Reseña: Nepenthe

Hace ya muchos años que conozco Literanda, una pequeña editorial digital que, desde 2011, ha estado trabajando por dignificar el formato ebook y ofrecer una alternativa de calidad a los lectores. Sus precios más que asequibles (o incluso sus contenidos gratuitos) nunca han sido excusa para la dejadez que a veces nos encontramos en el mercado más mainstream, y presenta unas ediciones muy cuidadas que nunca me han decepcionado. Si a eso le sumamos que, aunque su catálogo de ciencia ficción, fantasía y terror es muy escueto, ha apostado por varias autoras noveles bastante interesantes, pues mejor aún.

Por eso me hace feliz tener la oportunidad de reseñar por fin una novela que publicaron en 2013 y a la que le tenía ganas desde hacía tiempo: Nepenthe, de Nieves Mories, encuadrada en la ciencia ficción apocalíptica, con buenas dosis de terror. Con esta obra debutó Mories, pero también ha colaborado en el segundo número de SuperSonic, con su relato «El átomo».

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Portada de la novela.

Nepenthe es una novela peculiar que me ha provocado sentimientos encontrados. Por un lado, me ha encantado la prosa de Nieves Mories, hábil y con mucha personalidad, los personajes están bien trabajados y la trama es muy interesante, con ese punto de misterio paranormal que le da un toque de originalidad y la diferencia de una típica historia de zombis. Pero, por otro lado, el nivel de carga sexual, que a partir de cierto punto parece impregnarlo todo, se me ha atragantado hasta afectar a mi experiencia de lectura. He tenido que parar en un par de ocasiones y dejar reposar el libro durante varios días para poder continuar. Sin embargo, soy consciente de que este escollo probablemente se deba más a un asunto de gustos personales que a un auténtico problema de la novela; donde a mí me ha perdido, es muy posible que a otras personas las enganche más.

En Nepenthe, seguimos a un puñado de personas que han conseguido sobrevivir sin saber cómo a una especie de cataclismo invisible. Un día, sin previo aviso, sucede «algo» que empieza a provocar desapariciones masivas de gente que se esfuma sin dejar rastro. Al día siguiente, todos los que no habían desaparecido ya caen en un extraño letargo. Y, al tercer día, los que se habían dormido vuelven a despertar… pero convertidos en otra cosa. En medio de este caos que parece haber colapsado el mundo entero, hay ciertos individuos que no se han visto afectados y que no tienen más remedio que emprender la huida. Ya sea por azar o por algún otro tipo de providencia, sus caminos se van cruzando, reuniéndolos poco a poco, hasta que juntos consiguen atrincherarse en un refugio.

Contra lo que pueda parecer, Nepenthe no es una historia de acción. Salvo en la parte inicial, no vamos a tener trepidantes persecuciones de zombis hambrientos, peleas épicas, incursiones en el nuevo mundo hostil y demás parafernalia estilo The Walking Dead. No; el verdadero punto fuerte de esta novela es el desarrollo de los personajes, cómo la tensión y la incertidumbre absoluta van haciendo mella en sus mentes, cómo se comporta y evoluciona un grupo de personas encerradas en un refugio que, de la noche a la mañana, se convierte en todo su universo. Unos desconocidos obligados a vivir el fin del mundo viéndose las caras veinticuatro horas al día, por culpa de las circunstancias.

También juega un importante papel ese componente «sobrenatural» que mencionaba antes, porque lo que ha desencadenado este apocalipsis es un misterio. No ha habido una plaga rara que infectase a las personas ni nada por el estilo, todo ha sucedido de repente. Algunos, como Fernando, tuvieron ocasión de sentir una especie de onda electromagnética que barría la tierra. Otros, como Jaime, no se enteraron de nada hasta que el horror les estalló en la cara. Y luego está Eva, que parece tener la clave de todo, pero no recuerda nada. Los presentimientos, los sueños extraños y las experiencias paranormales se irán convirtiendo en una constante, una vez el grupo está a salvo en su refugio, presentándonos ese escenario inquietante en el que cuesta discernir si de verdad hay una fuerza inexplicable presionando a los personajes o simplemente están perdiendo el juicio. Todo aderezado con una serie de referencias bíblicas y una fortísima simbología en torno a Eva y la Serpiente.

