La relación amorosa de La mujer del viajero en el tiempo

Clare conoce a Henry cuando ella tiene 6 años y él 42.

Henry conoce a Clare cuando ella tiene 22 años y él 26.

Henry viaja en el tiempo y ha estado visitando a Clare desde que ella era una niña, cuando él ya era un hombre adulto. Ambos tienen una línea cronológica distinta, y aún así se aman y van a pasar juntos todo el tiempo que puedan, de forma lineal o no.

La mujer del viajero en el tiempo tiene todos los elementos de una novela romántica prototípica con un destello de ciencia ficción: el centro de la historia es una relación amorosa entre un hombre y una mujer. Esta relación empezó cuando ella era una niña y él un hombre mayor, en una relación desigual de poder y experiencia; el título no lleva el nombre de ninguno de los dos, pero sí un posesivo… sin embargo, he quedado muy sorprendida por cómo se desarrollan el libro y la relación amorosa. He encontrado una relación respetuosa, envidiable y ejemplar para el resto de obras de ficción. En el desarrollo del libro, he encontrado un puzle cronológico fácil pero extenso, aderezado con unas cuantas anticipaciones que animan la lectura y a seguir enganchado a las páginas.

Portada de La mujer del viajero en el tiempo.

Uno de todos los aciertos de la novela es la inclusión de la voz de los dos personajes como narradores: tendremos capítulos narrados por Clare y capítulos narrados por Henry, de manera que podemos meternos en sus cabezas, en sus recuerdos y en su visión de la realidad. No especulamos qué piensan o sienten gracias a un narrador omnisciente o poco fiable: conocemos sus historias de primera mano. Sabemos cómo es y cómo piensa cada uno de los personajes y cómo vive su relación.

Por eso hoy quiero dedicar unas líneas a describir la relación que establecen Clare y Henry, que tenía todas las papeletas para ser una relación tóxica más, pero han pasado a ser un referente personal con el que comparar otras historias románticas.

Voy a hablar del libro, desgranando la historia y descubriendo giros argumentales sin tapujos. Si no lo has leído, te garantizo que la relación amorosa es respetuosa y agradable de leer. Ve a por el libro de Audrey Niffenegger sin miedo y luego vuelve a este artículo.

Como decía antes, Niffenegger creó todos los elementos necesarios para escribir otra novela romantizando el abuso, las relaciones tóxicas y la dependencia de uno o de los dos personajes. Sin embargo, ha tenido cuidado de crear una relación respetuosa, igualitaria, llena de cariño y ternura en la que los dos personajes se cuidan y desean estar juntos.

Ambos cuidan de ambos y los roles en la relación cambian según las necesidades. Clare conoce a Henry cuando ella es muy pequeña y crece mientras él la va visitando. Con 22 años lo encuentra en su presente y empiezan a convivir y a estar juntos de verdad, pero Clare ha crecido conociendo y pensando en Henry. Lo que empezó como una amistad ella fue descubriendo que era algo más.

Cuando Clare era pequeña y se encontraba con el Henry adulto en el claro, él cuidaba de ella: no le contó qué le deparaba el futuro, ni le hizo cargar con el conocimiento de que el destino es inevitable y los momentos dolorosos que tendrá que superar. Henry convertía las visitas en momentos amables y divertidos, solo como un amigo. Se preocupaba sinceramente del crecimiento y aprendizaje de Clare, intentando no adelantarse a lo que ella podía entender o interpretar.

Pero no solamente él cuida de ella, y podemos verlo en varios momentos de la novela. Cuando están acasados, Henry cuida de Clare durante sus intentos fallidos de tener hijos, física y psicológicamente; pero cuando la salud de Henry empieza a decaer y necesita los cuidados físicos y psicológicos de Clare, ella no duda en apoyarle, en ayudarle en todo lo que puede y un poco más. Despeja la casa de todo lo que puede ser incómodo para él y dedica todo el tiempo que puede en animarle.

—¿Tu esposa también es una viajera del tiempo?
—No, a Dios gracias.
—¿Por qué «a Dios gracias»? Creo que sería divertido. Podríais ir a los mismos lugares juntos.
—Con un viajero del tiempo por familia hay más que suficiente. Es peligroso, Clare.
—¿Le preocupas mucho?
—Sí —le respondo bajito—. Mucho, sí.
Me pregunto qué estará haciendo ahora Clare, en 1999. Quizá esté durmiendo todavía. Puede que no sepa que me he marchado.
—¿La amas?
—Muchísimo —susurro.
Estamos echados en silencio, el uno al lado del otro, contemplando los árboles que se mecen, los pájaros, el cielo. Oigo un sollozo ahogado y miro a Clare. Me sorprende ver que las lágrimas le surcan las mejillas hasta desaparecer bajo las orejas. Me incorporo y me inclino sobre ella.
—¿Qué te pasa, Clare?
Clare mueve la cabeza hacia delante, en un estertor, y tiene los labios prietos. Le acaricio el pelo y la atraigo hacia mí hasta sentarla y rodearla con mis brazos. Es una niña, aunque no del todo.
—¿Qué sucede?
Lo dice tan bajito que tengo que pedirle que vuelva a repetirlo:
—Es que pensaba que a lo mejor estabas casado conmigo.

