Harry Potter y la superación del Mal

Es tan común que el motor del argumento y de los personajes en las historias de fantasía sea el enfrentamiento entre el Bien y el Mal que casi se considera un cliché. Esta clase de argumentos está muy explotada, aunque todavía no agotada. En términos generales, se puede resumir que, en la historia, el héroe (habitualmente un Elegido, un ser especial que no ha pedido su posición ni destino) debe aprender y crecer para poder enfrentarse en último término con el Mal, representado en un villano. El protagonista encarna todas las virtudes que se esperan de los héroes, mientras que el villano no deja lugar a dudas en su maldad: su ambición de poder o destrucción es tal que no tiene virtudes ni ninguna característica positiva que ayude a empatizar a los lectores. No suele haber debate en estas obras: todos los lectores entienden de manera rápida y sencilla cuáles son las posiciones de los dos protagonistas y en qué bando deben situarse cuando llegue la batalla final.

Parece que este esquema se ajusta a la perfección a la saga de Harry Potter, escrita (y todavía en expansión) por J. K. Rowling. De hecho, durante mucho tiempo se ha señalado que, a pesar de que nos apasiona el mundo mágico creado por la inglesa, tiene un argumento clásico y manido. Si bien es cierto que el motor básico de la historia es el enfrentamiento del Mal contra el Bien, creo que tiene muchos otros matices y detalles que vale la pena analizar.

Harry Potter y Lord Voldemort. Fuente: Izquierda. Derecha.

Antes de empezar a analizar los libros y las estrategias que siguen los personajes para enfrentarse al Mal, es importante definir qué es el Bien y el Mal dentro de esta saga, porque en ocasiones ofrece una representación no habitual de estos conceptos.

El Bien es fácil de identificar, tanto en esta historia como en las clásicas de la fantasía: Harry Potter, el protagonista, encarna a las fuerzas positivas de su mundo. Es inocente, es el Elegido por una profecía, es leal a sus amistades, confía en el resto de personajes que encarnan el Bien y evita por todos los medios hacer daño a otros personajes, aunque estos sean abiertamente declarados como parte de la magia oscura.

El Mal también es fácil de identificar: Voldemort, un personaje que causa terror solo con pronunciar su nombre, que ha provocado una de las guerras más devastadoras, que mató a los padres de Harry y a tantísimos otros magos; que ha usado la magia de maneras tan perversas que ni siquiera aparecen mencionadas en los peores libros.

El Mal, sin embargo, no se limita a Voldemort: es una parte de ese mundo que ha existido antes que él y que seguirá existiendo después. De hecho, Voldemort, a pesar de presentarse como un mago muy poderoso, desconoce muchísimo sobre la magia oscura que él mismo practica.

En términos generales, la maldad en el libro aparece relacionada con la muerte, la destrucción, la guerra o la supremacía de los magos frente a los muggles. Las palabras que se usan para referirse a esta faceta de la magia dejan lugar a pocas dudas: oscuro, prohibido y tenebroso son los adjetivos que más se emplean. La magia blanca tiene que ver con el amor (qué tipo de amor ya lo veremos más adelante), la amistad, la lealtad o la felicidad. También con la diversión, el humor y las travesuras, aspectos que suelen pasarse por alto y que, por supuesto, también veremos más adelante.

Para escribir este texto voy a obviar las opiniones y acciones de la escritora más allá de los libros. Analizaré y cogeré ejemplos solo de dentro de esta saga. J. K. Rowling es una mujer con opiniones polémicas que los amantes de sus libros en la mayor parte de los casos no compartimos. Además, algunas entran en conflicto con el mundo mágico que ella misma ha creado, por lo que me voy a limitar a la saga principal de Harry Potter; ni sus declaraciones en entrevistas, ni en otros libros que ha escrito, ni tampoco en las películas de Animales fantásticos que está guionizando.

