Recordando a nuestra Liliana Bodoc (1958-2018): por una Fantasía sin confines

El 6 de febrero de 2018 se difundía una dolorosa noticia: la argentina Liliana Bodoc, una de las autoras imaginativas más grandes de Latinoamérica, fallecía tras un infarto. El peso de semejante pérdida, al menos en el territorio de lo afectivo, se dejó ver casi inmediatamente: hondos lamentos, sentidos homenajes e íntimos testimonios, en su mayoría escritos con esa belleza y rotundidad tan propia de los hermanos argentinos, que naturalmente fueron los que más lloraron su partida.

Ahora que estamos entrando poco a poco en esa fase en que el peso de la pérdida se traslada a lo literario, cabe preguntarse por el estado de conocimiento y de lectura de su obra. Habiendo sido nominada a premios internacionales importantes y habiendo participado en un sinfín de congresos, ferias de libros y charlas varias, el prestigio de Liliana Bodoc estaba asegurado. Por otra parte, se la describía como una escritora muy cercana y afable con sus lectores, alguien de aguda sensibilidad y con una gran capacidad para despertar cariño y admiración.

La pequeña Wilkilén, uno de los personajes protagónicos de la Saga de los Confines. ® Gonzalo Kenny

En Argentina, de hecho, era conocida como la Madre de los Confines. Y madre fue para muchos trasandinos: si bien Argentina ha sido siempre fértil en imaginación, la Fantasía en su vertiente más épica parece haber comenzado con Bodoc. De alguna forma, todo autor argentino de Fantasía posterior le debe algo a ella o bien la conoce y respeta en su trayectoria.

Las razones son sencillas: además de ser una autora muy interesante y con un estilo lírico que le era característico, su primer trabajo, la Saga de los Confines, presentó un proyecto poético que hasta entonces no había sido desarrollado con igual maestría ni contundencia: la reelaboración de elementos socioculturales de los pueblos precolombinos y la narración, en clave fantástica, de la Conquista que estos sufrieron en manos de las naciones europeas. Sin embargo, siendo Latinoamérica un continente con un desprecio histórico por la imaginación más desprendida del referente real, la Saga de los Confines fue apreciada más por esta inspiración histórica que por su compleja y valiosa propuesta en su calidad de historia de Fantasía.

Además, la impronta explícitamente latinoamericana de la obra brindaba esa nauseabunda posibilidad que muchos buitres jamás dejan pasar: la de atacar la obra y persona de J. R. R. Tolkien, por ser un hombre blanco europeo y católico, y a la vez baluarte de la Fantasía moderna e indiscutible referencia para cualquier escritor de esta estética. Ante la Fantasía europea, los enemigos de la imaginación oponían una Fantasía latinoamericana que sin embargo no hubiera podido existir de no ser por El Señor de los Anillos, como la propia Liliana reconoció más de una vez. Es verdad que ella misma tenía muchos reparos con la obra del inglés. En lo personal, claro, disiento mucho de sus visiones al respecto. Sin embargo, ella fue una mujer decente: en lugar de refocilarse en el odio, se entregó a la creación de una obra que precisamente discute lo que esta fuerza maldita puede hacer en nosotros, sea cual sea nuestro origen étnico.

Mapa de las Tierras Fértiles, parte del mundo secundario de la Saga de los Confines. Se evidencia su semejanza al continente americano. ® Gonzalo Kenny

Liliana no calzaba con el modelo neoliberal que hoy en día amenaza a tantos autores imaginativos con tal de seguir siendo publicados o de tener más lectores. Ella era, además, una pensadora de la Fantasía y del lenguaje. Sus obras abordaban muchas veces temas incómodos, que trascendían el placer escapista o lúdico.

Yo misma me sentí incómoda en mis primeras aproximaciones a la Saga de los Confines. Me había pasado toda la adolescencia huyendo del lastre de lo latinoamericano, odioso por lo cansino de su insistencia domesticada, por la imposición identitaria de esa estética de jolgorio tropical que como sudamericana me era ajena y por el hecho mismo de que se me apareciera siempre lleno de rencor hacia Europa.

Pero en Liliana descubrí una obra sutil e inteligente, que valía como obra de Fantasía más allá de su interesante lecho político. Liliana me hizo pensar y sentir de manera distinta la Fantasía, y aun cuando es probable que nunca me encamine como autora por sus huellas, reconozco abiertamente que su significativo legado es un modelo honesto y sólido para escribir Fantasía desde Latinoamérica.

