Reseña: Mascota

No deberían quedar monstruos en Lucille.

Con esta frase, corta y directa, comienza Mascota de le escritore nigerniane Akwaeke Emezi y que llega a nuestro idioma de la mano de Crononauta.

Akwaeke Emezi tiene, por ahora, una lista corta de publicaciones, pero las novelas que nos han llegado al castellano son muy prometedoras. La editorial Consonni publicó en el año 2021 su opera prima, Agua dulce, novela de fantasía en la que narra la historia de una niña nigeriana que tiene que convivir en su interior con deidades y espíritus.

Le autore es una persona de piel negra, pelo muy corto y rizado, que lleva un aro dorado en el septum y unos enormes y llamativos pendientes largos dorados y con perlas.
Fotografía de le autore. Fuente: http://www.crononauta.es

Sin dejar de animaros a explorar el resto de la obra de Emezi, en esta reseña nos centraremos en Mascota. Es una novela juvenil a mitad de camino entre la fantasía y la ciencia ficción. Ha sido publicada por Crononauta, con traducción de Carla Bataller Estruch y portada (muy bonita, por cierto) de Natacha Bustos. La edición, como todos los libros de Crononauta, está muy cuidada, y no puedo dejar sin mencionar los bonitos detalles que encontramos en el inicio de cada capítulo a juego con la ilustración de la portada.

En la novela encontramos tres personajes principales: Jam, una niña que utiliza la lengua de signos como método fundamental de comunicación y cuyo punto de vista nos guiará a través de la historia; Redemption, su mejor amigo y compañero de aventuras; y Mascota, un monstruo que aparecerá por sorpresa en la vida de la niña para cambiar su punto de vista y descubrir que el mundo no es cómo se lo habían planteado.

Junto a este trío, tenemos un cuarto factor importante que, a pesar de no ser un personaje como tal, me parece fundamental en la trama: la ciudad de Lucille. La novela comienza la narración presentándonos este lugar, que es donde se desarrollará la acción de la historia. Lucille es una ciudad en la que los monstruos ya no existen. En generaciones anteriores y no demasiado lejanas, los monstruos habitaban cada rincón de la ciudad, tomaban las decisiones políticas y estaban presentes en todas las instituciones, pero ahora eso ya no es así. Tras una dura guerra, los monstruos fueron vencidos y ahora Lucille está gobernada por ángeles que mantienen la paz y aseguran una vida fácil y libre de peligros a les ciudadanes.

Suena bien, ¿verdad? Jam, la protagonista de esta historia, tiene muy interiorizado que los monstruos no existen hasta que Mascota aparece en su vida. Mascota es un ser con cuernos, garras, pezuñas, enorme tamaño y múltiples colores; Mascota, a simple vista, es un monstruo, pero en realidad, no lo es.

En la cubierta aparece la protagonista de la novela, Jam, una chica negra con el pelo afro suelto al natural. Hace un gesto con la mano, apoya una sobre la otra, y mira hacia delante. Va vestida con una camiseta negra, una chaqueta rosa y vaqueros. A su alrededor aparecen dos alas moradas con ojos. Sobre su cabeza se muestra el título, «Mascota», y abajo el nombre de le autore, Akwaeke Emezi.
Portada de Mascota en la edición española de Crononauta. Fuente: http://www.crononauta.es

—He venido a cazar. A cazar al cazado. A cazar como un ser que caza.

[…]

¿Puedes decirme a quién has venido a cazar?, preguntó.

Mascota bajó la cabeza para encararla. A un monstruo, respondió, y a Jam se le cayó el alma a los pies.

Mascota enseguida deja claro por qué ha llegado a la ciudad: porque hay un monstruo y debe cazarlo. Es muy interesante el discurso que inicia este hecho en los pensamientos de Jam, que ha sido criada con la afirmación absoluta de que los monstruos ya no existen y, de repente, se encuentra con que, en su círculo cercano, hay uno. 

¿Qué pasa cuando los monstruos se disfrazan de ángeles y ocultan su verdadero rostro? Mascota le da la clave a Jam para encontrarlos y cazarlos: hay que cambiar la forma de mirar lo que hay a tu alrededor.

Aquello era una misión y lo único que debía hacer era lo que le había sugerido Mascota: intentar ver más de lo que había visto antes. Buscar con ahínco cosas que quizá no sabía que existían. Sería como ponerse unas gafas nuevas, cambiar el filtro con el que procesaba todo lo que la rodeaba […].

Pero cambiar esa visión no es tan fácil cuando te han criado en todo momento con una afirmación tan tajante. Jam tiene un extenso diálogo interno al respecto y, en el fondo, nunca pierde la esperanza de que Mascota se equivoque y que Lucille siga siendo un lugar tranquilo y sin peligros.

Este diálogo interno de la protagonista es uno de los puntos más interesantes de la novela, desde mi humilde opinión, porque puede extrapolarse a muchos temas de la actualidad. Aunque Jam se ha criado sabiendo qué eran los monstruos y qué hicieron en el pasado, la idea que tiene de ellos es esa: los monstruos son seres que habitaban en el pasado. Y esta creencia acérrima es la que le obstaculiza en todo momento el reaccionar y asimilar que han vuelto al presente.