Personajes buenos, personajes malos y todas las gamas de grises

Harry Potter empezó a publicarse como una saga infantil. Los dos primeros libros tienen un narrador que se dirige sin ambages a un público muy joven. El tono de la historia, y por lo tanto también de la presentación y las acciones de los personajes, son sencillos. Todavía no aparecen aquí todas las ambigüedades que encontraremos en el resto de libros.

Los personajes empiezan siendo blancos y negros, buenos y malos: Harry, Ron, Hermione y toda la casa de Gryffindor son buenos. Se ven víctimas del acoso y las crueldades e injusticias que los personajes malos (encabezados por Draco Malfoy y el profesor Snape, pero que se extiende a toda la casa de Slytherin) se empeñan en causarles.

Al final del primer libro aparece el primer personaje gris, que hoy en día, casi veinte años después del comienzo de la publicación de la saga, todavía causa polémica: Severus Snape. Todas las sospechas de los personajes protagonistas respecto a su maldad eran infundadas y se descubre que, en realidad, solo estaba tratando de ayudarlos. Durante el siguiente libro todavía será el único personaje ambiguo.

Severus Snape. Fuente: Owlpostart

Los personajes que no se posicionan como buenos o malos, o que cambian de bando, empiezan a ser más frecuentes en los libros posteriores; Rowling incluso crea personajes contradictorios con su propia construcción del mundo. De hecho, se podría hacer un artículo entero analizando solo la evolución de prácticamente cada uno de los personajes que intervienen de manera decisiva en la historia.

Uno de los más queridos por los lectores, Sirius Black, nunca termina de quedar claro si es bueno o malo. Cuando empieza El prisionero de Azkaban se presenta como uno de los malos, sin ninguna duda. El libro se desarrolla por completo alrededor de la idea de que Sirius quiere matar a Harry; solo al final se descubre que había sido un malentendido, y no solamente se limpia el nombre de Sirius, sino que él se convierte en la esperanza de Harry para abandonar a sus tíos muggles, abusivos y controladores. Pero incluso así el propio Sirius está lejos de ser un santo.

A medida que avanza la saga, especialmente a partir de La Orden del Fénix, ningún personaje es completamente bueno o completamente malo. El punto más representativo de esto llega cuando Harry, durante Las reliquias de la muerte, conjura un cruciatus, una de las llamadas maldiciones imperdonables, ya que causa una tortura física a quien lo recibe. Ni siquiera el Elegido, el héroe que siempre se presentó pleno de intenciones inocentes y bondad, se mantiene completamente puro.

Es más difícil, sin embargo, encontrar bondad en su antítesis, en Voldemort. Su misericordia con quienes lo contradicen es nula o está sujeta a condiciones. En el bando de los mortífagos hay personajes que terminan renegando del mal, o por lo menos traicionándolo. Lucius Malfoy, por ejemplo, en su primera intervención en la saga en La cámara secreta, puso en peligro a todos los estudiantes por motivos egoístas en diferentes ocasiones; pero durante la batalla final se retira y decide no participar.

Entre Harry y Voldemort, que son los dos extremos de la historia, se sitúan una cincuentena de personajes que fluctúan entre el Bien y el Mal. Los personajes buenos no son incorruptibles en algún sentido, y prácticamente todos los personajes malos no son tan oscuros como parece.

Las diferentes maneras de enfrentarse al Mal

No solamente el Mal aparece en la saga en la forma de Voldemort y los mortífagos. Se nos muestra que la magia blanca es amplia y poderosa, pero también lo es la magia oscura. Algunos de los elementos de la magia oscura terminarán aliándose con Voldemort cuando se acerque el final de la saga, pero nacieron de manera independiente a él.