Por lo anterior, me sorprendió mucho descubrir que su nombre y su obra apenas parecen ser conocidos en España, aun cuando la Saga de los Confines fue editada por Edhasa hacia mediados de los 2000.

Llevo algunos años siguiendo el movimiento de fandom en España desde Internet. Desde luego que la mía es una mirada muy sesgada e imprecisa, pero de buenas a primeras puedo decir que jamás he leído artículo alguno de los referentes españoles del sector dedicado a su figura. No estoy segura de si esto se debe a que efectivamente no se la conoce o porque su obra no interesa. Ahora bien, ¿por qué sucedería algo así? Hablamos de un proyecto poético que partió, sustancialmente, de la base de la conquista a América. Es decir, algo que debiera ser también tema importante para el Viejo Mundo.

Portadas de las edición de Edhasa de la Saga de los Confines.

A continuación intentaré esbozar algunas explicaciones de esta omisión, a partir de mi visión personal.

Un buen punto de partida es recordar que Liliana Bodoc cumple a rajatabla con la triada de invisibilización, que yo misma planteé en un artículo anterior que escribí para La Nave Invisible: es una autora fundamentalmente de literatura infantil y juvenil, es una autora latinoamericana y es una autora de Fantasía.

La literatura infantil y juvenil (LIJ), como sabemos, es víctima de prejuicios e imprecisiones desde diversos frentes, desde las propias escuelas educadoras hasta las academias literarias hispanas. Me temo que muchas de estas resistencias tienen que ver con un desprecio al niño, tanto como persona como entidad simbólica.

Desde territorios menos formales, este desprecio se expresa en nuestro propio lenguaje. Decimos que algo es “infantil” cuando es inmaduro, mediocre, inverosímil o incompleto. Decimos que algo es adulto cuando hablamos de lo opuesto, aunque graciosamente esta pedantería está mostrando sus grietas: lo que es más llamado adulto hoy en día, en la ficción imaginativa fantástica de moda, es la insistencia en el sexo cruel, la violencia y las intrigas políticas. Es decir, todas cosas que están más cercanas a las consecuencias de una adultez irresponsable… pueril.

Las obras infantojuveniles de Liliana Bodoc se desmarcan de todas estas sandeces. En El espejo africano (Premio Barco de Vapor 2008, Ediciones SM Argentina), por ejemplo, aborda una compleja estructura coral, que se despliega a lo largo de distintos años y culturas, para narrar una historia sobre identidad, colonialismo y libertad. El eje conductor es un pequeño espejo de origen africano, inicialmente propiedad de los padres de la protagonista, Atima Imaoma. La llegada de la niña a Río de la Plata en calidad de esclava negra no es sino un punto de partida para esta enorme aventura entre mundos que, como señala la propia sinopsis de la obra, aún no ha acabado.

En El espejo africano, entonces, encontramos numerosos aspectos que muchos no creerían factibles de plasmar en una novela para lectores desde 12 años: una estructura y temporalidad narrativa complejas, que revientan la linealidad habitual de los textos infantiles; temáticas sociales y culturales muy duras, que además vemos herir a personajes jóvenes e inocentes, como suele suceder en la vida real; y un amor por la palabra y los nombres, patria de la Fantasía, que rara vez vemos en novelas “adultas” que se presentan a sí mismas como fantásticas.

El lector común de género haría bien en despercudirse de sus prejuicios y asumir al fin que buena parte de la Fantasía más hermosa e importante ha surgido, precisamente, desde los terrenos honestos de la infancia y la juventud, cuando esta aún estaba lejos de la podredumbre de las tendencias editoriales y las ventas masivas. Pues es la imaginación algo a lo que despertamos en esas etapas; el adulto creador, como decía Ursula K. Le Guin, es el niño que sobrevivió.

Kupuka, brujo de las Tierras Fértiles y guía de Piukemán en los caminos de la magia.

Sobre la impronta latinoamericana en la obra de Fantasía de Liliana, es imposible no pensar que la señalada indiferencia puede tener algo que ver con el pasado colonialista de España. Y esto es muy curioso, pues parte del fandom español parece tener una predisposición positiva hacia obras de ficción imaginativa que abordan estos enfoques, así como aquellos centrados en culturas no occidentales y sus tradiciones, o en expresiones no normativas de las mismas. Sin embargo, confieso que como chilena me resulta extrañísimo ver que a muchos españoles les parecen más cercanas o interesantes las narrativas afroamericanas (por ejemplo) que las latinoamericanas.

