Charlando sobre La última luz de Tralia con Isa J. González

Y entonces, el silencio.

No un silencio normal, lleno de pequeños susurros inertes. Era un silencio absoluto, que solo podía escucharse en el espacio: la inmensidad del infinito entrando por sus oídos, llenando su cabeza de vacío, de una nada insonora.

La nave de Kenichi ha sufrido un terrible accidente tras chocar con un campo de asteroides. Él es el único superviviente de un vehículo que estaba llevando a decenas de tralianos en busca de un nuevo hogar. Ken tendrá que enfrentarse al vacío de ser el último individuo conocido de su especie y al choque cultural de ser acogido por un grupo de zestianos en su nodriza. Esta es la premisa de La última luz de Tralia, novela corta de ciencia ficción, dentro de la corriente del hopepunk, escrita por Isa J. González, con portada de Marina Vidal y publicada por Crononauta.

Isa J. González, nacida en Barcelona en 1991, estudió Biología y se especializó en la divulgación científica. En el campo de la escritura, destacan La última luz de Tralia (Crononauta, 2020), que es su primera novela publicada, y su relato «De Reykjavik a las estrellas», que obtuvo la Mención de Honor en el Premio Ripley III y a lo largo de este mes de septiembre será publicado en el Patreon de Crononauta. Aunque se estrena como autora con esta novela, es muy activa en el fandom desde hace años. Desde su blog, A través de otro espejo, recomienda sus mejores lecturas, que son muchas y variadas, desde 2014. También colabora en la web especializada en cultura japonesa El peso del aire y en la revista Windumanoth. En la actualidad también es vocal de la AEFCFT y trabaja como librera para ganarse el pan, mientras sigue escribiendo artículos y ciencia ficción.

Isa J. González

La última luz de Tralia nos introduce en la Nodriza 2 de forma brusca e inesperada. La nave en la que viajaba Ken y sus compañeros ha sufrido un accidente, ha quedado totalmente inutilizada y todos sus huéspedes, salvo nuestro protagonista, han muerto. Ken lanza una llamada desesperada de auxilio a la que responde una nave zestiana con la que descubrirá que tiene un objetivo común.

La novela está dividida en pequeñas secciones narradas no solo por Ken, sino por todos los zestianos que tripulan la Nodriza 2: Rune, Tyra, Daven, Sigrid y Eyra, formando un mural con los trazos de sentimientos que cada uno de estos personajes nos enseña. Pero aunque podemos adentrarnos en los pensamientos de todos ellos, Ken se impone por encima del resto y articula la narración, que va de la mano de sus inseguridades, sus miedos y sus sensaciones.

Todos estos personajes tienen como punto en común el planeta Tralia, pero este se encuentra dividido en dos sociedades distintas: los tralianos y los zestianos. Los primeros habitan la zona terrestre del planeta, mientras que los segundos viven en la zona acuática, a la que se han adaptado mediante una piel azulada y membranas en su cuerpo. La novela nos presenta a las dos sociedades como grupos enfrentados con contactos pacíficos pero sin relaciones estrechas y sin, ni mucho menos, amistad. Ambas sociedades se ven expulsadas de Tralia por una misma razón: el planeta está condenado a su destrucción y las razas que lo habitan están destinadas a la extinción salvo que encuentren un nuevo hogar. Este objetivo en común será la llave para la unión de las dos razas por un bien mayor: su supervivencia.

Ken había visto zestianos alguna vez en Guin y eran tan diferentes a él que no podía quitarse de encima la sensación de extrañeza. No siempre había habido paz entre los dos pueblos y su padre, en muchas ocasiones, le había contado las historias del pasado, de guerras, destrucción y muerte.

A lo largo de la novela, acompañamos a Ken y le vemos sufrir un sentimiento de no pertenencia debido a la destrucción de su nave, al abandono de su planeta, a la pérdida de sus compañeros y a su acogida por parte de los zestianos. Ken ya no tiene un hogar y su única oportunidad de construir uno nuevo es de la mano de un grupo de desconocidos, quienes, además, no comparten su cultura.

No por primera vez, Ken deseó haber muerto con sus compañeros. No podía decir todo aquello. No podría hablarles de la desesperación y del dolor a esos desconocidos.

