Reseña: El vuelo del dragón

El vuelo del dragón es lo más atípico que he podido encontrarme hasta la fecha en una novela de ciencia ficción. Es la primera novela de la trilogía original de la saga Jinetes de dragones de Pern, de la autora americana Anne McCaffrey, primera mujer en ganar el premio Hugo y el premio Nébula, y de la que hemos hecho ficha para vuestro deleite en La Nave.

La autora comienza la narración con una pequeña introducción de dos páginas en la que nos sitúa en un contexto de ciencia ficción. Los humanos hemos alcanzado las estrellas y hemos formado colonias en varios planetas, pero, cada vez que lo hacemos, las abandonamos a su suerte. De esta forma, los habitantes de Pern (una colonia humana) perdieron su conexión con el planeta madre y terminaron por olvidar de dónde vinieron. En torno a Pern orbita otro planeta más pequeño describiendo una órbita endiabladamente elíptica que lo acerca cada doscientos años terrestres y permite que las formas de vida de ese pequeño viajero «salten» a la colonia.

Con esta introducción, McCaffrey nos sitúa en una sociedad de corte medieval (más o menos), donde la escasa población habita en fuertes de piedra que en su día fueron custodiados por unas criaturas similares a los dragones y por sus jinetes. Esa tradición se rompió cuando la gente de los fuertes entendió que los jinetes ya no eran útiles (la mayoría ni recuerda por qué lo fueron) y que su tiempo había pasado.

El vuelo del dragón se divide en dos novelas cortas: La búsqueda del weyr (ganadora del premio Hugo en 1968 como Mejor Novela) y Jinete de dragón (ganadora del premio Nébula en 1969 en la misma categoría).

La historia se centra en dos personajes: F’lar y Lessa. Él es un jinete de dragón en busca de una reina para el weyr, ya que la que tienen está enferma y la dragona ha hecho la puesta de huevos de la siguiente generación y entre ellos hay una nueva reina. Lessa es la heredera legítima del Fuerte de Ruatha, es de la Sangre, pero su lugar fue usurpado por Fax, que ascendió al poder matando a los de la Sangre. Lleva diez años trabajando de sirvienta en el Fuerte, esperando el momento de cobrarse su venganza.

La historia se nos cuenta en pasado y tercera persona usando varios puntos de vista. El foco cambia de personaje bastante a menudo, pero suele centrarse en Lessa y F’lar por encima del resto.

Lessa es la protagonista indiscutible de la obra. Es una mujer paciente como pocas, astuta y arrogante. Tiene una capacidad asombrosa para leer las situaciones, que ha desarrollado a través de años de maquinar en las sombras la muerte de Fax. Lessa se vale de su inteligencia para hacer que los demás hagan lo que ella no puede hacer, sin que parezca que fue idea suya. Es capaz de dar la vuelta a cualquier situación y tornarla a su favor. En el lado negativo, tenemos que es impulsiva y cuando quiere algo, lo coge (o lo hace) sin rendir cuentas a nadie ni pensar demasiado en las consecuencias de sus actos.

Por otro lado, está F’lar, el jinete del dragón bronce Mnementh. Es un ferviente seguidor de la dragonería y vive apegado a las viejas costumbres. Es de los pocos perneses que aún cree en las hebras y en que su llegada es inminente y actúa en consecuencia. No es una persona ambiciosa, pero tampoco conformista. Sabe que debe haber un cambio de poder en el weyr de Benden para que los Fuertes de todo Pern vuelvan a respetarles.

McCaffrey ha creado unos personajes muy humanos que ha sabido dotar de voz propia haciendo a cada uno único. No hay héroes ni villanos, sólo personas con motivaciones opuestas tratando de salirse con la suya. Mientras Lessa manipula a todos para que acaben con Fax, este trata de mantener su posición a toda costa ante la entrada de un jinete en su Fuerte que viene con exigencias como si se creyese alguien. F’lar trata de encontrar a una nueva reina, pero esconde sus verdaderas intenciones: provocar un cambio de poder.

Al margen de los personajes, hay que destacar el mundo. La sociedad de Pern está dividida en Fuertes, que se supone que deben proteger a los perneses de la llegada de las hebras. Asignados a estos tenemos los weyr, uno por cada región, que son cuevas enormes que sirven de nido a los dragones y de hogar a los jinetes que se encargan de proteger Pern de la invasión de las hebras.  Para esta misión, los Fuertes han de enviar a sus jóvenes para convertirlos en jinetes y abastecer los weyr, para que tanto dragones como jinetes estén sanos de cara a la batalla.

Al ser ciencia ficción, El vuelo del dragón envuelve con explicaciones científicas cómo funcionan los dragones. McCaffrey nos habla de su alimentación, de su arquitectura ósea o de cómo expulsan fuego de una forma puramente química y no mágica. Hay mucha ciencia detrás de la obra, pero no puedo citar más porque no quiero destripar nada a ningún posible lector. ¡Hasta están bien hechos los viajes en el tiempo! Algo con lo que soy muy quisquilloso y que estoy demasiado acostumbrado a encontrarme mal hecho en las obras.

La novela es muy buena y la saga en sí, muy recomendable, pero también tiene sus sombras. Hay varios saltos temporales entre capítulos que pueden hacer que el lector se sienta perdido hasta que recibe la referencia. Además, el final no podría ser más abierto, es como estar viendo una película y que de pronto se vaya la luz en mitad de una gran batalla por la salvación del mundo. Horrible. Si no fuera por estos dos detalles, sería una obra perfecta, pero no empaña ni mucho menos el conjunto.

Víctor de Amo (Reseñas/Corrección): Cuervo Fúnebre en las redes. Lector voraz de fantasía y ciencia ficción que pretende escribir más de lo que una vida mortal le va a permitir. Adoro las culturas antiguas y las ciencias en general.
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