Reseña: Todos los pájaros del cielo

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Portada de Todos los pájaros del cielo, de Charlie Jane Anders (Insólita Editorial, 2018).

El año pasado, una mujer volvió a revolucionar los premios más prestigiosos del panorama anglosajón. Todos los pájaros del cielo, la primera novela de Charlie Jane Anders fue multinominada y consiguió alzarse con los premios Nebula, Locus y Crawford. El éxito de esta historia donde se entremezclan la magia y la tecnología futurista ha generado ingentes expectativas en el público, lo que tiene su lado positivo, pero también un peligroso lado negativo. Por un lado, ha permitido que la editorial Insólita se interesara y publicara esta obra que ya puede encontrarse en librerías, y eso es siempre una buena noticia. Lo malo es la diferencia entre lo que esperamos de la novela y lo que resulta ser la novela en sí.

No negaré que, después de leer muchas opiniones, lo que más sentía por Todos los pájaros del cielo era curiosidad. Por dos razones principales: la primera, el escaso término medio que había hallado en las mencionadas reseñas, y la segunda, la falta de acuerdo sobre si esta obra se podría tildar de juvenil o no. Para dar respuesta a estas posiciones enfrentadas voy a tratar de desentrañar los entresijos con los que Anders ha construido la historia de Patricia y Laurence.

Como avecina la sinopsis, todo gira alrededor de estos dos personajes. Patricia es una niña despierta, risueña, que descubre un pájaro herido en el bosque y de pronto se encuentra hablando con él. Eso demuestra que es una bruja, aunque el resto de pájaros no están muy de acuerdo. Sin embargo, si fuera capaz de contestar la Pregunta Infinita, no cabría ninguna duda. Laurence, por su parte, es un niño muy inteligente que consigue descifrar unos esquemas para montar una máquina del tiempo que lo hace viajar dos segundos hacia el futuro. Este pequeño artilugio le permite establecer amistad con una ingeniera aerospacial que le enseñará el cohete por el que Laurence se había escapado de casa.

Esta relación de hechos constituye los dos primeros capítulos de la novela. Después, todo cambia. Patricia no será capaz de hacer magia ni la máquina del tiempo de Laurence lo salvará de sufrir el acoso escolar por parte de sus compañeros. Esta segunda parte se centra en la adolescencia de los protagonistas, en cómo se conocen, cómo se relacionan entre ellos y sus familias, cómo forjan sus personalidades enfrentándose a un escenario duro y cruel. También aparece un tercer personaje, Theodolphus, que tratará por todos los medios de separarlos porque ha visto un futuro devastador.

Pasado el primer tercio del volumen comienza el libro tercero, en el que se desarrolla una trama muy diferente: Laurence y Patricia se reencuentran años después en un momento en el que el planeta está al borde del colapso debido al cambio climático. No obstante, esta cuestión se deja bastante de fondo hasta el final, poco antes de comenzar la cuarta y última parte. Mientras tanto, conoceremos las habilidades que han conseguido nuestros protagonistas desde que sus caminos se separaron y cómo se vuelven a unir.

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Charlie Jane Anders, autora de Todos los pájaros del cielo.

Visto este desarrollo, me resulta difícil concebir Todos los pájaros del cielo como una totalidad. La voluntad de cada parte es muy diferente. Dejando de lado la presentación de los niños, la narración que transcurre durante su adolescencia es un dibujo muy certero de lo destructivo y gratuito que puede ser el bullying y cómo enfrentarlo. Anders consigue que nos enamoremos de Patricia, de su fuerza y perseverancia, de su inteligencia empática e intuitiva, que suframos con su descenso al infierno, que gritemos por su liberación. Y, al mismo tiempo, logra que sintamos pena por Laurence, aunque su forma de enfrentarse a las dificultades sea más egoísta.

Esta construcción de los personajes se traslada a la edad adulta, donde hallamos una Patricia preocupada, no solo por el gran peligro que corre el mundo, sino por problemas mundanos que encuentra en cualquier lugar. Mientras tanto, Laurence está centrado en su gran e importante investigación y en cargarse su relación amorosa a base de toxicidad debido a su propia inseguridad.

Todo lo que narra la autora parece más enfocado a contar la evolución de los protagonistas y qué pequeñas circunstancias les llevan a tomar ciertas decisiones, que a resolver lo que podríamos considerar el «asunto importante» de la novela: ¡el mundo se está acabando! ¡Vamos a morir todos! ¿Qué están haciendo los brujos? ¿Y los científicos? Ahí reside el problema con las expectativas de la novela: no es eso lo que nos quiere contar. Está ahí, ocurre, porque Anders lo pone sobre la mesa, pero no adquiere un papel principal hasta que llega el momento crucial. Y eso no es lo que se espera de una novela sobre el apocalipsis.