El choque cultural entre los dos grupos se hace evidente según avanza la relación entre Ken y Rune, quien le muestra las características y los rasgos de la sociedad zestiana, destacando sus habilidades telepáticas. Este es, quizá, el rasgo más diferenciador de los dos grupos: los zestianos tienen poderes mentales y, en el caso de Rune, se manifiestan en forma de telepatía que le permite conocer los sentimientos de las otras personas con solo tocarlas, así como transmitir los suyos propios. Pero Ken no es así; él está acostumbrado a vivir en un mundo en el que la privacidad es individual y se siente violento cuando Rune utiliza sus poderes sobre él. Esta dinámica, tan originalmente plasmada por la autora, podría verse como el resumen del enfrentamiento entre dos sociedades que, en ese momento de la historia, viven en paz, pero que son opuestas en sus formas de vivir y de relacionarse.

Ken tendrá que aprender a confiar en sus nuevos compañeros para colaborar y trabajar en favor de la supervivencia de todos. Por esta razón, las relaciones personales son el eje central de la historia: la autora se centra en desarrollar la relación entre los tripulantes, así como en mostrarnos sus pensamientos personales para poder conocerlos mejor. Es una novela introspectiva en la que la acción, muy bien desarrollada, queda en un segundo plano en pos del desarrollo personal de los protagonistas y del tono intimista de la narración.

Portada de La última luz de Tralia, con ilustración de Marina Vidal.

Es importante destacar también la presencia de lo que podríamos catalogar como el espíritu de la novela: el hopepunk, que bien define Laura Morán Iglesias. El contexto de la historia es desgarrador y triste: dos sociedades que se ven obligadas a abandonar su hogar sin saber si podrán encontrar uno nuevo; pero, a pesar de eso, prevalece en todo momento la esperanza y el objetivo de alcanzar algo mejor.

Para finalizar, cabe destacar la labor de Crononauta, que nos presenta una cuidada maquetación, una edición trabajada y una preciosa portada realizada por Marina Vidal en la que Rune y Ken son los protagonistas.

La última luz de Tralia es una novela corta de ciencia ficción que aborda temas tan necesarios como el racismo y el sentimiento de pérdida a través de una historia intimista y de unos personajes perfectamente estructurados y diferenciables entre sí. La brevedad de la historia y la sencillez de la trama son un punto a favor, ya que te permite sumergirte en la misma con más facilidad. Además, el final deja al lector con ganas de conocer más de ese mundo y de sus personajes. Solo nos quedará confiar en que haya una segunda parte.

Hemos querido aprovechar esta reseña para conocer a la autora un poquito más, así como a su obra.

Hola, Isa. Es un placer tenerte a bordo. Empezamos por La última luz de Tralia. ¿Cuál fue el germen de esta historia?

IJG: Hace mucho tiempo, cuando escribía fanfics, tenía la idea en la cabeza de escribir una historia espacial en la que dos especies tuvieran que convivir. La trama era muy diferente y nunca llegué a escribir mucho sobre ella. Pero cuando vi que Crononauta abría la recepción de manuscritos, me volví a acordar de la idea. La historia fue evolucionando a medida que le daba vueltas y el resultado final no se parece en nada al germen inicial, pero estoy muy contenta del camino recorrido.

Es muy significativo que la relación entre los protagonistas, Rune y Kenichi, diste mucho de ser perfecta. ¿Crees que hace falta mostrar más romances así?

 IJG: Para mí es importante que los personajes sean reales, que tengan verosimilitud. Y un personaje real tiene defectos, fallos, se equivoca. Quería que todas las relaciones con los personajes fueran así, no solo la de Rune y Kenichi. Pero sí, me parece importante mostrar relaciones imperfectas, ya que así puedes también mostrar cómo evolucionan, cambian, se adaptan uno al otro. Puedes mostrar cómo los personajes aprenden y mejoran.

¿Dirías que alguno de los personajes que aparecen en La última luz de Tralia merece tener su propia historia?

 IJG: Todos podrían ser protagonistas potentes en una historia, pero me interesaría mucho explorar más a Tyra como personaje. Tanto ella como Eyra son dos personajes cuyos pensamientos y acciones me salían de forma muy natural (se nota que son los personajes con los que más identificada me siento) y creo que tendrían potencial para ser las protagonistas.

¿Cuál es el principal mensaje que querías transmitir en la obra?

 IJG: Es complicado, ya que no siempre piensas en eso mientras escribes. Sí que tenía claro que quería que fuera una historia positiva, con un final esperanzador. También quería hablar de prejuicios y de cómo estos nos afectan a la hora de relacionarnos con aquellos que consideramos diferentes.

Lees obras muy variadas, ¿cuáles dirías que son tus principales influencias literarias?

 IJG: Creo que toda forma de arte nos afecta de una forma u otra a la hora de crear nuestras propias historias. Por supuesto, debo tener incontables influencias inconscientes. Influencias conscientes también son muchas, aunque desearía que Ken Liu, Brandon Sanderson, Becky Chambers, Lois McMaster Bujold y Aliette de Bodard estuvieran un poco en mis textos.

