Reseña: El pequeño vampiro

Allá por el 94, la que escribe tenía ocho años y se pasaba las tardes arrastrando las rodillas sobre el suelo de la biblioteca y manoseando los lomos de los libros de Barco de Vapor que se correspondían con su edad. En algún momento, mientras ojeaba los libros de color naranja, la palabra «vampiro» se cruzó en mi camino. Fue mi primera saga, mi primera historia de vampiros y la primera vez que quise, de verdad, con todas mis fuerzas, ser la protagonista de la historia.

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Fotografía de un pequeño vampiro.

El pequeño vampiro es el primer libro de la saga creada por la autora alemana Angela Sommer-Bondenburg, que marcó a varias generaciones llenando los estantes de librerías y bibliotecas de todo el mundo con su terror infantil y juvenil. 

Publicado por primera vez en Alemania, en 1979, no llegaría a traducirse al español hasta 1985 por Alfaguara (traducción de José Miguel Rodríguez Clemente), y no sería hasta diez años más tarde, cuando siendo yo una niña con la cabeza llena de rizos y tonterías, lo leería por primera vez.

Claro que ya había oído hablar de vampiros, estoy segura de haber visto alguno en televisión antes de aquel momento. Sabía que existían (en la ficción) y que no eran seres precisamente amigables, pero El pequeño vampiro abrió definitivamente la puerta de lo fantástico para mí. Recuerdo pasar las tardes leyendo uno tras otros los libros de la saga que sacaba de la biblioteca, mientras aprendía nuevas palabras y conceptos al mismo tiempo que deseaba con todas mis fuerzas que un vampiro llamase a la ventana de mi habitación cada noche antes de dormir.

El año pasado me compré el primer libro de la colección, una tercera edición de Loqueleo (proyecto editorial de ficción infantil y juvenil de Santillana). Leerlo otra vez ha sido una experiencia entrañable y curiosa. Según iba avanzando en la historia, recordaba algunas de mis reacciones cuando lo leí por primera vez. Me ha resultado interesante redescubrir personajes y lugares que ya conocía, pero que no recordaba hasta que los he vuelto a leer. 

Sobre la autora

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Fotografía de la autora, Angela Sommer-Bodenburg.

Angela Sommer-Bodenburg es una escritora alemana de fantasía y terror infantil y juvenil. Nació en Reinbek en 1948; estudió sociología y pedagogía en la Universidad de Hamburgo, donde se graduó en 1972. Ejerció de maestra de primaria durante doce años, compaginando la escritura con su carrera como docente.

Actualmente vive en Nuevo México, EEUU, junto con su marido y sus perros, y desde 1984 dedica todo el tiempo a sus dos grandes pasiones: la escritura y la pintura.

Ha dedicado gran parte de su vida a la saga de El pequeño vampiro, pero también es autora de numerosas obras infantiles y juveniles entre las que se encuentran El maestro de las sombras, una historia de fantasía protagonizada por un niño con un entorno familiar problemático que se embarca en una aventura acompañado de una dragona; o El diablillo que vino en la lluvia; además de más de veinte libros que no se han traducido a nuestro idioma.

El pequeño vampiro

Anton es un niño que vive junto a sus padres en un pueblo de Alemania. Lleva una vida convencional, sin incidentes ni cosas raras, pero una noche, mientras se encuentra leyendo, un ser extraño y terrorífico aparece en el alféizar de la ventana de su habitación, que está en un sexto piso. ¡Es un vampiro!

Este es el primer encuentro de Anton con Rüdiger, el pequeño vampiro. Al principio está asustado, tanto como yo de niña mientras leía esto por primera vez. Pero, al igual que yo entonces, Anton siente una atracción absoluta por lo terrorífico y fantástico de la situación, y ¿quién no querría ser amigo de un vampiro?

La autora nos cuenta la historia de Anton y Rüdiger a través de una narración en tercera persona donde acompañamos a Anton en su día a día (y sus noches) mientras se relaciona con sus padres, sus nuevos amigos nocturnos y otros personajes con los que se encuentra.

El estilo es sencillo y conciso, con descripciones directas y un contexto claro y que necesita de pocas explicaciones. La traducción sigue siendo la misma desde 1985 y esto hace que algunas expresiones, y no solo en los diálogos, queden un poco desfasadas. Esto se nota especialmente en las frases hechas y la forma de hablar de los personajes (tanto niños como adultos). No dificulta la lectura, pero sí hace que sea menos atractiva.

Esta es una novela claramente para un público infantil y juvenil. Está recomendada para lectores mayores de diez años, pero es suficientemente larga como para mantener a cualquier adulto entretenido durante el tiempo que dura la lectura. 

Al ser el primer libro de la saga, durante el transcurso de la historia se tratan las cuestiones básicas sobre los vampiros. Teniendo en cuenta la longitud al ser un libro dedicado al público más joven, nos da tiempo a conocer a los personajes principales que nos acompañarán durante el resto de los libros, además de ver cómo Anton gestiona los problemas que surgen a raíz de entablar amistad con un ser como Rüdiger.