Uno de estos elementos más reconocibles son los dementores. Estos seres aparecen por primera vez en El prisionero de Azkaban. Según las palabras de Remus Lupin, profesor en ese momento*:

Los dementores están entre las criaturas más nauseabundas del mundo. Infestan los lugares más oscuros y sucios. Disfrutan con la desesperación y la destrucción ajenas, se llevan la paz, la esperanza y la alegría de cuanto les rodea. Incluso los muggles perciben su presencia, aunque no pueden verlos. Si alguien se acerca mucho a un dementor, este le quitará hasta el último sentimiento positivo y hasta el último recuerdo dichoso. Si puede, el dementor de alimentará de él hasta convertirlo en su semejante: un ser desalmado y maligno. Le dejará sin otra cosa que las peores experiencias de su vida.

No es difícil entrever algo muy real dentro de la saga fantástica: la depresión y otras enfermedades mentales. Es un secreto a gritos (no he encontrado fuentes a las declaraciones) que Rowling personalizó en estos personajes a esta enfermedad.

Sin embargo, como casi frente a todas las formas de mal que aparecen en la saga, la magia blanca sabe cómo hacerles frente. El único hechizo que protege de los dementores y los mantiene alejados es el Expecto patronum (en latín, literalmente, “espero un protector”). De nuevo, en palabras de Remus Lupin:

El patronus es una especie de fuerza positiva, una proyección de las mismas cosas de las que el dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir… Y no puede sentir desesperación como los seres humanos, de forma que los dementores no lo pueden herir. (…) Con un encantamiento que solo funcionará si te concentras con todas tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría.

A Harry, que ha vivido muchas más experiencias negativas en su vida, le cuesta mucho conjurar un patronus. Entonces desarrolla recursos para generar pensamientos felices, y ahí Rowling nos ofrece algunas de las claves para enfrentarse al Mal, o en este caso concreto, a la enfermedad: en sus pensamientos, Harry no está solo. Siempre piensa en sus padres, en sus amigos o en Sirius Black, con la promesa de dejar de vivir con sus tíos. Cuando los recuerdos reales dejan de servir, porque no son suficientemente fuertes, imagina un futuro. Sabe que le pasarán cosas buenas, hay razones por las que luchar, se cumplirán sus anhelos. Se ve levantando un trofeo deportivo, se ve viviendo con su padrino, se ve rodeado de amigos. Los pensamientos alegres que reúne para crear patronus a lo largo de los libros van cambiando. En cada momento de su vida le motivan y le alegran cosas diferentes, por lo que necesita siempre encontrar nuevas fuerzas; pero lo logra.

Harry Potter y el profesor Lupin. Fuente: Jazz Miranda

Además, el profesor añade chocolate al final de cada enfrentamiento con un dementor (aunque sea uno falso). No será la única vez que aparecen los dulces o lo divertido como otro recurso que se puede emplear contra el Mal.

El humor como arma

Harry aprende a enfrentarse a los dementores con la ayuda de un boggart, una criatura mágica que adopta la forma de lo que más miedo le da a cada persona. Rowling nos presenta otra manera de superar lo que nos hace daño: el humor.

El boggart aparece en la primera clase de Remus Lupin como profesor. Vencer al boggart es relativamente fácil: mediante el encantamiento ridikkulus. Para conjurarlo solo se necesita ser capaz de imaginar en una situación graciosa al elemento que provoca miedo. Los alumnos, que habían entrado temerosos y desconfiados, salen de la clase casi una hora más tarde, excitados y orgullosos de sí mismos.

Más adelante en la saga, en El misterio del príncipe, cuando la guerra ya se está desarrollando, el poder del humor vuelve a hacerse patente. Los gemelos Weasley, que hasta entonces habían aparecido casi únicamente como alivio cómico, han dejado el colegio y han montado su ansiada tienda de artículos de broma. El callejón Diagon, donde esta se ubica, está gris y apagado, cuando antes siempre había sido un hervidero de actividad y extravagancias. La gente ya casi no sale a la calle y muchos negocios han cerrado. El narrador indica que solo hay una tienda que mantiene la vida y la alegría: Sortilegios Weasley. Además de estar fuertemente iluminada, tiene el escaparate lleno de cosas que se mueven y explotan. Un cartel encima de la puerta dice “¿Por qué le inquieta El-que-no-debe-ser-nombrado? ¡Debería preocuparle Lord Kakadura, la epidemia de estreñimiento que arrasa el país!”.

