Angela Carter y Barba Azul, una vuelta de tuerca a la damisela en apuros

Seguramente todos conocéis ya de sobra el cuento clásico de Barba Azul, la historia de un hombre con una barba de color azul que tenía por costumbre torturar y matar a su esposa y después volver a casarse. Un señor simpático, ¿verdad? La versión más conocida de esta historia nos llegó en 1697 de la mano de Charles Perrault, un famoso escritor francés; pero desde luego no es la única. A lo largo de los siglos, se han escrito muchas revisiones de este cuento clásico, y muchas de ellas nos llegan de la mano de mujeres. Angela Carter, Amélie Nothomb, Anne Thackeray Ritchie, Margaret Atwood o Helen Oyeyemi son escritoras que en su día decidieron adaptar y volver a contar el cuento de Barba Azul, pero dándole su propio giro argumental. Hoy nos vamos a centrar en La cámara sangrienta de Angela Carter (Minotauro, 1991), por ser una historia que da especial importancia al papel de las mujeres.

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Litografía de Gustave Doré

Atención: SPOILERS a continuación

Primero, una rápida visión al Barba Azul original

Y cuando digo original, me refiero al de Perrault, que tomaremos como base. Se trata de un cuento corto que nos presenta la historia de Barba Azul, un hombre adinerado que busca nueva esposa, y su mujer, a la que no se le da nombre en toda historia, refiriéndose a ella en todo momento como «su mujer». Tras desposarse con Barba Azul, la mujer se muda a su mansión y, durante un viaje de su marido, queda a cargo de las llaves. La única condición que le impone su marido es que no entre en su gabinete; pero ella, movida por la curiosidad, no puede aguantar y entra.

En el gabinete descubre la horrible verdad sobre las antiguas esposas de Barba Azul, pues una a una están todas colgadas de la pared, degolladas. Barba Azul descubre que su mujer le ha desobedecido y la sentencia a morir como el resto de sus esposas; pero justo a tiempo llegan los dos hermanos de ella para salvarla de las garras de su terrible esposo.

Como veis, Perrault nos presenta la clásica historia de una damisela en apuros, que debe ser rescatada de su destino por un caballero, en la que el único papel de la esposa sin nombre es el de abrirnos la puerta a la habitación de los horrores.

La cámara sangrienta, de Angela Carter, le da una vuelta de tuerca a la historia

La cámara sangrienta nos presenta de igual manera la historia de Barba Azul y su mujer, aunque en este caso el relato se sitúa en una época más cercana a la nuestra y está narrado en primera persona. El cuento de La cámara sangrienta presenta numerosas diferencias con el original ya desde el principio: la protagonista de la historia es una joven hija única que vive con su madre. Su padre falleció años atrás, y desde el primer momento Angela Carter nos deja claro que las mujeres de su historia son fuertes: la protagonista cuenta la anécdota de cómo su madre se enfrentó ella sola a un tigre y salió victoriosa, algo poco usual en aquella época.

Otro de los puntos en los que difiere la historia es en el tratamiento de la relación romántica entre Barba Azul y su mujer. En la historia original, Perrault nos presenta a un noble que desea cortejar a una de las hijas de una noble mujer, aunque le da igual cuál de las dos termine siendo su esposa. Carter, por el contrario, nos muestra el noviazgo entre Barba Azul y su mujer, a pesar de la diferencia de edad entre ambos (algo que se comenta en varias ocasiones a lo largo del relato). También deja ver, aunque no de manera explícita, que la mujer no está realmente enamorada de Barba Azul: siente cariño por él y cree que casarse es lo más conveniente y adecuado para tener una vida tranquila.

Tras las nupcias, Barba Azul y su nueva esposa se mudan a su mansión, y el relato transcurre de manera similar al original: durante un viaje de negocios, la mujer se queda encargada de las llaves, con la prohibición de entrar en el despacho de su marido. Cuando Barba Azul descubre que su mujer le ha desobedecido, la sentencia al mismo castigo que sus anteriores mujeres: formar parte de su colección privada.