Siempre he sido una defensora de la libertad de identificación con referentes de los más variados: aun cuando valoro la presencia de una mayor representación ficcional de determinados colectivos, no creo que tengamos que tener siempre modelos exactos de quienes somos para sentirnos reflejados en algún personaje o una situación.

Pero en este caso no sé qué pensar. España y Latinoamérica, a pesar de sus enormes diferencias, comparten idioma; desde un punto de vista pragmático, eso implica descartar enseguida los costos y las dificultades de traducción. La cultura que ustedes nos legaron sigue presente en nuestro día a día: pese a las horrendas falencias que nos asolan, somos parte del mundo occidental, nos guste o no. No es motivo de celebración o de lamento: es una realidad. Qué hacemos con ella, o cómo la confluimos con el pasado que perdimos, es otra cosa. Asumamos que, al menos en lo que respecta a ese proceso íntimo de identidad, eso es tarea nuestra.

Pero ¿y ustedes? ¿Qué están haciendo ustedes ahora? ¿Por qué, si perciben y celebran el referente de los conquistadores y los colonizados en la literatura imaginativa, no piensan también en nosotros, en nuestro mundo?

Hermanos españoles, ¿por qué nos han olvidado?

Ahora, desde luego que en España se leen obras imaginativas latinoamericanas, sí. Pero, desde la vitrina que me provee Internet, coinciden determinados puntos que no me convencen.

El primero de ellos es que muchas de esas obras vienen ya validadas por entidades del Primer Mundo, ya sea porque hayan sido traducidas al inglés o porque sus autores estén afincados en Europa o Estados Unidos y escriban desde ahí. Incluso, en el caso de una obra como La enseña del elefante y el guacamayo (Sportula, 2016), de Christopher Kastensmidt, su autor es un estadounidense que vivió en Brasil, país a partir del cual creó esta serie de inspiración colonial. Su acercamiento suena fabuloso, y tengo entendido, por personas cercanas en cuyo criterio confío, que es además un gran trabajo. Sin embargo, no deja de ser necesario preguntarse si la obra se habría movido igual si su autor hubiera sido brasileño y hubiera escrito la historia en portugués.

Esto nos lleva al segundo punto: destacan más aquellos proyectos que, voluntariamente o no, conllevan una mirada exótica y lejana del propio referente, o son promocionados de esa forma por los lectores o las editoriales. Así, aspectos sumamente crudos o distintivos del continente corren el riesgo de domesticarse y adornarse en el barniz de la ficción, transformándose la obra en un producto empaquetado para su exportación (un fruto de calafate), o contemplada con deleite santurrón, como ante una especie endémica de bonito aspecto (un pudú). Pasó alguna vez con el realismo mágico, perversión del real maravilloso propuesto por Alejo Carpentier; bien posible es que pueda pasar otra vez, si no estamos atentos. Todos nosotros: los de este lado y los de otros.

La obra de Liliana Bodoc podría caer en eso, precisamente por la irresponsable difusión alegórica que han hecho de ella los especialistas del mundo de la lectura, que saben mucho de la palabra de este lado y nada de la palabra de Fantasía. Pero Liliana es demasiado peculiar para verse restringida a ello, por fortuna: la Saga de los Confines es una obra hermosa, pero extraña. Desconcertante de leer al principio, incluso. Quien busque a los mapuches en los huisihuilkes se encontrará, en la figura de Piukemán, a un mago con todas sus letras. Y eso, me temo y me alegro a la vez, solo lo encontrarán de esa forma en la imaginación. Como debe ser.

Por último, llegamos al hecho de que muchos de estos trabajos de la autora sean de Fantasía, si bien ella nunca dejó de incorporar aspectos imaginativos en sus novelas y cuentos, incluso de manera metaliteraria. Pero sin duda que los trabajos que primero vienen a la mente en este campo son sus dos sagas: la Saga de los Confines y Tiempo de dragones, ahora inconclusa. Ambas son series de Fantasía épica en las que, además de un lenguaje cuidado que demuestra un profundo dominio poético del español latinoamericano con la herencia de lo precolombino, abundan una multiplicidad de personajes, batallas y conflictos desencadenados por los sospechosos habituales: la ambición de poder, el odio y los violentos choques culturales entre dos mundos que, más que encontrarse, se traslapan hasta eliminar toda pureza genérica, hasta despertar el mestizaje más profundo. Es decir, historias cuando menos interesantes y hasta novedosas en su renovación de determinados elementos usualmente enquistados en el género.

