Reseña: El peso del humo

¿Qué es el humo? ¿Cuánto pesa? ¿Materia o Canon?

Cuando leo una historia de ciencia ficción que me lleva a otro planeta, habitado por alienígenas o por humanos terrestres que han evolucionado respecto de nosotros, siempre me sorprende que hablen como en Lavapiés. Esto me chirría, me saca del pacto de ficción imprescindible para vincularme al relato. De ahí que lo primero que me fascinó en El peso del humo fue la capacidad de la autora para hacerme entrar en un ámbito de extrañeza, reflejado en sus categorías de pensamiento y, como consecuencia, en su lenguaje.

Tannia R. Tamayo nació en Madrid. Estudió ciencias naturales, ciencias sociales y arte. Es licenciada en Químicas y doctora en Economía. Ha sido profesora en la Universitat Ramón Llull y en la EOI (Escuela de Organización Industrial: Escuela de negocios). Fundó y dirigió la Fundación Make─a─WishSpain hasta 2014; actualmente trabaja en ella como voluntaria. Fue alumna del máster de Narrativa de la Escuela de Escritores de Madrid.

Esta es la primera novela publicada por Tannia R. Tamayo. Se percibe que se trata de un texto muy meditado, trabajado y corregido. El estilo logra, con ello, una intensa depuración y fluidez. Frases cortas de ritmo poderoso. En la literatura actual, hay piedras preciosas en bruto, que necesitan ser talladas aún. Hay alhajas falsas, bisutería, y tienen su público, por supuesto. Y hay raras joyas, gracias a una labor de orfebre, lenta y paciente. Sé, por la autora, que El peso del humo es un trabajo de años. Sin embargo, en el océano anual de novedades, una buena obra como esta puede pasar desapercibida. Se añade que la autora no se mueve dentro del mundillo del fandom, de modo que su libro se difundirá menos en él. Y, a su vez, el público de literatura general quizás siga sintiendo cierta reticencia hacia la ciencia ficción, aunque El peso del humo tiene potencial para gustar a lectores de cualquier tipo.

Nos encontramos ante una obra con un nóvum vinculado a la biología, la genética y el transhumanismo. Tyra vive en Ezali, un planeta al que llegó, hace seis siglos, una nave de colonos terrestres en busca de un mundo nuevo que habitar. La evolución de estos humanos los ha llevado a convertirse en seres bastante distintos a nosotros. Las y los ezalitas cambian de sexo a mitad de su vida. Y su vida es larga. Si han nacido con los cromosomas XX, pasan a ser XY, y viceversa. En su primera fase, se los denomina protos; en la segunda, deuteros. Además, no solo son transhumanos por ese cambio, sino porque una superinteligencia artificial, Hache, controla casi todos los aspectos de su existencia, desde las tareas más prácticas y domésticas hasta la salud. Lo hace a través de un implante inserto en la muñeca del brazo de cada ezalita. La sociedad está, así, altamente tecnificada, aunque, al mismo tiempo, sus pobladores están en contacto con la naturaleza y con sus propias emociones: suelen someterse a experiencias sélficas que los llevan a estados casi místicos.

Claro que en Ezali habitan, asimismo, las y los neuters, también llamados mutantes desde el menosprecio y el rechazo, lo que les convierte en marginales y los obliga a aislarse en enclaves propios. Las personas neuters son un elemento perturbador para los normales.

La protoTyra se encuentra, al principio de esta historia, ante una circunstancia tan imprevista como desagradable: ha sido expulsada del PIV, Programa de Análisis In Vivo, que le habría permitido estudiar y experimentar, con células vivas, sobre ese cambio de sexo que condiciona a los habitantes de Ezali. Tyra es una razonadora y una genohumóloga muy competente, pero el Consejo de Numinócratas ha decretado su expulsión del programa. Ella no lo acepta. Decide rebelarse y continuar investigando por su cuenta.

Portada de El peso del humo.

Por otra parte, su padre, Jenn, acaba de fallecer, y la que fue su madre es ahora un hombre, Ross, y además, numinócrata, miembro de una élite de la sociedad ezalita, cuya función consiste en ser intermediaria de los núminos, con los que se comunica directamente. A su vez, los núminos constituyen otro grupo humano en el planeta, una tercera fase tras los protos y deuteros, aunque no todos llegan a alcanzarla. Constituyen una especie de Consejo de Sabios, gracias a su capacidad de clarividencia. Maestros y mentores, los núminos viven aislados, de modo que Tyra no los conoce personalmente, no sabe cómo son, aunque sí que nunca se equivocan en sus decisiones y aseveraciones. Nunca. Al menos, eso es lo que le recordará Ross cuando acude a él (que fue ella) en busca de ayuda.