Pero, a pesar de que las acciones sean las mismas, Carter nos presenta un relato totalmente distinto al de Perrault en tono y connotaciones. En primer lugar, está cargado de un subtexto sexual del que carece el original; en segundo lugar, añade un personaje nuevo, el afinador de pianos ciego que trabaja en la mansión; y, en tercer y último lugar, el desenlace, en el que el papel de la mujer queda resaltado.

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Portada de Minotauro

El subtexto sexual en La cámara sangrienta

Yo temblaba ahora como un caballo de carrera antes de la prueba, pero a la vez como con miedo, pues sentía una extraña, impersonal excitación ante la idea del amor y, al mismo tiempo, una repugnancia que no podía disimular por esa carne suya, blanca, fofa, que tanto tenía en común con esos enormes ramos de aros de Etiopía que llenaban mi alcoba, en grandes jarrones de cristal, esas flores de capilla ardiente con el espeso polen que se pega a los dedos como si se los hubiera sumergido en cúrcuma. Esas flores que siempre asocio con él; que son blancas. Y ensucian.

Carter no se anda por las ramas a la hora de mostrar los encuentros sexuales entre la mujer y Barba Azul, y sobre todo hacernos ver lo que siente la joven. En todo momento se ven la dominación que ejerce Barba Azul sobre su mujer y la mezcla de repulsión y miedo escondidos que siente ella. Carter también esconde en estas escenas donde el sexo está tan presente referencias al sadomasoquismo latente en Barba Azul y del que su mujer aún no es consciente.

Entonces me besó. Y esta vez sin reticencias. Me besó y posó imperiosamente su mano en mi pecho, bajo mi vaina de encaje antiguo. Tambaleándome, empecé a subir la escalera de caracol que conducía a mi alcoba, al lecho de ébano tallado y hoja de oro en el que él fuera concebido. Balbuceé, atolondrada: si todavía no hemos almorzado; y además, es pleno día…

Para verte mejor…

Quiso que me pusiera la gargantilla, esa joya de familia heredada de una mujer que había escapado al cadalso. Con dedos trémulos me la abroché al cuello. Estaba fría como el hielo, y me estremecí. Él enroscó mis cabellos en una soga y los apartó de mis hombros para poder besarme mejor la pelusilla del cuello, debajo de las orejas; esa caricia me hizo temblar. Y besó también los ardientes rubíes. Los besó antes de besarme la boca. Extasiado, entonó:

—Sólo guarda de su atuendo / su sonora pedrería.

Una docena de maridos empalaron a una docena de esposas mientras allá afuera, en el aire vacío, las gaviotas graznaban columpiándose en trapecios invisibles.

El amor romántico no siempre lo salva todo

Carter introduce en su relato una nueva figura que no aparecía en el Barba Azul original: el afinador de pianos ciego, Jean-Yves, que trabaja en la mansión. En La cámara sangrienta, la esposa de Barba Azul tiene un don con el piano, y es por eso que este contrata un trabajador que mantenga afinado el piano de su esposa. Durante el tiempo que la joven pasa en la casa, Jean-Yves se enamora perdidamente de ella y está a su lado en los momentos de máxima tensión del relato: cuando ella descubre el horror de la cámara y cuando Barba Azul descubre su intromisión y se dispone a matarla.

Cuando mi esposo vio a mi compañero, observó:

—Dejad que los ciegos guíen a los ciegos, ¿eh? Pero ¿será posible que incluso un jovenzuelo tan embelesado como lo estás tú pueda creer que ella en realidad era ciega a su propio deseo cuando aceptó mi anillo? ¡Devuélvemelo, ramera!

