Confieso que siempre he sido más lectora de terror clásico que moderno, quizá porque, dentro de su oscuridad, me ofrece un entorno seguro. Un escalofrío placentero, sin miedo a que la experiencia, aún satisfactoria literariamente, resulte demasiado atosigante. Sin embargo, entre mis lecturas favoritas de los últimos meses brillan dos maravillas del horror moderno. Una es The Twisted Ones, genial novela de T. Kingfisher que ojalá un día llegue a editarse en español. La otra es la presente Ella dijo Destruye, una nueva joya editada por La Biblioteca de Carfax con su habitual cuidado.
No había leído a Nadia Bulkin antes de sumergirme en esta antología, pero la experiencia me ha dejado claro que es una de las voces más interesantes del terror contemporáneo. Sus relatos no eluden los elementos clásicos del género, desde los muertos vivientes, a los terrores primigenios, pasando por un homenaje al slasher o a los bosques poblados de siniestros habitantes o habitaciones de hotel encantadas. Pero también poseen una fuerte personalidad propia que los dota de un sabor muy diferente. Cada historia está impregnada de las inquietudes de la autora y, en muchos casos, del poso que le habrán dejado sus vivencias.

Cubierta de Ella dijo Destruye, ilustrada por Rafael Martín Coronel. Fuente.
Bulkin es hija de padre javanés y madre estadounidense, vivió su infancia en Indonesia y más tarde se trasladaría a Nebraska. También es licenciada en Ciencias Políticas. En la antología nos encontramos tanto relatos ambientados en su país natal, como otras narraciones con sabor al Estados Unidos más rural. En un caso y otro, la historia, la política, las consecuencias de las desigualdades sociales o el retrato de los rincones más oscuros de nuestra sociedad impregnan sus narraciones. Y lo hacen para conferirles solidez, volver más interesante el escenario e invitarnos a reflexionar. La autora dota cada historia de una complejidad que va más allá de los sucesos que en ella se narran, pero integrando todos los elementos con tal maestría y solidez que ni el mayor purista de la absurda premisa de que la ficción no debe ser política (toda ficción es política) tendría resquicio alguno para tildar de panfleto ninguno de los relatos.
Buenos ejemplos de esto serían «Zona de convergencia intertropical» y «Solo la unión salva a los condenados», por citar dos historias muy diferentes en ambientación y desarrollo.
El primero, un retrato magistral de cómo se va construyendo la figura de un futuro tirano (y de la fidelidad ciega que genera en seguidores como el propio narrador de la historia), en el que la magia más siniestra juega un papel clave en la historia. Sin el elemento político no habría historia; sin la magia, perderíamos todo aquello que la hace tan fascinante como sutilmente demoledora.
«Solo la unión salva a los condenados» es, a priori, una historia de raíces más clásicas: terror entremezclado con viejas leyendas rurales que pueden ser o no ciertas; sin embargo, aparte de moldear lo suficiente la mitología para que resulte original, Bulkin nos deja claro que, si los protagonistas se meten en ciertos fregaos es, en gran medida, por la falta de oportunidades y estímulos que ofrece la localidad donde viven. Así, el relato no es solo una magnífica historia «de miedo», sino también un estupendo retrato de lo asfixiantes y anuladores que pueden ser ciertos ambientes, especialmente para aquellos que no encajan dentro de los parámetros que esa sociedad considera como normal.
Un detalle que me ha gustado mucho en las historias recogidas en Ella dijo Destruye es que, aun ocultándose muchas veces lo verdaderamente siniestro en el corazón humano o las sociedades que creamos, los elementos fantásticos no están usados como metáforas, alegorías o detalles que podrían interpretarse como sobrenaturales o producto de una mente desquiciada, a gusto del lector. Con la posible excepción de «Y cuando fue mala…», los componentes fantásticos de las historias no solo resultan explícitos, sino que muchas veces están integrados en la realidad cotidiana. En ocasiones, lo sobrenatural puede ser lo amenazante, pero en otras es un mero telón de fondo o una herramienta que solo se convierte en maligna por la forma en que la usan los humanos o influye en estos. En ocasiones, incluso, esa criatura ajena a la normalidad puede ser la víctima de quienes no saben o no intentan comprenderla.
Había una ciudad fantasma carretera adelante. Sus huesos asomaban sobre la línea de árboles cuando avanzábamos traqueteando por la autopista 51 en la camioneta rojo cereza.
De «Siete minutos en el cielo».
Como quizá se pueda deducir por lo explicado hasta ahora, Bulkin escribe buscando impactar al lector, persiguiendo dejar una huella indeleble en nosotros con cada una de sus historias. Y lo consigue con absoluta maestría y elegancia. La autora no es compasiva ni con sus personajes ni con los lectores, pero tampoco les hace sufrir de forma gratuita o recurriendo al efectismo barato. No elude el gore o la crueldad cuando es necesario, pero todo se usa al servicio de la historia y de su trasfondo. Nos hace sufrir, aunque también nos fascina y nos lleva a reflexionar. Nos pega una bofetada y, a la par, nos deja en el paladar el regusto placentero de haber leído un grandísimo relato. También sabe ser sutil cuando lo explícito resulta innecesario. Hay dureza, mas no morbo. Y eso es algo que agradezco mucho.

En los bosques puede ocultarse lo siniestro. Fuente.
Recorrer las páginas de este libro no fue un viaje fácil, a veces hasta necesité un reposo de unos días entre la lectura de una historia y otra, pero la calidad del conjunto merece la pena el esfuerzo. Ella dijo Destruye no es una antología amable ni fácil de leer si estás en un momento de bajona; no obstante, es una de las colecciones de relatos más sólidas que he leído en años. Una joya del terror moderno dentro de la que me resulta imposible destacar un pódium de historias favoritas, porque tendría que mencionar casi todas ellas.
No puedo más que quitarme el sombrero ante Nadia Bulkin y agradecer a La Biblioteca de Carfax que nos sigan trayendo joyas como esta. Si os gusta el terror y no os importa sufrir un poco, dadle una oportunidad a Ella dijo Destruye, aunque sea para saborearla poco a poco, no os arrepentiréis de la experiencia.

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