Pero el eco de un recuerdo no es lo mismo que un recuerdo […]. El problema es que cuando piensas que hace tiempo que te has librado de los monstruos, a veces te olvidas de cómo son, de cómo suenan, sin importar cuántas veces te lo recuerden tus estudios.

Esta narrativa me ha recordado (y aquí no puedo evitar que salga lo poco que queda de historiadora en mi interior) a hechos como la situación política actual; teníamos tan interiorizado que el auge del fascismo y de los partidos de extrema derecha eran algo del pasado y de los libros de Historia que todavía estamos ojiplátiques por lo que está sucediendo en decenas de países, o en nuestro propio estado. Como Jam, seguimos teniendo la esperanza de que se desinflen y se vayan por donde han venido para no tener que hacer frente a un problema más que evidente.

El mensaje que extraigo de Mascota, con la historia que nos narran en sus páginas y con cómo se desarrolla, me parece claro: no debemos dar por sentado los derechos ganados. Les ciudadanes de Lucille pueden y deben disfrutar de la apacible vida que se han labrado, pero sin olvidar que, de vez en cuando, seguirán apareciendo monstruos contra los que deberán vencer. Y tenerlo presente es especialmente importante para que, cuando alguien sea atacade por ese monstruo, como ocurre en la novela, su palabra sea creída y no se ponga en duda.

Dentro de este tema, es también muy interesante un punto en concreto: Mascota, por su aspecto, es leído como monstruo, aunque, en realidad, no lo es. Su único objetivo es cuidar a les ciudadanes de Lucille y librarles del verdadero monstruo, cuyo rostro no tiene cuernos sino un aspecto totalmente humano. Bitter, la madre de Jam, se lo explica a su hija con mucha claridad:

—Los monstruos no se parecen a nada en especial, doux-doux. Esa es la cuestión. Ese es el problema.

En el mundo real, los monstruos tienen el mismo rostro y el mismo aspecto que las buenas personas y eso es lo que les hace especialmente peligrosos.

Este hilo argumental tan interesante (del que, confieso, podría estar escribiendo durante cuatro páginas más) está narrado con un predominante sentimiento de esperanza que nos deja el corazón caliente, a pesar de que los hechos narrados en los últimos capítulos son duros. Creo que esa es la magia de los libros que publica Crononauta, que sabes que siempre va a haber un mensaje esperanzador.

Además, la narración es fluida y directa, escrita en tercera persona. Como lectores, seguiremos en todo momento a Jam, de modo que tenemos siempre una visión de primera mano de lo que lo está ocurriendo. El enfoque de los hechos desde el punto de vista de una niña es perfecto para acercar la novela a los lectores jóvenes.

Lo que más destaca, sin duda alguna, es cómo se plasma la lengua de signos que Jam utiliza para comunicarse la mayor parte del tiempo. Le autore opta por introducirlo desde el principio de la novela para luego directamente darnos una transcripción, que, en esta edición, se ha marcado con cursiva. Esta tipografía distinta ayuda a que el lector pueda imaginarse la escena de forma más apropiada.

Nunca había leído una novela que integrase esta lengua como parte de la comunicación de sus personajes y, sin duda, me ha gustado la forma de hacerlo que han elegido desde la editorial.

Sobre un fondo rosa que parece una ciudad muy esquematizada, vemos a Jam, vestida con un pijama blanco y zapatillas de andar por casa mulliditas verdes. Lleva una pluma en la mano. El título "pet" utiliza una tipograía que parece hecha de plumas.
Portada de la edición en inglés de la editorial Make Me a World. Fuente: http://www.amazon.es

Otro detalle interesante es cómo la narración entrelaza los pensamientos de Jam con sus propios diálogos con Mascota. Estas conversaciones entre ambos son una espiral en la que se entremezclan los pensamientos en primera persona de la niña, a los que Mascota puede acceder, con los diálogos que Jam tiene con el monstruo protagonista sin pronunciar ninguna palabra.

Aunque es una forma complicada de narrar, porque no hay marcas tipográficas que separen los pensamientos de la niña de las frases dirigidas a Mascota, le autore consigue que los párrafos se entiendan perfectamente haciendo que el tono de las distintas frases de un mismo párrafo cambie en función de si es un pensamiento o un diálogo. Sin duda, queda claro lo bien que escribe Akwaeke Emezi y lo bien que está traducida la novela por Carla Bataller Estruch.

Mascota es una novela muy buena, con personajes interesantes y temas importantes. No puedo evitar darle las gracias a Crononauta por haber elegido tan bien esta publicación que, en los tiempos que corren, me parece imprescindible.

Raquel Aysa Martínez
Raquel Aysa Martínez (Fichas de autoras/Artículos/Reseñas): Feminista, historiadora, lectora y escritora con varios relatos publicados (y otros tantos en el cajón). Adicta a la fantasía, a la ciencia ficción, al arte y a Twitter.

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