Hobsyllwin, dragona creada por el ilustrador argentino Ciruelo Cabral y personaje de Tiempo de dragones. ® Ciruelo Cabral

Sin embargo, nos topamos con el problema de que gran parte de las obras latinoamericanas de género que se publican, leen y difunden en los circuitos españoles son de ciencia ficción, de terror o de lo fantástico. Asimismo, algunos importantes blogs y portales españoles de género, junto con sellos editoriales jóvenes o incluso convocatorias de antologías literarias, priorizan la ciencia ficción.

Alucinadas por la ciencia ficción, Terroríficas en su expresión de horror e Infiltradas desde el pensamiento crítico. Pero jamás Maravilladas por la Fantasía, jamás Encantadas por lo feérico.

La Fantasía no tiene voz. Se la silencia.

Hagan el ejercicio, compañeros: cojan una antología de factura nacional, abran una web especializada y cuenten, busquen. Cuenten dragones y hadas, pero ante todo busquen el acento de Faërie en la lengua que compartimos, que es lo que define la verdadera Fantasía. Casi nunca lo encontrarán. Y esto es increíblemente lamentable, pero solo una persona que ama la Fantasía podría entenderlo.

¿Qué pasa con esas reseñas, esos estudios y esas lecturas conjuntas de obras como Reyes de aire y agua de Jesús Fernández, Olvidado rey Gudú de Ana María Matute, El bosque animado de Wenceslao Fernández, los cuentos de hadas literarios de Gustavo Martín Garzo o La duquesa ciervo de Andrés Ibáñez? Si no los hay ni siquiera de estas obras españolas, al menos no con la potencia que reciben otras de ciencia ficción, ¿qué le queda a la Fantasía latinoamericana?

Portada de La duquesa ciervo, novela de Fantasía medievalista cuya existencia, como su propio autor indica en su posfacio, se debe a su lectura de Loba, de la mexicana Verónica Murguía.

Naturalmente, tengo mis propias hipótesis de por qué la Fantasía literaria está perdiendo su voz en el mundo y ante todo en los países hispanoparlantes. Pero este no es el espacio para desarrollar este problema, sino para enunciarlo en la medida en que se vuelve una injusticia más que vela la obra de Liliana, y sin duda la que más me duele como fantasista.

De manera que Liliana Bodoc, argentina que cultivó la Fantasía y que escribió también a los niños y a los jóvenes, se queda sin voz, sin lugar, sin lecturas desde aquel mundo que le dio su lengua. Paradójicamente, porque si hay algo que destaque de su obra es justo su voz, sus palabras.

Yo he escrito todas estas líneas, compañeros, para que conozcan y pronuncien su nombre: Liliana Bodoc. Para que su nombre les descubra una nueva Fantasía, a la vez deudora y crítica de las obras tutelares de Tolkien y de Le Guin. La propia Ursula, en una entrevista colectiva en la que participé, nos preguntó con ahínco por ella, en nuestra calidad de sudamericanos: quería saber cómo era recibida su obra. Hubiera querido traducirla ella misma, dijo, si hubiera tenido entonces más fuerza.

Compañeros, ¿cómo podemos entonces seguir ignorando su nombre y sus palabras? Ursula estaba consciente de las genealogías.

Y yo, que aspiro igualmente a estarlo, también: lo más natural, cuando amas algo, es ir en su búsqueda para celebrarlo, cultivarlo, protegerlo. Por eso he cruzado la cordillera y el océano, simbólicamente, para ir a España. Por eso he terminado escribiendo acá, al lado de mis compañeras de La Nave Invisible, a quienes quizá nunca conozca en la vida real. Porque quiero  que mi amor por la Fantasía sea más grande que estas dolorosas fronteras y me una a las personas que me tenga que unir.

Disculpen ahora que dirija mi atención a los míos: compañeros fantasistas españoles, ¿a ustedes no les interesa también esto?