Sin embargo, el afinador ciego no es el héroe de la historia: no salva a la mujer que ama de las manos de Barba Azul. Carter nos presenta un conflicto que no se resuelve cuando un caballero de brillante armadura va al rescate de la dama en apuros (como sí sucede en la historia de Perrault, aunque los salvadores sean los hermanos) y que tampoco se resuelve gracias al amor romántico que llegan a sentir el afinador y la mujer.

La importancia de la mujer en La cámara sangrienta

En el final del Barba Azul original, son los hermanos los que salvan a la mujer de Barba Azul. Estos aparecen de la nada, montados en sus caballos, y arremeten contra Barba Azul hasta darle muerte justo en el momento en el que este iba a decapitar a su esposa. Este final no solo peca de cliché, sino que además no explica por qué los hermanos se apresuraban de esa manera a la casa.

Carter se encarga de ambos puntos en La cámara sangrienta: el héroe final, quien salva a la mujer de Barba Azul, es su propia madre.

En una de las escenas del relato, nos encontramos a la mujer de Barba Azul hablando con su madre por teléfono, poco después de haber consumado el matrimonio; y la joven llora cuando habla con su madre, aunque afirma no tener motivos para llorar.

Tras esa conversación, la madre sabe que algo no va bien: su hija no había llorado en muchos años, por lo que debía tener un buen motivo. Es su instinto maternal y su amor por su hija el que la hace apresurarse hasta la mansión, y llega justo a tiempo para rescatarla de manos del monstruo con el que se ha casado.

Carter nos presenta a una mujer fuerte, algo que ya se había mencionado al inicio del relato, y que no duda en arriesgarlo todo para salvar a su hija. La fuerza y valentía de la madre en La cámara sangrienta nada tiene que envidiar a la de los héroes clásicos o a la de los hermanos en el relato original:

Nunca se vio una criatura más salvaje que mi madre, el sombrero arrebatado por los vientos y lanzado mar afuera, el pelo volando en blancas crines, las piernas enfundadas en negro algodón expuestas hasta los muslos, las faldas arremangadas alrededor de la cintura, una mano en las riendas del encabritado animal, en tanto la otra empuñaba el revólver de servicio de mi padre, y, a sus espaldas, los rompientes del mar tumultuoso, indiferente, como testigos de una justicia furiosa.

Sin duda alguna, esta presentación de la madre es digna de un héroe y nos indica la fortaleza de la señora y de su amor por su hija. Con un solo disparo, la madre pone fin a la vida de tiranía del marido de su hija.

Como veis, la historia y sus sucesos siguen la misma línea que el Barba Azul de Charles Perrault, pero Angela Carter nos los presenta con un trasfondo más macabro (las descripciones de la cámara no tienen desperdicio) y con un papel de la mujer mucho más importante, que también es de agradecer. Sin ánimo de desvelar nada más (aunque no me creáis, aún hay muchos detalles que no conocéis y que aumentan la genialidad de este relato), esta grumete os insta a leer la obra de Carter, ¡y estaré esperando vuestras opiniones con ganas!

Laura Morán
Laura Morán (Investigación/Opinión): Filóloga inglesa de corazón y escritora de profesión: desde artículos variados hasta literatura juvenil. Leo y escribo desde antes de saber cómo hacer cada cosa. Amante de la cultura, los viajes, la tecnología y los idiomas. Aventurera en la cocina. Geek (¿o freak?) de los videojuegos, cómics y la animación. Podría hablar con citas de El Señor de los Anillos, Friends y Harry Potter. Siempre.
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4 respuestas a «Angela Carter y Barba Azul, una vuelta de tuerca a la damisela en apuros»

    1. Disculpa por los spoilers, pero es que todo el artículo los contiene. Analizar una obra sin destriparla es complicado ^^U Si te interesa el tema, te recomiendo que te leas primero la obra original y La Cámara Sangrienta, son dos relatos muy cortos que no te llevarán más de una tarde, y luego vuelvas a disfrutar del artículo.

      ¡Un saludo!

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