Reseña: El papel amarillo

En El papel amarillo nos asomamos a un fragmento de un diario. La narradora y protagonista nos cuenta que, durante unos meses y debido a su enfermedad, ha alquilado una casona en las afueras de una ciudad junto a su cuñada, su marido y su hijo recién nacido.

Ella tiene una afectación en los nervios para la que su marido, médico, le ha recetado reposo absoluto y aislamiento de todos los estímulos posibles. Por eso, se instalan en una habitación espaciosa, que en su día fue una habitación infantil. Se pasa las horas en cama, sin más distracción que observar el papel de pared: un intrincado papel de color amarillo con unas filigranas sin sentido ni simetría.

La protagonista parece empezar a obsesionarse con ese papel que, en su idiosincrasia, le resulta opresivo, desasosegante y le roba el sueño. Entender el dibujo del papel, que está rasgado por algunas zonas, ocupa sus horas y le absorbe la energía hasta llegar a un final delirante que, cuando se publicó el relato por primera vez, dijeron que “leerlo sería suficiente para hacer enloquecer a cualquiera”.

Charlotte Perkins Gilman es capaz de introducir en pocas páginas muchos temas y de una manera muy lúcida. La protagonista nos lo cuenta todo, tanto por lo que escribe como por lo que calla; no hay ni una sola línea desperdiciada en toda la obra. Los pocos personajes que aparecen en el relato están descritos entre líneas, pero de una manera obvia, especialmente a través de los silencios de la narradora.

Sin embargo, ni la protagonista ni la autora, como deja constancia la carta final, deciden callarse ante la enfermedad del personaje principal. Gilman describe, con una precisión envidiable para la época, cómo es la depresión. No le pone nombre ni generaliza, pero ella es muy consciente de qué siente y tiene una gran intuición de qué necesita para recuperarse. Sin embargo, los hombres de su vida, principalmente su marido el médico, deciden no escucharla y así guiarla, con condescendencia y como si fuese una niña irresponsable, una y otra vez hacia el papel amarillo.

Gracias al prólogo que acompaña a la edición de la editorial Bestia Negra, sabemos que Perkins Gilman sabía muy bien qué escribía. No podemos pasar por alto la inspiración autobiográfica que forma el relato, tanto en la historia como en la voz narradora. Por eso, la crítica que hace no es velada ni es accidental: la autora tenía en mente nombres, situaciones y personas concretas cuando escribió El papel amarillo.

Todo esto aparece disfrazado como un relato que entremezcla el terror con la realidad. Cuando la obsesión de la protagonista empieza a ser evidente, el lector tendrá que decidir si lo que está leyendo son metáforas o que algo oscuro y terrible se esconde tras el papel amarillo. De la misma manera, el relato no está cerrado ni aporta respuestas: ¿enloquece la protagonista y son todo imaginaciones suyas?

El papel amarillo, a pesar de ser tan breve, se convierte en un relato imprescindible y magistral: conciso, brillante y con una intención muy clara de que este relato iba más allá de unas filigranas dibujadas en la pared.

Charlotte Perkins Gilman es una autora de un gran valor y resulta incomprensible que sus obras estén tan descuidadas: entre las descatalogadas y las que nunca se han llegado a traducir, resultaba casi imposible conseguir ninguna de ellas.

El papel amarillo era uno de estos clásicos descatalogados difíciles de encontrar. Gracias a la editorial Bestia Negra, desde hace unas semanas vuelve a estar disponible en las librerías. Además, llega en la forma de una edición ilustrada muy cuidada que no solamente incluye el texto de la obra en sí. Le acompañan un prólogo completo pero sencillo, la versión original del relato y la carta «Por qué escribí The yellow wallpaper«  de Charlotte Perkins Gilman, para ayudarnos a profundizar en sus palabras.

Queremos agradecer a Bestia Negra esta edición tan necesaria y que nos haya facilitado un ejemplar para poder hacer esta reseña.

Laura Huelin (Reseñas/Investigación): Licenciada en Filología harta del canon literario y los géneros sociales. Me aburren los mundos realistas y me apasiona la ciencia ficción y el apocalipsis. Me encanta investigar, aprender y conocer. Podcaster en Los cuatro navegantes.
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