Cuando uno coge una novela de fantasía romántica, vendida como tal, debe saber a lo que atenerse. Para ello, nada mejor que ver cuáles son los mayores exponentes del subgénero, con Sarah J. Maas a la cabeza. Y este libro, ya desde la sinopsis, dice claramente que eso es lo que puedes encontrar. Nada más empezar, vemos a una niña a la que le gusta estar por el campo haciendo barrabasadas, pero a la que ponen en clases con una abuela muy rígida y una profesora muy amable. Esto es, hasta que se descubre su secreto, en un momento en el que parece casi que vaya a hablarnos de la menstruación, pero lo que hace es convertirse en una criatura monstruosa, según los cánones de su sociedad, lo que lleva a que la abuela mate a la profesora a sangre fría.

Portada de la novela

Si habéis leído el anterior párrafo y no os habéis preguntado cómo puede ser que la frase vaya in crescendo continuamente, es posible que no os parezca que el libro vaya en ese mismo tono de forma constante. Porque, si hay alguna cosa que puedas pensar que ya ha llegado al límite, verás que la autora todavía puede llevarlo un paso más allá. Sí, a veces es un tanto predecible, pero desde luego se puede convertir en una lectura confortable precisamente por eso. Es esa combinación de «¿y qué más?» que te saca la sonrisa con un estilo agradable de leer que consigue que resulte un placer continuar con el libro. Eso sí, las muestras de masculinidad tóxica están a la orden del día, así como las expresiones de racismo y xenofobia.
Ahora bien, llega el momento de hablar de la fusión de clichés. Porque no solo se da en el personaje principal, sino que tenemos cosas como ángeles, vampiros, cambiaformas, brujas, demonios, criaturas que parecen muy feroces, pero que ronronean cual gatitos, vínculos psíquicos. Básicamente es un compendio de todas las modas de hace una década, y encontrarte todas en una sola novela es algo bastante sorprendente. Sobre todo cuando están bien conjuntadas y no se hace incómodo ver los distintos personajes aparecer.
Por supuesto, esto no sería fantasía romántica sin un triángulo amoroso muy desigual, en este caso dividido por el deber y la emoción. No hay ninguna sorpresa en ese sentido, ya que es algo muy habitual en este estilo de novelas poner esa división. Sin embargo, un detalle que me ha gustado mucho, aunque tampoco es especialmente novedoso, es la clara forma en que las mujeres se apoyan, creando unos vínculos de confianza muy interesantes. Y la crítica a la masculinidad tóxica de uno de los personajes es como agua de mayo, ya que muchas veces se disculpan los celos o la posesividad y en este caso ves que el personaje está hecho para caerte mal y para que veas lo terrible que es.

Foto de la autora

Según la autora, se trata de una historia cerrada. Esa no es mi experiencia lectora, desde luego, ya que los hilos que deja abiertos en los últimos capítulos, así como los personajes que tienen mucho más que mostrar, dejan claro que está planteada, al menos, una continuación. Y digo al menos, porque si fuera otro tipo de autoría, estaría hablando fácilmente de un universo de novelas, porque la construcción del mundo se lo merece, desde luego.

Khardan (Artículos/Otras Narrativas): Traductor, bloguero y tuitero constante. Coadministrador de Los Hacedores, donde reseña todo lo que cae en sus manos. No os metáis con Supergirl o Lois Lane en su presencia.

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