Lord Voldemort, El-que-no-debe-ser-nombrado, es uno de los peores magos de todos los tiempos. Mata sin piedad, tortura, amenaza a familias enteras y ha sumido al mundo mágico en una guerra terrible. Los gemelos Weasley se enfrentan a esa tristeza que trae su nombre, a su maldad, a través de un humor tan sencillo y burdo como escatológico. Por si los lectores no habían entendido la intención de la escritora, nada más leer el cartel, su madre y uno de sus hermanos dicen:

—¡Esto va a costarles la vida! —susurró Molly.
—¡Qué va! —saltó Ron, que reía también—. ¡Es genial!

George y Fred Weasley. Fuente: Viria13

Dentro de la tienda, ese cartel no es la única manera en la que se están resistiendo a la negatividad de la guerra. Los gemelos le cuentan a Harry que el Ministerio les ha comprado uno de sus artículos de broma y lo están usando en los combates. Lo que empezó como un juguete para bromear con sus amigos se ha convertido, de hecho, en un arma real con la que se están protegiendo. Le dicen que siguen desarrollando nuevos inventos para poner de su parte en la resistencia.

El humor y lo divertido se han convertido en algo muy real y muy serio.

El humor, lo divertido, las chucherías y otros dulces son otra constante a lo largo de la saga. Y no aparecen como algo propio de los débiles o un elemento con poca importancia. Si bien muchos personajes no parecen darles relevancia y lo ven como algo absurdo, el personaje que encarna a la sabiduría sí las tiene en cuenta desde el primero de los libros. Albus Dumbledore, que se muestra como un personaje completamente blanco, casi omnipotente y omnisciente (aunque se va oscureciendo en los últimos dos libros), no deja de hacer bromas y darle valor a lo humorístico y a lo ridículo. Un detalle que se mantiene a lo largo de todos los libros son las contraseñas secretas para entrar en su despacho: siempre son nombres de dulces o postres.

El amor y la incapacidad de amar

Lord Voldemort y Nagini. Fuente: Anthony Menestrel

Además de todo esto, según la saga, el mayor poder para vencer al Mal es el Amor. Aparece explicitado por primera vez al final del primer libro, y su importancia no deja de crecer cuanto más nos acercamos al final. Los personajes hablan sobre el tema y aportan diferentes puntos de vista a medida que sus conocimientos sobre la magia blanca y la oscura aumentan: algunos resaltan su importancia mientras otros lo desprecian.

Rowling le da poder al Amor en el sentido más amplio de la palabra y no solamente el romántico: el amor de la familia, el amor de los amigos, el amor a unos ideales e incluso el respeto llevado a su máxima expresión. El poder del Amor es una fuerza inmensa que todo lo puede. El amor de pareja también, pero palidece al lado de la amistad y la familia, por ejemplo.

Harry y Voldemort son antagónicos en muchos aspectos diferentes, pero la característica que más los enfrenta es su capacidad de amar. Mientras que Voldemort es frío y es incapaz de establecer relaciones con otros personajes sin recurrir al miedo o las amenazas (a excepción de los personajes que no están cuerdos, como Bellatrix Lestrange), Harry encarna todas las facetas del amor. Él no solamente ama de manera incondicional a sus amigos y sus mentores, sino que también es recipiente del amor de muchos otros personajes, tanto vivos como muertos.