Esa magia que es el español nos une a todos. Es una magia que a nosotros nos llega manchada de sangre y lágrimas, pero en el tiempo se ha vuelto también nuestra. Jamás podría renegar de la palabra con la que escribo mis propias historias. Queda un vacío adentro, es cierto, pero su restauración es una búsqueda que no tengo por qué emprender desde el rencor. Al menos yo no deseo eso. Nací en una grieta entre dos mundos, y allí he de levantar mi hogar.

Ustedes son hijos de aquellos que hicieron tanto daño, pero ustedes no son ellos: ustedes pueden hacer la diferencia y tomar otras responsabilidades. La Fantasía siempre ha estado ahí para hacer la diferencia, para transformarlo todo con su palabra, su magia. Y la Fantasía tiene muchas lenguas y muchas expresiones, siempre que mantenga el acento de Faërie.

Por eso quiero invitarlos a leernos, compañeros fantasistas españoles. Lean a Liliana Bodoc por lo que he escrito aquí. Lean a la extraordinaria Verónica Murguía, que tan preciada me es, pues ha realizado un proyecto poético dificilísimo y muy valiente en esta tierra: amar y celebrar la Fantasía de inspiración medievalista y europea, que todos aquí atacan por ajena y que sin embargo es tan propia para todos los que amamos la imaginación universal. Lean a Marina Colasanti  y sus cuentos maravillosos: tenemos la distancia del portugués, pero ella es de nuestra tierra y ha sido publicada en la de ustedes. Léannos a las fantasistas que venimos en zaga y que tenemos abuelas y madres esparcidas por todo el planeta, por todas las eras.

Léannos, compañeros fantasistas españoles. Yo, su compañera fantasista chilena, jamás dejaré de leerlos.

Porque ustedes, si han oído la Nota, serán siempre mis hermanos en Faërie.

Ruta a los confines de Liliana Bodoc

He preparado una pequeña selección de material complementario para acercarse a la autora.

Liliana Bodoc, en palabras de quienes les rinden honores

Testimonios y lecturas de autores, estudiosos y lectores que conocieron y amaron su obra.

Mariana Enríquez firma un excelente texto sobre Liliana y su obra, que sirve al mismo tiempo para revisar la poética de la Saga de los Confines y para conocerla. Muy recomendado.

Las escritoras María Teresa Andruetto, Lilia Lardone y Eugenia Almeida, junto con la investigadora Valeria Daveloza, recuerdan a Liliana Bodoc.

Tres editores de Liliana, María Fernanda Maquieira (Loqueleo Santillana), Laura Leibiker (Norma) y Antonio Santa Ana (Norma, primer editor de la autora), comparten sus recuerdos.

Mi despedida personal de la autora, de fantasista a fantasista. Como lectora, me siento mucho más cercana a la poética de Verónica Murguía, pero a todo defensor de la Fantasía corresponde rendirle honores a los nuestros, sobre todo si pertenecen a nuestra tierra.

Para pensar con Liliana Bodoc

Como pensadora, Bodoc era interesantísima. Es imposible condensar aquí todas las conferencias, charlas y ponencias que presentó, lo mismo con las entrevistas. Espero que esta pequeña muestra pueda acicatear la curiosidad.

Charla TED Río de la Plata, 2012. Sobre el poder transformativo y curativo de la ficción, que alcanza una verdad más trascendente que los hechos fácticos.

Serie de programas en los que la autora conversa de los siguientes temas que cruzan su obra: lo poético, lo mágico, la muerte, la memoria.

Conferencia de apertura de las XVII Jornadas «La literatura y la escuela» de Jitanjáfora ONG, 2017. Una lectura política de la literatura y de la palabra poética misma.

Para leer a Liliana Bodoc

Para finalizar, lo más importante: recomendaré algunas obras de Fantasía de Liliana Bodoc. He incrustado enlaces para comprarlas desde plataformas españolas, cuando correspondiese, a fin de facilitar su hallazgo.

Fantasía para niños: pequeños lectores

  • Aprendiz de dragón (2016)
Portada de Aprendiz de dragón.

[Aparentemente no disponible en España. Consultar Ediciones SM Argentina]

“Entre niños y dragones no hacen falta explicaciones”.

Milo, un pequeño dragón, ha perdido el rumbo de sus compañeros en su vuelo y se ha extraviado en la tierra. Solo Roco puede ayudarlo a recuperar el don de volar para que pueda continuar su viaje, pues sabe de una fuente inagotable de sabiduría, belleza y conocimiento: los libros.