De izquierda a derecha: Becky Chambers, Lois McMaster Bujold y Aliette de Bodard.

¿Qué aspectos de una obra te gusta leer y escribir?

 IJG: Un aspecto que cuido muchísimo es el de los personajes. Siempre digo que una obra con una trama mediocre pero personajes fantásticos me parece mucho más interesante que una novela con una trama muy enrevesada pero personajes planos. Es quizá por eso que siempre me centro mucho en ellos y sus emociones: la trama de mis historias siempre va conducida por sus acciones.

Hablando de temas más concretos, hay ciertos elementos que me fascinan: la maternidad, el contacto con el otro, los monstruos con aspecto de humano, las naves espaciales sintientes y las inteligencias artificiales en general. La ciencia, la magia, la ecología. Las familias por elección, las mujeres que son fuertes, no porque lo necesiten sino porque simplemente lo son. No todos esos elementos se encuentran en mis novelas, pero sí me gustaría hablar de ellos en el futuro.

La última luz de Tralia es tu primera novela. ¿Cómo ha sido el proceso de publicación?

 IJG: La verdad es que ha sido un proceso muy cómodo. El equipo de Crononauta es muy profesional y me ha explicado cada paso con detalle para que no fuera perdida. Además, me han hecho sentir bienvenida a su catálogo y confortable pese a mis dudas. Trabajar con ellas el manuscrito fue magnífico y aprendí muchísimo. Ha sido un placer enorme y ojalá sea siempre así de fácil y cómodo.

Ken y Rune

¿Te sientes más cómoda escribiendo obras originales o fanfics? ¿Qué destacarías de cada uno?

 IJG: Creo que me siento cómoda con ambos por razones diferentes, aunque no sé si podría escribir fanfics ahora (no estoy tan metida en ningún fandom).

Hace mucho que no escribo fanfics, pero creo que lo que más me gustaba de hacerlo era intentar descifrar e interpretar a personajes ya escritos. Vuelvo un poco a lo que he comentado antes, me encanta escribir sobre personajes y para mí los fanfics eran eso: una forma de conocer los protagonistas de una obra más a fondo, de darles más escenas y más situaciones. También me gustaba mucho el sentido de comunidad que se creaba en cada uno de los fandom.

En cambio, escribir obras originales me da la oportunidad de crear personajes nuevos. Me siento más libre, pues creo yo las normas del mundo y de aquellos que lo habitan y, por lo tanto, puedo cambiarlas si me apetece (siempre conservando la coherencia interna de la historia, claro).

¿Qué proyectos literarios tienes en el futuro cercano?

 IJG: Siempre me cuesta mucho contestar a esta pregunta, jajaja. Ahora mismo estoy escribiendo una novela corta de ciencia ficción espacial para enviarla al Alberto Magno. Cuando la acabe, creo que voy a intentar centrarme en escribir algo más largo, tengo una idea para una novela de ciencia ficción juvenil y otra idea, mi primera de fantasía, de magia en el siglo XIX. Pero siempre aparecen historias nuevas y la libreta donde apunto las ideas al final se me quedará pequeña.

Por último, ¿puedes recomendarnos algunas autoras que no deberíamos perdernos?

IJG: Voy a intentar contenerme y a recomendar a pocas autoras, que si no se me va la mano y no paro. Además de las autoras que ya he comentado antes en la pregunta sobre influencias, también querría recomendar a Maureen McHugh (su forma de tratar la maternidad es maravillosa), a Caroline M. Yoachim (me encantan sus cuentos cortos y su sentido de la maravilla), a Victoria Schwab (si necesitáis novelas trepidantes con personajes MUY bien construidos, esta es vuestra autora) y a Seanan McGuire (tiene un control de la narrativa impresionante), por decir solo cuatro.

Gracias por tus respuestas, Isa. ¡Te deseamos lo mejor!

Laura S. Maquilón
Laura S. Maquilón (Novedades/Fichas de autoras): Escritora ofídica. Reseñista en Más que veneno y Libros Prohibidos, editora en Windumanoth y maleante en Twitter. Le gusta el diseño gráfico, leer sobre señoras y corregir textos. Siempre aprendiendo.

Raquel Aysa Martínez
Raquel Aysa Martínez (Fichas de autoras/Artículos/Reseñas): Feminista, historiadora, lectora y escritora con varios relatos publicados (y otros tantos en el cajón). Adicta a la fantasía, a la ciencia ficción, al arte y a Twitter.

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