Una utopía feminista india: Rokeya Sakhawat Hossain y El sueño de Sultana

Si ya nos enfrentamos a la difícil tarea de visibilizar autoras de género en Occidente, al fijarnos en otros países y culturas, el panorama es desolador. Ya se trató en este blog el tema de la ciencia ficción africana; esta vez nos enfrentamos a la asiática a través de una autora de ciencia ficción, surasiática y además feminista: Rokeya Sakhawat Hossain.

Antigua fotografía de la autora.

Rokeya nació en 1880 en Rangpur, una región que por aquel entonces pertenecía a la India Británica y en la actualidad es una provincia de Bangladesh. Hija de la cuarta mujer de un musulmán rico, Rokeya no tuvo acceso a la educación como sus hermanos varones. Sin embargo, ellos a escondidas de su padre daban clase tanto a Rokeya como a una hermana menor. Las enseñaron a leer en inglés y en bengalí, la lengua de las clases populares. Ibrahim, el mayor de los hermanos, arregló el matrimonio de Rokeya con Sakhawat Hossain, un magistrado de treinta y ocho años. Pese a que ella únicamente tenía dieciséis, Ibrahim ya sabía que su hermana se estaba formando en ideales feministas, y que Sakhawat se había educado en Inglaterra y apoyaría y difundiría la obra de su hermana, como así ocurrió.

Desde muy pronto, Rokeya tenía claro que quería dirigirse al estrato más pobre de la población y que debía escribir en bengalí para llegar a ellos. Entre 1902 y 1903, escribió varios artículos que fueron publicados en periódicos de Calcuta, hoy día recopilados en Motichur, la obra que contiene todos sus artículos y ensayos. En estos artículos trata ampliamente el tema de la reclusión de la mujer y el purdah.

El purdah sería uno de los temas más tratados en la obra de Rokeya. Se trata de una costumbre llevada a cabo por familias musulmanas e hindúes de algunas zonas, que consiste en no permitirle a las mujeres mostrar su cuerpo a hombres que no pertenezcan a la familia, por lo que deben usar prendas como el burka cuando salen de casa. En el hogar se separan los espacios de las mujeres con cortinas o biombos, a los que ellas corren a refugiarse cuando reciben visita en casa. Rokeya estaba totalmente en contra de esta práctica y escribía sobre ello en sus artículos.

Rokeya llegó a la conclusión de que para liberar a la mujer musulmana de su opresión había que trabajar en su educación. Su marido murió en 1909, y con el dinero que heredó, fundó una escuela para niñas musulmanas en Calcuta al año siguiente. Pese a que costó arrancar, debido a dificultades como la oposición de la familia de su marido, la escuela salió adelante y ha perdurado hasta nuestros días. También fundó en 1915 la Asociación de Mujeres Musulmanas y lideró iniciativas y ponencias, con la educación de la mujer como tema principal.

De entre todos los artículos y ensayos que escribió Rokeya a lo largo de su vida, existen dos relatos que podrían enmarcarse en la ciencia ficción: El sueño de Sultana y Padmarag, escritos en 1905 y 1924 respectivamente. Estas dos obras se consideran “utopías feministas”, ya que versan sobre un futuro utópico en el que los papeles de mujeres y hombres se han invertido, implantando matriarcados e imponiendo el purdah a los hombres. La justificación de estos cambios en sus obras se debe a su mayor preocupación: la educación de las niñas.

Rokeya falleció el 9 de diciembre de 1932, día dedicado en su honor en Bangladesh, el “Día Rokeya”. Fue considerada la primera feminista de este país, por lo que se la condecoró con el término honorífico de Begum o Beguma. La escuela de Calcuta sigue en funcionamiento, y es habitual encontrar estatuas representándola en edificios académicos del norte de India y Bangladesh. La universidad de Daca posee un recinto con su nombre, reconocida como una gran erudita.

La escuela de Rokeya en Calcuta (Sakhawat Memorial Government Girls High Schoool).

Reseña de El sueño de Sultana

El sueño de Sultana es un relato escrito en 1905, aunque no se publicó hasta 1908. Fue escrito en inglés y publicado en la revista The Indian Ladies, aunque Rokeya se encargó después de traducirlo al bengalí, para que las clases populares también pudiesen leerlo. Nos narra cómo Sultana, la protagonista, se queda traspuesta y en su sueño aparece en Lady Land o el País de las Damas. El relato de desarrolla guiado por la Compañera Sara, la guía de Sultana y el lector a través de este País de las Damas, su alzamiento y su desarrollo.

En el País de las Damas los roles de género se han invertido. Son los hombres los que guardan el purdah en las mardanas (equivalente masculino a las zenanas) y cuidan de los niños, mientras las mujeres son las que recorren las calles, yendo a trabajar o a cualquier otro recado. Sultana, al aparecer en el País de las Damas, se muestra avergonzada, pues se encuentra en la calle sin el cuerpo totalmente cubierto como manda el purdah. Se tranquiliza al comprobar que todas las transeúntes son mujeres. Sara añade que se muestra “muy masculina”, muy tímida, carácter que en las sociedades patriarcales suele asociarse a las mujeres.