Tyra inicia su búsqueda de la verdad. El camino la llevará a ahondar en sus propias raíces familiares y en el pasado de su mundo. Pero esta decisión en contra de lo que manda el Canon va a enfrentarla con su pareja, Leo. En contrapartida, la acercará a otra razonadora, Alex, en un triángulo lleno de riesgos, aunque también de emociones nuevas. La acción se va volviendo más y más trepidante. Son diez días que conmueven y remueven su mundo.

Toda búsqueda es un viaje y todo viaje supone una incertidumbre. La persona que lo emprende tal vez haga, al final del camino, un descubrimiento por completo inesperado.

La lectura de esta novela me ha planteado muchas preguntas, que dejo apuntadas aquí. ¿Estamos ante una utopía o una distopía? Porque, como en otras obras que nos muestran un presunto mundo feliz, lleno de equilibrio y armonía, al público lector nos queda la duda, la ambigüedad. ¿Es lícito y conveniente conseguir la paz y la felicidad a través del control de la ciudadanía o incluso de la manipulación genética? No nos aventuremos a decir rápidamente que no, que de ninguna manera. La cuestión resulta mucho más compleja. ¿Somos más libres ahora?

Ezali no parece ser una sociedad igualitaria, ya que hay una separación bastante rígida entre núminos, sus intermediarios los numinócratas, los protos y deuteros y, por último, los neuters o mutantes. La cuestión de si hay igualdad entre los sexos también importa. En principio, se diría que sí, aunque queda la pregunta de si se mantienen las identidades de género sexual, no ya como las conocemos, porque eso no ocurre, si no de alguna otra manera, mucho más difusa y menos jerárquica, precisamente por la condición especial de los ezalitas, su transexualidad al estilo del Orlando de Virginia Woolf. Eso sí, la narración mantiene el dualismo de sexo/género y no se aventura por territorios queer.

La novela de Tamayo se inserta en varias tradiciones literarias y, en concreto, de la ciencia ficción. Recoge, con mucho acierto, elementos del mundo grecolatino. Hay otros que nos llevan a recordar Un mundo feliz, de Aldous Huxley, 2001: una odisea del espacio, de Arthur C. Clarke o La amenaza de Andrómeda, de Michael Crichton (esta última, por convertir una investigación rigurosamente científica en una intriga apasionante). Por otro lado, plantea la cuestión feminista de hasta qué punto la biología de los sexos incide en la sociedad y en la violencia machista, las agresiones sexuales, el poder y la guerra. En este sentido, la autora deja clara la influencia del ya mencionado Orlando de Virginia Woolf, además de La mano izquierda de la oscuridad de Ursula K. Le Guin. Yo mencionaría también La puerta al país de las mujeres, de Sheri S. Tepper, que nos lleva a un futuro postapocalíptico, pero que ha retrocedido a épocas precristianas y donde las mujeres viven aisladas entre murallas, mientras que los hombres guerrean. Pero ellas han ideado una forma alternativa de acabar con la violencia masculina, un método insospechado para los varones y que, a pesar de que no necesita tecnología, recuerda mucho a lo que leemos en El peso del humo.

La pregunta de cómo afectaría a la humanidad un cambio de sexo en mitad de nuestra vida queda abierta, igual que la interrogación sobre si es la biología sexual la que convierte a los hombres, o a una parte de ellos, en violentos y agresores, y a las mujeres en víctimas y sumisas. Porque, de ser así, ¿qué hacer? ¿Es una buena solución la que aparece en la obra de Tamayo? ¿O más bien es la sociedad, su jerarquía y sus estereotipos, los que causan y sostienen la violencia?

Al entrar en la novela, conocemos un mundo distinto y extraño con el que, poco a poco, nos vamos familiarizando. No obstante, la autora inserta, a lo largo de los capítulos, explicaciones que sirven de ayuda para conocer el mundo de Ezali. Hay un último capítulo más explicativo aún y que yo, sin embargo, no hubiera añadido, aunque reconozco que es útil para lectores menos acostumbrados a la ciencia ficción. En resumen, un libro bien escrito, con intriga y sorpresa final, además de una sólida base científica. Merece la pena no perderse esta lectura y estar atentas a nuevas obras que Tamayo pueda ofrecernos.

Colaborador
Lola Robles (Colaboradora): Escritora española conocida por varias y premiadas novelas que puedes visitar en su web o en nuestra ficha.

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