Aguardamos la salvación, el heroísmo. Yo misma me preguntaba mientras leía: bueno, ¿y la movida gorda donde esta? La «movida» está en las vidas de Laurence y Patricia, en los hechos que han marcado su forma de ser, en su forma de enfrentarse al mundo, no en la salvación del mundo en sí. Hay algo muy humano en ello, pues ¿por qué debe recaer el peso de nuestros errores continuados en un pequeño grupo de personas? Ahí radica la crítica al cambio climático: es la unión y la acción conjunta la que evitará que nos extingamos, no la magia o una suerte de artilugio científico.

Ahora bien, en favor de los lectores decepcionados puedo decir que mientras la estructura de la primera parte está muy bien conseguida (la introducción de Theodolphus, por ejemplo, me parece magnífica: lo suficiente rocambolesca como para que te sorprendas y lo suficiente bien hilada como para no sacarte de la historia, y esto lo consigue con varios acontecimientos), en la segunda se resiente bastante. Los personajes secundarios se desaprovechan y el conflicto se reduce a la relación entre los protagonistas y entre ellos y su trabajo. Introduce un evento que desconocemos del pasado de Patricia que luego resuelve con un flashback, lo que choca bastante con aquello a lo que nos tenía acostumbrados. Da la impresión de que la trama va un poco a la deriva, de que le falta una vuelta más de tuerca, de ahí que busquemos el «asunto importante» que pueda reconducir la novela. A mí los protagonistas me han generado el suficiente interés, sobre todo en el caso de Patricia, para disfrutar de la historia hasta el final, pero quizá a otra persona le pueda parecer que la obra se desinfla si no acaba de empatizar con ellos.

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«Clover» es un relato ambientado en el mismo universo de Todos los pájaros en el cielo que narra lo que le ocurrió al gato de Patricia.

Otro elemento de conflicto ha sido el final, sobre si ha sido apresurado o no, y tampoco creo que la respuesta sea fácil y única en este caso. Si atendemos a cómo se ha ido desarrollando el argumento, centrándose en pequeños momentos en la vida de la bruja y el científico, parece que el final se resuelve muy rápido. No obstante, la tercera parte acaba en un clímax tal que regresar a la narración pausada le hubiera hecho más mal que bien. Para mí ha sido un final satisfactorio, si bien podría calificarlo de tramposo: parece una nueva historia, se introducen nuevas piezas para cerrar la novela y retoma un inicio que había quedado abandonado para cerrar el círculo.

¿Hay una conclusión a tanta percepción contradictoria? Creo que la más justa sería aceptar la complejidad de esta novela, que además está cargada de símbolos. Mientras la estructura descoloca y le hace perder el sentido de unidad, es precisamente el simbolismo el que construye la continuidad. Todos los pájaros del cielo habla de personas diferentes y, por tanto, de perspectivas. Habla del maltrato y el egoísmo, de la empatía y la dedicación. Pero, sobre todo, habla de los prejuicios, de cómo nos separan y nos destruyen porque impiden que trabajemos unidos. Laurence se aleja de Patricia por la magia, Patricia se aleja de Laurence porque la magia es algo que no puede conocerse. En lugar de colaborar por un bien común, los caminos separados producen la destrucción. Ese es el verdadero quid: la crítica al Engrandecimiento de creer que la solución está solo en nuestras manos, la lección de humildad de la Pregunta Infinita.

En este contexto, la discusión sobre si habría que considerarla como juvenil o no me resulta, como poco, absurda, y totalmente contraria a la voluntad de la historia. Anders nos trae una novela para el ser humano, sin importar su edad. ¿Va a gustar a todos los lectores? No, ¿pero qué historia lo hace? ¿Merece la pena leerla? Natalia Cervera ha conseguido trasladar las palabras de la autora con un estilo rico y fluido. La novela es entretenida, trata temas de actualidad y va más allá: es una obra que habla de nosotros, de lo que significa ser diferente, que nos interpela, que nos obliga a ver diferentes puntos de vista, y creo que eso nos hace aprender. Y aprender más de nuestra humanidad siempre merece la pena.

Laura S. Maquilón
Laura S. Maquilón (Reseñas/Fichas de autoras): Sierpe. Lectora por vocación. Arquitecta por amor al arte. Amante de la fantasía desde pequeña y fascinada por la ciencia ficción. Escribo relatos y tengo muchas historias en la mente. También escribo reseñas. Y artículos. Y hasta la lista de la compra.
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3 respuestas a «Reseña: Todos los pájaros del cielo»

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