En este libro nos encontramos con vampiros clásicos, que viven en el cementerio, en lo más profundo de una cripta y cuyo enemigo número uno es el vigilante del cementerio, que ha usado alguna que otra vez las mortíferas estacas de madera. Rüdiger vive con toda su familia bajo tierra; cada uno duerme en un ataúd y visten con capas negras que les permiten volar por el cielo nocturno. 

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La familia de Rüdiger está reunida. (Ilustración de Amelie Glienke)

Durante la narración, Anton se muestra temeroso, pero también emocionado por su nuevo amigo. Una de las veces que Rüdiger visita al niño en su habitación, Helga, la madre de Anton, entra y el vampiro se tiene que esconder en el armario, con tan mala suerte que se deja un trozo de su capa fuera y Anton tiene que decirle a su madre que se trata de un amigo muy tímido. Otro día, Rüdiger se deja una capa en la habitación del niño y la madre de Anton la encuentra. Como la capa tiene un montón de agujeros, ella con toda su buena intención se pone a remendarla. Lo que no sabe es que se trata de una prenda mágica con la que su hijo había volado hasta el cementerio la noche anterior.

En este primer libro también conocemos a Anna, la hermana pequeña de Rüdiger y que, de forma bastante predecible, se convierte en el interés romántico del niño. Es curioso cómo en esta relectura lo que me hubiera parecido más natural hubiera sido que Anton se sintiera atraído románticamente por el propio Rüdiger, o por ninguno de los dos; pero tratándose de un libro publicado originalmente en 1979 no podemos esperar otra cosa que no sea la heterosexualidad asumida (haberlos haylos, pero pocos), incluso en una historia dirigida a un público infantil y con un protagonista de nueve años.

Una de las cuestiones interesantes que se aborda en este libro es la del niño vampiro. Suele ser un tema delicado porque al convertir en vampiro a un infante se le arrebata la niñez y probablemente la inocencia al darle el poder, o más bien, la obligación de alimentarse de sangre humana por su propia supervivencia. Los niños vampiros suelen ser seres antinaturales incluso dentro del universo tenebroso de estas criaturas fantásticas. Anne Rice trató el tema en Entrevista con el Vampiro, John Ajvide Lindqvist en Déjame entrar, y Virginia Buedo en su relato Irina

En este caso, Rüdiger es un vampiro que infunde terror, pero también es un niño que tiene miedo a la oscuridad. De esta forma, la autora crea un personaje que se escapa de esa figura sacrílega del niño vampiro para mostrarnos un chaval preadolescente, con inseguridades y miedos, así como ansias por hacer amigos de su edad.

Angela Sommer-Bodenburg compone un universo que se convierte en un lugar agradable, un espacio seguro, al que los lectores jóvenes quieren volver una y otra vez; de ahí el éxito de la saga y el número de libros que la componen (veintidós en total), además de todas las adaptaciones al cine, televisión y teatro. 

Los lectores más jóvenes se sentirán identificados con Anton, aunque también quieren ser vampiros. Recuerdo cómo leyendo por primera vez las novelas siendo cría, el personaje que más me atraía era Anna, por ser una niña vampira, pero precisamente por ser una niña, es un personaje al que se trata de forma diferente, y no solo por ser la menor de la familia (y beber leche todavía en vez de sangre). Esto me ha supuesto una decepción en la relectura, sobre todo por lo comentado anteriormente sobre que el personaje tiene la principal misión en la trama de ser el interés romántico del protagonista y, aunque me consta que en los siguientes libros Anna tiene más importancia siempre estará ligada al protagonista masculino hasta el final de la saga

Las figuras de los padres de Anton ocupan el espacio que corresponde a los adultos ajenos al mundo de fantasía donde se desenvuelven los niños y a todo lo que no es convencional. De esta forma, Anton tiene que ocultarles la verdad creando ficciones que les convenzan de que sus amigos vampiros son simples niños a los que les gusta disfrazarse y con un ciclo de sueño un poco raro.

Los vampiros de esta novela son clásicos, pero se nos muestran desde los ojos de un niño de nueve años que, aunque ha leído Drácula y otras historias clásicas de terror, va descubriendo de primera mano las características y rarezas de estos seres que le aterran tanto como le atraen. 

El pequeño vampiro es una lectura que merece la pena y con la que pasar una tarde divertida, tengas la edad que tengas; aunque reitero que una nueva traducción no le vendría nada mal al texto.

Logan R. Kyle
Logan R. Kyle (Artículos/Otras Narrativas): Escritora y fotógrafa. Copywriter mercenaria por las mañanas, madre de gatos el resto del día. Me gustan los videojuegos, los dinosaurios y el hummus. Tengo un blog donde digo cosas a veces. Twitter.


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5 respuestas a «Reseña: El pequeño vampiro»

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