Podemos ver una relación de respeto profundo entre ellos dos. Al principio de la novela, Henry actúa con pies de plomo por miedo a hacerle daño o a adelantarse a lo que Clare puede entender, y cuando se hacen mayores y empiezan a convivir, ninguno toma más decisiones que el otro ni las opiniones de ninguno valen más que las del otro. Hacia el final, cuando Henry, enfermo, quiere aislarse del mundo y deja de salir de cama, Clare le anima a abrirse poco a poco. No le obliga, no toma decisiones por él, sino que espera a que él esté conforme y acepte empezar a volver al mundo.

Sin embargo, creo que el respeto entre ambos se ve más fácilmente cuando nos damos cuenta de que en su relación no hay espacio para los celos. ¡Una novela romántica sin celos es posible! Clare conoce a Henry muy temprano, pero él mismo le anuncia que desde su última visita hasta que se encuentren en su presente pasarán un par de años. Clare no quiere, a su manera, serle infiel, pero la espera, la adolescencia y la presión de sus amigos hacen que Clare acepte que tardará varios años en reencontrarse con él y no merece la pena esperarle. Clare tiene algún novio o algún lío puntual a pesar de que sabe que terminará casándose con Henry.

Fotograma de la versión cinematográfica.

Como Henry conoce a su futura esposa cuando él tiene 26 años, pasa una adolescencia normal y un principio de adultez normal. Cuando lleva a Clare a su casa por primera vez, todavía tiene en el baño cosas de Ingrid, su última novia, aunque él admite que esa relación hace un tiempo que está acabada. Clare se molesta un poco por la existencia de Ingrid, pero por si se está metiendo en una relación ajena y va a causarle problemas a Henry, no por celos. De hecho, con el tiempo, Clare se hace amiga íntima de la mejor amiga de Ingrid. Pasado el tiempo, parece que a Clare solo le molesta la presencia de Ingrid porque no es una mujer equilibrada y tienen varios encontronazos desagradables con ella.

Henry, cuando se entera de que, a pesar de haber estado presente en la vida de Clare desde que ella tenía 6 años, no es el único hombre de su vida, se sorprende ligeramente. Clare le pregunta si le molesta y él admite que solo le sorprende, pero que comprende que ella haya necesitado o querido conocer a otros chicos.

No hace falta destacar las escenas en las que Henry ataca a Jason, no por celos, si no por proteger a Clare y porque Clare se lo pide. Hay algo visceral y cruel en la agresión a Jason, pero no parece movido por los celos, sino por la protección. En las escenas, Henry no deja de buscar la aprobación de ella y solo hace lo que le pide, y se detiene cuando ella se lo dice.

—Henry, ¿darías una paliza a alguien por mí?
—¿Qué?
—Quiero hacerle daño a una persona, y no soy lo bastante fuerte ni sé cómo luchar. ¿Lo harías tú por mí?

Henry y Clare, a pesar de todo, no tienen una relación idílica. A lo largo del libro esta sufre altibajos. Recién casados viven su gran crisis, al caer en la rutina y en una vida predecible. Sin embargo, no se fallan el uno al otro. Salen adelante porque quieren estar juntos, no porque deban estar juntos. Luchan por salir adelante, por volver a estar cómodos el uno con el otro y lo consiguen.

Como deja claro Henry casi al principio del libro, no se puede alterar el futuro. Sabemos que están juntos porque es el destino, pero este destino no es inapelable: su amor no vive porque tiene que vivir, sino porque lo alimentan y lo quieren. A pesar de saber que van a estar juntos toda su vida, ninguno de los dos se siente obligado a cumplir con este destino: son novios, se casan, pasan por crisis, enferman y se cuidan porque lo desean. El destino no es una carga para ninguno de los dos y cumplir con él nunca se hace difícil. Poco después de casarse descubren que vivir como pareja oficial es diferente a lo que habían pensado, y la incomodidad y la rutina desencadenan varias peleas, pero en ningún momento ninguno de los dos personajes se plantean tener que aguantar esa situación solo porque sabe que dentro de un par de décadas seguirán juntos y el destino no se puede cambiar; al contrario, ambos quieren superar la situación, crear un ambiente agradable en su casa y volver a ser felices. Clare nos ofrece la solución al revés: si dentro de varios años están juntos todavía es porque han podido superar los problemas y seguir juntos adelante. Así que cada vez que encuentran un problema (y los encontrarán) luchan por superarlo.