El amor es tanto la mayor fortaleza de Harry como la mayor debilidad de Voldemort. Y así se hace explícito al terminar el primer libro, mientras Harry se repone después de haberse enfrentado a Voldemort y a Quirrell, el cuerpo que este estaba parasitando:

—¿Por qué Quirrell no podía tocarme?
—Tu madre murió para salvarte. Si hay algo que Voldemort no puede entender es el amor. No se dio cuenta de que un amor tan poderoso como el de tu madre hacia ti deja marcas poderosas. No una cicatriz, no un signo visible… Haber sido amado tan profundamente, aunque esa persona que nos amó tanto no esté, nos deja para siempre una protección. Eso está en tu piel. Quirrell, lleno de odio, codicia y ambición, compartiendo su alma con Voldemort, no podía tocarte por esa razón. Era una agonía el tocar a una persona marcada por algo tan bueno.

Draco Malfoy. Fuente: Alef Vernon

Lily Potter murió defendiendo a su hijo de un asesino. Ese gesto protegerá a Harry de ese mismo asesino siempre: el amor es una magia tan fuerte que acompaña durante toda la vida. El amor de una madre es mucho más fuerte que la maldición más letal.

Voldemort no puede amar, y esa es su debilidad más grande. Desprecia a su familia y no tiene amigos, solamente seguidores. No desarrolla lazos con nadie: usa y desecha al resto de personajes en cuanto deja de necesitarlos. La incapacidad de amar de Voldemort nunca tiene que ver con una pareja romántica, tiene un sentido mucho más amplio.

El villano es consciente de su incapacidad de amar, pero en vez de preocuparle, la desprecia. Cuando encontramos los recuerdos de Tom Ryddle en El misterio del príncipe, él le dice a un Dumbledore que todavía es solo profesor: «pero nada de lo que he visto en el mundo confirma su famosa teoría de que el amor es más poderoso que la clase de magia que yo practico, Dumbledore».

Sin embargo, Voldemort se equivoca tremendamente al menospreciar el poder del Bien y dar por sentado que el Mal es más fuerte.

—Sin sus horrocruxes, Voldemort será un hombre mortal con el alma deteriorada y menoscabada. Pero no olvides que, aunque su alma esté dañada y no pueda recomponerse, su mente y sus poderes mágicos permanecen intactos. Harán falta un poder y una habilidad excepcionales para matar a un mago como él, incluso sin los Horrocruxes.
—Pero yo no tengo un poder ni una habilidad excepcionales —arguyó Harry.
—Sí los tienes —replicó Dumbledore con firmeza—. Tienes un poder que Voldemort nunca he tenido. Tú puedes…
—¡Ya lo sé! —saltó Harry, impaciente—. ¡Yo puedo amar! —y se contuvo de añadir «¡Qué gran ayuda!».

Harry, que encarna el Bien y es incapaz de hacer daño a otros seres, es intocable para Voldemort. Este intenta entrar en su mente, intenta poseerlo, pero siente un dolor que no puede explicar y que lo derrota. A partir del quinto libro, cuando Voldemort ya ha recuperado su cuerpo y se enfrenta cara a cara con Harry, sin cuerpos parasitarios ni proyecciones de sus recuerdos, Harry vence en cada encuentro. Voldemort no puede enfrentarse a él, no puede vencerlo por ninguno de sus métodos habituales, porque la fuerza del amor en Harry es tan potente que le supera. Como Voldemort la desprecia, no la entiende y no la conoce, así que no puede derrotarla.

De hecho, la batalla final termina en derrota para Voldemort debido a varios actos de amor que él no es capaz de comprender. Cuando creen que Harry ha muerto (y que en realidad ha podido volver de la muerte gracias a la protección de su madre), Narcissa Malfoy se acerca a él. Narcissa, asustada y preocupada por el bienestar de su hijo Draco, ve que Harry no está muerto. Él le asegura que Draco se encuentra bien dentro del castillo, lo que es el detonante para que ella traicione a Voldemort asegurándole que ha vencido a Harry.