La historia se estructura en bloques, cada uno narrado desde la perspectiva de uno de los protagonistas, separados a su vez por algunos interludios que narra Eva en primera persona. Sin embargo, se pueden diferenciar tres partes principales: la inicial, más dinámica y fresca, con la presentación y huida de cada uno, hasta que los caminos de todos terminan confluyendo; una segunda parte algo más reposada, con la primera etapa que pasan en el refugio; y una última marcada por el contacto con otros supervivientes, que es el que acelera las cosas y precipita el desenlace.

Es esta última la que se hace más cuesta arriba y difícil de digerir, por distintos motivos. El principal es que, aunque toda la novela tiene un tono altamente psicológico e introspectivo, en este punto los personajes están tan mal de la cabeza que sus pensamientos (y, por tanto, la narración) comienzan a volverse algo erráticos. Entramos entonces en la reiteración, las rayadas mentales, los giros de carácter y los comportamientos que parecen salir de ninguna parte. Todo esto por sí solo no tendría por qué ser un problema, ya que refuerza esa ambientación desquiciada y desquiciante en la que todos están hasta el cuello. Pero la cuestión es que el caos se aprovecha para resolver algunas cosas de forma un poco cuestionable y dejar muchas otras sin resolver siquiera. La trama se desdibuja, el misterio pierde fuelle, el final de buena parte del elenco es un poco arbitrario y también se da alguna discrepancia que no ayuda a paliar esta sensación de descontrol. Con la potencia que tiene la primera mitad de la novela, el desenlace se siente en comparación algo apresurado. Si os gustan los finales bien atados, es posible que este os frustre. Si, por el contrario, preferís los más abiertos que dejan detalles a la imaginación, sin aclarar el misterio más allá de lo imprescindible, este os gustará.

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La forma en la que Mories juega con el tema de la Serpiente es uno de los rasgos más inquietantes de la historia.

Con estas características, es obvio que la fuerza de la novela recae en los personajes, todos ellos con sus pequeños (o grandes) demonios. Jaime, el treintañero levemente «sociópata» que se ha pasado la vida yendo de un lado a otro, utilizando a las personas; Fernando, el joven y cauteloso policía que, tras un intento de asesinato en el País Vasco, quedó marcado por una minusvalía que lo tiene acomplejado; Eva, la misteriosa amnésica que parece esconder más secretos de los que ella misma cree; Susana, la bella stripper, fuerte y en cierta forma maternal; Rafa, el pediatra de carácter pusilánime que se deja llevar sin más; y Alicia, la pijita niña-de-papá que, a sus casi cuarenta años, sigue siendo poco más que una bala perdida con más ego del que puede sostener su incompetencia. También hay en el grupo un par de niños, además de los diversos secundarios que salpican los distintos pasajes. Pero son sobre todo los cuatro primeros quienes llevan la voz cantante.

Todos tienen una personalidad fuerte y bien definida, aunque los más trabajados del elenco son sin duda Jaime y Fernando, quizá los mejores personajes de toda la novela. Sin embargo, los demás también se sienten humanos, reales, muy de carne y hueso. Mories no solo nos adentra en sus mentes, también nos habla de su vida y su pasado, haciendo muy fácil el poder acoplarnos a sus perspectivas, aunque sean despreciables. En Nepenthe no tienes la sensación de estar viendo un teatro de marionetas, sino de estar asomándote a la intimidad de personas de verdad. Una intimidad sucia, cruda, incluso desagradable en según qué casos, pero muy cuidada. Tal vez por esto mismo, porque a lo largo de la historia llegamos a conocerlos bastante en profundidad, chirrían algunas decisiones finales con respecto a ellos o los altibajos en su desarrollo. Desarrollo enturbiado en parte por un sexo que va ganando un papel cada vez más predominante en sus cabezas, lanzándolos al juego de los tira y afloja y de la tensión sexual constante, hasta un punto que eclipsa lo demás.