Mientras caminan, Sara pregunta a Sultana cómo se dejan encerrar por los hombres en las zenanas, a lo que ella rebate basándose en los típicos argumentos biológicos de la época: los hombres tienen el cerebro más grande y son más fuertes. Sara contesta que los elefantes tienen los cerebros más grandes que los hombres y que los leones son más fuertes, y no por ello dominan sobre los humanos.

Portada de una de las ediciones inglesas de Sultana’s Dream y Padmarag.

Sara muestra su casa a Sultana, explicando las novedades e inventos que ella desconoce. Explica entonces cómo surgió el País de las Damas, hecho que casualmente coincide con las ideas que pregonó Rokeya en vida y la importancia de educar a las niñas:

Existía una Reina de tan solo trece años, que aunque fuese la cabeza del Gobierno, en realidad el país estaba dominado por el Primer Ministro. A la joven Reina le encantaba la ciencia, por lo que fundó varias escuelas y, más tarde, dos universidades en su capital, únicamente para mujeres. De estas dos universidades surgen dos inventos importantes para el relato: un aparato capaz de concentrar y almacenar los rayos del Sol en un punto (utilizado de forma cotidiana para cocinar) y un globo colocado en el cielo que mediante tuberías recoge el agua de las nubes, provocando que el cielo esté siempre despejado, que se eviten las tormentas y además dotando de agua corriente a la población. Los hombres ignoraron estos inventos y los menospreciaron únicamente por el hecho de que los habían construido mujeres, denominándolos como “pesadillas sensibleras”.

Debido a un conflicto, un país vecino proclamó la guerra. Los hombres marcharon a luchar, pero el poder del ejército enemigo era muy superior. Los hombres, derrotados, aceptaron meterse en las zenanas, mientras las mujeres se reunieron en la capital en torno a la Reina para decidir qué hacer. Ella ordenó que utilizasen su inteligencia y no su fuerza.

Las mujeres marcharon al campo de batalla con el aparato que recogía la luz solar y lo dirigieron hacia el ejército enemigo. Los soldados huyeron y el país jamás volvió a ser invadido. Así se justifica cómo un país puede permanecer en paz sin poseer una fuerza militar.

Poco antes de despertar, la Compañera Sara lleva a Sultana a visitar a la Reina en un coche volador que funciona con hidrógeno. En el patio de su palacio tienen una breve conversación sobre el comercio: el País de las Damas solo comercia con mujeres y, por tanto, es imposible el comercio con países que encierran a sus mujeres en las zenanas. Sultana relata brevemente cómo la conducen a visitar más instalaciones, hasta que en uno de los traslados en el coche volador resbala y despierta.

Pese a ser un relato brevísimo, Rokeya deja bien expuestas las ideas que quiere tratar. Todo en el País de las Damas está impregnado de ecologismo: no utilizan transportes contaminantes, se basan en las energías renovables, las calles están cubiertas de hierba y flores en lugar de asfalto y se da a entender que cada casa tiene un huerto autosuficiente. La religión practicada en el País de las Damas es la del Amor y la Verdad, la cual no permite hacer daño a ninguna criatura. Sumado a que Sara menciona que el alimento básico son las frutas, se entiende que podrían ser vegetarianas o incluso veganas, algo muy habitual en las religiones surasiáticas y que Rokeya aplicó de forma natural. De hecho, algunas de estas ideas son las que utilizaría Gandhi años después.

Estatua de Rokeya en la Universidad de Daca.

Los pensamientos de la propia Sultana reflejan una preocupación por lo que Sara le está contando, pues ella es consciente de su propia ignorancia: no entiende los inventos ni entiende los aspectos sociales del matriarcado. Sultana sabe que necesita una deconstrucción para poder comprender muchas de las cosas que le cuenta Sara, ya que su pensamiento sigue ocupado por la sociedad patriarcal en la que vive.

Aunque claramente nos encontramos ante un texto feminista, el relato tiene algunos detalles como faltas de sororidad, como cuando se menciona que los dos inventos de las dos universidades surgieron por la competencia y los celos que las investigadoras tenían a las de la universidad contraria. Pero, teniendo en cuenta la época en la que se escribió, el país y la religión de la escritora, no se puede sino considerar El sueño de Sultana como un texto revolucionario, con unas ideas claras y bien expuestas que reflejan las intenciones de su autora.

El relato ha sido publicado recientemente en español gracias a Palabrero Press, a quienes les agradezco el interés por publicar autoras de ciencia ficción prácticamente desconocidas en Europa, pero con gran importancia en sus países de origen. Esperemos que también Padmarag y otras muchas obras de estas autoras desconocidas se traduzcan para poder ser conocidas y disfrutadas por un mayor sector de la población.

Bibliografía:
Archana Gariodia Gupta, The First Feminist, Swarajya, 2015.
Rokeya Sakhawat Hossein, El sueño de Sultana, Palabrero Press, 2017 (Aquí la versión inglesa).
Shagufta F. Hakeem, The Writings of Rokeya Hossain: A pioneer of her time whose writings hold relevance today, Duke University, 2015.

Colaborador
Malvael (Colaboradora): Historiadora del Arte especializada en Egipto e India. Escribo fantasía, cifi y artículos de worldbuilding en mi blog
Twitter.

 

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