Se ha escrito muchas veces que Harry hasta casi el final de la saga vence todos los enfrentamientos que tiene con Voldemort no gracias a sí mismo, sino a la ayuda que le brindan sus amigos o elementos externos. Y es cierto: aunque Harry en muchas ocasiones esté decidido a avanzar solo y a poner en peligro a sus amigos, ellos se empeñan en estar con él y acompañarle. No conciben dejarle solo.

Harry Potter, Ron Weasley y Hermione Granger. Fuente: Karly Jade

Otros personajes, no solamente los que se sitúan en el bando del Mal, también sufren las consecuencias de no amar o no respetar a otras criaturas. A pesar de que el trato a los animales no humanos en la saga por parte de los magos es terrible, y podemos encontrar grandes ejemplos de crueldad innecesaria frente a otras criaturas, tanto mágicas como no mágicas, hay un par de situaciones concretas muy representativas:

Una de ellas se da con la situación de los elfos domésticos. Los elfos domésticos son criaturas mágicas cuya función es servir a los deseos de sus amos. Están obligados por su propia naturaleza a seguir sus órdenes, aunque estas los perjudiquen. Los humanos consideran a estos seres poco más que esclavos y son insensibles a su dolor. Sin embargo, cuando un humano siente empatía con ellos y los ayuda, se sienten eternamente agradecidos. Harry se preocupa por Dobby desde el primer momento en el que lo conoce; Dobby le jura lealtad eterna y cumple su palabra. Dobby les salva la vida a Harry y a sus amigos durante Las reliquias de la muerte, a pesar de que sacrifica la suya propia por la lealtad que le guarda.

Las clases de amor: el duelo

Ya hemos visto cómo el amor aparece representado de muchas maneras diferentes en la saga: el amor de familia, el amor de la amistad, el del respeto… este tipo de amor le aporta emociones positivas a los personajes, lo disfrutan y no lo sufren.

El amor que duele, el que a pesar de ser una emoción tan positiva y fuerte puede hacerle daño a los personajes, también aparece en los libros: el duelo por la muerte de un ser querido. A lo largo de los libros, los personajes sufren duelo por la muerte de varios personajes. Hay tres muertes especialmente significativas: Sirius Black, Albus Dumbledore y Dobby el elfo doméstico. Harry vive cada uno de los tres duelos de manera diferente, aunque todos están marcados por su sufrimiento.

Los personajes aprovechan el dolor del duelo para crecer. Ese amor que sufren por no poder seguir acompañados de los personajes que han muerto se convierte en algo positivo para ellos, a medio plazo al menos. Durante el funeral de Dumbledore se puede observar que todos los personajes han madurado, que su muerte no va a ser vacía y sin sentido: cogen fuerzas y motivaciones nuevas para seguir luchando en la guerra. Este crecimiento se puede observar con mucho más detalle durante el funeral que le prepara a Dobby:

La cicatriz le dolía, pero controlaba el dolor; lo sentía, pero lo mantenía alejado. Por fin había aprendido a dominarlo, a hacer lo que Dumbledore había intentado que Snape le enseñara: cerrarle la mente a Voldemort. Y del mismo modo que el Señor Tenebroso no había logrado poseer al muchacho cuando este se consumía de pena por Sirius, ahora tampoco conseguía que sus pensamientos lo penetraran mientras lloraba la muerte de Dobby. Por lo visto, el sufrimiento tenía a Voldemort a raya. Aunque seguramente Dumbledore no lo habría llamado sufrimiento, sino amor.

Sirius Black. Fuente: Jules Vagueenthusiast

Con estas situaciones, el narrador nos enseña que no todo el amor es alegre ni trae cosas positivas. Algunos tipos de amor pueden doler, aunque sigue siendo una emoción noble. Los personajes no huyen o escapan de ese dolor: lo abrazan de la misma manera que hacen con la amistad o con la familia.