Y es que el sexo se termina sobredimensionando demasiado, devorando la novela. Mories nos habla de la tensión, el desgaste mental que provoca una situación de estrés continuado, cómo en determinadas circunstancias podemos ir convirtiéndonos en la peor versión de nosotros mismos… y, en ese contexto, el sexo puede jugar un papel desestresante, de desfogue. Incluso la forma que tienen de hacerlo es representativa: la violencia contra la suavidad, la dominación contra la confianza. Para unos supuso un descenso a los infiernos, a otros consiguió salvarlos. A través del sexo casi se podía medir el nivel de cordura de los personajes. Era un tema interesante a explorar.

El caso es que llega a adoptar un cariz casi místico y esa línea no termina llevando a ninguna parte. Se le da tantas vueltas que se hace difuso y, cuando estás pendiente de otros misterios (el Esplendor Dorado que provocó este apocalipsis, la memoria rota de Eva, la Serpiente que está asfixiándolos…), que la narración se enfoque en los devaneos sexuales puede saturar. El hecho de que las relaciones que se barajan también sean bastante tóxicas no ayuda. Tengo algunas teorías, pero en el fondo no me quedó clara cuál era la intención de la novela o a dónde pretendía llevar; aunque también es posible que no pretendiera llevar a ninguna parte y ese fuese precisamente el mensaje. No hay que olvidar que Nepenthe es ciencia ficción de terror y juega con la incertidumbre y la ambigüedad hasta sus últimas consecuencias.

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Este zombi tan majo es de la película Extinction, pero su piel blanca y su aspecto medio viscoso se acercan bastante a las criaturas de Nepenthe… aunque estas últimas me resultaron mucho más perturbadoras.

El aspecto técnico es otro de los rasgos que más merece la pena destacar. Salvo los interludios de Eva, la novela utiliza un narrador equisciente que se va adaptando a los distintos protagonistas. Pero es una voz narrativa con tanta personalidad y un tono tan informal y directo que casi se siente como un personaje más en sí misma, alguien externo que mira al alma de los personajes y le explica al lector lo que ve dentro. Mories se centra en la psicología de sus protagonistas, es ahí donde más prolija se muestra y donde sustenta la ambientación, ese escenario opresivo. Ese efecto está muy bien conseguido. Y ha sido muy de agradecer el registro que ha utilizado, porque (sobre todo en la primera mitad) hacía más amena y dinámica una lectura que, en otras circunstancias, podría haberse hecho pesada.

Sin embargo, esta técnica se vuelve un poco contraproducente en la recta final, y la narración comienza a hacerse farragosa. Tras trescientas páginas, cuando empiezas a percibir cierto estancamiento en el desarrollo tanto de la trama como de quienes la protagonizan, el tono que en un primer momento resultaba fresco pasa a hacerse desconcertante. Esta es otra de las razones por las que el final flaquea: la narración se torna tan críptica que resulta difícil no perder el hilo de lo que está pasando. Si hay una ventaja que se puede extraer de esto es que le da un amplísimo margen a la interpretación del lector. La historia se queda dando vueltas en tu cabeza, haciéndote teorizar, buscando respuestas.

En definitiva, Nepenthe es una novela muy interesante, con detalles geniales, pero que creo que podría haber brillado incluso más recortando algunas cosas. Os la recomiendo si os gustan el terror paranormal/psicológico y las historias apocalípticas de corte intimista, más centradas en los personajes que en jugar al pilla-pilla con los zombis. No os va a dejar indiferentes.

Pilar Caballero
Pilar Caballero (Reseñas/Corrección): Dikana en el ciberverso. Humanista, escritora y multitasking editorial, fan del storytelling en cualquiera de sus formatos. Criada en el terror, formada en la fantasía y ahora enamorada de la ciencia ficción. Me dedico a reseñar todo lo que caiga en mis garras como si no existiera el mañana.

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