Fantasía para niños: grandes lectores

  • El espejo africano (2008)
Portada de El espejo africano.

[Aparentemente no disponible en España. Consultar Ediciones SM Argentina]

“La historia de un espejo africano de ébano que es también la de una niña esclava, del general argentino José de San Martín y de un temeroso huérfano español”.

El viaje físico, a través de diversos países y años, de un espejo de ébano, y el simbólico, el que hacemos todos en busca de nuestra verdadera identidad. Esta obra no desarrolla aspectos plenamente maravillosos en un sentido convencional, pero sí roza mucha de las inquietudes de la Fantasía, como el viaje, la identidad y el poder restaurador de un nombre.

Fantasía para jóvenes

Serie Elementales (2015-2016)

Portadas de su serie Elementales.

“Alcanza con que alguien diga ‘Ocurrió una vez’ para que se haga silencio, se haga quietud. O algo parecido”.

Una serie de cuatro antologías, cada una dedicada a un espíritu de los cuatro elementos y las diversas formas en las que estos se expresan. Nuevamente, estas son historias que muchas veces abordan de manera tangencial lo maravilloso, pero que debieran ser de pleno disfrute para un amante del lenguaje, como debiera serlo todo fantasista.

Fantasía épica

“El odio retrocede cuando los hombres cantan”.

Saga de los Confines (2000-2004)

Portadas de La Saga de los Confines en el sello Suma de Letras.

Aunque veremos en todas partes la presentación de esta obra como “la Conquista de América en clave fantástica”, intentemos presentarla aquí al revés: una potente y original obra de Fantasía que surge de la transformación maravillosa de los referentes de la conquista y de los pueblos originarios latinoamericanos.

Tiempo de dragones (2015-2017. Inconclusa)

“Una profecía es una esperanza y una dirección…”.

Lo que iba a ser una tetralogía ahora quedará inconclusa tras la muerte de la autora. Alcanzaron a publicarse dos novelas de esta nueva historia, que retomaba el choque epistémico de dos mundos con importantes novedades temáticas y estructurales, sin abandonar algunas convenciones de la Fantasía épica tradicional.

Portadas de Tiempo de dragones.

Paula Rivera Donoso
Paula Rivera Donoso (Investigación/Reseñas): Autora chilena con formación académica en Literatura. Interesada en la crítica e investigación independiente de la literatura de Fantasía, la literatura infantil y juvenil y los videojuegos como medios narrativos. Me considero una amante furiosa de la imaginación y las historias.

Buy Me a Coffee at ko-fi.com

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8 respuestas a «Recordando a nuestra Liliana Bodoc (1958-2018): por una Fantasía sin confines»

  1. Gracias por el artículo. Yo no conocía esta mujer ni su obra, y creo que voy a ir a conseguir los libros de la saga de los Confínes en cuanto pueda.
    Gracias también por la reflexión y el toque de atención sobre como acabamos relegando a lo fantástico siempre.

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    1. ¡Gracias a ti por el comentario, Darkor! Me alegra que el texto te haya motivado a conocer la obra de Liliana. Una cosa que aprovecho de destacar aquí es el hecho de que, para el caso, no es tan relevante que los lectores tengan una impresión extraordinariamente positiva del trabajo de la autora, sino más que lo conozcan, que sepan que está ahí. Desde luego, a mí me parece que las obras de Liliana son cuando menos interesantes, pero estoy consciente de que su estilo no necesariamente ha de cautivar a todo tipo de lectores. ¡Esperemos que a ti sí te guste! 🙂

      Sobre lo de lo fantástico, quisiera aclarar que me parece que esta estética sí logra tener cierto grado de representatividad, pero desde su acepción tradicional de inserción de elementos sobrenaturales en un mundo ficcional de propiedades más o menos miméticas. Lo que está relegado es la fantasía, esa estética que trabaja con mundos secundarios autónomos, entre otros aspectos distintivos.

      Sé que son conceptos que tienden a confundirse mucho (en realidad, esta distinción forma parte de un paradigma al que adscribo), y creo que es precisamente por lo mismo por lo que esta fantasía no está tan representada: decimos “fantástico” y parece que la incluimos, pero en la práctica no suele ser así (basta con mirar muchas antologías y el tipo de relatos que presentan). Yo, que amo la fantasía y siento un tenue interés por los fantástico, estoy siempre muy atenta ante estas cosas XD

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  2. Muchísimas gracias por tan interesantes y lúcidas reflexiones sobre el género fantástico y, por supuesto, por descubrirme a esta autora, de la que nunca había oído hablar. Su nombre va directo a mi lista de autoras por leer, como no podría ser de otro modo.