A lo largo de las casi 800 páginas y casi 40 años, alguno de los dos se equivoca. Sin embargo, creo haber encontrado solamente una mentira entre la pareja en toda su historia. No me refiero a omisiones de la verdad, puesto que el personaje de Henry sabe todo lo que va a ocurrir en el futuro y consciente y activamente se niega a contárselo al resto de personajes. Me refiero a una mentira de verdad, a algo que hace uno de los dos personajes sin contar con el conocimiento del otro: cuando Henry se hace una vasectomía. Superado por la determinación de Clare a tener un hijo a pesar de haber sufrido varios abortos y poner su salud en riesgo real varias veces, decide, a espaldas de su mujer, hacerse una vasectomía para poder cortar de raíz el dolor de ella. Sin embargo, la mentira le dura poco: Clare lo sospecha y él se descubre en muy poco tiempo. Y de todas maneras, ella vuelve a quedarse embarazada apenas semanas después.

Audrey Niffenegger, autora de La mujer del viajero en el tiempo.

Desde el principio de la historia sabemos que Henry es bibliotecario. Y a pesar de sus rarezas y su afición a aparecer desnudo entre las estanterías, mantiene su trabajo durante casi toda su vida. Sin embargo, Clare es artista y cuando se casan no renuncia a su trabajo. Henry le ayuda a conseguir una casa con una habitación propia (tal y como Virginia Woolf aconsejó) fuera del edificio principal de la casa y en ella seguirá con su trabajo. Tiene unas épocas más productivas, tiene otras menos, pero nunca deja su trabajo para dedicarse a ser la ama de casa de Henry. Cuando deja de trabajar momentáneamente es por decisión y necesidad propia.

Porque aunque Henry y Clare son pareja y saben que van a pasar su vida juntos, son independientes. Henry tiene su vida y su cronología propia gracias a los viajes en el tiempo, pero cuando desaparece, Clare sigue con su vida. La ausencia de uno no es un trauma para el otro, si no que saben seguir adelante solos, a pesar de la incertidumbre de no saber cuándo volverán a encontrarse. Clare nunca se ve coartada por la presencia o ausencia de su marido: a la vuelta de algún viaje, incluso Henry se encuentra la casa vacía porque ella había decidido salir a seguir con su vida en vez de esperarle. Igualmente, cuando Clare entra en la universidad y sabe que aún faltan unos cuantos años para reencontrarse con Henry en su presente, lleva una vida normal. Sabe que en algún momento se encontrarán, pero conoce a chicos, tiene algún novio, sale de fiesta y convive con sus amigas. La existencia de los dos se desarrolla alrededor del amor que sienten y del deseo de estar juntos, pero este deseo nunca supone un problema para ninguno de los dos. Clare se preocupa cuando Henry desaparece, pero no se queda en casa anulada, enferma de preocupación, anclada a la cocina sin poder pensar en otra cosa que en él, como ocurre en otras historias románticas.

Portada de la versión inglesa, The Time Traveler’s Wife.

La historia de La mujer del viajero en el tiempo es larga, ya que se extiende durante casi 40 años. Por estos motivos que he descrito y por alguno más, me parece destacable la relación que construye la autora y cómo la viven sus personajes, tan alejada de los estándares de las novelas románticas, basadas en sentimientos y comportamientos dañinos, personajes desagradables y situaciones que transmiten que eso es lo deseable.

Clare y Henry, a pesar de tener un tipo de relación que fomenta lo positivo, no se centra en lo negativo y no les permite sufrir, ninguna vida es fácil. Especialmente hacia el final, surgirán problemas peores a los que venían apareciendo en el resto de la historia, y sacarán lo mejor y lo peor de los personajes.

Y le sacarán algo más al lector. Pero para saber el qué, hay que dejarse arrastrar por la novela de Audrey Niffenegger.

Laura Huelin
Laura Huelin (Reseñas/Investigación): Licenciada en Filología harta del canon literario y los géneros sociales. Me aburren los mundos realistas y me apasiona la ciencia ficción y el apocalipsis. Me encanta investigar, aprender y conocer. Podcaster en Los cuatro navegantes.
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Una respuesta a «»

  1. Muy buen artículo. Acabo de terminar el libro y quería leer más al respecto. Me gusta mucho cómo analizas su relación puesto que yo he llegado a la misma conclusión. Un placer ♥

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