De los tres géneros que componen el fantástico, el terror es el que más controversia trae. O lo amas o no te atreves ni a leerlo. Nos da miedo pasar miedo. Tememos lo que aún no se ha formado en nuestra mente. Tememos las posibles imágenes que un libro de terror podría evocarnos. Tememos que abran esa puerta donde hemos escondido todo lo que no queremos ver, oír ni recordar. Escondemos nuestros deseos más profundos y terroríficos, nuestros traumas más escabrosos, nuestras ganas de huir, de ansiar lo imposible y de vivir lo prohibido.
En Un descanso para los muertos y otros relatos, el terror de Lucy Taylor nos hace libres. Pero también libera a nuestros demonios.
Sin embargo, Taylor agarra al demonio por los cuernos y se enfrenta a él. En cada contienda, sufre heridas fatales imposibles de reconciliar. Y, en muchas ocasiones, la esperanza escasea en sus relatos: solo existe el miedo que provoca el ansia de libertad, el deseo de querer ser más. Y la contienda no siempre acaba bien.

Foto de Lucy Taylor. Fuente.
Lucy Taylor lleva décadas escribiendo. Aquí la conocemos desde septiembre de 2018, cuando Pulpture y Sofía Barker decidieron incluirla en la antología Agua en los pulmones, donde el terror cobra forma de agua. Pero es en Un descanso para los muertos donde vemos a Taylor desplegar toda su pluma y nos maravillamos con las múltiples formas que puede adquirir el ansia de terror.
Dividida en tres partes, Un descanso para los muertos explora los temas de la familia, el desierto y el futuro. La edición, en tapa blanda y tamaño bolsillo, incluye una presentación de la traductora, Sofía Barker, un prólogo de la autora y una nota con avisos de contenido, donde vemos cuál es el tema más recurrente de toda la colección: la violencia de género. Quizá, si hubiese sabido antes que este era el tema más tratado, no me habría ofrecido a reseñar esta colección. Pero me armé de valor y empecé a leerla. Agradezco que los avisos de contenido me preparasen para lo que se avecinaba.
El inicio de Un descanso para los muertos es incómodo. La parte sobre el desierto arranca con «Bestias sin alas», una historia onírica con tintes de thriller y un giro impresionante. Poco se puede decir de él sin desvelar este giro que tanto me gustó. La incomodidad que me infundió este relato se debe sobre todo al protagonista y narrador: esa primera persona está tan bien caracterizada que cuesta creer que no es real.
Con «Un descanso para los muertos», relato que da nombre a la antología, ocurre lo mismo. Aunque repleto de elementos fantasmales y oníricos, el narrador es tan real que puede ser ese vecino amable que «siempre saludaba» y acabó matando a su familia. Estos dos primeros relatos comparten tantas características (el desierto, el narrador bien caracterizado pero gilipollas, la obsesión con los coches…) que, sin embargo, se me hicieron un poco repetitivos.
El cambio viene con «El frenesí de la polilla». Es el primer relato protagonizado por una mujer, aunque la voz narrativa es mucho más onírica que las anteriores. El texto es sucio, depravado, sexual y violento. No creo que lo haya entendido del todo, aunque todos los elementos mitológicos me fascinaron.
Aquí concluye la parte del desierto y empieza la centrada en la familia. El número de relatos aumenta, pero seguimos con la misma temática: violencia de género. Buena muestra de ello es el primer cuento: «Acuerdo prematrimonial», narrado también por un personaje femenino. El contraste entre lo que la sociedad en general (y los hombres en particular) espera que hagan las mujeres y lo que hacemos y pensamos de verdad está muy bien narrado. La autora emplea un tono tan terrorífico que, de nuevo, podría ser muy real y estar ocurriendo a tu lado sin que te enterases.
Los tres relatos siguientes se encuentran entre mis favoritos. «Un pecho peludo, una gran polla y una Harley» podría parecer una comedia romántica en la que tres amigas intercambian regalos absurdos basados en las características que tendrían sus hombres perfectos. El giro final me sorprendió muchísimo. Es, a grandes rasgos, un relato de venganza muy bien llevado.
Tanto en este cuento como en el siguiente, «Una familia sumergida», la violencia de género sigue siendo la protagonista; aunque en esta ocasión la perspectiva es femenina y, a mi modo de ver, resulta mucho más original. En «Una familia sumergida», el elemento fantástico es más evidente; la narración es muy lírica y se usa para describir la depresión de un modo muy certero. Pero, llegadas a este punto, el tema de la violencia de género empezaba a cansarme y tenía miedo de que la colección se me hiciera cuesta arriba.
Por suerte, llegó «Tapiada», un relato con un punto esperanzador radicalmente distinto a todos los anteriores. Plush, la protagonista, está encerrada en un manicomio, aunque ella se ve más cuerda que nunca. Un día, sin embargo, oye a un gato maullar de desesperación detrás de la pared. Tiene que sacarlo de ahí, sea como sea.
«La Señora Blanca», el último relato de la sección sobre la familia, también me sorprendió sobremanera. Lupe y Naldo prometieron morir juntos, pero Naldo incumplió su promesa cuando lo asesinaron antes de hora. Lupe, vieja ya, es la narradora de este relato ambientado en un geriátrico. Una noche como otra cualquiera, se encuentra con la Señora Blanca, la Santa Muerte, y le exige explicaciones. ¿Por qué permitió que Naldo muriera si era su más dedicado devoto?

Portada de Un descanso para los muertos, de Lucy Taylor.
De aquí pasamos ya a la parte titulada «Futuro», donde Taylor presenta historias ambientadas en un futuro no demasiado lejano. Lo que más me sorprendió de aquí fue ver que la temática predominante era el body horror, un subgénero del terror donde lo escatológico y el dolor cobran tal importancia que quienes lo leen se sienten físicamente incómodos. O, al menos, eso es lo que acabó pasándome a mí.
«Subsunción» es el relato que inaugura esta última parte. Aunque corto, relata un apocalipsis de origen desconocido. El foco del cuento no está sobre el hecho que ha acabado con la Tierra tal como la conocemos, sino que se centra en el cambio que se da después de la catástrofe. El mundo se ha transformado tan de repente que ya no te puedes fiar ni de los árboles.
Reconozco que el siguiente relato no terminé de leerlo. La sensación de incomodidad fue tal que no podía seguir. En «Benditos los ligados», se condena a los criminales a unirse físicamente con otros criminales. El resultado: seres tan grotescos que la gente los adora como si fueran reliquias religiosas. Aquí se presenta el ser humano en su estado más salvaje.
El relato que más disfruté de esta última sección fue «En la cueva de los cantores delicados». Creo que nunca he leído un relato de ciencia ficción basado en la espeleología, pero el caso es que este está muy bien llevado. Con una narradora en primera persona, consigue transmitir esa sensación de angustia y claustrofobia que provoca estar dentro de una cueva con unos seres que no son de este planeta.
Y ya por último llegamos a «Lujuria en la era de los demonios», un relato sensual y sexual, la guinda que corona esta antología. Es breve, intenso; rezuma sexo y asco por los cuatro costados.
Un descanso para los muertos es, en definitiva, una antología ecléctica y una buena muestra de lo que nos estamos perdiendo por no traducir y publicar más a Lucy Taylor en español. Necesitamos obras escritas por mujeres como las que compone Taylor: violentas, sucias, asquerosas, sin pelos en las páginas y con el objetivo de demostrar que el terror también es tierra de mujeres.

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