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    1. ¡Gracias a ti por comentar, Fátima, y por tu positiva valoración de lo que intenté expresar en el texto! Espero que la obra de Liliana Bodoc te guste mucho. Aunque al parecer la Saga de los Confines es el trabajo más accesible para lectores latinoamericanos y españoles (en el sentido de disponibilidad, y quizá también en el de enfoque y propuesta), la autora tiene muchas publicaciones muy variadas, tanto en estilo como en temáticas. Sé de gente que tiene una resistencia enorme hacia la fantasía y la imaginación en general que apreciaba mucho su trabajo en obras realistas, por ejemplo.

      Aunque seguramente tendremos que actualizarla con eventuales publicaciones póstumas, puedes consultar la ficha de la autora que hemos preparado en La Nave Invisible, con buena parte de su bibliografía: https://lanaveinvisible.wordpress.com/2016/10/24/liliana-bodoc/

      Saludos.

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  3. Paula,
    ¡Qué hermoso artículo! Tus palabras han tocado algo en mí que me ha hecho vibrar de emoción, al borde de las lágrimas, sin exagerar. Es hermoso encontrar una hermana y compatriota en este mundo que desprecia tanto la fantasía.
    Me revelaron el nombre de Liliana en una de las charlas a las que asistí en el evento Leyenda, y conseguir sus obras fue realmente difícil. Encontraba la tercera parte de la saga de los confines y no las dos primeras, pero al fin la tengo completa y podré experimentar todo lo que mencionas.
    Muchas gracias por estas fantásticas reflexiones.
    Un abrazo.

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    1. Gracias por compartir tus impresiones, Pamela, y bueno, también por ser una chilena que ama la imaginación y que va en busca de sus defensores ❤

      Siempre me dio la impresión de que Liliana nunca tuvo mucha recepción en Chile, como no fuese desde los círculos académicos de literatura infantil y juvenil. Sin embargo, en lo que respecta a lectores de literatura imaginativa en general, su nombre no era muy conocido. Quizá se deba a que muchos de ellos se dejan influenciar aún por las campañas editoriales y las pompas de ego, cuando Liliana era una escritora íntegra, con un trabajo literario además que no era particularmente fácil de digerir. Por lo mismo, entiendo que sus libros no hayan sido nunca muy fáciles de pillar por estas tierras, en parte porque varios de ellos jamás se editaron en las sedes editoriales nacionales. Me alegro que, pese a estas penurias, hayas podido dar con la Saga de los Confines. ¡Espero que te guste mucho! 🙂

      Un abrazo, compañera.

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  4. Hola Paula R.D. Te aseguro que el nombre de Liliana Bodoc no se me va más, que buscaré su obra en su propio país, país que amo. Ahora quiero felicitarte a ti, me emociona tu emoción, tu impecable discurso y escrito, soberbio de fantasía y belleza, sensible a los cuidados y a lo luminoso de la vida, al amor claramente, a ese amor que no es comercialmente político, que no se malea a la primera ni depende de humores ni lógicas, que denuncia rencores, de los que estamos llenos y llenas tanto que nos cuesta fantasear, y tenemos miedo a esa belleza, a desearla y a quererla. Inteligente e instruida, tus análisis son impecables e ilustran desde la simpleza y no desde el engreimiento académico. Un placer leerte, encontrarte en la palabra.

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  5. Hola Paula, me encuentro con tus palabras de casualidad, y se me estremece el alma de leerte. Gracias por dedicarle estas palabras, este llamado, a mi amada Liliana.
    Me alegra también saber, que fuiste parte de esa entrevista a Úrsula LeGuin en la cual preguntó por la obra de Liliana, la he leído hace años y aún lo recuerdo.
    Ojalá sus palabras sigan multiplicándose con la ayuda de amantes del pensamiento mágico como vos.
    Te mando un abrazo desde Argentina.
    Gonzalo Kenny
    (Ilustrador de las portadas de La Saga de los Confines)

    PD: ¿Sabías que Úrsula LeGuin hizo una breve introducción/prólogo al libro álbum «Venado», que hicimos junto a Liliana? Sin dudas se admiraban mutuamente

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