Hay que dejar claro que este amor que duele y que trae sufrimiento no se acepta bajo cualquier situación. Los personajes por los que se sufre duelo a lo largo de la saga son personajes que se habían ganado el cariño de los demás y de los lectores (aunque hay algunos que también se lo habían ganado y por los que no hay ninguna clase de duelo). Otros que mueren y que pertenecían al bando del Mal no se ganan el respeto y, por lo tanto, el dolor de los vivos.

Esta clase de amor está relacionado con la familia, la amistad o la lealtad: un caso aparte es el amor romántico.

El amor romántico

Hay pocas muestras de amor romántico a lo largo de la saga. Una de estas muestras de amor romántico es lo que redime a unos de los personajes más complicados de juzgar, tanto por el resto de personajes como por los lectores: Severus Snape.

Desde el principio de la saga se sabe que Snape fue compañero de clase de los padres de Harry cuando estudiaban en Hogwarts. Snape justifica el mal trato que le da a Harry con los recuerdos que tiene de su padre: podemos ver que, pese a que James tampoco es un personaje completamente bueno, estaban enemistados por alguna razón.

A lo largo del último libro, Las reliquias de la muerte, se descubre qué clase de relación tenía Snape con Lilly Potter (entonces Evans), la madre de Harry: se conocían desde pequeños y él estaba enamorado de ella. Al terminar el colegio, Snape se unió a los seguidores de Voldemort y cometió el error de decirle que una profecía había predicho el nacimiento de quien ocasionaría su caída. Voldemort vio reflejado en esa profecía a Harry, y acudió a su casa a matarlo.

Severus Snape. Fuente: Run and hide

Snape, arrepentido de por vida por haberle causado la muerte a la mujer que amaba, decide redimirse convirtiéndose en un espía doble: seguirá al lado de Voldemort para poder brindarle información privilegiada a Dumbledore. Casi dos décadas después, sigue en su papel de infiltrado: ese trabajo le garantiza el perdón y la confianza ciega de Dumbledore, el personaje sabio y guía de la historia. Cuando Harry descubre la verdad sobre el profesor que lo había maltratado durante su estancia en el colegio, también lo perdona. Porque el Amor todo lo puede. Lo perdona hasta el punto de que decide llamar a uno de sus hijos Severus.

A los ojos de los lectores, Snape también es redimido. Solamente en los últimos años se han estado alzando muchas voces entre los lectores que protestan contra este perdón generalizado: al contrario que en el mundo que ha creado Rowling, en nuestra realidad los grandes actos de amor no son garantía de la redención o del perdón absoluto, especialmente cuando las consecuencias son tan terribles como las que sufrió la familia Potter.

El motor que pone en funcionamiento el argumento de la saga principal de Harry Potter es el enfrentamiento del Bien contra el Mal. Pero la saga aporta muchos matices y novedades a este planteamiento tan usado en otras sagas e historias: nos enseña que el humor puede ser un arma poderosa, y lo divertido no se descarta como algo útil o digno. Y sobre todo, una emoción tan noble y poderosa como el Amor es lo único que puede derrotar al Mal. No la ambición, ni el deber, ni siquiera las ganas de venganza: el amor en su expresión más pura. A la familia, a los amigos; no solamente a las parejas románticas. El amor que le debemos a los fallecidos, a nuestros compañeros y a nuestros mentores. Estos nos ayudarán, además, a vencer a la tristeza y a la desesperación.

Solo el amor puede salvarnos, redimirnos de nuestro pasado y ayudarnos a construir un futuro en el que seamos felices. Un mundo en el que no haya nada de lo que preocuparse.

* Todas las citas están extraídas de la traducción al español de los libros.

Laura Huelin
Laura Huelin (Reseñas/Investigación): Licenciada en Filología harta del canon literario y los géneros sociales. Me aburren los mundos realistas y me apasiona la ciencia ficción y el apocalipsis. Me encanta investigar, aprender y conocer. Podcaster en Los cuatro navegantes.
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