nueve días en el jardín de Kiev es el último libro de Susana Vallejo, a quien ya conocíamos por la escuela de escritura Phantásticas y por su relato en las antología Distópicas y Poshumanas, «Cuestión de tiempo». De esta autora siempre había leído ciencia ficción; es la primera vez que caen en mis manos una obra suya de fantasía.

Porque aunque por la sinopsis al principio no lo parezca, Nueve días en el jardín de Kiev es un libro de fantasía. Esta fantasía no está solamente en todas las cosas que le ocurren a los personajes y en las historias que cuentan como ciertas, sino también en la propia narración y en la concepción de los espacios. A primera vista, en el jardín de Kiev no ocurre nada maravilloso pero la magia está en el ambiente. En la manera en la que hablan los personajes. En cómo se organiza al jardín y se van enlazando los lugares y las historias de lo que ahí han ocurrido.

Con estos tres personajes (y los que surgen de las historias), la escritora crea una historia preciosista, que tiene constantemente un pie en el presente y otro pie en el pasado. Siempre esforzándose en detallar el jardín y cada uno de sus lugares, consiguiendo traerlos a la vida hasta que el lector sienta que él también es parte del propio bosque y su historia.

Hay varios temas que van atravesando la novela, como la memoria, la nostalgia, la comunicación o el respeto a la naturaleza. Pero de todos, el que me toca más de cerca, porque es un tema que personalmente me obsesiona, es la reflexión de cuánto de lo que ha pasado en un lugar permanece cuando pasa el tiempo. Las historias que van contando los personajes insisten en los momentos importantes de la vida pasada, de qué ocurrió, y le enseñan a Sergei exactamente dónde pasó cada cosa. Los lugares quedan marcados por los momentos que se viven en ellos, pero son invisibles salvo que alguien pueda contar su historia. A partir de entonces, se miran con otros ojos. Y Sergei, como yo, se pregunta: ¿si miro con suficiente atención, podré ver los restos de todo eso que pasó?

¿Cuánto queda de una persona en un lugar, una vez que se ha ido?

¿Esas cosas ocurrieron porque estaban pasando justo aquí? ¿Qué papel tienen los lugares en nuestra vida?

Sergei atesora cada uno de esos momentos como propios. Va completando el mapa con el jardín de Kiev con una coordenada diferente: en qué lugares ocurrieron cosas extraordinarias, aunque de ellas no quede nada.

La mano de la reseñadora sosteniendo el libro delante de un muro de piedra con musgo.
El ejemplar que la editorial nos ha hecho llegar.

La historia de Nueve días en el jardín de Kiev es redonda y satisfactoria. Los personajes son memorables y sus historias también. Sin embargo, personalmente, el estilo en el que está escrita no encaja conmigo. Me ha resultado una narración sobrecargada y la estructura de los días me ha parecido demasiado rígida y repetitiva. La prosa quiere inducir al sentido de la maravilla todo el rato y se me ha hecho artificial. El estilo me ha matado un libro que, de otra manera, me parece muy buena historia; y una amena a la que volver a leer después de la revelación final; que todo lo cambia y te aporta una nueva mirada sobre los personajes.

Pero si alguien está deseando leer una historia de naturaleza y de historias entrelazadas, con pocos personajes, un bosque mágico y muchísima atención a los pequeños detalles, dentro de los muros del jardín de Kiev va a encontrar su lugar.

Laura Huelin
Laura Huelin (Reseñas/Investigación): Licenciada en Filología harta del canon literario y los géneros sociales. Me aburren los mundos realistas y me apasiona la ciencia ficción y las clásicas. Me encanta investigar, aprender y conocer. También organizo el AnsibleFest. Twitter.

Buy Me a Coffee at ko-fi.com

Si quieres estar al día de nuestras publicaciones, subscríbete a la newsletter de La Nave Invisible.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.